Washington escucha, pero no promete: pide a España más gasto militar y quitar la tasa Google
Tanto Bessent como el Gobierno español habían destacado, antes del encuentro, que este había sido programado hacía semanas: una manera de decir que no tenía nada que ver con el duro comentario de Bessent sobre el acercamiento de España a China
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A pesar de que ambas partes habían enfriado las expectativas, el encuentro entre el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, y el secretario del Tesoro de EEUU, Scott Bessent, ha tenido una carga simbólica: ha sido el primer cara a cara oficial de alto nivel entre los Gobiernos de España y EEUU. Y se ha producido en mitad de las tensiones arancelarias desencadenadas por el presidente Donald Trump el 2 de abril. Washington ha aprovechado la oportunidad para dejar claras sus demandas: que España incremente el gasto militar y elimine la llamada "tasa Google".
"Un mensaje claro que nos ha trasladado Scott Bessent es que Estados Unidos está abierto y tiene la voluntad de llegar a un acuerdo con la UE antes de que finalice la moratoria de 90 días", ha dicho Carlos Cuerpo, después de la reunión, en referencia a la pausa arancelaria decretada por Trump. "La reunión ha sido positiva y útil, en la que ambos hemos subrayado la importancia de trabajar juntos para abordar los desafíos comunes", añadió el titular en su comparecencia de prensa.
El comunicado de prensa del Departamento del Tesoro, por su parte, se limita a decir que ambos funcionarios "mantuvieron discusiones francas sobre asuntos relacionados con el comercio entre Estados Unidos y España". Según el comunicado, el Secretario Bessent "destacó la necesidad de un mayor gasto en defensa por parte de España en el contexto de la OTAN" y "subrayó la continua oposición de EEUU al impuesto de servicios digitales aplicado por España y otros países, así como a otros obstáculos no arancelarios".
Tanto Bessent como el Gobierno español habían destacado, antes del encuentro, que este había sido programado hacía semanas: una manera de decir que no tenía nada que ver con el duro comentario de Bessent sobre el acercamiento de España a China, que sería, según dijo el 9 de abril, como "cortarte tu propio cuello". Bessent se refería al viaje a Pekín del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, previsto para dos días después.
Cuerpo acudió a Washington no solo como representante de los intereses de España, sino también en "coordinación" con el resto de socios europeos. El encargado de negociar un acuerdo comercial con la Casa Blanca es el comisario de Comercio comunitario, Maroš Šefčovič, que el lunes se reunió en la capital americana con su contraparte, Howard Lutnick. Šefčovič reiteró la oferta europea de bajar a cero los aranceles mutuos para los bienes industriales, pidió un "esfuerzo significativo" para negociar y dio a entender que la pelota quedaba en el tejado de los estadounidenses.
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Hasta que se cierre un potencial acuerdo o hasta que caduquen los 90 días de prórroga arancelaria parcial, la Unión Europea se queda con tarifas americanas del 25% al acero, al aluminio y a los vehículos. Más un arancel generalizado del 10%: la mitad que el decretado originalmente en el "Día de la Liberación" de Trump.
El ministro de Economía enfatizó frente a Bessent "la importancia que tiene Estados Unidos para Europa y para España como socio estratégico", pero defendió, al mismo tiempo, las negociaciones con China. "Tenemos que tener un diálogo abierto y franco con las autoridades chinas, porque este es el camino hacia adelante y en eso estamos desde España, pero también desde la Unión Europea", señaló.
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Además de encontrarse con el secretario del Tesoro, Cuerpo se reunió con el presidente del Banco Mundial, Ajay Banga, y con representantes de empresas estadounidenses de los sectores farmacéutico, tecnológico y financiero que tienen inversiones en España. Las relaciones comerciales entre ambos países son relativamente limitadas. Las exportaciones españolas a Estados Unidos sumaron el año pasado unos 18.000 millones de dólares: menos del 5% de las exportaciones totales. Los primeros productos por volumen de ventas son los productos mecánicos y eléctricos, el aceite de oliva, el vino y los medicamentos envasados.
La visita oficial se ha producido en un clima general de desconfianza. Tanto en público como en privado, Donald Trump y los cargos más altos de su gabinete han retratado a la Unión Europea como un ente "patético", "gorrón" de ayuda militar y creado "para joder a EEUU". Un continente cuyo peor enemigo, en palabras del vicepresidente americano, JD Vance, no es ni Rusia ni China, sino él mismo.
Esta actitud es notable, por ejemplo, en el claro enfriamiento de los contactos oficiales entre Washington y las capitales europeas. Más de un mes después de que Trump jurase el cargo, el presidente de Polonia, Andrzej Duda, tenía la esperanza de ser el primer líder europeo en ser recibido por Trump en Washington. Y así fue. Pero el encuentro no se celebró en el Despacho Oval, sino en los pasillos del cónclave conservador CPAC. Trump mantuvo a Duda 90 minutos esperando. Al final apareció, pero solo se quedó con el polaco — que había cruzado el océano — 10 minutos.
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La alta representante exterior europea y ex primera ministra de Estonia, Kaja Kallas, tuvo menos suerte. Tenía un encuentro previsto con el secretario de Estado, Marco Rubio, en Washington. Rubio no se presentó alegando "problemas de agenda".
El Gobierno de España también ha tenido sus roces. Las vías de contacto con la Administración Trump no están claras, y el secretario del Tesoro, Scott Bessent, había expresado su descontento sobre la apertura de España a China. El presidente de este país, Xi Jinping, recibió a Pedro Sánchez en Pekín y dio un notable espacio propagandístico al encuentro. Quizás una forma de señalizar que, si EEUU no tiene interés en Europa, China llenará ese hueco con mucho gusto.
Los gestos y acciones de la Administración Trump están siendo tomados en serio. Según fuentes consultadas por Financial Times, la Comisión Europea está dando a sus altos cargos teléfonos y ordenadores desechables para venir a Estados Unidos. Una medida de seguridad que refleja el miedo a ser espiados y que suele emplearse cuando se viaja, por ejemplo, a Ucrania o a China. Una encuesta realizada por Le Grand Continent y Cluster 17 recogen que más de la mitad de los europeos considera que Donald Trump es un "enemigo de Europa". Cuatro de cada diez opinan que el presidente de Estados Unidos está "actuando como un dictador".
A pesar de que ambas partes habían enfriado las expectativas, el encuentro entre el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, y el secretario del Tesoro de EEUU, Scott Bessent, ha tenido una carga simbólica: ha sido el primer cara a cara oficial de alto nivel entre los Gobiernos de España y EEUU. Y se ha producido en mitad de las tensiones arancelarias desencadenadas por el presidente Donald Trump el 2 de abril. Washington ha aprovechado la oportunidad para dejar claras sus demandas: que España incremente el gasto militar y elimine la llamada "tasa Google".