El plan de 40.000M para Ucrania ha muerto: lo mataron España, Francia, Italia… y Kaja Kallas
La oposición de tres de los cuatro grandes Gobiernos ha dejado muy tocado el “plan Kallas”, que ahora se enfocará en un paquete de 5.000 millones para munición
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Kaja Kallas, Alta Representante de la Unión para Política Exterior y de Seguridad, llegó el pasado lunes al Consejo de Asuntos Exteriores con un documento ambicioso, con el que proponía ofrecer una financiación estable a Ucrania ahora que Estados Unidos ha retirado su apoyo. El texto, bautizado en la capital comunitaria como el “Plan Kallas”, recogía la idea de ofrecer en 2025 el mismo nivel de financiación que en 2024, es decir, 20.000 millones de euros, y potencialmente doblar ese apoyo hasta los 40.000 millones de euros. La idea incluía un detalle adicional: que ese esfuerzo se repartiera según el porcentaje del Ingreso Nacional Bruto (GNI) respecto al peso de las distintas economías en el conjunto de la Unión Europea.
El plan, que el Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE) se encargó de subrayar que es voluntario, suena bien para los países nórdicos y del este, los que más están contribuyendo al esfuerzo de guerra ucraniano en proporción a sus pequeñas economías. Sin embargo, la idea no ha generado ninguna simpatía entre tres de las cuatro principales economías de la Unión Europea: Francia, Italia y España. Otros países, como Portugal y Grecia, también lo ven con escepticismo. Las razones son varias, pero el hecho de que estos tres países hayan hablado de manera más o menos abierta respecto a su falta de interés por el “plan Kallas” ha mostrado que tiene pocas opciones de sobrevivir, al menos con la ambición inicial. El asunto se discute, aunque en menor intensidad, en el Consejo Europeo de este jueves.
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El plan tiene como objetivo superar el veto de Hungría a los mecanismos existentes en el marco de la Unión Europea y que están haciendo que la asistencia financiera comunitaria a Kiev se haya reducido. Budapest mantiene bloqueados unos 6.000 millones de euros del Fondo de Garantía para la Paz (EPF), el mecanismo que Bruselas puso en pie al inicio de la guerra para poder financiar el envío de armamento por parte de los Estados miembros a Ucrania, pero que requiere de unanimidad para ser desembolsado. Encontrar una alternativa al EPF se ha convertido en una prioridad para muchos países para poder adquirir para Ucrania material militar que necesita de manera urgente en el medio plazo.
Ahora el plan se centra ya no en el paquete más amplio de 40.000 millones de euros, sino intentar ir poco a poco, con iniciativas más pequeñas. Por el momento con el paquete de 5.000 millones de euros para munición. Kallas ha admitido que por la clave de reparto que propuso el lunes “el tamaño (de la ayuda) es muy grande” para las economías de mayor tamaño. “Sabemos que hay muchas preocupaciones con los déficits presupuestarios en muchos de los países”, ha señalado a su llegada al Consejo Europeo, explicando además que “la opinión pública es diferente en cada Estado miembro”.
Las razones del 'no (así)' de España
Los tres que han mostrado públicamente su oposición son países con altos niveles de deuda pública que se deben embarcar, especialmente Italia y España, en un esfuerzo muy delicado por aumentar su gasto en defensa para cumplir con unos compromisos de la OTAN que se revisarán al alza en junio. Ambos Gobiernos, en el caso del italiano por el partido de extrema derecha Lega y en el caso del español por Sumar y el resto de socios parlamentarios, tienen muy difícil sacar adelante el aumento de la inversión militar para cumplir con el compromiso de alcanzar el 2% del PIB que tienen todos los socios de la OTAN.
El Ejecutivo español ha comprometido por ahora 1.000 millones de euros de asistencia bilateral, y el pasado lunes José Manuel Albares, ministro de Asuntos Exteriores, se mostró tajante cuando fue preguntado por esta cuestión en el Consejo de Asuntos Exteriores del pasado lunes. "España no ha necesitado una propuesta de la Alta Representante para comprometer mil millones de euros para este año, como ya lo hemos hecho en años anteriores", señaló Albares.
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Antonio Tajani, jefe de la diplomacia italiana, señaló que “esta propuesta requiere una explicación detallada, un análisis exhaustivo y profundo”. En privado, las fuentes italianas son menos diplomáticas y muestran que están cerradas a esta cuestión y prefieren esperar y ver cómo avanzan las negociaciones entre Estados Unidos y Rusia.
Fuentes diplomáticas españolas también señalan que la propuesta de la Alta Representante tendrá poco recorrido. Esas posiciones contrastan con las de otros Estados miembros. Una fuente diplomática sueca señala, por ejemplo, que el plan de Kallas es “brillante” y que espera que siga adelante. Alemania también lo respalda, tras haber anunciado 3.000 millones de euros adicionales de apoyo a Kiev, lo que sitúa su asistencia a Ucrania en unos 7.000 millones de euros para 2025.
Pero algunos en Bruselas apuntan a Kallas como responsable en parte de esta situación. La jefa de la diplomacia europea lanzó el plan de manera rápida, sin consultas con las capitales y hay quien cree que eso ha provocado que los Estados miembros más grandes y que menos están destinando a apoyar a Ucrania se hayan visto acorralados, especialmente a raíz de la petición de que este fondo se reparta con base en el peso de la economía de cada país participante. La primera vez que puso el plan sobre la mesa fue en febrero, y tras hacer algunas correcciones volvió a presentarlo esta semana a los ministros de Asuntos Exteriores sin más suerte.
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Kallas no despierta especial simpatía en algunas de estas capitales. La sintonía entre Madrid y la jefa de la diplomacia europea es inexistente, y en general los ministerios de Asuntos Exteriores llevan mal que el SEAE trate de liderarlos con mano dura en cuestiones que ellos consideran que son competencias nacionales. Combinando el estilo de la presentación del documento con viejas rencillas y los celos de las capitales a la hora de que desde Bruselas les pastoreen en política exterior el resultado ha sido un fracaso sonoro, como explican algunas personas implicadas en las negociaciones.
Un nuevo norte versus sur
Señalar y arrinconar a un Estado miembro, especialmente si es grande, no es una buena idea en una negociación europea, y más si es sobre política exterior, como explican algunas personas con muchos años de experiencia en Bruselas. En los últimos días, se ha visto una creciente división entre el norte y el este de la Unión y el sur. Fuentes diplomáticas de Países Bajos han señalado de manera muy directa a los sureños, pidiendo que hagan su parte para apoyar a Ucrania. Mette Frederiksen, primera ministra de Dinamarca, lo ha achacado a que son países “más alejados de la frontera de Rusia”. “Aquellos que tienen una experiencia histórica con Rusia” son los que lideran este apoyo, ha señalado la danesa.
Cuando se observan los datos de asistencia financiera en el ámbito militar a Kiev la imagen muestra un fuerte desequilibrio. Los bálticos, por ejemplo, han contribuido de manera muy significativa respecto al tamaño de su economía, aunque su contribución en términos absolutos sea muy limitada por contar con un PIB muy reducido. En total, los países que más han aportado, según datos del Instituto Kiel, son Alemania, Dinamarca, Países Bajos, Suecia, Francia, Polonia, Finlandia, Italia, Bélgica y, solamente después, España.
Kaja Kallas, Alta Representante de la Unión para Política Exterior y de Seguridad, llegó el pasado lunes al Consejo de Asuntos Exteriores con un documento ambicioso, con el que proponía ofrecer una financiación estable a Ucrania ahora que Estados Unidos ha retirado su apoyo. El texto, bautizado en la capital comunitaria como el “Plan Kallas”, recogía la idea de ofrecer en 2025 el mismo nivel de financiación que en 2024, es decir, 20.000 millones de euros, y potencialmente doblar ese apoyo hasta los 40.000 millones de euros. La idea incluía un detalle adicional: que ese esfuerzo se repartiera según el porcentaje del Ingreso Nacional Bruto (GNI) respecto al peso de las distintas economías en el conjunto de la Unión Europea.