Guerra comercial vs cultural: la espinosa alianza de Trump con la extrema derecha europea
La administración Trump y los políticos europeos de extrema derecha ven una oportunidad para transformar la UE desde dentro. A su vez, los europeos liberales tienen la oportunidad de socavar esta alianza transatlántica antes de que cobre impulso real
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El presidente Donald Trump ha odiado desde hace tiempo a la Unión Europea. La odia porque tiene un gran superávit comercial con Estados Unidos, porque su tamaño y poder económico la convierten en una negociadora difícil y porque suele multar a empresas estadounidenses propiedad de sus amigos. Y, al parecer, la odia, sobre todo porque (erróneamente) cree que le impidió desarrollar su campo de golf en Irlanda.
Pero en su segundo mandato, la administración Trump ha encontrado aún otra razón para odiar a la UE. Resulta que la UE también es un bastión de los valores liberales “woke” que, supuestamente, suprimen la libertad de expresión y manipulan las elecciones. Peor aún, apoya a los aún más odiados demócratas en cuestiones culturales como el aborto, los derechos de las personas transgénero y la diversidad, equidad e inclusión (DEI, por sus siglas en inglés). Como lo expresó un asesor republicano: “Todavía hay una ira persistente desde el primer mandato de Trump hacia la gente bien pensante de Bruselas, que criticó abiertamente la política interna de Trump y se posicionó en contra de la decisión [sobre el aborto] del caso Dobbs”.
Ganar la guerra cultural en Estados Unidos requiere, por tanto, debilitar a los aliados europeos de los demócratas. Trump cuenta con muchos posibles aliados en esta lucha: los crecientes partidos políticos de la extrema derecha europea. Estos ofrecen a los republicanos del movimiento MAGA una nueva forma de ganar esa batalla. Trump no necesita destruir la UE para ganar la guerra cultural. Solo necesita colaborar con socios europeos afines para transformar la UE según su imagen antiliberal.
Por ahora, sin embargo, la guerra cultural de la administración Trump en Europa choca de frente con su guerra comercial y su creciente impopularidad en el continente. Los aranceles corren el riesgo de alienar a las mismas bases que conforman el apoyo a los aliados de extrema derecha de Trump. Su creciente impopularidad significa que alinearse con él puede no parecer políticamente ventajoso para estas fuerzas. Estas debilidades brindan a los europeos liberales una oportunidad para frenar la guerra cultural de Trump en Europa.
Una nueva coalición de los dispuestos
Los aliados políticos de Trump están avanzando en toda la UE. Las elecciones parlamentarias europeas del año pasado propiciaron la formación del grupo "Patriotas por Europa" como la tercera mayor facción del Parlamento Europeo. Formado, entre otros, por el partido checo ANO, el Partido de la Libertad de Austria, el Fidesz húngaro y Agrupación Nacional en Francia, los Patriotas superaron a los ya establecidos Conservadores y Reformistas Europeos (ECR), otra formación mayoritariamente de extrema derecha liderada por Hermanos de Italia y el partido polaco Ley y Justicia.
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Las conexiones entre el entorno de Trump y la extrema derecha europea van mucho más allá de los respaldos y contactos bien documentados entre Trump y el primer ministro húngaro Viktor Orbán o la primera ministra italiana Giorgia Meloni. La lista de invitados a la investidura del presidente ofreció una vívida ilustración de la amplitud de esas conexiones, incluyendo a todos los partidos principales de los Patriotas, del ECR e incluso de algunos del grupo de extrema derecha Europa de Naciones Soberanas, como Alternativa para Alemania (AfD).
La visión anti-UE de la extrema derecha
La extrema derecha europea es profundamente crítica con las instituciones, normativas y burocracia de la UE. Muchos de estos partidos solían abogar por la salida de sus países de la Unión. Sin embargo, tras las enormes disrupciones del Brexit, ahora suelen defender la transformación de la UE desde dentro. Aquí es donde los republicanos MAGA ven terreno fértil.
Las ideas sobre esas transformaciones fueron expuestas recientemente en un informe conjunto del Instituto Ordo Iuris de Cultura Jurídica de Polonia y el Collegium Mathias Corvinus (MCC) de Hungría, entidades estrechamente vinculadas con Ley y Justicia y Fidesz, respectivamente. Profundizando en temas comunes, su informe aboga por anteponer la soberanía nacional, adoptar la unanimidad en todas las decisiones de la UE y despojar de competencias a la Comisión Europea y al Parlamento Europeo.
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Este trabajo ilustra la dirección de algunos de los actores más destacados de la extrema derecha en Europa, especialmente en Europa Central. Ya no quieren destruir la UE: quieren convertirla en un bloque conservador y soberanista que no represente obstáculos para sus agendas antiliberales y antiwoke a nivel nacional.
Estas visiones alternativas para Europa generaron un gran interés en los círculos republicanos de EEUU durante el interregno de Biden. Diversas organizaciones trumpistas aprovecharon ese tiempo para establecer conexiones entre los republicanos MAGA y la extrema derecha europea, en particular en Hungría. La organización detrás del infame Proyecto 2025, la Heritage Foundation, por ejemplo, participó en los debates que dieron forma al informe Ordo Iuris–MCC y organizó su presentación en marzo en su sede de Washington.
Un desafío en dos frentes al proyecto europeo
La convergencia entre el movimiento MAGA liderado por Trump y la extrema derecha europea significa que los europeos liberales enfrentan ahora una guerra en dos frentes. En el interno, la extrema derecha europea, envalentonada por la elección de Trump, se siente cada vez más empoderada para impulsar la transformación del núcleo institucional de la UE. En el externo, Estados Unidos utiliza sus vínculos con partidos políticos europeos como palanca en su guerra comercial y regulatoria contra la UE.
La reciente injerencia estadounidense en la política europea, incluidos respaldos públicos de alto perfil y el uso estratégico de plataformas en línea, forma parte de este esfuerzo. El asesor de Trump y CEO de X, Elon Musk, apoyó abiertamente a AfD durante las elecciones parlamentarias alemanas de febrero. Su respaldo no aumentó significativamente los resultados del partido, pero contribuyó a la normalización de esta formación de extrema derecha y su agenda. También ofrece una idea de lo que puede esperarse en las próximas elecciones en Polonia, Rumanía, Francia y otros países.
Cómo contrarrestar el antiliberalismo en el frente europeo
Sin embargo, esta nueva alianza transatlántica de extrema derecha no está exenta de desafíos. Trump es impopular en Europa, incluso en países con una fuerte base electoral de extrema derecha. La propia extrema derecha europea está dividida en numerosos temas y muchos de estos partidos son tradicionalmente antiestadounidenses. Aunque el EEUU de Trump es muy distinto del que desprecian, el enfoque de “América Primero” del presidente puede despertar animosidades dentro de sus filas. La guerra comercial de Trump, por ejemplo, afecta directamente a muchas bases de votantes de extrema derecha en Europa.
Por supuesto, los partidos de extrema derecha pueden —y lo hacen— culpar de los aranceles a la incapacidad de Bruselas para llegar a un acuerdo con Trump, y destacan su cercanía con él como una ventaja. Karol Nawrocki, candidato de Ley y Justicia a la presidencia de Polonia, por ejemplo, culpó de los aranceles a “la UE y las élites europeas” y prometió que, si gana, “estará dispuesto a negociar directamente con Estados Unidos sobre cuestiones aduaneras en relaciones bilaterales.” El ministro de Exteriores húngaro, Péter Szijjártó, declaró a la prensa que su gobierno lleva “varios meses conversando con Estados Unidos sobre una cooperación bilateral especial [en comercio]” y hasta votó contra los aranceles de represalia de la UE para dejar clara su postura.
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Pero incluso cuando están en el poder, la cercanía de los partidos de extrema derecha con la administración Trump no les ofrece una vía fácil de escape a las consecuencias políticas y económicas de las políticas erráticas del presidente. Como señaló Jean-Philippe Tanguy, principal asesor económico de Marine Le Pen, líder de la extrema derecha francesa: “Donald Trump da al populismo una imagen negativa. Siempre he pensado que era tóxico y que debíamos distanciarnos de él”.
Las percepciones negativas sobre Trump y su impacto en Europa también ofrecen a los actores liberales de la UE la oportunidad de consolidar esfuerzos, construir amplias coaliciones y articular una defensa convincente de la unidad y la integración supranacional. Al hacerlo, podrían derribar la naciente alianza transatlántica de extrema derecha antes de que despegue por completo. Lo que está en juego no es solo la integridad y prosperidad económica de la UE, sino también la visión liberal y basada en normas de Europa que ha sostenido la paz y la cooperación durante décadas.
*Análisis publicado originalmente en inglés en el European Council on Foreign Relations por Jeremy Sapiro y Zsuzsanna Végh titulado 'When Culture war and trade war clash: Trump's troubled alliance with Europe's far right'
El presidente Donald Trump ha odiado desde hace tiempo a la Unión Europea. La odia porque tiene un gran superávit comercial con Estados Unidos, porque su tamaño y poder económico la convierten en una negociadora difícil y porque suele multar a empresas estadounidenses propiedad de sus amigos. Y, al parecer, la odia, sobre todo porque (erróneamente) cree que le impidió desarrollar su campo de golf en Irlanda.