Ucrania sufre para movilizar nuevos reclutas: ¿por qué deja fuera a la mitad de su población?
La cuestión de la movilización forzosa y el reclutamiento de hombres para el Ejército se ha convertido en quizá el elemento más divisivo para la sociedad ucraniana
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Despacho Oval. El momento en el que todo explotó (públicamente).
JD Vance, a Zelenski: Ahora mismo estáis teniendo que obligar a los reclutas a ir al frente, porque tenéis problemas de personal; deberías agradecer al presidente Trump que trate de poner fin al conflicto.
Zelenski, molesto: ¿Ha estado alguna vez en Ucrania para ver qué problemas tenemos? Venga a verlo alguna vez.
JD Vance: Lo he visto en las noticias… (...)
Trump, interrumpe: Tendrías que estar agradecido. No tienes las cartas. Vuestra gente está muriendo. Estáis quedándoos sin soldados. Escucha, os estáis quedando sin soldados.
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Mientras el presidente de Estados Unidos y su segundo ejecutaban la encerrona a Volodímir Zelenski que luego les serviría de excusa –aunque la decisión, según se ha ido filtrando, ya estaba tomada– para suspender la ayuda militar estadounidense a Kiev, a casi 8.000 kilómetros de distancia, en Lviv, Marina Rudyuk mandaba un mensaje.
“Mi análisis de lo de Trump: acabo de aplicar para las Fuerzas Armadas de Ucrania”.
Dos días después, ya ha hablado con el comandante de la brigada a la que quiere pertenecer. En breve comenzará el proceso de entrenamiento y, en quizá poco menos de un mes, comenzará su andadura como operadora de drones. Acaba de convertirse en una recluta más de las que Ucrania necesita desesperadamente para mantener el frente. Quizá incluso más ahora que se habla de un alto el fuego —sin garantías de seguridad para una paz duradera— con Estados Unidos presionando a Kiev.
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Tras un año en el que Ucrania ha logrado a duras penas sostener los miles de kilómetros de frente y en el que Rusia mantiene la presión ofensiva sustituyendo sus pérdidas de hombres a una velocidad mucho mayor que la de Kiev, la cuestión de la movilización forzosa y el reclutamiento de hombres para el Ejército se ha convertido en quizá el elemento más divisivo para la sociedad ucraniana.
Una herida abierta que ya no es solo cuestión de números en las matemáticas militares, sino que tensa las costuras de una sociedad agotada y cada vez más dividida entre soldados / civiles, aquellos que viven lejos de la guerra y los que lo hacen en las provincias del frente, hombres y mujeres. Una tensión explotada por Rusia… y ahora por EEUU.
1 de febrero. Oleksandr Sikalchuk, oficial de reclutamiento, para en una gasolinera en Poltava. Es una noche de rutina: escoltar a nuevos reclutas movilizados a su centro de formación. Un hombre embozado en un pasamontañas y armado con un rifle le demanda que entregue sus armas. El militar se niega, y el hombre le dispara, matándolo en el acto. Tras robarle la ametralladora, el asaltante huyó del lugar junto a uno de los reclutas movilizados, al que presuntamente conocía. La muerte de Sikalchuk es solo el más grave de un pequeño reguero de ataques contra oficinas de reclutamiento en los últimos dos meses, desde un acuchillamiento en Lviv (oeste) a la explosión de un centro en Rivne (norte).
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Los servicios de Inteligencia ucranianos culparon a infiltrados rusos del asesinato de Sikalchuk. Muchos otros también apuntan a Rusia, aunque de otra manera.
“Es nuestro punto más débil”, dice Pavlo, un hombre en la treintena, sentado en su cocina en Kiev. Pavlo no ha sido un desertor, nunca ha tenido dudas de la causa ucraniana. En los dos primeros años desde el inicio de la invasión a gran escala, llegó a donar hasta 3.000 euros mensuales al Ejército, tirando de ahorros de la familia. Ha viajado al frente. Ahora, no sale de casa. Se ha dado de alta telemáticamente en los registros militares necesarios, pero no quiere ir más allá por miedo a lo que ya llaman ‘busificación’: vídeos en los que se ve cómo oficiales de reclutamiento con exceso de celo detienen a hombres que intentaban esquivar la llamada a filas. “No son tantos vídeos, en un país de 46 millones de habitantes” –razona para sí mismo– "pero los rusos los amplifican, nos dicen 'tú serás el siguiente', los utilizan contra nosotros mismos en un momento como este".
Delicado equilibrio
En el último año, el Gobierno de Kiev ha acelerado sus esfuerzos para la movilización de nuevos reclutas. En abril del año pasado, bajó la edad de movilización obligatoria de 27 a 25 años, y limitó los permisos para poder salir del país.
No todo es movilización forzosa. Paralelamente, se ha liberalizado el reclutamiento directamente por las brigadas, que atraen a sus propios voluntarios. Hace menos de un mes, se anunció un nuevo plan que incluía un jugoso paquete de ayudas económicas e incluso una hipoteca a interés cero para los jóvenes de entre 18 y 24 años que se alistaran voluntariamente.
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Pero hay algo que ni siquiera es una cuestión abierta. Pese a que supone la mitad de la población.
Frontera entre Polonia y Ucrania. Las más de una treintena de almas en este vagón, operaria del tren incluida, son mujeres. El único hombre es Vlad (Vladislav, puntualiza rápidamente su Alexandra), un niño de seis años que vuelve con su madre a Kiev. De su corta vida, la mitad la ha pasado ya en guerra total. Una guerra que va a diferentes velocidades para la mitad de la población. Toda afectada por la guerra, pero con diferentes pesos sobre los hombros. En cada artículo sobre Ucrania que publica El Confidencial hay siempre una pregunta en los comentarios: ¿A qué espera Zelenski para movilizar también a las mujeres?
Pese a las presiones estadounidenses ya desde Joe Biden para que bajara la edad de movilización obligatoria de los 25 a los 18 años, Zelenski nunca ha dado el paso. Tampoco está en la agenda, incluso aún más remotamente, la movilización de las mujeres, según tuvo que salir a asegurar Fedir Venislavskyi, diputado del Comité Parlamentario de Seguridad Nacional, Defensa e Inteligencia, a principios de este febrero. No hay debate. Hasta el momento, tan solo aquellas mujeres con formación médica o farmacéutica deberán registrarse en el Ejército, pero no para ser movilizadas "bajo ningún concepto" si no es voluntariamente.
Entre la guerra y el futuro demográfico de Ucrania que suponen sus jóvenes y sus mujeres, entre las necesidades de primera línea y mantener a duras penas la economía en marcha, entre avanzar hacia un Ejército europeo y profesional o acercarse a los estándares soviéticos de una Rusia que lanza ‘volquetes de carne’ al frente, Kiev está luchando por encontrar el equilibrio.
Un equilibrio en peligro en ambos sentidos. “He hecho el proceso de formar a mi obrador ya tres veces”, cuenta Stanislav Zavertailo, cofundador de una cadena de cafeterías-pastelerías en Kiev. “La movilización es, ahora mismo, el gran problema para la mano de obra: teníamos un camarero, Oleksii, de 26 años, que lo mandamos a un curso de vinos, en el metro se encontró con un reclutador, y ya no volvió nunca a trabajar. [Otro trabajador] Román cumple esta semana 25, y estoy viendo ya cuándo va a ir al Ejército”, ejemplifica el empresario.
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Para los soldados en el frente, muchos voluntarios desde 2022, que firmaron un contrato “hasta el final de la guerra”, agotados y sin rotación, “se les hizo creer a los hombres del país que se podía ganar la guerra sin ellos”, ejemplifica Nemo, comandante de la 60 brigada de artillería, desplegada en el Donbás. En su opinión, y la de otros muchos militares con los que ha hablado El Confidencial en el último mes y medio, consideraciones políticas y desorganización han echado a perder las necesidades del Ejército entre sus filas.
Donde más se nota la necesidad es en infantería, el cuerpo que también sufre más cada embestida rusa o cada error, limitación o escasez ucraniana. Pero incluso en cuerpos de segunda línea, como las brigadas de artillería en el Donbás, también necesitan gente. “Son diez rusos por cada ucraniano”, continúa Nemo.
Pero, en realidad, no es solo cuestión de hombres. “No tiene sentido ver peticiones de que Ucrania baje su edad de movilización, presuntamente para reclutar a más gente, cuando vemos que el armamento anunciado no llega a tiempo”, afirmó Dmytro Lytvyn, asesor de comunicaciones de Zelenski, a finales de año. En su momento, el portavoz del Departamento de Estado de Biden, Matthew Miller, afirmó que EEUU estaría listo y dispuesto para entrenar a los nuevos soldados ucranianos y proveerlos de armamento si Ucrania cambiaba su política de movilización. Ahora, con Trump en la Casa Blanca bloqueando cualquier ayuda militar, ¿tendría sentido? ¿Son necesarios jóvenes o mujeres sin apenas entrenar en un frente cada vez más tecnológico, donde los drones empiezan a suplir a los hombres?
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"¿Movilizar a las mujeres? ¿Para que sean carne de cañón?", dice Igor, con sorna. No porque no crea que las mujeres puedan llegar a ser soldados capaces. Según el Ministerio de Defensa ucraniano, habría unas 65.000 mujeres en las Fuerzas Armadas, un aumento del 40% con respecto a 2021, un año antes de la invasión a gran escala. Se trata de alrededor de un 7% del total del Ejército (en la mayoría de los países de la OTAN, el porcentaje es algo mayor; en España, el 12%). En los últimos meses, las mujeres suponen más de una de cada diez de los nuevos voluntarios al Ejército, según el Ministerio de Defensa. Así, por las circunstancias sobrevenidas, Ucrania tendría el mayor número de mujeres en el campo de batalla en la historia reciente, según Natalia Kalmykova, ministra de Asuntos de Veteranos.
"Nuestra constitución sostiene que es el deber de todo ucraniano proteger su país, así que es lo justo que las mujeres también prestemos servicio", dice Alla Koshlyak, soldado voluntaria ella misma y periodista. Por supuesto, hay elementos demasiado enraizados en la cultura ucraniana, todavía muy patriarcal pese a las reformas que la guerra ha acelerado. Y cuando no se habla directamente de machismo, se escoge el término "Bereginya": el espíritu de una deidad eslava que protegía el hogar, llevando sobre sus hombros la carga del futuro del país, mientras los hombres partían al campo de batalla.
“Si estamos apostando por ‘hombres a patadas’, no seremos suficientes para los rusos. Si estamos apostando por digitalizar el campo de batalla, con mejores modelos de armas, superaremos al enemigo técnicamente. Ese es el cambio que estamos viendo dentro del Ejército ucraniano”, continúa Igor. “Pero para eso se necesita un soldado no intimidado metido al Ejército por la busificación. Necesitamos soldados profesionales, efectivos y experimentados”.
Despacho Oval. El momento en el que todo explotó (públicamente).