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Trump anuncia aranceles ajustados a cada país y tasas del 20% a productos importados de la UE
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34% a China, 10% a Reino Unido

Trump anuncia aranceles ajustados a cada país y tasas del 20% a productos importados de la UE

Trump ha descrito el anuncio como "un día histórico" para Estados Unidos, en el que "volverá la Edad dorada" del país después de décadas en las que la industria y los empleos estadounidenses han sido "saqueados"

Foto: El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, pronuncia unas declaraciones sobre los aranceles en la Rosaleda de la Casa Blanca, en Washington. (REUTERS/Carlos Barria)
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, pronuncia unas declaraciones sobre los aranceles en la Rosaleda de la Casa Blanca, en Washington. (REUTERS/Carlos Barria)
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El mundo lleva 30 años estafando a Estados Unidos y ha llegado el momento de ajustar las cuentas, arancel a arancel, país por país. Este es el mensaje que ha dejado el presidente americano, Donald Trump, al tiempo que iba país por país desgranando las tasas: para China, aranceles del 34%; para India, del 26%; para la Unión Europea, en su conjunto, del 20%, a Taiwán del 32%, a Japón el 24%, etc. Además, ha afirmado que se establecerá un arancel base universal del 10% que se aplicará a todos los países. La Administración no aclaró el mecanismo concreto por el que se fijaron estos números, en palabras de Trump, “recíprocos”, aunque no igualaban los aranceles que estos países imponen a los estadounidenses. Pero así fue como, en una tarde nublada, Trump rehizo en unos minutos el comercio global.

“En muchos casos, el amigo es peor que el adversario, en términos de comercio”, dijo Trump al principio de su comparecencia. “No culpo en absoluto a los otros países por esta calamidad, sino a nuestros líderes”, añadió. "Durante décadas, nuestro país ha sido saqueado, violado y expoliado por naciones cercanas y lejanas, tanto amigas como enemigas", continuó, para sellar con un "subsidiamos a muchos países y los mantenemos operativos. ¿Por qué hacemos esto?".

Antes de sacar un cartel con el sello presidencial y la lista de países con los aranceles correspondientes, Trump invitó a hablar a “Brian”, un trabajador de Michigan que se puso tras el atril con un chaleco amarillo fosforescente, como si acabara de dejar a un lado una taladradora. “¡Apoyamos las políticas arancelarias de Trump, 100%!”. Sentados en sillas plegables sobre el césped, como en una boda al aire libre, estaban los miembros de la corte. Es la primera vez en este mandato que Trump organiza una ceremonia en el Jardín de las Rosas, reservado para eventos importantes.

"En muchos casos en el comercio, los amigos son incluso peores que los enemigos", ha afirmado, antes de dar un amplio repaso a países que considera "no están siendo justos" con EEUU, desde los productos lácteos de Canadá, las tarifas no arancelarias de Corea del Sur, las bicicletas de Vietnam o "la prohibición de la mayor parte del pollo" por parte de la Unión Europea y "de la carne" por Australia. "No podemos pagar el déficit (comercial) de Canadá o México y otros tantos otros". Reino Unido, quizá por la "relación especial", se libró y solo recibió el 10% de base. Rusia, en cambio, no aparece en ninguna de las listas: un portavoz de la Casa Blanca afirmó que "las sanciones por la guerra en Ucrania han llevado a cero el comercio entre ambos países".

Emergencia económica nacional

Fuera del perímetro de la Casa Blanca y del de Estados Unidos, gobiernos y empresas de todo el planeta miraban a Trump como quien mira a alguien sacar de un estuche un bate de béisbol. Querían ver el tamaño del bate y los planes para utilizarlo. Se trataba, según la propaganda oficial, del “Día de la Liberación”. La lectura trumpiana asegura que los aranceles liberarán al pueblo estadounidense de tener que sufragar, mediante una política comercial dadivosa, las economías de otros países. Y permitir a Washington utilizar, finalmente, todo su poderío financiero. Para ello, y para darse a sí mismo todos los poderes para levantar aranceles a diestro y siniestro, Donald Trump ha declarado una "emergencia económica nacional".

Foto: donald-trump-aranceles-eeuu-directo

De todas las posturas políticas de Trump, muchas veces cambiantes, probablemente la más consistente y longeva sea la de los aranceles. “El hecho es que no tenemos libre comercio. Pensamos en ello como libre comercio, pero ahora mismo no tenemos libre comercio. Creo que mucha gente está cansada de ver cómo otros países estafan a Estados Unidos”. Estas palabras no datan de las últimas horas en los jardines de la Casa Blanca, sino de una entrevista de Trump con Larry King en 1987. Ahora los “estafadores” son Canadá, China o la Unión Europea. Entonces era Japón.

Las medidas de Trump, discutidas en su gabinete hasta el último momento, llevan semanas generando ansiedad en el espectro republicano. Los conservadores de cuño trumpista favorecen las medidas. El vicepresidente, JD Vance, trató de glosar los beneficios económicos del proteccionismo en su discurso del 18 de marzo, reconciliando las facciones populista y tecnoptimista del trumpismo. Una visión en la que intentó, fundamentalmente, relacionar los aranceles con la innovación y la productividad.

Una postura que también abrazan los think tanks nacionalpopulistas, como American Compass o incluso la poderosa The Heritage Foundation, que, en su proceso de trumpización, defiende lo que, en los años 80, hubiera sido una blasfemia. Los republicanos de la vieja escuela, la escuela neoliberal, que todavía sobreviven en los pasillos del Congreso, se guardan sus opiniones o las expresan con la boca pequeña. En la bancada demócrata, el escepticismo a los aranceles es grande.

Durante una entrevista en la CNN, Edward Fishman, exempleado del Departamento de Estado de la Administración Obama y autor de Chokepoints: American Power in the Age of Economic Warfare, dice que Trump ve los aranceles como “balas mágicas” capaces de solventar multitud de problemas. Un instrumento que, entre otras cosas, puede reequilibrar las relaciones comerciales, castigar a países que no se plieguen a la voluntad de EEUU, llenar las arcas del Tesoro y el objetivo más ambicioso de todos: regenerar el desolado tejido industrial manufacturero de Estados Unidos.

“Un día dice una cosa y al día siguiente dice otra”, declaró Chuck Schumer, líder de la minoría demócrata del Senado, antes del anuncio. “Él cambia los países, cambia los porcentajes, cambia los bienes. ¿Y qué es lo que odian las empresas? La incertidumbre”. Algunos progresistas, sin embargo, se han mostrado abiertos a las medidas proteccionistas. Jared Golden, representante demócrata de Maine, presentó una propuesta de ley para tasar un 10% todos los bienes importados. “El mundo está cambiando”, declaró. “Y algunos demócratas no se han dado cuenta”.

Los economistas tradicionales, o del antiguo régimen, como se diría en el mundo MAGA, no están de acuerdo. El profesor emérito de economía de la universidad MIT, Olivier Blanchard, explicó que los aranceles pueden ser útiles en situaciones muy concretas: para proteger un sector o para extraer rentas de productores extranjeros. Pero, aplicados de manera general, pueden generar todo tipo de distorsiones económicas y de costes, que serán sufragados por los consumidores de a pie.

Tampoco parecen estar contentas las grandes empresas, a tenor de los esfuerzos entre bastidores para convencer a Trump de que libre de las tarifas a sectores como el automovilístico o el farmacéutico. La Bolsa lleva más de un mes dando tumbos. El S&P 500 y el Nasdaq acaban de cerrar el peor trimestre de cotización desde 2022, cuando Rusia invadió Ucrania a gran escala. El valor refugio por excelencia, el oro, ha roto récords varias veces y existen indicios de que los grandes inversores están escapando de los impredecibles Estados Unidos en dirección a Europa.

Un análisis de Yale Budget Lab estima que, si EEUU colocase un 20% de aranceles generalizado a sus socios comerciales, como había barajado Trump, el consumidor norteamericano pagaría entre 3.400 y 4.200 dólares más al año de media. Los aranceles del 25% al sector automovilístico elevarán el coste fabricación de cada coche entre 3.000 y 6.000 dólares, según la agencia Reuters. Y las viviendas: parte del material del que están hechas procede de uno de los principales afectados por las tarifas, Canadá. De allí procede el 70% de las maderas blandas que llegan a EEUU.

El estadounidense de a pie tampoco está muy entusiasmado. Una encuesta de CBS News publicada el lunes reflejaba que el 72% de los ciudadanos creen que los aranceles elevarán los precios a corto plazo. En enero, el 42% pensaba que las políticas de Trump le beneficiarían económicamente. Dos meses y pico después, la proporción ha bajado casi a la mitad: 23%.

La retórica de esta segunda Administración Trump es muy distinta a la de la primera. Sus ministros, como el secretario del Tesoro, Scott Bessent, ha hablado de implementar un “ajuste natural” y de pasar por un periodo de “desintoxicación”, en referencia a las turbulencias económicas que pueden avecinarse y que, según él, serán pasajeras. Ni Bessent ni Donald Trump han descartado una recesión, cuyas posibilidades, según el banco Goldman Sachs, son del 35% en este momento.

Foto: Un buque portacontenedores en Boston en imagen de archivo. (EFE/CJ Gunther)

La mayoría de los demócratas moderados se oponen a los aranceles, en parte por la manera caótica en la que se están aplicando. “Un día dice una cosa y al día siguiente dice otra”, declaró Chuck Schumer, líder de la minoría demócrata del Senado, antes del anuncio. “Él cambia los países, cambia los porcentajes, cambia los bienes. ¿Y qué es lo que odian las empresas? La incertidumbre”.

Mientras tanto, cada país ha ido mirando por lo suyo: ensayando situaciones distintas por lo que pudiera pasar y desacoplándose, en muchos casos, de Estados Unidos. Una encuesta de YouGov refleja que los europeos son favorables a que sus gobiernos respondan en especie a los aranceles. De los siete países donde se realizó la encuesta, desde Dinamarca a Italia y España, entre el 56% y el 79% de sus respectivas poblaciones simpatizan con tener una actitud firme ante Washington.

El mundo lleva 30 años estafando a Estados Unidos y ha llegado el momento de ajustar las cuentas, arancel a arancel, país por país. Este es el mensaje que ha dejado el presidente americano, Donald Trump, al tiempo que iba país por país desgranando las tasas: para China, aranceles del 34%; para India, del 26%; para la Unión Europea, en su conjunto, del 20%, a Taiwán del 32%, a Japón el 24%, etc. Además, ha afirmado que se establecerá un arancel base universal del 10% que se aplicará a todos los países. La Administración no aclaró el mecanismo concreto por el que se fijaron estos números, en palabras de Trump, “recíprocos”, aunque no igualaban los aranceles que estos países imponen a los estadounidenses. Pero así fue como, en una tarde nublada, Trump rehizo en unos minutos el comercio global.

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