Los líderes de la UE responden a la llamada de la Historia. Y la Historia dice: "¡Armas!"
Los jefes de la Unión Europea han bendecido el nuevo giro en el debate de la defensa impulsado por Von der Leyen, intentando responder a los cambios tectónicos que se están produciendo en la arena internacional
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Los griegos tenían dos términos para el tiempo: chronos, el tiempo cronológico, los segundos, minutos, horas y días, y el kairós, definido como el “momento oportuno para la acción”. El kairós es una ventana de oportunidad que se va cerrando poco a poco. Y los europeos gustan de apurar hasta el último segundo, hasta que ya no queda ninguna otra opción y se arriesgan a un “todo o nada”, una situación en la que dejan que la historia caiga por su propia gravedad. Si hay un término que distintas fuentes diplomáticas, europeas y comunitarias llevan citando desde hace algunas semanas, y especialmente en los días previos al Consejo Europeo que se ha celebrado este jueves en Bruselas, es el de “aceleración”. El tiempo cronológico no se acelera, es siempre el mismo. Pero el kairós, en cambio, sí lo hace: la pequeña rendija que queda entre el “demasiado pronto” y “demasiado tarde” define el éxito y el fracaso se va cerrando y lo hace cada vez más rápido.
Recientemente, Luuk van Middelaar, un historiador holandés y director del Brussels Institute for Geopolitics, escribía precisamente sobre cómo Europa se enfrentaba a un momento clave en este sentido. “Cuando un historiador habla de 'aceleración de la Historia', no quiere decir que el reloj se acelere, sino que el ritmo de los acontecimientos aumenta. La Rueda de la Fortuna empieza a girar, un instante en el que muchos contienen la respiración, mientras otros intentan aprovechar el momento”, señalaba Van Middelaar, uno de los pensadores más claros sobre la situación de Europa desde hace más de una década.
Tras 1989, los europeos empezaron a mirar hacia atrás de manera obsesiva. Lo hacían con un cierto elemento de geschichtsmüde, un “cansancio de la historia” que permitía a los europeos bajar los brazos tras décadas de oscuridad, muerte, delirio y un cierto nivel de perdón. La caída del muro y el retorno de Europa convirtieron a la historia en un agente benévolo y a los europeos en un agente pasivo. Solamente había que esperar a que ella hiciera el trabajo. El kairós era algo que importaba a otros, no a los europeos. Desde el 20 de enero, con el retorno de Donald Trump a la Casa Blanca, los líderes, sus ministros, diplomáticos y funcionarios europeos han abierto los ojos a la realidad y han asumido que deben actuar, conscientes de aprovechar el momento oportuno.
Por eso, a sabiendas de que la disuasión ofrecida por el paraguas militar americano está en riesgo, los Veintisiete se reunieron este jueves en Bruselas para dar un impulso decisivo al debate respecto a la necesidad de rearmar a Europa. Un debate que no se entiende sin la pérdida de confianza en el compromiso de Estados Unidos con la seguridad euroatlántica. Los jefes de Estado y de Gobierno han bendecido el reciente plan presentado por la Comisión Europea para obtener 150.000 millones de euros en los mercados financieros con bonos conjuntos, los conocidos como eurobonos, para dirigirlos a las capitales de los Veintisiete en forma de créditos ventajosos. Sin embargo, la inmensa mayoría se han mostrado a favor de que se exploren más vías de financiación.
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El debate evoluciona, y lo que muchos piden es que se mantenga la mente abierta. La Comisión Europea prepara un Libro Blanco, un documento que sirve para estructurar el debate sobre defensa, y en él incluirá distintas opciones respecto a cómo financiar ese impulso, que tiene como objetivo tanto mejorar la coordinación europea en materia militar como reforzar la industria europea de la defensa. Países como Francia piden que haya opciones que hasta ahora no se han puesto sobre la mesa, como por ejemplo el uso de eurobonos para ser transferidos en forma de subsidios, como ocurre con el Fondo de Recuperación creado por el coronavirus.
La estrategia incluye también dar una mayor flexibilidad fiscal a los Estados miembros para aumentar el gasto nacional en defensa y poder acercarse así a cumplir tanto con el viejo objetivo de inversión de la OTAN, situado en el 2% del PIB, como con la nueva meta sobre la que ya se está discutiendo en la Alianza Atlántica y que hará que la inversión en defensa probablemente deba superar el 3% del PIB. Hasta ahora, el Gobierno español aseguraba que mantenía su compromiso de cumplir con el “compromiso de Gales”, adquirido por los socios transatlánticos en 2014. Pero incluso España, en los márgenes de esta cumbre, se ha abierto a acelerar esos planes de aumento de la inversión, una muestra del giro que se ha vivido entre los socios europeos en las últimas semanas.
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Friedrich Merz, candidato de los democristianos (CDU/CSU) y ‘canciller a la espera’ de Alemania, ha impulsado junto a los socialdemócratas (SPD) un plan para aumentar de manera histórica la capacidad de endeudamiento del país para financiar su gasto en defensa y en infraestructuras. Se rompen tabús y se avanza rápido. Tras años de debates teóricos, desde el de Versalles, justo después de la invasión rusa de Ucrania, hasta las últimas discusiones sobre la identificación de capacidades militares necesarias en diciembre de 2024, los europeos por primera vez tienen dinero sobre la mesa, los 150.000 millones, y unos objetivos claros en los que gastarlos, como misiles, material antiaéreo, drones, infraestructura o transporte.
Apoyo a Ucrania
Los líderes también se han visto con Volodímir Zelenski, presidente ucraniano, que se ha visto arropado por sus socios comunitarios pocos días después del choque público con Donald Trump en el Despacho Oval. Eso sí, el Consejo Europeo no ha podido adoptar conclusiones clásicas sobre Ucrania debido al veto de Hungría, por lo que han tenido que apostar por un comunicado adjunto a las conclusiones, una fórmula que les permitía esquivar la unanimidad. “Ucrania debe seguir siendo una nación soberana y democrática. Para lograrlo, debemos garantizar nuestro apoyo financiero y militar. Y debemos actuar con sensatez y calma para garantizar que Ucrania pueda seguir contando con el apoyo de Estados Unidos en el futuro”, ha señalado Olaf Scholz, canciller alemán.
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En el texto conjunto, sin Hungría, los líderes han mantenido sus líneas clásicas respecto a Ucrania, subrayando que no puede haber una negociación sobre el futuro del país europeo sin la presencia de los ucranianos en las conversaciones. “No estamos solos”, señaló Zelenski este jueves rodeado por António Costa, presidente del Consejo Europeo, y Von der Leyen, tras minutos de amigable charla frente a las cámaras, en contraste con el agresivo choque entre el presidente ucraniano con Trump y su vicepresidente, JD Vance.
“No cabe duda de que la guerra de Ucrania, el nuevo enfoque de la administración estadounidense hacia Europa y, sobre todo, la carrera armamentística iniciada por Rusia, algo que debe ser obvio para todos, nos plantean retos totalmente nuevos. Y Europa debe aceptar este desafío, esta carrera armamentística. Y debe ganarla”, ha señalado Donald Tusk, primer ministro de Polonia, uno de los líderes morales en el debate sobre seguridad y defensa en Europa.
Los griegos tenían dos términos para el tiempo: chronos, el tiempo cronológico, los segundos, minutos, horas y días, y el kairós, definido como el “momento oportuno para la acción”. El kairós es una ventana de oportunidad que se va cerrando poco a poco. Y los europeos gustan de apurar hasta el último segundo, hasta que ya no queda ninguna otra opción y se arriesgan a un “todo o nada”, una situación en la que dejan que la historia caiga por su propia gravedad. Si hay un término que distintas fuentes diplomáticas, europeas y comunitarias llevan citando desde hace algunas semanas, y especialmente en los días previos al Consejo Europeo que se ha celebrado este jueves en Bruselas, es el de “aceleración”. El tiempo cronológico no se acelera, es siempre el mismo. Pero el kairós, en cambio, sí lo hace: la pequeña rendija que queda entre el “demasiado pronto” y “demasiado tarde” define el éxito y el fracaso se va cerrando y lo hace cada vez más rápido.