Sánchez y su 'giro europeo' hacia Pekín: ¿ve realmente la UE con otros ojos a China?
La Comisión Europea está adoptando posturas más pragmáticas hacia China tras la victoria de Donald Trump, pero todavía no se produce un giro favorable a Pekín
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¿Empuja Donald Trump a la Unión Europea hacia China? Esa es la pregunta que muchos se hacen en Bruselas y en Washington. Tras haber conseguido, no sin mucho esfuerzo, que la Unión Europea adoptara un discurso más asertivo hacia Pekín, los acontecimientos de las últimas semanas desde el regreso de Trump a la Casa Blanca hacen temer a los "halcones" que se haya perdido todo el terreno ganado. La visita de Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, a China y Vietnam parece confirmar los miedos de algunos. ¿Está la UE moviéndose a posturas más cercanas hacia China como reacción a la ruptura de puentes transatlánticos por parte de Trump y su equipo?
A pocos días de que el líder republicano regresara a la Casa Blanca, Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, dio un discurso en Davos (Suiza), donde se celebraba la reunión anual del Foro Económico Mundial. Muchos esperaban que la alemana dedicara buena parte de su discurso a explicar la visión europea respecto a la nueva presidencia Trump. La presidenta del Ejecutivo comunitario sí habló de la relación con Estados Unidos en esta nueva era. Pero también tuvo palabras sorprendentemente amables hacia China.
"Creo que también debemos esforzarnos por obtener beneficios mutuos en nuestra conversación con China", explicaba Von der Leyen en su discurso, en el que subrayaba que se abría "una oportunidad para profundizar y comprometernos en nuestra relación con China y, cuando sea posible, incluso ampliar nuestros lazos comerciales y de inversión". "Es hora de buscar una relación más equilibrada con China, con un espíritu de justicia y reciprocidad", señalaba.
Sorprendió a muchos porque en marzo de 2023 la misma presidenta de la Comisión Europea, en un discurso duro, había inaugurado la "doctrina Von der Leyen sobre China". Pekín "se está volviendo más represiva en casa y más asertiva en el exterior", explicaba la alemana, que defendía la estrategia de reducir riesgos y exposición a China sin llegar a un desacople total de la economía europea respecto a la del gigante asiático, lo que consideraba "inviable". En todo caso, el tono del discurso de Von der Leyen era claramente asertivo. "China ha pasado la página de la era de 'reforma y apertura' y se está moviendo hacia una nueva era de seguridad y control", criticaba la presidenta de la Comisión Europea entonces.
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Desde ese momento el Ejecutivo comunitario ha pasado de la palabra a los hechos. Los "halcones" chinos dentro de la institución han ganado peso, se ha desarrollado toda una agenda de seguridad económica especialmente enfocada al riesgo de Pekín, con un instrumento anti-coerción (ACI) que ahora se está más cerca de utilizar contra Estados Unidos que contra China. La Comisión Europea mantuvo un largo pulso con España para que incluyera a empresas chinas en una lista de proveedores de riesgo para el despliegue del 5G.
Una muestra del endurecimiento de las posiciones respecto al gigante asiático que se había producido ya incluso antes del famoso discurso de Von der Leyen en marzo de 2023 tiene que ver con el acuerdo de inversiones con China: cerrado a toda prisa por el Gobierno alemán al final de su presidencia del Consejo de la UE en 2020, el acuerdo ha quedado en un cajón desde entonces. Cuando Von der Leyen mencionó este enero en el discurso de Davos la posibilidad "incluso ampliar nuestros lazos comerciales y de inversión" sabía el mensaje que estaba enviando.
Que hay un cambio de posición en Bruselas es real. Pero, ¿hasta dónde llega? ¿Significa esto el regreso de la conocida como "doctrina Sinatra" por la que la Unión Europea decide alejarse de la tutela americana y buscar su propia relación con China manteniendo la distancias? El Gobierno español está intentando mostrarse como el puente entre China y la Unión Europea. Pekín ayuda a trasladar ese mensaje al señalar a España como un socio preferente en el club comunitario. En su última visita al gigante asiático Sánchez hizo que España cambiara de posición respecto a la posibilidad de aplicar aranceles a los vehículos eléctricos chinos que están inundando el mercado europeo y que la Comisión y algunos Estados miembros temen que pueda barrer a la industria automovilística local en su proceso de electrificación.
Las cosas se mueven a nivel europeo, pero sigue habiendo mucha desconfianza, y eso no va a cambiar. En privado, las personas clave dentro de la Comisión Europa siguen identificando a China como un rival sistémico y consideran que todo lo que hace Trump sirve para fortalecer a las autocracias, un término en el que expresamente incluyen a Pekín. Dan señal de flexibilización en sus posiciones, pero sin abandonarlas. Y en todo caso prefieren moverse con cuidado.
A finales de marzo, Maros Sefcovic, comisario de Comercio y Seguridad Económica, viajó durante tres días a Pekín, donde se vio con He Lifeng, viceprimer ministro, con Wang Wentao, ministro de Comercio y con Sun Meijun, ministro de Aduanas. Sin embargo, Sefcovic se movió con total discreción. El viaje era público, pero el eslovaco no hizo demasiado ruido. Incluso se canceló una rueda de prensa prevista tras la visita. La razón es doble: sigue habiendo mucha desconfianza hacia Pekín y, además, en Bruselas entienden que cualquier movimiento puede provocar acciones por parte de la Casa Blanca.
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Una excepción se está produciendo en el Parlamento Europeo, donde algunas voces tradicionalmente críticas con China están alineándose con la visión de Sánchez. Bernard Guetta, eurodiputado francés del grupo liberal Renew Europe, parte del núcleo duro contra China, ha pedido recientemente una "alianza política" con Pekín para hacer frente a Trump y Vladímir Putin, presidente ruso.
Entre la espada de Trump y la pared de Xi
Sin embargo, lo que sí hay es un abandono de la coordinación de posiciones con Estados Unidos hacia China. Von der Leyen y su equipo, que habían sido muy cercanos a Biden, están desconectados por completo de la nueva administración americana, y eso incluye en todo lo que se refiere a la política respecto a Pekín. Durante el proceso de convergencia en las visiones entre Bruselas y Washington, Jake Sullivan, el asesor de seguridad nacional de Biden, tenía mucha influencia sobre piezas clave del Ejecutivo comunitario y la coordinación era real.
Eso ha terminado. En Bruselas, como en otras capitales, saben que Estados Unidos va a seguir presionando a los socios europeos para que mantengan una línea dura hacia China, pero se va a expresar en términos muy diferentes a los del soft power del equipo de Biden. Este miércoles, mientras Sánchez se encontraba de tour en Vietnam y listo para aterrizar en Pekín, el secretario del Tesoro de EEUU aseguraba que acercarse a China era "cortarse el cuello".
La cautela europea respecto a China es fácil de explicar si se mira a los aranceles impuestos a los vehículos eléctricos chinos. Bruselas tiene una preocupación creciente ante la entrada en el mercado europeo de productos chinos muy baratos, especialmente cuando estos se solapan con industrias críticas para la economía comunitaria. Por eso, el Ejecutivo comunitario también ha lanzado una investigación tras la aplicación de aranceles del 25% al acero y el aluminio por parte de EEUU, para evitar que el producto barato chino que no vaya a entrar ahora en el mercado americano acabe ingresando en el europeo.
En este sentido, los aranceles complican todavía más la vida a la Unión Europea y hacen más complicada la relación entre Bruselas y Pekín, como explicaba esta semana Noah Barkin, del Rhodium Group y del German Marshall Fund (GMF). En una llamada telefónica esta misma semana entre Von der Leyen y Li Qiang, primer ministro, este fue uno de los principales asuntos a tratar. La alemana destacó "el papel fundamental de China a la hora de abordar la posible desviación del comercio causada por los aranceles, especialmente en sectores ya afectados por el exceso de capacidad mundial", señaló el comunicado posterior a la llamada.
La sensación en Bruselas es que hay que volver a la "doctrina Sinatra", pero esta vez de verdad. Entonces, cuando se hablaba de esa doctrina a principios de esta década, en la capital comunitaria se veía como la necesidad de encontrar un equilibrio entre China y Estados Unidos a medida que los dos gigantes chocaban en una carrera tecnológica y económica. Ahora significa estar preparados para todos. En Bruselas hay tanto miedo a que Estados Unidos vaya a un choque total con China, como se está viendo en el ámbito comercial, como a que Trump y Xi eventualmente lleguen a buenos términos y la Unión Europea quede en fuera de juego.
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La conclusión lógica es que la política hacia China en términos de comercio y seguridad debe ser autónoma, porque no se puede contar con la tutela estratégica de EEUU. Bruselas está totalmente a oscuras sobre cuál es la voluntad de la Casa Blanca respecto a Pekín. Eso se va a traducir en el mantenimiento de posiciones más asertivas en ciertos ámbitos, especialmente en lo referente a la seguridad económica, pero adoptando posturas más realistas en otros. La realidad es que buena parte de un giro europeo favorable a Pekín depende fundamentalmente del lado chino. Una oportunidad para relanzar políticamente esta relación el año en el que se cumple medio siglo de los lazos diplomáticos es la cumbre UE - China del mes de julio.
Aunque España está tratando de liderar un cambio de posición respecto a China que Pekín favorece, eso no es representativo, al menos por ahora, de un cambio a nivel europeo, al menos al más alto nivel, aunque ahora se defiendan posturas más pragmáticas. Alemania, que tradicionalmente ha sido un socio fiable del gigante asiático, acaba de cambiar de dirección, y su nuevo canciller a la espera, el conservador Friedrich Merz, es mucho más duro que ninguno de sus últimos antecesores.
¿Empuja Donald Trump a la Unión Europea hacia China? Esa es la pregunta que muchos se hacen en Bruselas y en Washington. Tras haber conseguido, no sin mucho esfuerzo, que la Unión Europea adoptara un discurso más asertivo hacia Pekín, los acontecimientos de las últimas semanas desde el regreso de Trump a la Casa Blanca hacen temer a los "halcones" que se haya perdido todo el terreno ganado. La visita de Pedro Sánchez, presidente del Gobierno, a China y Vietnam parece confirmar los miedos de algunos. ¿Está la UE moviéndose a posturas más cercanas hacia China como reacción a la ruptura de puentes transatlánticos por parte de Trump y su equipo?