La mujer detrás del millonario negocio de 'strippers boys': "No es el pene, es la empatía"
Woods es la primera mujer en el mundo en dirigir una compañía de strippers masculinos. En 2019 compró la marca Dreamboys por un millón de libras. Tenía solo 27 años, pero su corta carrera en la City fue más que productiva
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"No es el tamaño del pene", asegura con rotundidad la empresaria Alice Woods. "El verdadero ingrediente secreto para el éxito es la personalidad de los chicos y la empatía que tienen con el público. No se trata solo de ir a un espectáculo para ver a alguien desnudarse, sino de una experiencia completa, desde el recibimiento del mayordomo en topless que te guía a tu asiento y te da una copa de prosecco hasta la conversación que tienes con ellos tras el show. Hay que entender la parte holística femenina. Eso es lo que faltaba a la industria y lo que yo he podido aportar", añade.
Woods es la primera mujer en el mundo en dirigir una compañía de strippers masculinos. En 2019 compró la marca Dreamboys por un millón de libras. Tenía solo 27 años, pero su corta carrera en la City fue más que productiva. En 2025, la empresa ha triplicado su valor. Solo en venta de entradas factura 3,5 millones de libras anuales. Cuenta con un centenar de shows semanales en todo Reino Unido y está a punto de comenzar su gira internacional por Asia y Europa (incluida Marbella).
"Es algo muy diferente a lo que había hecho antes. Todos los días son emocionantes. Especialmente ahora que la empresa se está expandiendo. Es realmente increíble ver cómo la liberación de la mujer se desarrolla en diferentes partes del mundo. Estamos aprendiendo de diferentes culturas, adaptando el espectáculo a los diferentes gustos, músicas, coreografías. Aunque hay un elemento unificador porque todo el mundo tiene un deseo sexual y a todo el mundo le gusta una fantasía", señala, en entrevista con El Confidencial.
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Dreamboys no es una compañía más de strippers. Se trata de toda una institución en el Reino Unido, donde los boys actuaron para la mismísima Lady Di y donde los procesos de selección acaparan incluso la atención de la propia BBC.
Fundada por Barry Solomons, conocido profesionalmente como Bari Bacco, su primer show tuvo lugar en 1987. El empresario, peluquero de profesión, quiso crear una agencia de modelos masculinos y, para presentarla, alquiló el Hippodrome del West End de Londres, poniendo a 18 jóvenes sobre el escenario. "El público se volvió loco. Incluidos los medios de comunicación. Fue un éxito inmediato. Nadie había hecho una cosa así antes en Reino Unido. Así que dije, al diablo con la agencia de modelos. Éste es el verdadero negocio", explicó en su día en The Independent.
La fama llegó a tal punto que, en 1991, los Dreamboys fueron invitados a interpretar a dioses en una escena con la Ópera y Ballet Juvenil Británico en el Palacio de Whitehall para una gala benéfica en conmemoración del cumpleaños de la princesa Diana. Cuando después del espectáculo la royal se reunió con los chicos y les dijo que no se habían puesto demasiada ropa, uno de ellos contestó: "debería vernos en nuestro show".
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Obvio, por tanto, que Woods conociera de su existencia cuando la marca salió a la venta. Aunque comprar un negocio de strippers no estaba inicialmente en sus planes. "Yo en realidad estudié música clásica y arte. Trabajé como músico en Londres. Y aunque lo disfruté mucho, era difícil ganarme la vida, especialmente viviendo en una ciudad tan cara", explica. Llegó a tener una galería de arte y a ser promotora de conciertos. Interesada en la parte comercial del sector, se matriculó en un máster de finanzas y contabilidad en la London School of Economics, una de las universidades británicas más reputadas. Pero terminó trabajando en banca en la City. "Pensé que sería como en los 80, con ostentación y glamour, emocionante y salvaje. Pero en realidad lo encontré muy aburrido", explica.
Fue entonces cuando comenzó a valorar la posibilidad de montar un cabaret o un local de música en directo. Pero durante este proceso, Dreamboys se puso a la venta. "Lo reconocí de inmediato porque había ido a ver un show. Supe que era una buena marca con gran proyección internacional. Así que era perfecto para mí", relata. La reacción de sus amigos fue muy positiva. La de su familia, menos entusiasta. "No por el negocio en sí, sino por la incertidumbre. Estaba dejando un trabajo fijo con muy buenas condiciones, para embarcarme como empresaria con 27 años", añade.
El hecho de que, por primera vez en la historia, sea una mujer (muy jóven, además) quien esté liderando el sector abre un interesante debate en pleno auge del feminismo. "No puedo pensar en ningún otro lugar donde una mujer esté a cargo de tantos hombres (80 en total) y que exista además tanta armonía. Todos me respetan como jefa y, de hecho, funciona muy bien porque aporto ese aspecto femenino", relata.
"Todo el mundo tiene un deseo sexual y a todo el mundo le gusta una fantasía"
La igualdad para Woods es un "tema interesante", porque parte de la base de que los hombres y las mujeres son "diferentes". "Esa una verdad fundamental. Las mujeres tienen bebés, son cuidadoras más naturales. Dirijo la empresa de una manera diferente a lo que haría un hombre. Estoy muy orgullosa de ello y siento que es mi contribución al feminismo. Ser una mujer a cargo de este negocio y aportar tantas cualidades únicas que un hombre no tendría", añade.
Woods considera que los anteriores directivos no se daban cuenta de lo importante que es para las mujeres crear esa experiencia completa. "El negocio funcionaba bien, pero ahora las ganancias se han triplicado porque lo he llevado a otro nivel, creando ese espacio realmente seguro, tanto para los boys como los clientes, donde se pueden olvidar por un rato de todo y llevar a cabo sus fantasías. De hecho, los móviles durante el show están prohibidos, para proteger tanto la privacidad del público como de los chicos", apunta.
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El debate, sin embargo, tiene más aristas. Porque donde unas ven empoderamiento, otras ven retroceso al alimentar la teoría de que las mujeres necesitan un pene para una noche de diversión. "Yo no he recibido críticas directas, pero estoy al tanto de esta cuestión. Creo que las personas que lo ven así casi siempre están en contra de todo entretenimiento sexual. Así que es un punto discutible porque esa es solo su postura ante la vida, que creo, por cierto, es muy aburrida. Todos necesitamos divertirnos un poco, ¿no?", matiza.
"¿Habría comprado entonces una compañía de strippers femeninas?", planteo. "Umm, esa es una gran pregunta…. Nadie me lo había planteado antes… Creo que no. Lo que me atrajo de este negocio fue el hecho de que sabía que podía hacerlo diez veces mejor de la noche a la mañana porque sabía lo que querían las mujeres", apunta. El 95% del público sigue siendo mujer. "Sobre esta base, no habría comprado un hipotético Dreamgirls. No tengo ningún problema moral con ninguna de las partes, pero no le habría podido aportar valor", responde.
Aunque considera que se ha avanzado mucho, admite que en el siglo XXI todavía está ese estigma de "chicos strippers héroes, chicas strippers prostitutas". "A veces nos han pedido que hablemos en nombre de las strippers femeninas. Hubo un caso en Bristol hace unos años en el que algunos de los clubes corrían el riesgo de perder sus licencias. Se pusieron en contacto con nosotros y por supuesto les apoyamos. Todavía existe cierta discriminación contra las strippers mujeres, lo que realmente no tiene mucho sentido dado que, en esencia, las actividades son consensuadas y legales", matiza.
"Todavía existe cierta discriminación contra las strippers mujeres, lo que no tiene sentido"
El sexismo no sólo afecta a los que se suben al escenario. Para Woods tampoco fue fácil comenzar a trabajar en la industria del entretenimiento nocturno, dominada en su mayoría por hombres. "Tuve bastantes problemas con los dueños de los clubes. Algunos de ellos eran geniales, pero otros bastante horribles y me llamaban con nombres despectivos. Pero siempre les paraba los pies en el momento. Ahora me tratan de igual a igual", explica.
Con los boys del show, sin embargo, desde el principio todo funcionó muy bien. Asegura que estaban "encantados y listos para una nueva era". "Estaban acostumbrados a que un hombre les diera órdenes y eso simplemente no funcionaba porque era un choque de egos. Eran un montón de chicos musculosos sin rumbo corriendo de aquí para allá de una manera bastante caótica. Así que tener esa presencia femenina suavizó todo. Se pusieron manos a la obra haciendo su trabajo al más alto nivel y centrándose en el público en lugar de competir entre sí", cuenta.
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En la actualidad, la compañía cuenta con 80 boys, que participan en 15 elencos diferentes. Mientras que unos hacen gira por el Reino Unido y Europa, otros están a punto de comenzar a actuar en Asia. En la oficina trabajan otras seis personas. Al principio eran todo mujeres, ahora hay un mix porque algunos boys se han unido al equipo técnico. Hacen trabajo de oficina entre semana y actúan los fines de semana.
Woods no se involucra directamente en la parte artística. Pero todo tiene que pasar por su ok final. Desde coreografía hasta proceso de casting, donde pone a los candidatos en distintos escenarios para ver cómo interactúan con el público.“Me siento muy orgullosa de llegar hasta aquí. Nunca pensé que saldría tan bien”, recalca emocionada, recordando unos inicios nada fáciles. El proceso de compra al entonces dueño — un stripper que compró la marca al fundador — fue “largo y tortuoso”. Y cuando finalmente se completó, llegó el COVID.
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"Teníamos que ganar dinero de alguna forma, porque tienes muchos gastos fijos. Y junto con Jordan, que es el coreógrafo, se me ocurrió la idea de hacer velas con forma de pene", cuenta la empresaria. Pensaron que venderían alrededor de quinientas unidades. Pero se agotaron en tres minutos. La demanda no paraba. Así que tuvieron que echar horas extras poniendo ellos mismos la cera en los moldes. Crearon también jabones con forma de pene, labor a la que ayudó el propio marido de Woods durante el confinamiento. "Conocí a mi esposo en pleno proceso de compra de Dreamboys así que ha vivido todo el viaje. Él trabaja como desarrollador de software, no tiene nada que ver con esto. Pero me apoya en todo", aclara.
La pareja tiene dos hijos, de uno y dos años. "Cuando me preguntan si me gustaría que mis hijos se dedicaran a ser strippers contesto que no me importaría. No me voy a interponer en sus caminos, de la misma manera que mis padres no se interpusieron en el mío, lo que me ha permitido llegar hasta donde estoy", señala.
A lo largo de estos años ha vivido todo tipo de experiencias. Algunas de lo más estrambóticas, como un fin de año donde un millonario contrató a cuatro chicos para una fiesta privada donde tenían que ir disfrazados de gladiadores —"había helicópteros y mucho champán", recuerda —. Otras de lo más emotivas, como la fiesta que se realizó el año pasado en honor a Betty, por su 103 cumpleaños. "Ir a un espectáculo de boys era uno de los deseos de su lista, por lo que le preparamos un show muy especial", concluye.
"No es el tamaño del pene", asegura con rotundidad la empresaria Alice Woods. "El verdadero ingrediente secreto para el éxito es la personalidad de los chicos y la empatía que tienen con el público. No se trata solo de ir a un espectáculo para ver a alguien desnudarse, sino de una experiencia completa, desde el recibimiento del mayordomo en topless que te guía a tu asiento y te da una copa de prosecco hasta la conversación que tienes con ellos tras el show. Hay que entender la parte holística femenina. Eso es lo que faltaba a la industria y lo que yo he podido aportar", añade.