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Miedo y acoso en las minas de oro: éxodo de empresas occidentales en el Sahel
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Miedo y acoso en las minas de oro: éxodo de empresas occidentales en el Sahel

La junta militar maliense arrestó al CEO de la principal empresa minera en el país por "blanqueo de capitales". Su gobierno está redefiniendo los códigos mineros que, hasta este momento, favorecían a las empresas extranjeras

Foto: Partidarios de la junta militar participan en una marcha para celebrar la retirada de Níger de la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental. (EFE/ISSIFOU DJIBO)
Partidarios de la junta militar participan en una marcha para celebrar la retirada de Níger de la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental. (EFE/ISSIFOU DJIBO)

En el Sahel, las empresas occidentales ya no son bienvenidas. En una "preocupante" escalada durante los últimos meses, las autoridades y fuerzas de seguridad de Burkina Faso, Mali y Níger han desplegado lo que parece una doble campaña de acoso contra trabajadores occidentales en estos países y sus empresas matriz, especialmente las dedicadas a la explotación minera. Las "tácticas de presión" contra estas empresas van más allá de una presión legal contra sus licencias de explotación, sino que están incluyendo amenazas de arresto o detenciones arbitrarias en plena noche.

El último ejemplo sería la empresa canadiense Barrick Gold, que explota minas de oro en Mali. La Junta Militar del país, que llegó al poder tras un golpe de Estado en 2021, ha presentado un complejo caso judicial contra la compañía: le reclaman cerca de 512 millones de dólares en presuntos impagados durante los años 2020, 2021 y 2022. Ante lo que consideran "irregularidades fiscales significativas" y un presunto delito de "lavado de dinero", Mali paralizó la actividad de la una de las minas (que supone cerca del 15% de la actividad total de la empresa) y un mes después detuvo temporalemente a cuatro ejecutivos.

Esta semana se anunció que las negociaciones entre Barrick y el gobierno maliense se habían suspendido sin llegar a un acuerdo. Los 17 millones que Barrick ofreció pagar para intentar llegar a un acuerdo no eran ni de lejos suficiente, y este enero el gobierno maliense confiscó más de tres toneladas de oro en poder de la empresa, según informó la Agence de Presse Africaine.

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Hay dos escenarios. El acoso, coordinado y que parece tener como objetivo expulsar a las empresas occidentales de estos países, ocurre precisamente en un momento en el que Europa se retira (política, en seguridad) de la región, mientras que aumenta la presencia de Rusia. Los gobiernos militares del cinturón saheliano han abierto sus puertas a mercenarios herederos del Grupo Wagner, muchas veces, a cambio de participaciones y explotación de minas y otros recursos naturales. Paralelamente, estos gobiernos denuncian más bien una recuperación de recursos nacionales que habían quedado en manos de extranjeros.

Barrick Gold no es la única afectada por las nuevas políticas malienses. En noviembre, el director general de Resolute Mining Ltd, Terry Holohan, fue arrestado en su hotel en Bamako junto con otros empleados de la compañía. La empresa minera informó, poco después del arresto, que pagaría hasta 160 millones de dólares para resolver "un litgio fiscal" con el gobierno maliense. Después, Tolohan fue cesado como CEO.

Hasta ese momento, Resolute Mining operaba en dos minas de oro: el yacimiento subterráneo de Syama, en Mali, y la mina de Mako, en Senegal. La primera, de la que la empresa poseía el 80%, ha sido acusada de "falsificación" y de "apropiación indebida de bienes públicos".

Tanto las detenciones como la paralización de las actividades mineras no son hechos aislados. Desde 2023, la junta militar maliense está revisando los códigos mineros para conseguir aumentar la participación estatal en la industria, reduciendo, así, la presencia extranjera. Este cambio implicaría elevar del 20% al 35% la participación del Estado en todos los proyectos mineros, además de obligar a las empresas extranjeras a renegociar sus contratos. También se han reducido los beneficios fiscales para compañías extranjeras con el objetivo de disminuir la presencia occidental en el sector.

El general Assimi Goïta, líder del gobierno de transición, ha sido claro: las empresas que no cumplan con los nuevos requisitos deberán abandonar el país. En esta línea, el ministro de Finanzas, Alousseni Sanou, ha anunciado la revisión de los contratos con otras mineras extranjeras, como B2Gold, Allied Gold y Robex.

"Durante años, empresas privadas de Canadá y Australia se han repartido el oro de África", explica la analista Beatriz Mesa, autora de Los grupos armados del Sahel: Conflicto y economía criminal en el norte de África, en una entrevista con El Confidencial. "Llegan con su tecnología y sus ingenieros, e imponen las normas de negociación en la extracción de recursos. África ni siquiera ha tenido la capacidad de exigir".

"Francia ha tratado a África subsahariana como su patio trasero"

Según Mesa, esta reforma minera y la consiguiente expulsión de empresas extranjeras representan "un cambio en la geopolítica desde abajo" y una "restauración de la soberanía nacional". Para ella, el continente está diversificando sus aliados y redefiniendo su papel en la economía global. "Hasta ahora, los grandes beneficiarios han sido los países del norte global, mientras que África ha quedado en desventaja", señala. "Nos enfrentamos a un momento clave: los actores tradicionales, como Francia, han tratado a África subsahariana como su patio trasero durante décadas. Pero eso está cambiando".

Mali no es el único país que ha tomado medidas para reforzar su control sobre los recursos naturales. Burkina Faso y Níger, que junto a Mali conforman la Alianza de los Estados del Sahel, también han impulsado diferentes políticas con el mismo fin: aumentar su participación en la explotación de sus yacimientos y disminuir, poco a poco, la influencia extranjera. Un paso más allá para cumplir con los objetivos de la Alianza que comprenden desde la independencia en materia de seguridad hasta la integración de su economía a través de la creación de una moneda común respaldada por un banco colectivo con "reservas compartidas". Además, comparten el hecho de haber calificado a Francia como su "principal adversario" y a Rusia como "un aliado estratégico".

Los tres países — que comparten su pasado como colonia francesa — han vivido diferentes golpes de Estado que han transformado los gobiernos en juntas militares. Como consecuencia, la tríada está protagonizando una reconfiguración geopolítica que se ha llevado por delante las alianzas que tenían con Occidente y que implica un progresivo acercamiento a Moscú

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De esta forma, y bajo las premisas de la coalición, Níger, también anunció la revisión de las regulaciones sobre la extracción de materias primas por parte de empresas extranjeras, lo que impactará directamente en la explotación del uranio, donde Francia ha sido históricamente dominante. "Los actores clásicos ya no son los más influyentes ni los más poderosos", señala Mesa. "Romper con Francia implica también romper con su control sobre el uranio y eso ha generado una crisis política, institucional y diplomática".

Coincidiendo con la retirada de las tropas francesas y la revisión de las políticas económicas por parte de las juntas militares, el presidente Emmanuel Macron criticó duramente a los gobiernos del Sahel. "Nos fuimos porque hubo golpes de Estado. Estábamos allí a petición de Estados soberanos que nos pidieron venir. Desde el momento en que hay golpes y se nos dice que la prioridad ya no es la lucha contra el terrorismo, Francia no tiene un lugar, porque no somos auxiliares de los golpistas", afirmó.

Macron también lamentó la falta de reconocimiento hacia el papel de Francia en la región y llegó a acusar de "ingratos" a los países del Sahel, donde habían estado operando en el marco de la lucha contra el yihadismo: "Desde 2013, nuestro compromiso contra el terrorismo fue claro y necesario. Creo que se les olvidó dar las gracias. No importa, llegará con el tiempo; la ingratitud es una enfermedad no transmisible al ser humano".

Foto: Las últimas tropas francesas abandonan Níger el 22 de diciembre (Reuters/Mahamadou Hamidou)

"Es la respuesta de un presidente francés que aún ve a África como su patio trasero", afirma Beatriz Mesa. "Francia ha tratado históricamente a África Subsahariana como si siguiera siendo una de sus colonias, sin mostrar respeto hacia sus jefes de Estado". Según Mesa, el objetivo de Mali, Níger y Burkina Faso es "recuperar su soberanía nacional, tanto en materia de seguridad como en el ámbito económico".

"Antes, los países del sur global otorgaban licitaciones a las potencias del Norte porque estas contaban con la tecnología, el conocimiento técnico y el personal especializado para llevar a cabo las prospecciones", explica. "Lo que está ocurriendo ahora en el Sahel Occidental, y en particular con estos tres países que han roto con Occidente, es que también están redefiniendo la gestión de sus propios recursos naturales".

Sin embargo, para los gobiernos del Sahel, la salida de Francia y el acercamiento a otros socios como Rusia, China e India forman parte de una estrategia para redefinir su posición en el escenario global. "África está tomando decisiones de manera unilateral, diversificando sus alianzas y buscando alternativas en los países BRICS. Esto es lo que Francia no ha entendido", explica la analista.

Salida de la CEDEAO

El acercamiento hacia Moscú coincide, además, con la salida de los tres países de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO), uno de los bloques económicos con más peso en la región. Los Gobiernos de los tres países acusan a la Organización de encontrarse "bajo la influencia de potencias extranjeras" y de haber traicionado "sus principios fundadores", dos motivos que les habrían empujado a abandonarla. Pero también existen otros, como la presencia de mercenarios del grupo ruso Wagner en la región o la iniciativa de Marruecos de facilitarles acceso al Atlántico.

Sin embargo, para el resto de países, la salida de Malí, Burkina Faso y Níger estaría más relacionado con una reacción directa a las sanciones impuestas por parte de la organización tras los golpes de Estado que llevaron a los militares al poder, así como a la presión ejercida para que restablecieran el orden constitucional.

Burkina Faso, por su parte, ha seguido una línea similar. Recientemente, nacionalizó las minas de oro de Boungou y Wahgnion, que estaban en disputa entre las empresas Endeavour Mining y Lilium Mining, las cuales iniciaron un litigio contra el gobierno. Ya en el año 2024, el país anunció la suspensión de las exportaciones de oro y otros "materiales preciosos" en un intento de "organizar mejor la comercialización" de estos bienes, de acuerdo con el Ministerio de Energía y Minas. Además, un año antes, el Gobierno confiscó 200 kilos de oro extraídos a Endeavour Mining por una "necesidad pública" y ante un "contexto excepcional".

Además, en el año 2024, el país inauguró su primera refinería de oro, impulsada por el Gobierno del líder militar, Ibrahim Traoré. "Desde hace algún tiempo, el oro se ha convertido en el principal producto de exportación del país. Pero no tenemos control sobre el oro (…). Hoy hemos decidido poner en marcha toda una cadena”, declaró durante la ceremonia inaugural. "Ya no es cuestión de sacar nuestro oro al exterior para refinarlo. Lo refinaremos en su sitio", concluyó.

En el Sahel, las empresas occidentales ya no son bienvenidas. En una "preocupante" escalada durante los últimos meses, las autoridades y fuerzas de seguridad de Burkina Faso, Mali y Níger han desplegado lo que parece una doble campaña de acoso contra trabajadores occidentales en estos países y sus empresas matriz, especialmente las dedicadas a la explotación minera. Las "tácticas de presión" contra estas empresas van más allá de una presión legal contra sus licencias de explotación, sino que están incluyendo amenazas de arresto o detenciones arbitrarias en plena noche.

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