Disparen al pianista: la oposición busca atacar al conglomerado empresarial que sostiene a Erdogan (y Turquía)
Hace más de una semana que en Turquía ha empezado una ola de protestas, desencadenadas a raíz del arresto del alcalde de Estambul, Ekrem Imamoğlu, después de que se le revocase el diploma universitario
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“Hemos preparado pegatinas, si queréis algunas. Creemos que el boicot es la acción que de verdad puede conseguir un cambio real” decía Elif, una joven de 30 años que se manifestaba delante de EspressoLab — una cadena de cafeterías turca con propietarios próximos al gobierno — el pasado 26 de marzo. Un fondo negro, siluetas manifestándose con pancartas y la inscripción: “Ni un céntimo por un céntimo. ¡Resistencia céntimo a céntimo! El boicot es poder” era el dibujo y el mensaje de las pegatinas que repartía Elif, diseñadas por una artista de Ankara que prefiere mantenerse en el anonimato.
Hace más de una semana que en Turquía ha empezado una ola de protestas, desencadenadas a raíz del arresto del alcalde de Estambul, Ekrem Imamoğlu, después de que se le revocase el diploma universitario. Los ciudadanos — liderados por jóvenes universitarios — han tomado las calles de distintas ciudades del país. Más allá de la llamada a la libertad del alcalde — acusado de corrupción — las manifestaciones han derivado en un grito para conseguir más democracia y derechos: “Esto es un enfado directo por el hecho de ser apartados de la política, de que se nos recorten los derechos” contaba una manifestante el pasado sábado en un mitin organizado por el Partido Republicano del Pueblo (CHP), el partido de İmamoğlu y el principal opositor, en una concentración donde acudieron 2.2 millones de personas según fuentes oficiales.
Las protestas no terminan en la calle: el boicot económico se ha convertido en la otra forma de canalizar el descontento. El 24 de marzo, Özgür Özel, el presidente del CHP, durante una de las concentraciones en Saraçhane, hizo un llamamiento público a boicotear empresas cercanas al gobierno, citando los nombres concretos de establecimientos: “Empezamos el boicot bebiendo café. Sea cual sea el café que tomes, que no sea de EspressoLab”. A la franquicia de cafeterías le seguían librerías, centros comerciales, empresas gubernamentales, medios de comunicación y una enumeración de empresas de sectores distintos.
Rápidamente, las redes sociales se llenaron de publicaciones con las marcas a boicotear, llamamientos a concentraciones delante de estas empresas y gráficos con las relaciones de cada empresa con el poder gubernamental. Se creó una página web — boykotyap.com, bloqueada en Turquía — y una lista oficial, que se censuró judicialmente — con la decisión judicial del 4º tribunal penal de Paz d’Ankara del 27 de marzo de 2025 2025/4129 —. Ekrem Imamoğlu, desde la prisión de Silviri, publicaba su apoyo al boicot el pasado 31 de marzo: “Este boicot no pretende destruir ni causar daños a nuestros medios de comunicación ni a nuestro mundo empresarial. Al contrario, pretende liberarlos de sus grilletes”.
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El presidente Erdoğan, por su lado, ha tratado el boicot como una forma de “hundir la economía” y ha anunciado que “el sabotaje dirigido contra la economía turca tendrá que rendir cuentas ante los tribunales”. Ciudadanos próximos al gobierno han empezado también un antiboicot, viralizando imágenes de hombres tomando café en EspressoLab con bolsas de la librería D&R, también con vínculos con el gobierno. “Parece que el boicot es eficaz porque muchas marcas están haciendo nuevas campañas y publicando declaraciones diciendo que en realidad no están conectadas con el gobierno, como EspressoLab. Y el propio gobierno está diciendo que llamar al boicot debería ser un delito. Así que es eficaz” defendía un joven manifestante en una de las concentraciones de la semana pasada delante de Cevahir, un centro comercial también con vínculos con el gobierno.
“En el caso de EspressoLab y D&R, estos boicots podrían funcionar muy bien y perjudicar a estas dos cadenas. Es por eso que el partido del gobierno tiene mucha intención de mantenerlas a flote. Veo las cadenas de café, por ejemplo, vacías. Porque van sobre todo jóvenes de familias de clase media. Y no quieren ir a un lugar vinculado con el partido gobernante o atendido por miembros del partido gobernante” contextualizaba el economista y profesor de la Facultad de Economía de la Universidad de Estambul, Murat Birdal. Pero, ¿puede ese boicot tener un impacto global en la economía turca?
Los holdings y el sistema presidencialista
Aunque las consecuencias de un boicot económico no son inmediatas, un boicot masivo podría causar efectos a largo plazo en la estabilidad del gobierno turco. La causa es la estructura del poder económico y gubernamental en Turquía, con la existencia de grandes conglomerados cercanos al gobierno.
En estos grandes conglomerados turcos, los medios de comunicación y las empresas de construcción son las dos patas que sostienen los holdings, y que permiten un acercamiento con el Gobierno: “En Turquía, hay un triángulo entre medios de comunicación, constructoras y el gobierno que permiten una protección y se alimentan para que el sistema pueda continuar tal y como es” argumentaba el productor Imre Azem, que ha dirigido distintos documentales sobre el poder de las constructoras en Turquía. Dentro de estos grupos, más allá de las constructoras y los medios, hay empresas de otros sectores que cuelgan del mismo hilo.
Un ejemplo es el grupo mediático Turkuvaz, que tiene medios como la tele A Haber, el periódico Sabah o la librería D&R — la de las bolsas del antiboicot en EspressoLab—. A la vez, este grupo es propiedad del Holding Kalyon, que se dedica a la construcción. Estos grandes conglomerados sacan una parte importante de sus ingresos de licitaciones públicas para las construcciones. La audiencia en los medios de comunicación del grupo es lo que les permite ser una herramienta útil para el gobierno, que les puede beneficiar en las licitaciones públicas. Y, el sistema presidencial, establecido desde 2017, facilita más el acercamiento con los holdings, ya que las decisiones son tomadas directamente desde la cúpula presidencial.
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La relación de los grandes conglomerados con el Gobierno se hace visible sobre todo a través de sus medios de comunicación, que en vez de emitir las protestas de los últimos días hablan de las acciones de Israel o de recetas de cocina. Estos medios también forman parte de la lista de boicot del CHP, que se extiende también en la diáspora: “En mi casa, hemos dejado de mirar las series turcas en los canales progubernamentales. Como símbolo de protesta, ahora solo miramos los canales que emiten las manifestaciones” explica Mélodie, ciudadana francoturca que vive en Francia.
Tanto los manifestantes como el mismo partido de la oposición, defienden el éxito de un boicot económico masivo. No obstante, economistas como Murat Birdal, apuntan que es esta dependencia lo que puede causar el fracaso: “Si nos fijamos en las empresas, como las empresas de medios de comunicación, en realidad no están haciendo mucho dinero. El dinero que ganan procede de otros sectores y se relacionan principalmente con el gobierno. Así que nunca cambiarían su forma de emitir ni nada. Reciben mucho dinero y prioridades y privilegios del gobierno, y nunca renunciarían a ellos”.
Las otras consecuencias económicas
Que el país pueda tener consecuencias económicas causadas por las protestas, no obstante, es un hecho, defiende el economista: “El problema principal puede ser la pérdida de credibilidad de los inversores. Después del arresto de İmamoğlu, el capital extranjero se retiró del país y eso causó una depreciación de la lira turca, lo que hizo que el banco central tuviera que añadir dólares en el mercado, lo que costó al banco central unos 27 mil millones de dólares en unos cuatro días. Están tratando de demostrar que van a proteger el valor de la lira turca. Y que no se va a depreciar más”.
Los manifestantes, por su lado, seguirán apoyando el boicot, explicaba Levent, otro de los jóvenes que protestaba delante de un EspressoLab: “Hace tanto tiempo que el gobierno es corrupto. Tenemos que hacer ese tipo de cosas ahora y estoy muy contento por ello”. Ejemplo de ello es la nueva convocatoria de boicot: el pasado 2 de abril, se convocó un boicot general para aturar la economía y, en barrios cercanos a la oposición, muchas tiendas permanecieron casi vacías y algunas cerradas.
“Hemos preparado pegatinas, si queréis algunas. Creemos que el boicot es la acción que de verdad puede conseguir un cambio real” decía Elif, una joven de 30 años que se manifestaba delante de EspressoLab — una cadena de cafeterías turca con propietarios próximos al gobierno — el pasado 26 de marzo. Un fondo negro, siluetas manifestándose con pancartas y la inscripción: “Ni un céntimo por un céntimo. ¡Resistencia céntimo a céntimo! El boicot es poder” era el dibujo y el mensaje de las pegatinas que repartía Elif, diseñadas por una artista de Ankara que prefiere mantenerse en el anonimato.