La cuerda floja de Taiwán: convencer a Estados Unidos, repeler a China
En medio de la agitación política mundial, Taipei aspira a mantener a Washington de su lado. Pero la llegada de la segunda administración Trump presenta una oportunidad paralela para que Europa y Taiwán profundicen su cooperación
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Casi 8.000 kilómetros separan Taipéi de Kiev, pero los recordatorios del destino de Ucrania están siempre presentes en la capital taiwanesa. Se ven en una pulsera amarilla de solidaridad con la palabra "unbroken" (inquebrantable) estampada en azul, un regalo simbólico del alcalde de Leópolis a sus anfitriones taiwaneses. Una bandera ucraniana cubre la pared de una sala de reuniones, mientras que un activista taiwanés que combate la desinformación china lleva una versión más pequeña en la solapa como muestra de solidaridad. En cada conversación se percibe una convicción compartida: las luchas de estos dos escenarios geopolíticos están inextricablemente entrelazadas.
Ucrania y Taiwán se ven a sí mismas como la primera línea de defensa de la democracia, la libertad y la guerra de la información. Ambas deben mantenerse firmes frente a vecinos poderosos y autoritarios, que colaboran estrechamente para ejercer la máxima presión. "Rusia y China han empleado una narrativa idéntica para justificar sus acciones contra nosotros", explica un investigador taiwanés. "Alegan que no tenemos derecho a tomar nuestras propias decisiones, que no poseemos identidad propia y que nuestros gobiernos son meros títeres de Estados Unidos."
El manual Indo-Pacífico de Trump
Estados Unidos es una fuente clave de apoyo en defensa y seguridad para Ucrania, pero para Taiwán es aún más crítico. Aunque la cooperación con Japón y Filipinas se ha intensificado, Taipéi no puede resistir un intento chino de tomar la isla por la fuerza sin la ayuda de EEUU. Las imágenes del presidente Donald Trump humillando públicamente al presidente ucraniano Volodímir Zelenski en el Despacho Oval, seguidas por la abrupta suspensión de ayuda militar y el intercambio de inteligencia con Ucrania, han arrojado una sombra de incertidumbre estratégica sobre Taiwán.
Algunos miembros de la administración Trump argumentan que el apoyo estadounidense a Ucrania socava su compromiso con el Indo-Pacífico y debe terminarse con urgencia. Sin embargo, esto ofrece poco consuelo a Taipéi respecto al compromiso más amplio de Washington con la defensa de los socios democráticos y el mantenimiento de normas institucionales.
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Muchos en Taiwán se preguntan si el manual de Trump para el Indo-Pacífico es realmente distinto del manual para Europa, o si será el próximo en ser abandonado en favor de un pacto hemisférico, una distensión estratégica o un "acuerdo de paz" con China en el que el estatus de Taiwán se convierta en moneda de cambio. Estas inquietudes se alimentan de declaraciones de Trump que sugieren que Taiwán ha robado el negocio de semiconductores a EEUU o que debería pagarle como una "compañía de seguros" por su "protección" frente a China.
Cortejando a Trump
Dado que el apoyo estadounidense es indispensable para Taiwán, el gobierno taiwanés está haciendo todo lo posible por cortejar a la administración Trump. Quiere aumentar el gasto en defensa del 2,45% a más del 3% del PIB, invirtiendo principalmente en sistemas de armas fabricados en EEUU. No es solo una muestra de cortesía, sino también una necesidad, ya que la mayoría de los países encuentran difícil realizar ventas de defensa a la isla.
Al mismo tiempo, la potencia taiwanesa de los semiconductores, TSMC, está creando capacidad de fabricación de chips avanzados en Arizona, comprometiendo una inversión de 100.000 millones de dólares en producción e investigación en EEUU. Expertos taiwaneses trabajan para disipar las preocupaciones de que este movimiento debilite el "escudo de silicio" de Taiwán, enfatizando que la producción de semiconductores en Taiwán seguirá siendo dominante en el futuro previsible.
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Está claro que China se beneficia de las dudas generalizadas, tanto en Taiwán como en el mundo, sobre la fiabilidad de EEUU. "Seguro que últimamente han celebrado muchas fiestas en Pekín", concluyó un académico taiwanés. Las declaraciones de Trump ya están sembrando dudas sobre la solidez de la asociación en seguridad con EEUU, lo que a su vez debilita la resiliencia de Taiwán. Esto no es bienvenido en un paisaje político ya profundamente polarizado respecto a su relación con Pekín.
En paralelo, la congelación de la ayuda exterior estadounidense bajo la administración Trump ha afectado gravemente a muchas organizaciones civiles taiwanesas—en particular a aquellas dedicadas a promover la democracia o a combatir la desinformación china. Muchos sienten que, con la llegada de Trump al poder, Taiwán ha perdido a su socio más importante en términos de valores en la competencia sistémica global, y que las políticas de Trump fortalecen activamente a los líderes autoritarios de China y Rusia.
Mientras tanto, la administración Trump está enviando señales contradictorias. El primer viaje del secretario de Defensa, Pete Hegseth al Indo-Pacífico fue diseñado para tranquilizar a aliados y socios en la región. No solo visitó Japón y Filipinas, los socios regionales más importantes de Taiwán, sino también Guam, el territorio estadounidense en el Pacífico occidental que sirve como base clave para el poder militar de EEUU en caso de un ataque chino contra Taiwán. Sin embargo, al mismo tiempo, la ofensiva arancelaria contra Japón, Filipinas y Taiwán en el "Día de la Liberación" y el despido de altos funcionarios del Consejo de Seguridad Nacional—considerado un bastión de los "halcones anti-China"—poco después de esa visita, probablemente tuvo el efecto contrario para los socios regionales.
Basándose en una relación cercana con algunos republicanos en Washington, la esperanza entre las élites políticas de Taiwán ha sido que las cosas sean diferentes para ellos: que Taiwán importa más para el interés estratégico de EEUU en contener las ambiciones regionales de China, y que una combinación de inversión en EEUU, compras de defensa y mantener un perfil bajo bastará para resistir los próximos cuatro años.
Sin embargo, esta estrategia contrasta con la de la mayoría de los aliados europeos, que desean reducir su dependencia de las garantías de seguridad estadounidenses y están dispuestos a enfrentarse comercialmente a EEUU. La verdad es que, mientras Europa tiene palancas y opciones en su propio vecindario, Taiwán no.
¿Un papel para Europa?
Europa no puede reemplazar el papel fundamental que tradicionalmente ha desempeñado EE.UU. en la defensa de Taiwán, ni debería intentarlo. Las autoridades taiwanesas lo comprenden plenamente, reconociendo la falta de alternativas creíbles en Asia o más allá a una relación de seguridad sólida con Washington. No obstante, la llegada de una segunda administración Trump representa una oportunidad para profundizar la cooperación entre la UE y Taiwán, y ayudar a ambas partes, en función de sus intereses comunes, a seguir estrategias distintas. Esto no requeriría que Europa abandone sus posiciones históricas sobre la cuestión del estrecho de Taiwán, ya que se puede avanzar principalmente a través de un diálogo más profundo entre expertos, sociedad civil y comunidades empresariales.
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Europa está interesada en una cooperación tecnológica más profunda con esta potencia asiática. La inversión de TSMC en Dresde es un primer paso, pero Europa recibiría con agrado más. Al mismo tiempo, los europeos pueden ofrecer un apoyo discreto para mejorar la resiliencia de Taiwán, que ha acumulado una experiencia valiosa en contrarrestar amenazas híbridas, desde sabotajes a cables submarinos y protección de infraestructuras críticas hasta ciberataques.
Dado que Europa enfrenta problemas similares, un intercambio de información más intenso y una coordinación de bajo perfil podrían ser un buen primer paso. Si Europa decide ser más audaz en su intercambio con una de las democracias más avanzadas de Asia, una iniciativa hacia cadenas de suministro tecnológicas alternativas que excluyan a proveedores autoritarios de alto riesgo sería otra área con potencial para profundizar la colaboración.
La experiencia manufacturera de Taiwán y la escala europea podrían ser una combinación mutuamente beneficiosa, especialmente en tecnología de drones de doble uso. Y la experiencia de Taiwán en guerra de la información y en campañas de desinformación potenciadas por inteligencia artificial debería formar parte de una conversación europea. En este terreno, hoy es Taiwán y mañana será Europa.
* Análisis publicado originalmente en inglés en el European Council on Foreign Relations por Jana Puglierin, Janka Oertel y Camille Grand titulado Taiwan's balancing act: Keeping the US in, China out and domestic technology superior
Casi 8.000 kilómetros separan Taipéi de Kiev, pero los recordatorios del destino de Ucrania están siempre presentes en la capital taiwanesa. Se ven en una pulsera amarilla de solidaridad con la palabra "unbroken" (inquebrantable) estampada en azul, un regalo simbólico del alcalde de Leópolis a sus anfitriones taiwaneses. Una bandera ucraniana cubre la pared de una sala de reuniones, mientras que un activista taiwanés que combate la desinformación china lleva una versión más pequeña en la solapa como muestra de solidaridad. En cada conversación se percibe una convicción compartida: las luchas de estos dos escenarios geopolíticos están inextricablemente entrelazadas.