Niños ucranianos que morirán por Rusia: "Se los llevan en autobús y los inscriben en el servicio militar"
Centenares de niños y adolescentes ucranianos en los territorios ocupados están siendo adoctrinados por las fuerzas del Kremlin, y estas imágenes apuntan a que también están siendo preparados militarmente
La cámara muestra una fila de adolescentes vestidos con un uniforme militar, chicos y chicas, de pie y estirados contra la pared, en posición marcial. Cantan el himno de Rusia y uno de los chicos marcha con la bandera. Al final del vídeo, les entregan un diploma por haber completado la formación militar. Un vídeo de tantos que, desde antes de la invasión a gran escala de Ucrania y en la carrera por la militarización de la sociedad rusa, han empezado a proliferar. Pero los protagonistas en este caso, un vídeo grabado en marzo de 2025, no son jóvenes rusos. Son ucranianos.
En las mismas fechas en las que se grababa el vídeo, Ucrania negociaba con Estados Unidos las líneas maestras de un alto el fuego con Rusia. Las negociaciones eran secretas y a puerta cerrada, pero pronto se filtraron las condiciones mínimas que presentó Kiev: garantías de seguridad internacional en caso de que Moscú rompiera los términos de cualquier tregua, que no se cedería más territorio a Rusia, ni de las regiones parcialmente ocupadas ni de ninguna parte, el regreso de civiles ilegalmente detenidos por Rusia, y el retorno de miles de niños ucranianos "secuestrados" en Rusia.
These are Ukrainian children, kidnapped from their families in occupied territories and indoctrinated by Russia.
— Bricktop_NAFO (@Bricktop_NAFO) March 17, 2025
Russia will use them to send into battle to fight Ukrainians where they will die in old soviet meat-wave tactics. #RussiaIsATerroristState pic.twitter.com/efnkyHtLjA
"No queremos que nuestros niños sigan luchando esta batalla", concluía el funcionario.
Rusia quizá sí.
Desde 2022, la Educación Patriótica se ha ido convirtiendo en columna vertebral del sistema ruso: en 2024, el gobierno ruso asignó cerca de 46.000 millones de rublos (unos 490 millones de euros) de financiación extra solo a este nuevo concepto, incluyendo 270 millones de rublos para el 'Ejército de la Juventud', Yunarmiya. Los fondos generales para 'Políticas de Juventud' se han multiplicado por casi 100 veces desde 2014, pasando de 7,6 a casi 768 millones. Más allá del patriotismo y valores de la madre patria Rusia, se está incluyendo en el currículum formación militar y paramilitar, en forma de cursos oficiales en las escuelas, campamentos de verano, centros de entrenamiento o simples charlas de wagneritas que regresan del frente de batalla presentando loas al Ejército ruso.
El capítulo de la formación militar de los jóvenes, que incluye cursos paramilitares de entrenamiento en el uso de diferentes tipos de armas, desde fusiles de asalto a granadas de mano o drones, es generalizado en varias zonas de Rusia, pero los más expuestos –así lo quiere el Kremlin– son los menores ucranianos en las regiones ocupadas o los niños desplazados a Rusia.
Los menores del vídeo que encabeza este artículo tienen quince años o menos y estudian en la Escuela Secundaria 15 de Melitopol, una de las principales ciudades del sur de Ucrania (148.000 habitantes antes de la guerra) y ocupada desde febrero de 2022. Están celebrando la "entrega de insignias de distinción a los cadetes" que estudian "clases especializadas de la Guardia Nacional Rusa". El vídeo ha sido compartido por el sitio de noticias local "Melitopol-news.ru", y la voz de la locutora es transparente: estos jóvenes ucranianos, que viven desde hace ya tres años bajo ocupación militar rusa, "son los futuros defensores de la patria".
Estos niños no irán mañana al frente. Pero, dependiendo de cómo termine esta guerra, pocos dudan de que habrá una siguiente. Y serán estos niños ucranianos los que la luchen entonces.
Según estimaciones de varias ONG educativas, algo más de un millón de niños estudian bajo el currículum ruso en las zonas ocupadas de Ucrania. A éstos, habría que añadirles los más de 19.000 niños "secuestrados e ilegalmente deportados" desde los territorios ucranianos a Rusia o Bielorrusia. Algunos huérfanos, otros directamente sustraídos de sus padres y con familia todavía en Ucrania. Investigadores de la Universidad de Yale han rastreado el paradero de más de 30.000 niños desplazados fuera de Ucrania, en autobuses o trenes. En 2023, Rusia celebró públicamente el desplazamiento de "700.000 niños" desde Ucrania al interior de Rusia, "huyendo de las bombas"; una semana antes de la invasión, el Gobierno ruso ya había empezado las preparaciones de un programa de adopción y acogida de niños ucranianos por familias rusas. Solo en 2023, fueron trasladados a Bielorrusia 2.442 niños secuestrados, la mayoría de Mariúpol y Lysychansk. Estos niños ucranianos sufren, según denuncian tanto las ONG como testimonios recopilados por El Confidencial y se apoyan en decenas de documentos públicos y vídeos como el de Melitopol, un interés especial del Kremlin en su rusificación y militarización.
Rusificación, para borrar toda identidad o cultura ucraniana. Se han prohibido las clases en ucraniano y ha reescrito los libros de historia, incidiendo en mensajes propagandísticos que justifican y glorifican a las tropas de invasión rusas, y se han reclutado educadores de diversas regiones rusas para dotar de personal a las escuelas en Ucrania. Se ha establecido, además, una red de al menos 43 instituciones (que hayan podido ser oficialmente identificadas) de "reeducación ideológica" de niños ucranianos de seis a 17 años, donde "se les inculca el pensamiento ruso en los ámbitos académico, cultural, patriótico y militar". Según una investigación del centro Almenda, la mayoría están en Crimea, pero una decena se sitúan cerca de grandes ciudades rusas, como Moscú, Kazán o Ekaterimburgo, y también hay centros en Siberia y el Extremo Oriente. "En muchos casos, los pintan como campamentos de verano donde los fuerzan a estudiar ruso y a cantar el himno de Rusia. Les dicen todo el rato que el país es grande y que Ucrania es el enemigo", subraya por su parte Mykola Kuleba, director de Save Ukraine y defensor del pueblo para los niños ucranianos hasta 2021, en entrevista con El Confidencial. La organización ha logrado recuperar a más de 600 niños.
Militarización, para hacerlos soldados capaces. A partir del 1 de septiembre de 2023, las autoridades rusas ordenaron la inclusión como asignatura obligatoria en los territorios ocupados de "Fundamentos de Seguridad y Defensa de la Patria". Según el currículo, los estudiantes reciben instrucción en diversas habilidades militares, como el montaje de ametralladoras, manejo de drones, granadas de mano o prácticas de tiro. Paralelamente, se establecen "cursos extraescolares" centrados en formación militar y paramilitares, como "cadetes" y "cosacos", donde, además de todo lo anterior, desfilan en uniformes militares y participan en ejercicios de simulación de combate. En toda Rusia, los jóvenes pueden participar y participan, pero alcanza el nivel de obligatorio para los jóvenes ucranianos en zonas ocupadas o los desplazados al interior de Rusia. Según un vídeo publicitario publicado por ellos mismos de un club militar-deportivo "Avangard" en la región rusa de Volgogrado, en un último cursillo de verano de 2024 asistieron al menos 59 niños desplazados de la región de Jersón.
"Existe un sistema estructurado para estudiantes de todas las edades, donde la participación se presenta como una oportunidad prestigiosa. Los niños han denunciado que participar puede conducir a calificaciones más altas, mientras que negarse a participar les genera presión psicológica”, explica Yuliia Tukalenko, psicóloga de la organización ucraniana Voices of Children, a El Confidencial.
Cuando alcanzan el final de la adolescencia y avanzan a la Educación Secundaria Superior (16-18), la presión es más que psicológica. Según ha denunciado HRW, las autoridades rusas están exigiendo a las escuelas secundarias en los territorios ocupados (como la de Melitopol) listas con los alumnos mayores de 18 años para que pudieran alistarse a las Fuerzas Armadas rusas. Voices of Children ha documentado varios casos en la misma línea, en la que estudiantes en el sur de Ucrania fueron llevados en autobús, sin el consentimiento de sus padres, para inscribirse en el servicio militar. "Algunos niños testificaron que, si no se matriculaban en la educación superior después de graduarse, eran llevados a la fuerza, sin que se dispusiera de información sobre su suerte", añade.
Un proceso de desucranización y rusificación que ha sido acelerado en los últimos días. Según un decreto firmado por el presidente ruso Vladímir Putin el pasado 20 de marzo, será obligatorio para todo ucraniano en las zonas ocupadas "regular su estatus legal" o irse. Si ya era necesario tener un pasaporte ruso para poder acceder a ayuda humanitaria, servicios básicos o una casa, a partir del 10 de septiembre todo aquel que no lo tenga será catalogado de "extranjero" y se enfrentará a la posibilidad de deportación.
Esto, añadido a las campañas para que nuevas familias rusas se establezcan en ciudades como Mariúpol (donde tienen preferencia sobre los ucranianos para obtener casas), apuntala las marchas forzadas a las que Rusia perpetra el cambio social y demográfico. Incluso si se recuperaran los territorios ucranianos por la vía de la diplomacia en algún momento, serán lo menos ucranianos posibles. Acoso legislativo y económico para que se vayan, educación patriótica para que los que se queden dejen de serlo en un futuro.
Niños secuestrados
En los territorios ocupados es muy difícil alejarse de esas presiones. Según cuenta la psicóloga, en muchas ocasiones, los padres intentan no hablar de la guerra con sus hijos, por temor a decir algo contra Rusia que puedan repetir en la escuela y ponerlos en peligro. Es una forma de protegerlos, y la propaganda deja su huella: Tukalenko destaca el caso de un niño de Mariúpol, que no pudo ser evacuado de la zona y tuvo que empezar a estudiar en un colegio bajo la ocupación rusa. "Cuando finalmente pudo reunirse con su familia [en zona no ocupada], hablaba de Ucrania de forma profundamente negativa, ya que eso era lo que le habían enseñado en la escuela. Su madre nunca le contó la verdad: era demasiado peligroso para su seguridad", lamenta la psicóloga.
Tanto Kiev como varias organizaciones llevan años intentando saber más sobre el paradero de muchos niños que todavía no han sido encontrados. En muchas ocasiones, se han encontrado indicios a través de vídeos propagandísticos emitidos en televisión o redes sociales. Es el caso de Iván Batyhin, un niño de la ciudad ucraniana de Jersón. En octubre de 2022, un parlamentario ruso, Igor Kastyukevich, abrazaba al crío y se lo entregaba a unos voluntarios para que lo subieran a un autobús dirección a Rusia. Este fue el punto de partida para investigaciones como la que llevó a cabo el diario The New York Times, en la que confirmó que 46 niños ucranianos fueron sustraídos del Hospital Infantil de Jersón, un hogar de acogida para menores con necesidades especiales, para llevarlos a Rusia, cambiarles la nacionalidad a rusa y ponerlos en adopción. Nunca quedará rastro de que eran ucranianos.
La de Iván Batyhin es solamente una pequeña parte de las miles de historias sobre los niños ucranianos que vivían en zonas ocupadas y que fueron ‘secuestrados’ por las fuerzas rusas. En una gran parte de los casos, las familias estuvieron semanas o meses sin saber nada acerca de su paradero. Este fue el caso de Oksana, una madre que estuvo seis meses sin poder ver a su hija. Finalmente, logró recuperarla gracias a las misiones de rescate de organizaciones como Save Ukraine. "Dijeron que era huérfana, se la llevaron y querían convertirla en rusa", explicó Oksana a través de la ONG, en una entrevista anterior con El Confidencial.
Una imagen de un niño montándose en un autobús, un último mensaje que se puede rastrear, movimientos bancarios, datos biométricos, imágenes de satélite... Cualquier detalle es bueno para hacer el seguimiento a esos niños desaparecidos. El programa de Observatorio del Conflicto ucraniano, de la Universidad de Yale, tenía organizada una base de datos con centenares de niños ucranianos identificados en el sistema ruso de adopción forzada, orfanatos y hogares de acogida.
Dos días después de que Kiev aceptara el alto el fuego propuesto por EEUU (recordemos, en el que una de las líneas rojas era la devolución de los niños secuestrados), se informó que el Departamento de Estado suspendía la financiación del programa. Un grupo de funcionarios o contratistas estadounidenses podrían haber eliminado incluso una base de datos con información sobre ellos, según una carta que legisladores estadounidenses enviaron la semana pasada al Secretario de Estado Marco Rubio.
Estas pruebas, recopiladas tanto por el Gobierno de EEUU antes de la llegada de Donald Trump como por la Universidad de Yale, se compartían con la Europol y con las autoridades de Kiev para facilitar la búsqueda de los niños y devolverlos a su país. Sin estos datos, casos de éxito como el de Oksana y su hija serán cada vez más difíciles. O como el de Bohdan Yermojin, un huérfano de Mariúpol y que fue enviado a Moscú en 2022, una vez la ciudad fue invadida y arrasada, cuando tenía 16 años. Tras año y medio en casas de acogida, le llegó una carta ordenándole alistarse en el Ejército para morir por Rusia luchando contra su país de nacimiento. Intentó huir por su propio pie, pero fue detenido "en el último minuto" en la frontera con Bielorrusia, según admitió la propia comisionada de los niños en Rusia, Maria Lvova-Belova.
Entonces, mandó un mensaje dirigido directamente al presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. El día que cumplió 18 años, vía mediación internacional y gracias a la publicidad del caso, fue devuelto a Ucrania.
La cámara muestra una fila de adolescentes vestidos con un uniforme militar, chicos y chicas, de pie y estirados contra la pared, en posición marcial. Cantan el himno de Rusia y uno de los chicos marcha con la bandera. Al final del vídeo, les entregan un diploma por haber completado la formación militar. Un vídeo de tantos que, desde antes de la invasión a gran escala de Ucrania y en la carrera por la militarización de la sociedad rusa, han empezado a proliferar. Pero los protagonistas en este caso, un vídeo grabado en marzo de 2025, no son jóvenes rusos. Son ucranianos.