Cristianismo, educación y aconfesionalidad: el debate de quién enseña religión a los hijos de Europa
Según Escuelas Católicas, seis de cada diez colegios concertados en España pertenecen a la Iglesia, lo que supone más del 15% del total del sistema educativo.
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Es Lunes Santo en el centro de Málaga y en la calle no cabe nadie más. Los más cofrades miran con dudas al cielo esperando adivinar si va a llover o no. A María, estudiante de primero de bachillerato de 17 años, le importa menos. Para ella, ir a ver procesiones es un plan más. Mientras, Borja se arregla en su casa para lo que para él es otro gran día. Tienen la misma edad, pero entre otras cosas les distingue que él tiene en su móvil instalada la aplicación de El Penitente, para seguir los tronos.
En su instituto público, ella va a la asignatura alternativa a la de religión. Él, en cambio, no puede escoger: su colegio privado está vinculado a la religión católica. Para ambos, ser o no creyente pertenece al ámbito de la esfera privada, pero para Borja esto forma además parte de su currículo académico, como las matemáticas o la lengua.
Todos los centros, sean públicos o no, pueden ofrecer la opción de cursar la asignatura de religión católica. Sin embargo, son muchos en los que se establece como norma. El curso pasado, el 55,4% del alumnado de los centros españoles cursó la asignatura de religión, según cifras de la Conferencia Episcopal Española.
En España, la enseñanza religiosa encuentra su hueco, sobre todo en la educación concertada. Según Escuelas Católicas, seis de cada diez colegios concertados en España pertenecen a la Iglesia. A su vez, estos son más del 15% del total del sistema educativo. De hecho, el mayor porcentaje de alumnos que cursan esta asignatura pertenecen a la etapa de primaria en centros concertados y privados. “Antes nos obligaban a ir a misa, pero a partir de segundo o tercero de la ESO ya es opcional”, explica Borja.
La mayoría de colegios concertados religiosos establecen el mínimo para que el alumno decida si cursar o no religión a partir de los 14 o los 16 años, pero no solo en España. En Lituania, la Constitución recoge la libertad de religión y el derecho de los padres a escoger que esta asignatura les sea impartida a sus hijos. Allí, es a partir de los 14 años cuando los estudiantes deciden entre cursar religión o ética.
En Austria, la religión sigue siendo parte del currículo oficial y, para los alumnos pertenecientes a confesiones reconocidas, su enseñanza, también es obligatoria, aunque pueden darse de baja a partir de los 14 años. En su caso, no fue hasta 2020 cuando el gobierno incorporó la asignatura de ética como alternativa para quienes no deseen recibir formación religiosa. La medida, según informa el medio austriaco Der Standard, fue bien recibida en ámbitos laicos.
Religión en los pupitres
Para algunos padres, la aconfesionalidad del colegio de sus hijos no es lo más importante a la hora de escoger un centro. De hecho, son muchas las familias ateas que apuestan por la educación concertada católica, en ocasiones, por el mayor ‘caché’ de los centros.
No es el caso de Juanma y María: “Nosotros elegimos un colegio francés no solo por el bilingüismo y el aspecto académico, sino por un motivo de aconfesionalidad”, confiesan. Su hijo Gonzalo acabó el año pasado el bachillerato en un colegio público, pero antes, y desde que empezó su vida académica, estuvo en un colegio que impartía el sistema educativo de Francia. Para ellos, era importante que la religión fuera algo que quedara en la esfera de lo privado. “El punto no es que no conozca la religión, es que si lo hace no sea a través de la escuela”, aclaran.
En su opinión, los valores ciudadanos no solo se consiguen incluyendo una asignatura como “religión” o “valores”, sino que son las instituciones educativas las que deben procurar que estos contenidos “queden integrados de manera transversal en el currículo ya existente”. Así, consideran que el estudio de las religiones monoteístas tiene cabida en el temario de asignaturas como historia.
Francia ratificó la separación de Iglesia y Estado en 1905 con la ley de laicidad. Allí, las escuelas públicas son laicas y no está permitido exhibir símbolos religiosos. También existen escuelas privadas que cuentan con un contrato con el Estado y reciben financiación pública, por lo que están obligadas a seguir el currículo oficial francés, explican desde Voxeurop. En estos casos, la enseñanza religiosa se ofrece de forma independiente al resto de materias.
Al inicio del curso 2022, en el país galo, esta enseñanza privada-concertada acogía a más de 2 millones de alumnos, es decir, el 17,6% de la población escolar, en algo más de 7.500 establecimientos.
Según Escuelas Católicas, en nuestro país, hay 1.952 centros escolares dirigidos por diferentes congregaciones religiosas y en los que se matriculan casi 1,2 millones de niños. Así, en el curso 2024-2025, las congregaciones religiosas continúan desempeñando un papel destacado en la educación en España, siendo Padres Salesianos la que mayor número de alumnos registra. Esta congregación escolariza a más de 81.000 estudiantes en 95 centros de todo el país.
Desde el Observatorio de Pluralismo Religioso en España cuentan que también hay enseñanzas de otras confesiones religiosas: “Por ejemplo, el colegio El Porvenir y el Juan de Valdés son evangélicos o el colegio judío Centro Ibn Gabirol - Colegio Estrella Toledano”, en Alcobendas.
La fe como parte de lo público
En España, el contenido de la asignatura de Religión tiene un carácter confesional y está definido por acuerdos de cooperación firmados con la Santa Sede, así como también los hay con otras confesiones como la evangélica, judía e islámica.
Pero la predominancia del catolicismo en la educación y su financiación han sido y son objeto de debate. Los contribuyentes que no se identifican con esta fe ven cómo sus impuestos se destinan a un sistema que promueve una doctrina que no comparten.
Al otro extremo del continente, en Bulgaria, este tema está abierto y lejos de resolverse. Aunque la Constitución establece que el país es un Estado laico, la Iglesia Ortodoxa búlgara, reconocida legalmente como “religión tradicional”, lleva años ejerciendo presión para que la enseñanza religiosa sea obligatoria en las escuelas.
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Actualmente, la materia es optativa y se ofrece en tres modalidades: cristianismo ortodoxo, islam y una opción no confesional. Sin embargo, el Ministerio de Educación ha anunciado su intención de introducirla como obligatoria a partir del curso 2026-2027, comenzando desde primero de primaria.
La propuesta ha generado una fuerte reacción en la sociedad civil: una encuesta reciente revela que el 62% de los padres rechaza esta reforma. Para ellos, el contexto político añade complejidad al debate, en un país donde ha cobrado fuerza una ola conservadora alimentada por desinformación prorrusa y discursos contrarios a los valores europeos, según Mediapool.
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En Irlanda, por su parte, casi el 90% de las escuelas mantiene un ethos católico, pese a los esfuerzos del gobierno por diversificar la oferta educativa. Un informe de 2023 reveló que el 88,4% de las escuelas seguían siendo católicas. Además, los planes para crear 400 centros multiconfesionales para 2023 han fracasado.
En la última década, solo 20 escuelas han cambiado su carácter religioso por uno más inclusivo. De hecho, en 2023 se puso en marcha un nuevo plan de estudios de primaria. Se llama: Educación Religiosa, Ética, Multiconfesional y Valores - Programa del Patrón. Este programa no lo establece el gobierno, sino que lo desarrolla la dirección de la escuela “con el objetivo de contribuir al desarrollo holístico de los niños, especialmente desde la perspectiva religiosa y/o ética, y sustenta y apoya el espíritu característico de la escuela”.
A pesar de su confesionalidad, estas escuelas están financiadas casi en su totalidad con fondos públicos. Según el presupuesto de 2025, el coste por alumno asciende a 224 euros en primaria y 386 euros en secundaria. Estos fondos públicos también sufragan los sueldos de los profesores, la gratuidad de los libros de texto, las comidas calientes en las escuelas, entre otros.
Logística frente a creencia
“Creo que la mayoría de los padres, salvo los que se definían como agnósticos o ateos, escogían que sus hijos cursaran religión por inercia, porque era lo más habitual”, confiesa Ramón. Tiene ahora 27 años y en su etapa como estudiante de la enseñanza pública dio religión. Cuando le preguntan si volvería a elegirla asiente sin dudarlo. Para él, es una buena opción para aproximarse a conocer aquello que culturalmente está más presente en nuestro país.
Sin embargo, asegura que al final en bachillerato acabó cogiéndola por pura logística: “Cursar esa asignatura era una oportunidad para mejorar la nota general. Era suficiente con la entrega de trabajos académicos, buen comportamiento y asistencia a las clases, en unos años con mucha carga de estudio”.
María se encuentra ahora en ese momento vital. Un primero de bachillerato ajetreado y su visión subjetiva del profesorado hace que el escoger la alternativa a religión católica o no sea una decisión más enfocada al dilema sobre qué es lo más fácil. Por su parte, Borja comparte este sentimiento de practicidad a nivel académico: “Hacemos trabajos y tenemos bastantes dinámicas en grupo”, responde cuando se le pregunta por el contenido de la asignatura, dando a entender que apenas aporta carga lectiva.
Aún así Borja seguiría eligiendo su colegio, María mantiene su aconfesionalidad y el hijo de Juanma y María sin querer bautizarse o hacer la comunión, pero ya sabiendo qué es. Todos desde una perspectiva diferente pero con una visión común. La religión es algo que se elige.
Es Lunes Santo en el centro de Málaga y en la calle no cabe nadie más. Los más cofrades miran con dudas al cielo esperando adivinar si va a llover o no. A María, estudiante de primero de bachillerato de 17 años, le importa menos. Para ella, ir a ver procesiones es un plan más. Mientras, Borja se arregla en su casa para lo que para él es otro gran día. Tienen la misma edad, pero entre otras cosas les distingue que él tiene en su móvil instalada la aplicación de El Penitente, para seguir los tronos.