Hay un nuevo 'jugador' en África: cómo Emiratos teje su imperio con puertos, oro y armas
El avance de Emiratos por el continente africano es silencioso pero cada vez más evidente. Solo en Sudán, país que cumple dos años desde el inicio de la guerra, acusan a Abu Dabi de participar en la masacre de la comunidad Masalit
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Dos años llevan hombres, mujeres, ancianos y niños masacrándose en Sudán. Una guerra sucia como todas las guerras, pero teñida de masacres, violaciones, limpieza étnica y desplazados, que alcanza altísimas cotas de horror. Y pocos dudan en señalar a Emiratos Árabes Unidos como una de las manos que alimenta el conflicto.
Ya sea con drones, con armas o financiación, con acuerdos de gestión de puertos, oro y diamantes, Sudán es solo el ejemplo más sangriento de la penetración de este nuevo 'jugador' geopolítico en el tablero del continente africano. Una penetración mucho más sutil y tras las bambalinas de la atención que se llevan otros actores como China, Rusia, Francia o Estados Unidos.
La estrategia emiratí es amplia y pasa también por lo diplomático y comercial. Emiratos es hoy día el cuarto país en inversión directa en África, solo por detrás de China, Estados Unidos y Francia. Es, además, uno de los mayores compradores de minerales como el oro, los diamantes o el cobre y el mayor comprador de materias primas en Mali, Sudán o Uganda. En la República Democrática del Congo, se ha convertido en el mayor importador de diamantes, y en Mali extrae un 81% de su oro. Sin mucha fanfarria, empresas estatales emiratíes operan casi una veintena de puertos en una decena de países africanos, con seis nuevos acuerdos firmados solo en los últimos cuatro años. En términos de contratos de construcción de grandes infraestructuras, la manzana más golosa para los países extranjeros en África subsahariana, Emiratos es ya "el único competidor real con China", según un informe del think tank ISPI. El gobierno emiratí se ha comprometido a llevar 'energía limpia' a 100 millones de africanos para 2035. Y así.
El detalle de los puertos —gestionados por dos compañías de propiedad estatal, Dubai Ports World (DP World) y AD Ports Group (ADP)— y una extensa red de infraestructuras terrestres repartida por toda África es especialmente clave. "Emiratos Árabes Unidos observa a África a través del prisma geopolítico de la conectividad", explica Eleonora Ardemagni, investigadora del Instituto Italiano de Estudios Políticos Internacionales, a El Confidencial. "Esto significa que Emiratos está principalmente interesado en ejercer influencia en la costa africana, en la zona ribereña, con el fin de obtener una ventaja estratégica en los corredores marítimos y los intercambios comerciales, construyendo así cadenas de suministro para los sectores energético, agrícola y mineral".
Todo empezó en Berbera, Somalilandia, donde la empresa DP World cuenta con una concesión a 30 años para el desarrollo del puerto, una entrada directa al mar Rojo y, a su vez, al canal de Suez. "Al principio, la atención emiratí se centró en el Cuerno de África, dada su proximidad geográfica con el Golfo y la rivalidad entre los países del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) con Qatar", explica la analista. "Para EAU, la región del mar Rojo es simplemente parte de su vecindario del Golfo. Aunque EAU no comparte frontera con esta región, la seguridad del área del mar Rojo es percibida directamente por el liderazgo emiratí como una cuestión de seguridad nacional".
Sin embargo, esta inversión en el acceso y control del Mar Rojo no está saliendo tan bien, a ambos lados del estrecho. En Yemen, los rebeldes hutíes aún controlan Hodeida, el principal puerto del país en esta costa, y continúan su campaña de ataques contra los buques que transitan la zona. Y en África Oriental, el Ejército sudanés ha recuperado de los rebeldes apoyados por Emiratos (Fuerzas de Apoyo Rápido) el control del Puerto de Sudán, mientras que un acuerdo entre Etiopía y las autoridades semiautónomas de Somalilandia, que hubiera dado a la región separatista mucho más control sobre sus infraestructuras, ha quedado paralizado por el momento.
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La paralización del acuerdo, por el que Etiopía se comprometía a reconocer la independencia de Somalilandia de Somalia a cambio de la cesión temporal de una franja de tierra que le diera acceso al mar, ha sido un golpe para la estrategia de Emiratos. El gobierno emiratí había cortejado a Somalilandia, pese a su delicada situación internacional de región autogestionada pero no reconocida como independiente, para establecer una base militar en la zona. Todo esto sin dejar de ser socios de la administración central somalí... pese a sus protestas. Un clásico, en realidad, del modus operandi emiratí en África, que intenta contentar a unos y a otros.
Jugar a dos bandas
La oportunidad inicial emiratí en el continente africano fue, sin embargo, más política que económica. Empezó con las primaveras árabes del norte de África, en Túnez, Egipto y Libia. Regímenes de hombres fuertes como Ben Ali, Mubarak y Gadafi que cayeron víctimas de protestas sociales, luego canibalizadas por el islam político de organizaciones como los Hermanos Musulmanes. El conjunto de monarquías que conforman Emiratos, lideradas ahora por Mohamed bin Zayed, no estaba dispuesta a que se contagiara al Golfo.
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"Las Primaveras Árabes supusieron un punto de inflexión. Emiratos comprendió que, en medio del caos político, podía posicionarse como un socio fuerte para gobiernos necesitados de apoyo financiero y diplomático, especialmente, aprovechándose del antagonismo entre Arabia Saudí y Qatar", explica Dagauh Gwennael Komenan, doctor en Historia. "El respaldo de Emiratos [en Libia, por ejemplo, al aspirante a dictador y hombre fuerte el mariscal Jalifa Haftar] se enmarca en una política exterior claramente hostil hacia el islamismo político, especialmente en su variante vinculada a los Hermanos Musulmanes apoyado por Qatar y especialmente Turquía", añade.
"En muchos casos, actúa como un actor estabilizador, pero también como un agente de consolidación de regímenes con escaso respeto por los derechos humanos".
En Libia, Emiratos probó su receta: un apoyo militar sin despliegue directo de tropas. Contrataron mercenarios sudaneses y chadianos, enviaron sistemas de defensa aérea Pantsir S-1 de fabricación rusa y, según diversas investigaciones, habrían contado con la asistencia del Grupo Wagner para formar a las tropas de Haftar en el uso de este armamento.
"Actúa como un actor estabilizador, pero también como un agente de consolidación de regímenes con escaso respeto por los derechos humanos"
Esa relación con el Grupo Wagner no se quedó en Libia, por supuesto. Investigaciones posteriores apuntan a que Emiratos proporcionó respaldo logístico y relaciones comerciales en la consolidación del Grupo Wagner en la República Centroafricana. Aerolíneas emiratíes como Kratol Aviation facilitaron el transporte de los milicianos rusos en la zona, y Abu Dabi se ha convertido en un eslabón central en las redes ilegales de contrabando de oro y diamantes que vinculan a la República Centroafricana con los mercados internacionales.
Nunca solo
Parte clave de la estrategia multipolar de Emiratos es que "no actúa en solitario ni impone sus decisiones", puntualiza Koneman. "Pero sí sabe aprovechar la falta de escrúpulos de ciertos gobiernos africanos. Cuando esos gobiernos priorizan el capital extranjero por encima de los derechos de sus poblaciones, Emiratos entra como socio inversor en proyectos agrícolas, turísticos o energéticos que requieren grandes extensiones de tierra", añade. Y menciona un último caso: la empresa emiratí EDGE firmó el pasado febrero un acuerdo militar con Tanzania, gobierno al que también le han comprado tierras hasta ahora dedicadas a parques nacionales y zonas masái.
Pero toda esta estrategia sutil y equilibrista entre inversiones y soldados ha estallado en Sudán.
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El Gobierno sudanés, que se enfrenta a los paramilitares de las Fuerzas de Apoyo Rápido, ha denunciado a Emiratos ante la Corte Internacional de Justicia como "cómplice" de las masacres y otros delitos de lesa humanidad perpetrados por las RSF por su apoyo a la milicia. Entre la larga lista de delitos perpetrados por los RSF estarían "actos de genocidio, asesinato, robo de propiedad, violación, desplazamiento forzado, invasión, vandalismo de propiedades públicas y violación de derechos humanos", según la acusación. Los rebeldes habrían empleado drones suministrados por Emiratos desde el año 2019, algunos, en operaciones lanzadas desde el vecino Chad.
"Sudán se ha convertido en una cuestión especialmente delicada para EAU", afirma la analista italiana Ardemagni. "La ONU considera creíbles las acusaciones de apoyo emiratí a las Fuerzas de Apoyo Rápido, también a través de Amdjarass, en el norte de Chad. Las acusaciones sobre su papel en Sudán están reduciendo la influencia diplomática emiratí en el Cuerno de África y han dañado algunas oportunidades de inversión", añade.
"Emiratos, al igual que otros actores, utiliza su poder económico para moldear las decisiones de los Estados africanos a su favor"
Algunas, en el propio Sudán, cuyo gobierno ha cancelado un último acuerdo de 6.000 millones de dólares para desarrollar un nuevo puerto, Abu Amama, en el Mar Rojo. "Por esta razón, EAU está trabajando activamente para cambiar la narrativa dominante sobre su papel en Sudán".
"Emiratos, al igual que otros actores, utiliza su poder económico para moldear las decisiones de los Estados africanos a su favor", concluye el historiador Komenan. "No hablamos de una ocupación directa, sino de mecanismos indirectos de control: deuda, acceso preferencial a recursos, presencia militar estratégica y condicionamiento político". Una relación que, a pesar de que el actor sea nuevo, reproduce los vicios clásicos de los actores anteriores en el continente, de Francia a EEUU o China: "Relaciones profundamente asimétricas que reproducen muchas de las lógicas del colonialismo clásico, aunque con nuevos instrumentos".
Dos años llevan hombres, mujeres, ancianos y niños masacrándose en Sudán. Una guerra sucia como todas las guerras, pero teñida de masacres, violaciones, limpieza étnica y desplazados, que alcanza altísimas cotas de horror. Y pocos dudan en señalar a Emiratos Árabes Unidos como una de las manos que alimenta el conflicto.