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De Manila a La Haya con hasta 30.000 muertos a la espalda: así cayó "Harry Duterte"
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Justicia... y maniobra política

De Manila a La Haya con hasta 30.000 muertos a la espalda: así cayó "Harry Duterte"

El antaño imparable Rodrigo Duterte espera en La Haya un juicio que tiene claras connotaciones políticas internas y externas, pero en el que existen pruebas más que suficientes

Foto: Manifestación en Quezon, Filipinas, contra el expresidente Rodrigo Duterte. (Europa Press/Kenosis Yap)
Manifestación en Quezon, Filipinas, contra el expresidente Rodrigo Duterte. (Europa Press/Kenosis Yap)

El polémico expresidente filipino Rodrigo Duterte fue detenido al pasado lunes al aterrizar en Manila tras un viaje a Hong Kong y deportado poco tiempo después a La Haya, donde enfrentará un juicio en la Corte Penal Internacional por crímenes contra la humanidad. Sus abogados van a tener difícil presentar a su defendido como alguien inocente, teniendo en cuenta que él mismo ha reconocido en público que, en sus tiempos de alcalde de la ciudad de Davao, tenía escuadrones de la muerte. “Puedo hacer la confesión ahora si quieren. Tenía un escuadrón de la muerte de siete personas, pero no eran policías, también eran gánster”, se autoinculpó el político, al que entonces se le apodaba "Harry Duterte", en alusión al film de Clint Eastwood “Harry el sucio”, donde el protagonista, como hacía él, aplicaba la justicia a su libre criterio.

No será la única frase inconveniente para la defensa que saldrá en el juicio. El fiscal en La Haya va a poder también mencionar que en 2017, cuando Duterte era ya presidente, se autoinculpó también directamente de cometer un asesinato ante una platea que rompió a aplaudir tras escuchar a su líder, reconoce: “Con 16 años maté a una persona, de verdad. Hubo una pelea, puñaladas. Eso fue cuando tenía 16 años y solo por un cruce de miradas”. Tampoco será fácil usar la carta del arrepentimiento: “Nunca, nunca me disculparé por las muertes”, dijo Duterte en otro de sus mítines en enero de 2022. Y desde luego, tampoco parece que pueda usar la de que no hubo premeditación: “Hitler masacró a tres millones de judíos (…) Ahora hay aquí tres millones de drogadictos. Estaría feliz de masacrarlos”, soltó en 2016.

El número de muertes de las que dice no arrepentirse el mandatario que declaró una guerra contra las drogas, los traficantes y los consumidores son, según cifras oficiales, cerca de 7.000. Sin embargo, según investigaciones realizadas por varias ONG, la cifra real de “masacrados” ascendió a cerca de 30.000.

Muchos de esos fallecidos lo hicieron a manos de policías o paramilitares, sin un proceso judicial, y bajo el único criterio de ser sospechosos de traficar drogas. Multitud de familias denunciaron la muerte de allegados que estaban en el momento y lugar equivocado, pero que no tenían nada que ver con los estupefacientes. Las calles del país se llenaron de cadáveres que mostraban signos de haber sido ejecutados, mientras que las autoridades hablaban de respuesta de los agentes ante ataques armados. Los pocos críticos que levantaron la voz, algunos senadores y periodistas, fueron encarcelados o acusados de todo tipo de delitos.

Foto: Agentes de las fuerzas del orden se dirigen a un avión en el que viaja el expresidente filipino Rodrigo Duterte tras su llegada al aeropuerto de Róterdam. (Reuters/Wolfgang Rattay)

Todo eso va a tener que enfrentar ahora el antaño imparable Rodrigo Duterte en La Haya en un juicio que, en todo caso, tiene claras connotaciones políticas internas y externas. No parece casual tampoco que haya sido ahora detenido el jefe del clan que lleva meses en una disputa abierta por el control político del país. Como de una telenovela norteamericana de campos de petróleo o viñedos se tratara, los Duterte y los Marcos llevan meses batallando por el poder.

Bongbong y Sara, a palos

El pasado noviembre publicábamos en El Confidencial un artículo que hablaba de la cruenta pelea entre ambas familias. Entonces, Sara Duterte, actual vicepresidenta de Filipinas e hija del expresidente, afirmaba que “hemos alcanzado un punto de no retorno”. Su enfrentamiento con el nuevo mandatario, Ferdinand Marcos Jr., alias Bongbong, había alcanzado el grado de cruzarse amenazas de muerte públicas y órdenes de detención.

Entonces, todos los análisis apuntaban a que detrás de la disputa estaba la mano de papá Rodrigo, opositor desde el inicio de esa alianza entre ambas familias, y que pretendía colocar a algunos de sus cachorros —no necesariamente Sara, quien no es su favorita— en la carrera presidencial de 2028.

Foto: Sara Duterte y Ferdinand Marcos Jr, en junio de 2022. (Reuters/Eloisa López)

Parece que Marcos Jr. ha movido ficha intentando descabezar al jefe del clan y entregándolo a la justicia internacional. “Hoy, nuestro propio gobierno ha entregado a un ciudadano filipino —incluso a un expresidente— a potencias extranjeras. Desde que se lo llevaron esta mañana, no ha comparecido ante ninguna autoridad judicial competente para hacer valer sus derechos y poder acogerse a las medidas previstas por la ley. Mientras escribo esto, está siendo trasladado por la fuerza a La Haya esta noche. Esto no es justicia: es opresión y persecución”, denunció Sara Duterte.

El terremoto político interno es aún impredecible. Mientras en Davao, el área donde los Duterte tienen un peso considerable, se han producido ya manifestaciones de repulsa ante lo que sus allegados consideran como una vendetta política, en otras partes del país se está celebrando con júbilo la detención del que muchos califican de un tirano que había cometido múltiples delitos de los que era impune.

El presidente Marcos se ha limitado por ahora a tratar el tema como un simple proceso judicial y administrativo. “El avión se dirige a La Haya (Países Bajos) para que el expresidente sea juzgado por crímenes contra la humanidad en relación con su sangrienta guerra contra las drogas”, declaró sobre el envío de Duterte a Países Bajos. Había una orden de arresto y se ha ejecutado según los protocolos, es la versión de los Marcos.

Foto: El emprendedor español Diego Bello en una fotografía cedida. (EFE)

Los Duterte, sin embargo, hablan de una persecución política. El propio Rodrigo, ante los rumores de que al llegar a Manila iba a ser detenido, declaró el domingo en Hong Kong: “Si éste es realmente mi destino en la vida, no pasa nada, lo aceptaré”. Luego, cuando se vio que lo del destino era poder pasar unos cuantos años entre rejas, elevó el tono y jugó la carta del patriotismo: “Tendrán que matarme. No permitiré que se pongan del lado de los extranjeros blancos”, dijo ya prisionero. Sara, la hija vicepresidenta, ha volado a La Haya para acompañar a su padre en el proceso penal que ahora deberá enfrentar.

La CPI, bajo sospecha

En estos tiempos convulsos, donde la legalidad internacional se ha puesto en entredicho y desde la actual Casa Blanca se imponen restricciones financieras y de visados a los miembros de la Corte Penal Internacional (CPI) que colaboren en investigaciones contra los EEUU y sus aliados, todo puede suceder. En febrero, Trump firmaba una orden ejecutiva contra la CPI por sus investigaciones al Gobierno de Israel, al que se acusa de genocidio.

Este es un giro importante. EEUU no reconoció nunca la CPI, pero el paso dado ahora es un ataque frontal a su capacidad de maniobra y su legitimidad por parte de la hasta hoy superpotencia del bloque occidental.

Foto: El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. (EFE/EPA/Abir Sultan) Opinión
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Hasta ahora, las quejas y polémicas sobre la funcionalidad de este organismo habían venido de países, especialmente africanos, que consideraban que la CPI actuaba solo contra Estados y mandatarios de países en desarrollo. El primer paso dado por Trump pone aún en más tela de juicio la viabilidad de la Corte y ahora queda por ver si la Casa Blanca se entrometerá o no en este proceso.

¿Es Duterte un aliado de Trump, ergo de EEUU? Lo fue. El presidente filipino que llamó “hijo de puta” a Barack Obama era del agrado del Trump del primer mandato. Pero aquella Filipinas tenía un peso y hoy, en plena guerra por las aguas territoriales con China, tiene otro.

Con Biden, se han reabierto las bases y cooperación militar entre Filipinas y Estados Unidos, lo que causó mucho enojo en Pekín, que entendía que la estrategia de Biden era rodear militarmente a China. ¿Qué sucederá con Trump? Desde luego nadie lo sabe. El valor de Filipinas en la cosmovisión del magnate es incierto. No tiene dinero ni recursos naturales con los que sentarse a jugar a las cartas con el neoyorquino, así que su gran valor es el estratégico y el de poder meter el dedo en el ojo a Pekín. Y eso, según se ha podido intuir de los primeros meses de esta nueva Administración en Washington, parece que son cartas que Trump podrá intercambiar cuando llegue el momento con Xi.

No parece, por tanto, clara aún la posición de EEUU en este juicio, pero sí es evidente que la CPI está en la mira de Trump y eso, desde luego, la debilita ante los ojos de un planeta que ve esta Corte como parte de un sistema político global occidental que se quiere abolir. Extranjeros blancos”, que los ha definido el detenido Duterte, sabedor de que su mejor defensa será la de desacreditar el proceso porque frente a las pruebas, "Harry Duterte" lo tiene difícil.

El polémico expresidente filipino Rodrigo Duterte fue detenido al pasado lunes al aterrizar en Manila tras un viaje a Hong Kong y deportado poco tiempo después a La Haya, donde enfrentará un juicio en la Corte Penal Internacional por crímenes contra la humanidad. Sus abogados van a tener difícil presentar a su defendido como alguien inocente, teniendo en cuenta que él mismo ha reconocido en público que, en sus tiempos de alcalde de la ciudad de Davao, tenía escuadrones de la muerte. “Puedo hacer la confesión ahora si quieren. Tenía un escuadrón de la muerte de siete personas, pero no eran policías, también eran gánster”, se autoinculpó el político, al que entonces se le apodaba "Harry Duterte", en alusión al film de Clint Eastwood “Harry el sucio”, donde el protagonista, como hacía él, aplicaba la justicia a su libre criterio.

Rodrigo Duterte