Acosado por sus guerras internas, Netanyahu ha vuelto a apretar el botón de la invasión
Los detractores de Netanyahu apuntan a que quiere librarse de todos los guardianes estatales y de cualquiera que pueda exponer sus errores y poner en peligro su poder
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En los días previos a la reanudación de la guerra en Gaza, Israel sufrió una conmoción a los que muchos de los diarios y telediarios se referían como "sin precedentes". Ocurrió tras el anuncio de Benjamin Netanyahu, sobre su intención de destituir al jefe del servicio de seguridad general interior (Shin Bet o Shabak), Ronen Bar. El primer ministro israelí mencionó la "continua falta de confianza" en Bar como motivo de su despido y este respondió: "Mi obligación principal es con la ley, no un juramento personal de lealtad". Según el diplomático Alon Pinkas, parte de lo que motivó la destitución, aunque no todo, es que la agencia de espionaje gubernamental que dirige Bar estaba investigando denuncias contra personal de la Oficina del primer ministro por sus negocios con Qatar.
Qatar, mediador en el conflicto actual entre Hamás e Israel, dueño de Al Jazeera, prohibida en Israel, Autoridad Nacional Palestina (y otros muchos países árabes), promotor deportivo, hogar de acogida del liderazgo de Hamás, sospechoso de violar derechos humanos, generoso filántropo de estudiantes y departamentos en universidades del mundo, y ahora, también, aparentemente, involucrado en relaciones financieras con tres cercanos a Netanyahu.
Volviendo a Ronen Bar: esta "falta de lealtad" también se expresa en la investigación que el Shin Bet publicó sobre los fallos del 7 de octubre de 2023, que expuso el papel de Netanyahu en la transferencia de dinero qatarí a Hamás, a pesar de que se le informó que algunos de estos fondos estaban destinados a armar a la organización terrorista.
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La sospecha de los detractores de Netanyahu es que quiere librarse de todos los guardianes estatales y de cualquiera que pueda exponer sus errores y poner en peligro su permanencia en el poder. Esta es la esencia de algunos de los los carteles de los manifestantes que protestan desde hace más de un año, entre ellos, la madre de un secuestrado, Einav Zangauker, exbibista (partidiaria de Bibi, apelativo de Netanyahu).
Esta sospecha, que está también amargando la existencia de la fiscal general del estado, Gali Baharav-Miara, trata de paralizar el sistema judicial, con la ayuda —o iniciativa— de su asistente, el ministro de Justicia Yariv Levin, intentando cancelar la independencia del cuerpo. Y, sobre todo, se opone firmemente al establecimiento de una comisión estatal de investigación sobre los atentados del 7 de octubre.
La narrativa de Netanyahu, según Pinkas, entre otros, es que los verdaderos culpables de la catástrofe de octubre fueron el Ejército y el Shin Bet, que no lo informaron correctamente.
La opinión de los israelíes
Según la socióloga Dahlia Schneildin, al igual que muchas decisiones políticas importantes desde octubre de 2023, la destitución de Bar desestimó las preferencias de los ciudadanos. Una encuesta realizada el lunes reveló que una mayoría de los encuestados israelíes (el 43%) rechazó la decisión del primer ministro, en comparación con un tercio que la apoyó (el resto desconocía la decisión), según una encuesta encargada por el ente público de radiotelevisión israelí Kan.
Además, una encuesta realizada en febrero por el Instituto de Estudios de Seguridad Nacional reveló que el 57% de los israelíes confía en el Shin Bet, incluyendo el 64% entre los israelíes judíos, mientras que solo el 21% confía en el gobierno que intenta destituir al director de la agencia. Según esta misma fuente, el 27% confía en Netanyahu, mientras que seis de cada diez israelíes, según otra encuesta del Canal 12 realizada a principios de marzo por el instituto Midgam, creen que Netanyahu debería dimitir. Durante la guerra, la mayoría de los ciudadanos de Israel deseaban su dimisión, ya fuera de modo inmediato o después del conflicto armado.
En la encuesta del Canal 12, una mayoría del 64% también quería la renuncia de Bar por su responsabilidad en el fracaso de su agencia el 7 de octubre. Pero ese motivo, según Schneidlin, no equivale a ser destituido por un líder en quien no confían.
El momento 'Weimar' de Netanyahu
El diplomático Alon Pinkas es de la opinión de que estamos en el "momento Weimar" de Israel, cuando "su frágil y precaria democracia se ve amenazada letalmente por un hombre desesperado y desquiciado que ha declarado la guerra a su propio país durante los últimos dos años". El diario Haaretz sostiene que, si parece una exageración, solo hay que observar a la República de Weimar en Alemania entre 1919 y 1933 y comparar lo que ha ido sucediendo desde que Netanyahu "instigó su golpe constitucional en enero de 2023".
El diplomático describe un período de “extrema inestabilidad política, populismo e inseguridad que conduce a una crítica demagógica contra el poder judicial y las llamadas élites”. En circunstancias así, el público puede haber perdido la confianza en el sistema político, "también puede estar hastiado, confundido y paralizado hasta la inacción".
Por ahora, la renovada ofensiva en Gaza ha propiciado la vuelta de Itamar Ben Gvir, líder de Otzmá Yehudit (poder judío, en hebreo) a las filas de la coalición de gobierno al que abandonó cuando Israel acordó el alto el fuego y el intercambio de rehenes por presos y detenidos palestinos. Este martes el Likud, el partido de Netanyahu, anunció el regreso de Ben Gvir quien pretende retomar sus labores como ministro el jueves.
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Sin embargo, la fiscal general Baharav-Miara comunicó al primer ministro que, "desde un punto de vista jurídico, no es posible nombrar al ministro Itamar Ben Gvir como ministro de Seguridad Nacional en este momento". El ministro de Comunicaciones Shlomo Karhi, del Likud, denunció a Baharav-Miara el martes después de que se filtrara su carta, diciendo que el documento que había enviado a Netanyahu "no le interesa a nadie, especialmente a un gobierno electo que trabaja en nombre del pueblo".
En noviembre del año pasado, la fiscal general escribió a Netanyahu diciéndole que debía reevaluar el mandato de Ben Gvir, a la luz de su intervención repetida y continua en asuntos operativos de la policía, sobre lo que el Tribunal Supremo le había indicado abstenerse, así como de su politización de las promociones policiales.
La erosión de los mecanismos estatales que engranan la democracia —y el talante de las personas que los representan— de la que tantos advierten, se manifiesta en aseveraciones como las del ministro Karhi: "Empecemos por el final: Ben Gvir votará pronto, Dios mediante, como ministro, para destituir al fiscal general".
"Patrimonialismo"
Según el sociólogo alemán Max Weber, los líderes de los estados obtienen legitimidad para poder llevar a cabo la pretensión de gobernar con justicia de dos maneras. La primera, la vía la burocracia legal racional, un sistema en el que la legitimidad la otorgan las instituciones que siguen ciertas reglas y normas y los funcionarios juran lealtad a la Constitución, no a una persona. Y, segunda, una fuente de legitimidad, "más antigua, más común e intuitiva: la forma de gobierno por defecto en el mundo premoderno", cita el periodista de The Atlantic Jonathan Rauch, tomando como referencia el libro El asalto al Estado: Cómo el ataque global al gobierno moderno hace peligrar nuestro futuro, de Stephen Hanson y Jeffrey Kopstein.
Según los autores, en este caso, el Estado es poco más o menos la extensa 'casa' del gobernante, no existe como entidad separada. Weber llamó a este sistema "patrimonialismo" porque los gobernantes afirmaban ser el padre simbólico del pueblo: la personificación y el protector del Estado.
El autor de una biografía de Netanyahu, Anshel Pfeffer, escribió que, tras observarlo e investigarlo, cree que le gustaría que la historia lo recuerde como el hombre que aseguró la supervivencia de Israel. Y sus discursos parecen confirmarlo.
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Según Weber, quien creyera que ese estilo de gobierno no podría durar en su tiempo (debía ser un optimista), puede infectar cualquier forma de gobierno "al reemplazar las líneas de autoridad formales e impersonales por líneas personalizadas e informales", escribió Rauch, quien también usa el patrimonialismo para describir al presidente de Estados Unidos, Donald Trump. "Basado en la lealtad y las conexiones individuales, y en recompensar a los amigos y castigar a los enemigos (reales o percibidos), se puede encontrar no solo en los Estados, sino también entre tribus, pandillas callejeras y organizaciones criminales", añade.
Según el periodista, la antítesis del patrimonialismo no es la democracia, sino el procedimentalismo burocrático. Mientras el autoritarismo clásico —el tipo de sistema de la Alemania nazi, la España franquista o la Unión Soviética— suele estar fuertemente burocratizado, con policía, ministerios, agencias, y sobre esas estructuras consolidan su poder, el patrimonialismo desconfía de la burocracia, así como del profesionalismo.
Y cuando Netanyahu (y Trump) se refieren al "estado profundo", por ejemplo, se refieren a ese tejido normativo. Al legítimo. La prensa libre, las instituciones democráticas. Netanyahu declara en estos días en un juicio por tres casos de corrupción, en todos se declara inocente y señala como culpables a la prensa, por sus ataques a su persona y familia, y al poder judicial.
De nuevo, la guerra
La reanudación de los combates también va en contra de la voluntad de la mayoría de los israelíes, según los sondeos y encuestas. El Índice de Voz Israelí, elaborado por el Instituto para la Democracia de Israel a finales de febrero, reveló que el apoyo a la segunda etapa del acuerdo de alto el fuego en Gaza que incluye "el cese total de las hostilidades, la retirada de la franja y la liberación de los prisioneros palestinos a cambio de la liberación de todos los rehenes", estaba aumentando. Del 70% que estuvo de acuerdo en enero al 73% el mes siguiente.
También en febrero, la encuesta del Instituto Nacional de Estudios de Seguridad (INSS, por sus siglas en inglés) reveló que solo una cuarta parte (24%) de los israelíes optó por "la reanudación de los combates intensivos" de las tres opciones ofrecidas para el siguiente paso de Israel en Gaza.
Los reservistas tampoco parecen estar respondiendo a la llamada del Ejército como al principio de la guerra. Según el diario Yedioth Aharonot, este mes de marzo, la mitad respondieron a la convocatoria.
En los días previos a la reanudación de la guerra en Gaza, Israel sufrió una conmoción a los que muchos de los diarios y telediarios se referían como "sin precedentes". Ocurrió tras el anuncio de Benjamin Netanyahu, sobre su intención de destituir al jefe del servicio de seguridad general interior (Shin Bet o Shabak), Ronen Bar. El primer ministro israelí mencionó la "continua falta de confianza" en Bar como motivo de su despido y este respondió: "Mi obligación principal es con la ley, no un juramento personal de lealtad". Según el diplomático Alon Pinkas, parte de lo que motivó la destitución, aunque no todo, es que la agencia de espionaje gubernamental que dirige Bar estaba investigando denuncias contra personal de la Oficina del primer ministro por sus negocios con Qatar.