Meloni ha jugado a varias bandas con Trump y Europa. Ahora sus contradicciones le persiguen
Durante mucho tiempo Meloni ha priorizado mantener buenas relaciones con Bruselas, pero su relación estrecha con Trump le está obligando a hacer equilibrismos
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En Italia se ha extendido un término para referirse a Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea. Los críticos con su estrategia de rearme de la Unión Europea, con el objetivo de hacer que el club comunitario pueda disuadir un ataque ruso en 2030, la llaman “Von der Bomben”. El asunto se ha colado incluso en el parlamento italiano, y muestra hasta qué punto en Roma las relaciones con Bruselas están pasando por una mala difícil en unos momentos críticos para la Unión Europea, especialmente ante los retos que plantea la nueva administración estadounidense de Donald Trump, con la que muchos en la capital comunitaria identifican al Gobierno italiano.
La primera ministra Giorgia Meloni, de los ultraconservadores Fratelli d’Italia, siempre ha mantenido una buena relación con Von der Leyen, porque la experiencia del anterior experimento gubernamental arriesgado, la coalición de los anti-establishment del Movimento 5 Stelle y la extrema derecha de la Lega, mostró que mantener los puentes con la Comisión Europea, especialmente en términos económicos, es fundamental. Por eso el tándem Meloni - Von der Leyen ha funcionado relativamente bien, a pesar de la crisis vivida en verano de 2024, cuando populares y socialistas europeos excluyeron a la primera ministra italiana de las negociaciones para renovar la cúpula institucional de la UE, lo que provocó un enfriamiento de los lazos entre la presidenta de la Comisión Europea y la líder de FdI.
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Pero las cosas han cambiado. Meloni tiene una situación muy delicada en casa. Está siendo tensada desde los dos lados de su coalición, al mismo tiempo que se desarrolla el debate europeo respecto al rearme y a cómo mantener el respaldo a Ucrania ante la retirada de Estados Unidos. Por un lado de su Gobierno, la derecha tradicional de Forza Italia trata de llevar al Ejecutivo a posiciones alineadas con las del Partido Popular Europeo (PPE), que pide un plan de aumento de inversión militar en Europa que sea ambicioso. Por el otro, la Lega de Matteo Salvini empuja en la dirección contraria. Lo mismo ocurre en la cuestión de Ucrania. Y en medio está Meloni.
Durante sus primeros años en el Gobierno la líder italiana ha logrado hacerse un buen nombre en Bruselas defendiendo sus credenciales atlantistas y de apoyo cerrado a Ucrania, disipando así los miedos de algunas capitales a que pudiera llevar a Roma hacia posturas alejadas del consenso europeo, acompañado de un deterioro del Estado de derecho.
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Pero la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales de noviembre cambia el tablero. Meloni tiene buena relación con él y con algunas de las personas centrales en su administración, como Elon Musk. De hecho, la primera ministra italiana fue la única gran líder europea invitada a la inauguración del presidente de los Estados Unidos, y por supuesto Italia ha quedado fuera de la nueva guerra política que el vicepresidente estadounidense, JD Vance, ha lanzado contra algunos de los principales socios comunitarios.
Meloni esperaba poder presentarse como un puente entre la administración estadounidense y los socios europeos, pero las primeras semanas de la presidencia Trump han sido tan turbulentas y destructivas para la alianza transatlántica que, en vez de representar una ventaja competitiva para Roma y poder presentarse como un interlocutor válido, lo que ha empezado a parecer a ojos de sus socios europeos es un defensor de las posturas de un presidente que ha declarado una guerra comercial e ideológica contra Europa y que ha decidido abandonar a Ucrania y empeorar significativamente la seguridad del continente. La sensación en Bruselas es que nadie puede confiar en alguien que tiene lazos tan estrechos con un actor que se comporta de manera tan hostil hacia Europa, de forma que el trabajo de mediación y de tratar con la administración americana ha acabado recayendo de manera informal en Francia.
Aranceles y Ucrania
La Unión Europea ha preparado un paquete de 26.000 millones de euros como represalia contra los aranceles del 25% que EEUU ha aplicado al acero y el aluminio. La primera ministra ha pedido a la Unión Europea no escalar el conflicto comercial, que en realidad no ha hecho otra cosa que comenzar y que puede empeorar cuando Washington anuncie sus “aranceles recíprocos” contra lo que considera cualquier barrera comercial injusta, entre las que incluyen un impuesto que no es un arancel, el IVA, que también tiene Italia. “No estoy segura de que responder a los aranceles con más aranceles sea necesariamente un buen negocio”, señaló recientemente Meloni en el parlamento, aunque la realidad es que Roma en solitario no puede dar la vuelta a las contramedidas anunciadas por Bruselas.
En Ucrania, Meloni también sufre para mantener la coherencia respecto al discurso que había defendido hasta ahora, y que permitió a Von der Leyen calificar a la primera ministra de “proeuropea” por su respaldo a Kiev. Ahora la líder de Fratelli d’Italia descarta participar en una misión de paz para garantizar la seguridad de Ucrania, y en los debates europeos de las últimas semanas tanto ella como su ministro de Asuntos Exteriores, Antonio Tajani, piden que la Unión espere y no tome medidas hasta ver el resultado de las negociaciones entre Donald Trump y el presidente ruso Vladímir Putin.
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Respecto a su relación con Bruselas, su delicada situación en Roma, con Lega intentando ponerla contra las cuerdas, le ha obligado a tomar una posición más dura con Von der Leyen. Como ha hecho recientemente Pedro Sánchez, presidente del Gobierno español, la italiana ha criticado el término “Rearmar Europa” utilizado para bautizar al plan de aumento de gasto en defensa de la Unión Europea.
Meloni está limitada tanto por su juego a varias bandas con la administración estadounidense, al mismo tiempo que trataba de desarrollar un perfil proeuropeo-conservador, como por los números que su Gobierno tiene en el parlamento italiano. Viktor Orbán, primer ministro de Hungría, siempre ha sido señalado como el “caballo de Troya” de Trump en la Unión Europea, porque ha sido su apoyo más público y decidido. Pero Italia, a diferencia de Hungría, es un país con un enorme peso dentro del funcionamiento de la UE, y cada movimiento de Meloni es seguido de cerca por todos ante el riesgo de que acabe siendo ella realmente la que trabaje por los intereses de Trump dentro del club.
En Italia se ha extendido un término para referirse a Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea. Los críticos con su estrategia de rearme de la Unión Europea, con el objetivo de hacer que el club comunitario pueda disuadir un ataque ruso en 2030, la llaman “Von der Bomben”. El asunto se ha colado incluso en el parlamento italiano, y muestra hasta qué punto en Roma las relaciones con Bruselas están pasando por una mala difícil en unos momentos críticos para la Unión Europea, especialmente ante los retos que plantea la nueva administración estadounidense de Donald Trump, con la que muchos en la capital comunitaria identifican al Gobierno italiano.