Cómo Ucrania está cambiando la guerra para no depender (tanto) de Trump
La suspensión de la ayuda estadounidense dificultará la guerra para Kiev, pero no supondrá su final: hace mucho que la lucha está en una nueva fase
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Los coches frenan en el corazón de Kiev. Khreschatyk, la calle principal, se detiene en silencio. A 0 grados, los conductores abren sus puertas y bajan de los vehículos para hincar las rodillas en el asfalto. De fondo suena el rumor de la Ucrania en guerra. Es el inicio de Plyve kacha, himno de los funerales militares ucranianos. Una multitud con banderas se arrodilla también en las escaleras del Maidán. Todos a los pies del féretro de Volodymyr Rakov, soldado de la 24ª Brigada Mecanizada.
La escena del pasado domingo se repitió el miércoles con un operador de drones. Y es probable que sea más frecuente en las próximas semanas, ahora que la Casa Blanca ha suspendido la ayuda militar a Ucrania, en lo que parece un intento de forzar a Volodímir Zelenski a una negociación de paz en los términos de Moscú. El daño más grande se confirmó este miércoles, al detenerse el intercambio de Inteligencia. Información que, además de permitir ataques precisos en el interior de Rusia, servía de alerta temprana para proteger grandes ciudades, como Kiev, de los misiles rusos.
Hoy eso ya no está y provocará la peor de las pérdidas: vidas ucranianas. Especialmente civiles. Golpe duro para algunos, puñalada por la espalda para otros. Una estocada, en términos taurinos, a la que no seguirá el descabello, porque Ucrania lleva dos años preparándose para este momento.
"El campo de batalla cambia cada medio año, es lo que diferencia esta guerra de las anteriores", resume Oleksandr Yarmak, sargento de las Fuerzas de Sistemas No Tripulados del Ejército ucraniano. "Esa velocidad en la innovación es lo que nos da ventaja sobre el enemigo".
Tan simple y tan complicado. Lo mismo que dificulta la victoria de Kiev permite esquivar la derrota ante el retiro de la ayuda convencional. Los misiles y la artillería venidos de EEUU no sostienen ya la estrategia de Kiev en el frente. Siendo fundamentales, el pilar principal son los drones.
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Si el primer año de la guerra fue el de la supervivencia e improvisación, 2023 se convirtió en el momento de estandarizar las creaciones. Fue entonces cuando los sistemas de vigilancia con aeronaves se extendieron y los drones se sumaron al ataque de manera coordinada. Esta tecnología pasó a ser norma en 2024 ante la escasez de proyectiles de artillería, desarrollando también en tierra muchas otras variantes.
Esto no son solo titulares. El año pasado, Ucrania fabricó más de 2 millones de drones FPV y varios miles más fueron de largo alcance. Algunos, con capacidad para atacar a 1.700 kilómetros de distancia. La misma que hay en línea recta de Málaga a Bruselas.
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En su conferencia de prensa anual, en la que importantes cargos del Estado ucraniano, como el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas o los jefes de la Inteligencia civil y militar comparecen junto a Volodímir Zelenski, el ministerio de Defensa ucraniano, Rustem Umerov, ofreció el dato que mejor revela el cambio: no habló de misiles o transporte blindado, habló de que el país "se ha convertido en el mayor fabricante de drones del mundo".
El arsenal de Europa
Aquel día, Zelenski adelantó que en 2025 la producción será aún mayor (en 2024, la realidad duplicó sus previsiones) y dio cifras clave para entender la situación de Ucrania: el 30% de esta producción fue financiada por EEUU; Europa cubrió otro 30%, y el resto lo pagó Kiev. El plan de Ucrania era aumentar su contribución hasta el 50% este año, pero, tras la encerrona del Despacho Oval, se verá obligada a incrementar aún más su participación, igual que el resto de socios europeos.
Algo similar ocurre con los sistemas de artillería. Ucrania fabricó 154 el año pasado, una cifra superior a la de la mayoría de los países de la OTAN –sin confirmación oficial debido a la falta de transparencia—. A estos obuses autóctonos se suman los envíos europeos: Alemania acaba de entregar los primeros RCH, también llamados "los obuses más avanzados del mundo". Un sistema de artillería con ruedas que se recarga de manera autónoma y puede disparar en marcha con tan solo un equipo de dos personas.
Acuerdos similares con estados y empresas se cierran semanalmente en Kiev. El más evidente quizás sea el de Rheinmetall, que ya produce más proyectiles de 155mm que todo Estados Unidos para alimentar los cañones que siguen siendo vitales, pero que han sido parcialmente sustituidos por los drones. Armin Papperger, CEO de la empresa, adelantó este marzo, además, la creación de fábricas de reparación de tanques Leopard y artillería alemana en suelo ucraniano, como ya ocurrió el año pasado con los blindados de infantería Marder. La británica BAE Systems anunció lo mismo para los vehículos de combate suecos CV90.
"Si no estás en Ucrania, no existes", simplifica Andrii Koropatva, CEO de Ancestor, una start-up de defensa que ha desarrollado un software para automatizar enjambres de drones autónomos. Fue uno de los equipos que presentó su proyecto durante el Tech Innovation Forum 2025, a finales de febrero, al que asistió El Confidencial. La feria de Defensa reunió a líderes del sector, generales ucranianos y personalidades como David Petraeus, exdirector de la CIA.
Noticias que pasan por debajo del radar ante cada nueva ocurrencia de Donald Trump, pero que son coherentes con la construcción de una industria de defensa —adaptada a un nuevo tipo de guerra— que Ucrania empezó a cimentar en 2023. Con un propósito: ser el arsenal de Europa.
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"Ucrania lidera la transformación de la guerra", dijo el exjefe de los espías norteamericanos. “Y sigue desarrollando tecnología avanzada que no se utiliza en ningún otro lugar del mundo. Este es el futuro de la guerra".
IA, drones, y más IA
Como en la belleza, los estándares de la guerra han cambiado. En 2025 no se depende tanto de armamento pesado, ruidoso y de gran calibre. Más bien del pequeño, autónomo y capaz de actualizar su tecnología. Por eso nadie se levantó de la silla con el sonido de las alarmas anti-áreas mientras mandos ucranianos aleccionaban sobre los aprendizajes que los drones marinos y terrestres han dejado en Ucrania durante los últimos meses. Y qué sectores sería interesante cubrir.
En tierra, la brigada Khartiia llevó a cabo el primer ataque mecanizado apoyado por aeronaves, sin intervención humana, de la historia. Frente al martilleo de la artillería convencional, los drones son ahora responsables de la mayor parte de las bajas en el frente (muchos comandantes sitúan las cifras en torno al 80%). En el mar Negro, los botes dirigidos a distancia han pasado de minar el agua a portar drones aéreos capaces de atacar helicópteros enemigos. Pero no todo tiene por qué sonar tan sexy.
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“Este año tenemos que seguir trabajando en drones térmicos, drones interceptores y encontrar soluciones contra los Shahed y las bombas guiadas”, señala Nataliia Kushnerska, CEO de Brave 1, coordinadora creada por el Gobierno ucraniano para unir iniciativas de defensa e inversores.
Ucrania es el campo de batalla perfecto en el que testear productos. La necesidad obliga a probar soluciones. Si funcionan, no solo ayudan a Kiev, sino que se convierten en productos exportables a otros ejércitos. Lo mismo sucede para Moscú. "Los rusos también se están adaptando a una nueva situación", advertía Alexander Stubb, presidente de Finlandia, el pasado enero en Davos.
En el foro en Kiev hubo anuncios que se llevaron los focos, como la presentación del misil Trembita, producido en Ucrania, con un alcance superior a los 140km y un precio menor de 10.000 dólares la versión más básica, que hará a Ucrania menos dependiente del armamento exterior –cada unidad de ATACMS estadounidense cuesta un millón—.
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Sin embargo, la mayoría de proyectos brindaban soluciones para mejorar las defensas antiaéreas, basadas en drones equipados con inteligencia artificial, y reconocimiento del frente con fotografías aéreas. Es decir, soluciones pensadas para reducir la dependencia de Occidente, especialmente Washington, en lo que respecta a los misiles antiaéreos Patriots y la información satelital. El gran shock del anuncio de Trump.
"El paradigma militar ha cambiado. La guerra se mueve hacia los drones, pero la guerra electrónica obliga a que sean autónomos", matiza Daniel, representante de ANVARIX, compañía dedicada al desarrollo de aeronaves sin pilotos. "Tener la ventaja tecnológica es la clave para ganar".
Quizás por eso gran parte de las ideas ucranianas y extranjeras están ya probándose a pequeña escala algunas zonas del frente. Ucrania llega a marzo de 2025 con considerablemente más terreno que en marzo de 2022, cuando comenzó la invasión rusa, y algo menos que hace un año. En las últimas semanas, incluso, Kiev realiza pequeños contrataques en el frente este, de Kupiansk a Pokrovsk, pasando por Toretsk. Pero sufre para mantener las vías logísticas en Kursk.
El veto de Donald Trump "tendrá consecuencias significativas, pero no es probable que los rusos se abran paso de inmediato o en los próximos meses", afirma Kateryna Stepanenko, analista del Instituto para el Estudio de la Guerra. "Los ucranianos podrán mantener la defensa", como hicieron la última vez que los republicanos bloquearon un paquete de ayuda, a finales de 2023. Ucrania terminó retirándose del bastión de Avdiivka y, desde entonces, Rusia tan solo ha avanzado 50 kilómetros en línea recta.
Pero la guerra para bien y para mal ya no se mide en kilómetros. Por eso la ayuda estadounidense todavía es importante. Sigue siendo margen de negociación, armas, dinero para equilibrar las cuentas y, sobre todo, tiempo para seguir desarrollando la industria interna. Tres años y más de 250.000 millones después, Ucrania no está en peor situación que el fatídico 24 de febrero. Aunque siga teniendo que detener el tráfico en el corazón de la capital, para honrar a sus muertos de rodillas.
Los coches frenan en el corazón de Kiev. Khreschatyk, la calle principal, se detiene en silencio. A 0 grados, los conductores abren sus puertas y bajan de los vehículos para hincar las rodillas en el asfalto. De fondo suena el rumor de la Ucrania en guerra. Es el inicio de Plyve kacha, himno de los funerales militares ucranianos. Una multitud con banderas se arrodilla también en las escaleras del Maidán. Todos a los pies del féretro de Volodymyr Rakov, soldado de la 24ª Brigada Mecanizada.