El 'confinamiento' del papa Francisco para su recuperación: sin audiencias y 'Plan B' para Semana Santa
"Pero dudo que aguante quieto", apunta un cardenal cercano al sumo pontífice
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"¡Vaya susto, vaya susto!", repite un cardenal, uno de los más cercanos a Francisco. El papa acaba de cumplir su primera semana desde que los médicos le dieron por fin el visto bueno para salir del hospital Policlínico Gemelli, tras casi cuarenta días donde el pontífice argentino logró remontar hasta dos crisis que hicieron temer por su vida. Pero los galenos le dieron el alta con condiciones claras: al menos dos meses de baja convalecencia y sin contacto con grupos de personas -especialmente niños- que puedan ser vehículo de nuevas infecciones. El riesgo es muy alto. Pero los que conocen íntimamente al papa dudan de que vaya a cumplir.
En el momento de su alta médica, el papa y su equipo médico se despidieron la promesa de "no desperdiciar el esfuerzo realizado" en salvarle la vida, según confesó el doctor Sergio Alfieri al Corriere della Sera. Pero esa frase tiene un alto espectro interpretativo: lo que para los médicos puede significar descanso, para el discernimiento jesuita de Bergoglio, quizá es apurar el tiempo para hacer no lo conveniente, sino lo necesario. Más en un momento en el que, como ha señalado el cardenal secretario de Estado Pietro Parolin, "quizá" ya no pueda trabajar "como antes".
"Vamos a ver si aguanta quieto en Santa Marta [residencia donde pasará la convalecencia]. Deseo que se recupere bien. Pero tengo mis dudas de que sea capaz de hacer el reposo tal y como pretenden los médicos, porque es testarudo, como buen argentino y como buen jesuita, y mucho me temo que, conociéndole, irá a la suya. Pero ya veremos", manifiesta sus dudas sobre el seguimiento a rajatabla de las indicaciones este cardenal amigo de Francisco en conversación con El Confidencial.
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De momento, y como señal de buena voluntad, el Palacio de Buckingham anunció que la visita al Vaticano del rey Carlos de Inglaterra prevista para el 8 de abril “ha sido pospuesta de mutuo acuerdo”, ante el consejo de los médicos, “cuyo asesoramiento ha sugerido que el Papa se beneficiaría de un período prolongado de descanso y recuperación”.
‘Plan B’ para la Semana Santa
Una audiencia que, de haberse mantenido, se habría producido tan sólo cinco días antes del comienzo de la Semana Santa, cuyas celebraciones ha presidido siempre el papa. Y si en un principio se pensaba que Francisco no estaría en condiciones para atender la exigente agenda de las tradicionales ceremonias litúrgicas de este período, ahora en el vaticano no se descarta nada y, aunque se trabaja en un ‘plan B’ donde le sustituiría un grupo de cardenales en cada rito, se está extremando el cuidado para que pueda hacer acto de presencia en alguna de ellas.
Desde luego parece descartada en el Vía Crucis del viernes 18 de abril, a las 21:30 horas en el Coliseo. Ya el año pasado, debido a su salud y a las bajas temperaturas -se celebró el 29 de marzo-, el papa anuló a última hora su asistencia. En todo caso, desde la Santa Sede apuntan que “será necesario ver la mejoría de las condiciones de salud del papa en las próximas semanas para evaluar su posible presencia, y en qué condiciones, a los ritos de Semana Santa”.
Así pues, la consigna ahora es seguir con la fisioterapia motora y respiratoria, extremar el cuidado en el ‘confinamiento’ que está viviendo en Santa Marta y trabajar para que al menos se pueda hacer presente en alguna ceremonia. Una de las que tiene más posibilidades para contar con su presencia -aunque delegue en otros el oficio de la liturgia- podría ser el 20 de abril, Domingo de Pascua, con la misa a las 10:30 en la Plaza de San Pedro y la tradicional bendición urbi et orbi.
También son muchas las ganas de poder presidir, el domingo siguiente, 27 de abril, también en la icónica plaza, la canonización de Carlo Acutis, el llamado ‘influencer de Dios’, el primer santo milenial de la Iglesia católica, fallecido en 2006 por leucemia, en el contexto del Jubileo de los Adolescentes que ese fin de semana llenarán las calles de Roma.
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Hasta entonces, no se descartan esporádicas apariciones -incluso este mismo fin de semana-, ya sean presenciales o en vídeo, y aunque su agenda permanece libre de compromiso alguno, la ‘sala de máquinas’ que se llevó al Gemelli sigue operativa en sus dependencias -el dormitorio, un despacho y una pequeña salita donde suele recibir a la gente- de Santa Marta.
En sus 38 días de hospitalización por una bronquitis que derivó en una neumonía bilateral, Francisco firmó 44 nombramientos, creó un nuevo organismo para fomentar campañas de donaciones para el funcionamiento de la Santa Sede e incluso modificó la ley para reforzar la autoridad de la primera mujer (algunos críticos la pusieron en cuestión al no ser un cardenal) que había nombrado para presidir la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano. Pero sobre todo, mostró su determinación de seguir adelante con lo que seguramente será la mayor realización de su pontificado, al establecer un obligatorio itinerario de tres años para profundizar en el Sínodo de la Sinodalidad, que habrá de concluir en 2028 con la celebración de una Asamblea Eclesial. Se trata de una decisión que, como señalan desde el Vaticano, “pone de nuevo en camino a la Iglesia universal durante los próximos tres años, siempre acompañada por el Papa”.
El Sínodo, “se muera o no se muera”
“Enfermo o no, Francisco está empeñado en que lo del Sínodo tiene que ir adelante, lo tiene muy claro desde el principio”, señala el citado cardenal en alusión a las dos asambleas mundiales celebradas en el Vaticano en 2023 y 2024, en donde por primera vez en la historia de la Iglesia pudieron participar con voz y voto los laicos, en lo que supone lo más parecido a una forma de gobierno democrático en lo que no deja de ser una teocracia.
“El mismo día que acabaron las sesiones de la segunda asamblea, en octubre pasado, Francisco lo dijo allí muy claro, delante de todos los participantes: ‘Esto es magisterio de la Iglesia y hay que llevarlo a cabo’. Y para que no se quede en otro sínodo más que se celebra y se olvida, creó diez comisiones que tiene que poner en marcha las aplicaciones más fundamentales que emanaron de esas asambleas, entre ellas las relativas a la emigración, al papel de la mujer en la Iglesia o la formación de los sacerdotes… Se muera o no se muera, viene a decir Francisco, estas reformas tienen que seguir. ¡Que habrá algunos reticentes! ¡Claro! También los hubo cuando el Concilio de Trento y algunas de aquellas disposiciones, por ejemplo, la de los seminarios, se aplicaron en España ¡doscientos años después!”, afirma rotundo este purpurado.
"Se muera o no se muera, viene a decir Francisco, estas reformas tienen que seguir"
Relativo a España, Francisco también ha estado estos días informado por Pietro Parolin (le visitó tres veces durante su hospitalización) del acuerdo que el secretario de Estado alcanzó a principios de mes con Félix Bolaños para la resignificación del Valle de los Caídos (ahora de Cuelgamuros).
Claro que la versión que escuchó el Papa no es exactamente la ofrecida por el ministro de la Presidencia y encargado de las relaciones con la Iglesia católica, desde donde señalan a El Confidencial que Moncloa ha querido vender el acuerdo como si hubiese conseguido imponer la salida del exprior Santiago Cantera, cuando esta ha salido cuando terminó su último y definitivo mandato.
En realidad, Bolaños -cuyas filtraciones han caído muy mal en la Conferencia Episcopal Española- no ha conseguido las cuestiones con las que amenazó en su día: la salida de los monjes benedictinos y la desacralización de la abadía. De ahí la necesidad de adelantarse a adelantar el contenido del acuerdo con su versión antes de que se hiciese público de manera consensuada. En El Vaticano no se asombran demasiado por estos ardides políticos, ya supieron capear sin apenas levantar las cejas -sólo un diplomático comunicado que en realidad suponía un desmentido- cuando la entonces vicepresidenta Carmen Calvo quiso inmiscuirlo en el traslado de los restos de Franco a La Almudena.
Fuera de estos asuntos internos, si hay algo -junto con su presencia en algún acto de la Semana Santa- que puede hacer que Francisco siga con más obediencia las indicaciones de los médicos es su manifiesto deseo de viajar a Nicea este año, cuando se cumple el 1.700 aniversario de la celebración allí del primer concilio ecuménico de la historia de la Iglesia. Antes de su hospitalización se daba por segura esta visita y algunos medios avanzaron que el patriarca de Constantinopla, Bartolomé I, esperaba que el encuentro entre ambos se celebrase a finales de mayo. De momento, la agenda papal sigue despejada de actos. Como la segunda planta de Santa Marta lo ha estado esta primera semana de visitas, fuera del equipo médico que le atiende las 24 horas del día y de sus tres secretarios.
"¡Vaya susto, vaya susto!", repite un cardenal, uno de los más cercanos a Francisco. El papa acaba de cumplir su primera semana desde que los médicos le dieron por fin el visto bueno para salir del hospital Policlínico Gemelli, tras casi cuarenta días donde el pontífice argentino logró remontar hasta dos crisis que hicieron temer por su vida. Pero los galenos le dieron el alta con condiciones claras: al menos dos meses de baja convalecencia y sin contacto con grupos de personas -especialmente niños- que puedan ser vehículo de nuevas infecciones. El riesgo es muy alto. Pero los que conocen íntimamente al papa dudan de que vaya a cumplir.