"Esto no se arregla en días ni en semanas": si esperas que Trump ceda, espera sentado
Las declaraciones del equipo económico de Trump y del presidente durante el fin de semana reforzaron la creciente sospecha entre los analistas de que los aranceles no son una medida táctica, sino estructural
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fed6%2F30d%2F540%2Fed630d540ce353c2ae06fa822493376d.jpg)
Mientras los mercados globales se desploman, medio planeta amenaza con represalias a los aranceles que entrarán en efecto el próximo miércoles y las empresas buscan a la desesperada cómo sobrevivir a la guerra comercial más estúpida de la historia, Donald Trump permanece imperturbable. Ni una rectificación, ni una pausa, ni una pizca de duda a lo largo del fin de semana. Solo se dedicó a su habitual pasión por el golf —ha asegurado orgulloso que ganó un torneo este domingo—y a repetir como mantra la promesa de que Estados Unidos será "más rico que nunca".
Trump, que ayer habló brevemente con reporteros desde el Air Force One, defendió la batería de aranceles "recíprocos" sin precedentes anunciada la semana pasada y dejó claro que no habrá marcha atrás ni excepciones. Lo único que pueden ofrecer los países que busquen negociar es eliminar por completo el déficit comercial que mantiene con Estados Unidos. “A mí un déficit me parece una pérdida. Vamos a tener superávits o, como mínimo, equilibrio”, sentenció Trump ante los periodistas. “Recuerden que esto fue una de las razones por las que me eligieron”, agregó.
Para el presidente, la catástrofe económica en marcha es un tratamiento necesario. “A veces tienes que tomar medicina para arreglar algo”, explicó. “No quiero que nada baje, pero a veces hace falta”, insistió.
Trump confirmaba así lo que su equipo económico ya había dejado entrever durante todo el fin de semana: quien crea que los aranceles son una táctica temporal para forzar acuerdos, que espere sentado. Los asesores del presidente se desplegaron por los platós del domingo con una inusual disciplina comunicativa, repitiendo el mensaje de que, al menos en el corto plazo, no hay vuelta atrás. “Esto no se arregla en días ni en semanas”, sentenció Scott Bessent, secretario del Tesoro, quien también aseveró que Estados Unidos no entrará en recesión, pese a los múltiples pronósticos que indican lo contrario.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F6c3%2Fa33%2Fa25%2F6c3a33a2539c2c2818e30e2b8b2d84ab.jpg)
Peter Navarro, uno de los principales arquitectos de la ofensiva comercial, aseguró que la caída en los mercados es solo un bache temporal antes del gran salto. “Vamos a encontrar el suelo rápidamente. El Dow llegará a 50.000 antes de que acabe el mandato”, afirmó en Fox News. Kevin Hassett, jefe del Consejo Económico Nacional, también trató de calmar los ánimos asegurando que “los precios podrían subir algo”, pero que los recortes fiscales que el presidente quiere impulsar compensarán cualquier efecto adverso.
Las declaraciones coordinadas del equipo económico de Trump durante el domingo reforzaron la creciente sospecha entre los analistas de que los aranceles no son una medida táctica, sino estructural. Todo indica que el presidente pretende convertirlos en una pieza permanente de su política económica, convencido de que cualquier dolor a corto plazo será un precio aceptable a pagar por lo que él considera una transformación histórica del modelo productivo estadounidense.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F0df%2Ff21%2F0b8%2F0dff210b8cbd99f05d09c52c090c8a51.jpg)
Como señala a Bloomberg Marc Short, el exdirector de asuntos legislativos de la Casa Blanca y exjefe de gabinete de Mike Pence, gran parte del colapso de Wall Street radica en haber subestimado el nivel de compromiso de Trump con esta nueva ofensiva arancelaria. “Los mercados asumieron que los aranceles eran una moneda de cambio, como en la primera administración”, explicó. “Pero Trump ha recibido consejos diferentes esta vez”. El exfuncionario predijo que la Casa Blanca acabará cediendo ante la presión de los mercados, pero que no espera que ocurra pronto. “Y cuando llegue, se presentará como una victoria”, concluyó.
Con los aranceles generales del 10% ya en vigor desde el sábado, y con subidas de hasta el 50% programadas para este miércoles sobre 60 países, puede que este solo sea el principio de la sangría económica. China ya ha respondido con un arancel espejo del 34% sobre todos los productos estadounidenses y la Unión Europea se encuentra en proceso de negociación para acordar las represalias. Mientras tanto, Trump no para de elevar el tono en sus mensajes a los estadounidenses. “Hemos sido el saco de boxeo del mundo durante décadas. Eso se acabó”, escribió este domingo en Truth Social, su propia red social. “Esto es una revolución económica. Y la vamos a ganar”.
Mientras los mercados globales se desploman, medio planeta amenaza con represalias a los aranceles que entrarán en efecto el próximo miércoles y las empresas buscan a la desesperada cómo sobrevivir a la guerra comercial más estúpida de la historia, Donald Trump permanece imperturbable. Ni una rectificación, ni una pausa, ni una pizca de duda a lo largo del fin de semana. Solo se dedicó a su habitual pasión por el golf —ha asegurado orgulloso que ganó un torneo este domingo—y a repetir como mantra la promesa de que Estados Unidos será "más rico que nunca".