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'UK is back': Ucrania convierte a Starmer en el héroe europeo más inesperado tras el Brexit
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en un momento geopolítico clave

'UK is back': Ucrania convierte a Starmer en el héroe europeo más inesperado tras el Brexit

Su estilo aburrido y falta de carisma generaban poca inspiración. Pero esa naturaleza discreta se ha convertido en la mejor arma para lidiar con el imprevisible Trump

Foto: Keir Starmer, en marzo de 2023. (EFE/Andy Rain)
Keir Starmer, en marzo de 2023. (EFE/Andy Rain)
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Cuando se convirtió en primer ministro, Keir Starmer retiró el famoso retrato de Margaret Thatcher de su oficina en Downing Street, recalcando que no le gustaban las fotos de gente mirándole “fijamente". Pero ahora que todo el mundo le está comparando con la histórica líder conservadora, igual cambia de opinión y lo vuelve a poner. La crisis de Ucrania se ha convertido para el laborista en su particular 'momento Malvinas'.

Cuando en 1982 el general Galtieri, entonces dictador del régimen impuesto en Argentina, invadió las islas afirmando que su país las poseía, Thatcher aparecía en los sondeos como la dirigente más impopular que había tenido Reino Unido. Pero su respuesta al conflicto, la consagró en la esfera internacional. Empezó a mostrar al mundo que realmente era la Dama de Hierro, un supuesto apodo insultante que le había dado la Unión Soviética y que ella, sin embargo, vio como gran halago.

Ahora el autócrata cruel e invasor es Vladímir Putin. Y Starmer, el que inesperadamente se ha convertido en el líder del mundo libre frente al impredecible -¿y poco fiable?- Donald Trump. Desde que asumió el cargo, el estilo burocrático y lento del británico ha exasperado incluso a sus propios partidarios. La búsqueda del crecimiento económico, principal objetivo del gobierno, resultaba infructuosa y su popularidad en los sondeos caía cada semana. Su carisma brilla por su ausencia.

Sin embargo, esa naturaleza discreta —en contraste con la del francés Emmanuel Macron, el otro postulante a 'Mr. Europa'— se ha convertido ahora en la mejor arma para ganarse la simpatía del inquilino de la Casa Blanca. Incluso su voz pusilánime, ridiculizada muchas veces en Reino Unido, es vista ahora como un tono “con bello acento” por el presidente estadounidense.

Foto: Zelenski junto a Keir Starmer. (EFE/EPA/Sergey Dolzhenko)

Seamos claros, Starmer está aún lejos de ser un superhéroe. Pero ha conseguido que Reino Unido, marginada tras el Brexit, recupere su liderazgo en el tablero geopolítico. Eso le ha valido los halagos de todos los grupos políticos en Westminster y los aliados al otro lado del canal de la Mancha.

Tras el divorcio europeo, el caos de los Comunes, las fiestas en pandemia del irreverente Boris Johnson, el desplome de la libra con la fugaz Liz Truss y las pretensiones de una nueva Global Britain centrada en el Indopacífico, Reino Unido regresa a escena como actor clave para la defensa del Viejo Continente, convirtiéndose en el puente entre Washington y Bruselas.

Desde que Trump amenazó con darle la espalda a Ucrania, iniciando las conversaciones con Rusia ante un alto el fuego mientras marginaba a Kiev, el inquilino de Downing Street (que siempre se opuso al Brexit estando en la oposición) ha desempeñado un papel cada vez más visible y determinante en la diplomacia transatlántica.

Mientras los líderes de la UE celebraban una cumbre de emergencia en Bruselas el pasado jueves para discutir un nuevo plan de defensa — respaldando por unanimidad una propuesta para aumentar el gasto en hasta 800 mil millones de euros en todo el bloque —, el ministro de Defensa británico, John Healey, se reunía en Washington con su homólogo estadounidense, Pete Hegseth, al que recalcó que Europa ha cumplido con su palabra y ha redoblado sus esfuerzos en seguridad.

Foto: El primer ministro británico, Keir Starmer. (Reuters/Leon Neal)

Durante 30 años, Reino Unido ha actuado como un actor secundario de Estados Unidos, persiguiendo objetivos globales sin los medios para sostenerlos. Pero el regreso de Trump ha obligado a Londres a definir urgentemente las prioridades.

Una de las grandes verdades de la política, que suele atribuirse a Harold Macmillan, es que los líderes suelen definirse por su respuesta a acontecimientos que escapan a su control. Puede que hayan llegado al poder con manifiestos repletos de planes. Pero la política exterior puede acabar devorando a la doméstica. Winston Churchill será recordado por su papel en la Segunda Guerra Mundial. Tony Blair, por llevar al Reino Unido a invadir Irak en respuesta a los ataques del 11-S. David Cameron, será siempre el hombre que convocó el referéndum del Brexit.

Y en este sentido, tanto los miembros del Partido Laborista como los aliados europeos se preguntan ahora si ha llegado el momento de Starmer. Son muchas las amenazas que representa la grieta transatlántica en uno de los momentos de más inestabilidad europea desde la II Guerra Mundial. Pero, el británico está logrando dar todo el respaldo público a Zelenski con abrazos en Downing Street y simbólica visita a Carlos III, sin provocar la ira del presidente estadounidense.

Foto: Un Typhoon de la RAF durante una operación en Yemen. (Reuters)

A Trump parece gustarle el hecho de que el premier sea un tipo directo y sin pretensiones, algo que le facilita plantear cuestiones difíciles con menos riesgo. Claire Ainsley, exdirectora de políticas de Starmer, que ahora trabaja en el centro de estudios Progressive Policy Institute, con sede en Estados Unidos, resumió su enfoque hacia Trump como “claro, coherente y profesional”, centrándose en áreas en las que podrían trabajar juntos.

De manera similar, otra de las supuestas debilidades de Starmer — esa cautela, vista por los críticos como falta de convicción ideológica — podría terminar convirtiéndolo en un intermediario adecuado entre actores con perspectivas muy diferentes. Es algo que el líder británico ya había tenido que afrontar como asesor de derechos humanos del incipiente Servicio de Policía de Irlanda del Norte a principios de la década de 2000, trabajando en un ámbito sectario en un momento delicado del conflicto en Belfast. Hugh Orde, jefe de policía en ese momento, le dijo al biógrafo de Starmer, Tom Baldwin, que nunca mostró “ningún indicio de parcialidad o ambición política".

Aumentar el gasto en defensa del 2,3% al 2,5%

Si bien el laborista no ha elegido las circunstancias globales actuales, hay una nueva urgencia en su modus operandi y la crisis ha revelado una faceta diferente. El giro no es del todo 'churchilliano', pero Starmer se ha convertido ahora en un político hábil y decidido. De ahí su anuncio para aumentar el gasto en defensa del 2,3% al 2,5% del PIB en 2027, y luego al 3% en los primeros años de la próxima década.

Pese a que el incremento viene a costa de reducir el presupuesto de ayuda exterior — lo que provocó la dimisión de la secretaria de Estado, Anneliese Dodds — no es algo que haya pasado factura en las encuestas de opinión. Por primera vez en su mandato, la popularidad de Starmer ha repuntado en los sondeos.

Foto: Elon Musk, durante la ceremonia de inauguración del segundo mandato presidencial de Trump. (Reuters/Mike Segar)

El pueblo respalda su papel ante la defensa de Ucrania. El premier ha conseguido trasladar el mensaje de que lograr una paz justa y duradera para Kiev es clave para la seguridad y la economía británica. Estuvo rápido en anunciar que los 5.000 misiles de defensa aérea que mandarán a Zelenski se fabricarán en Belfast, generando 200 puestos de trabajo en Irlanda del Norte. Y contundente al advertir que si la guerra continúa volverán a subir los recibos de la luz.

Ahora bien, el reto es conseguir que el respaldo del votante continúe. Priorizar la defensa exige radicalismo para abordar la falta crónica de crecimiento económico del Reino Unido. Para financiar el rearme habrá que recortar el dinero en otros ministerios. Primero ha sido la ayuda al desarrollo. Pero luego podrían venir los recortes a los subsidios sociales o sanidad. Y eso ya es más complicado de vender en clave electoral.

Foto: Banderas ucranianas cubren los hombros de manifestantes durante una concentración en Kiev. (Reuters/Thomas Peter)

Pero, de momento, Starmer está viviendo su momentum. En su reunión con Trump en la Casa Blanca, parece que capeó la embestida arancelaria del presidente estadounidense, encantando con esa carta de Carlos III para una nueva visita de Estado. Y en la cumbre de Londres del pasado domingo, donde actuó como anfitrión, mostró el final definitivo de la era inmediatamente posterior al Brexit bajo la dirección de Boris Johnson, donde 'jugaban políticamente a favor en los sondeos estar en desacuerdo con Europa'.

La percepción hacia Starmer, además de en Reino Unido, también ha cambiado en París, donde ha surgido una nueva admiración después de semanas de dudas sobre si el líder laborista, cuyo partido era visto como demasiado cercano al equipo de Joe Biden en los Estados Unidos, sería capaz de reiniciar la 'relación especial' con la nueva administración de la Casa Blanca.

Foto: Un manifestante pro-Brexit en Londres, en junio de 2019. (Reuters/Hannah McKay)

Los inicios en la relación bilateral de Londres y Washington no fueron fáciles. Toda la prensa sacó a relucir lo que los actuales ministros, incluido el de Exteriores, habían dicho en su momento como diputados rasos sobre Trump. (Entre otros, “tirano”, “sociópata que odia a las mujeres”, “simpatizante de neonazis”). Por su parte, Elon Musk no ha parado en sus ataques a Reino Unido.

Pero la templanza de Starmer cae ahora bien en Washington. Mientras los mandatarios europeos se apresuraron a criticar en redes sociales el duro encuentro entre Trump y Zelenski, el premier se mantuvo en silencio, optando en su lugar por hablar con ambos protagonistas.

Foto: Foto de archivo de la cumbre 'Securing our Future' en Londres. (Reuters/Javad Parsa)

Son varios factores lo que juegan a su favor del británico: acaba de comenzar un mandato con una gran mayoría en la Cámara de los Comunes, que contrasta con las realidades políticas más delicadas del francés Emmanuel Macron o el recién elegido Friedrich Merz de Alemania. Además, Reino Unido, junto con Francia, es una de las mayores potencias militares de Europa, lo que puede ser de utilidad en la nueva era de realpolitik de Trump.

El viento sopla a favor del primer ministro. En el parlamento, los conservadores, los liberaldemócratas y los independentistas escoceses del SNP apoyan sus acciones ante Ucrania. Mientras que los trumpistas y, en ocasiones, admiradores de Putin de Reform UK — liderados por el populista Nigel Farage, quien supone una amenaza para los laboristas en el Muro Rojo del norte de Inglaterra — están en un estado de confusión. En definitiva, toda una serie de ortodoxias internacionales han sido derribadas por la guerra de Ucrania. Y Reino Unido, defenestrado por el Brexit, ha vuelto.

Cuando se convirtió en primer ministro, Keir Starmer retiró el famoso retrato de Margaret Thatcher de su oficina en Downing Street, recalcando que no le gustaban las fotos de gente mirándole “fijamente". Pero ahora que todo el mundo le está comparando con la histórica líder conservadora, igual cambia de opinión y lo vuelve a poner. La crisis de Ucrania se ha convertido para el laborista en su particular 'momento Malvinas'.

Reino Unido Conflicto de Ucrania
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