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¿Le daremos la razón a Trump? Borrón y cuenta nueva estratégico para la defensa de Europa
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¿Le daremos la razón a Trump? Borrón y cuenta nueva estratégico para la defensa de Europa

Por mi experiencia en los comités militares de la UE, con interminables reuniones para alcanzar ningún resultado, me temo que no vamos a hacer nada. Que es lo mismo que dar implícitamente la razón a Trump

Foto: Trump y Macron en la Casa Blanca. (Reuters)
Trump y Macron en la Casa Blanca. (Reuters)

Para ilustrar la aproximación de Donald Trump a la defensa aliada, podemos recurrir a una anécdota de 2018, cuando se inauguró la nueva y enorme sede del cuartel general de la OTAN en Bruselas. El diseño original del edificio eran dos manos con los dedos entrecruzados, simbolizando el vínculo de defensa entre los aliados trasatlántico. Cuando el presidente, todavía en su primer mandato, visitó la sede, como empresario preguntó cuánto había costado. Cuando se le contestó que más de 1.000 millones de dólares, volvió a preguntar: ¿y cuánto he pagado yo? Tras unos momentos de titubeo se le contestó: un 40%.

La cara de Trump se transfiguró, digna de enmarcar, y espetó: "Todo esto para que lo disfruten los europeos y los belgas".

Este 24 de febrero fuimos espectadores del inicio del cuarto año de la guerra de Ucrania, un conflicto que es muy posible que finalice en unos meses. Un fin que a muchos nos recordará con pavor el reparto de Polonia entre Hitler y Stalin a través del Pacto Ribbentrop-Molotov, firmado entre la Alemania nazi y la Unión Soviética hace ya 85 años. Es el momento de recordar que, aunque la invasión comenzó en 2022, se viene gestando desde 2014. Y que durante esos largos ocho años no hicimos gran cosa por ayudar a Ucrania. Hasta que fue demasiado tarde.

Vivimos una muy compleja situación en Europa, agravada por los designios del nuevo presidente de los Estados Unidos, quien desde su asunción en enero dirige la acción exterior en función de intereses mercantiles inversiones-beneficios, dejando totalmente de lado la geopolítica, las alianzas y las organizaciones multilaterales de seguridad y defensa. Para la defensa de Europa, para tener ese peso y esa fortaleza, contábamos siempre primero con la OTAN. Y en un discreto segundo plano, con una política de seguridad y defensa europea, siempre sin terminar de asentar y desarrollarse.

Foto: El presidente de EEUU, Donald Trump. (DPA/Lev Radin)

En la UE llevamos tiempo buscando la llamada “autonomía estratégica” entendida como la suma de la autonomía de decisión; la autonomía para llevar a cabo operaciones con los medios de los estados miembro de la UE; y por supuesto, una autonomía industrial y tecnológica robusta y competitiva a nivel global. El nivel de ambición se encuentra perfectamente definido en el documento aprobado por el Consejo en 2022: “Brújula Estratégica para la seguridad y la defensa”. Este documento, auspiciado por el anterior Alto Representante para política exterior y vicepresidente de la Comisión, Josep Borrell, determina una amplia serie de ambiciosos objetivos.

Además de la Brújula Estratégica, con fecha 19 de abril de 2023, el Parlamento Europeo aprobó una resolución clave y valiente para desarrollar un contenido crucial de la Brújula Estratégica: la Capacidad de Despliegue Rápido de la UE incluyendo la aplicación del artículo 44 del Tratado de la Unión Europea.

Parecía que la agresión de Rusia a Ucrania había despertado, tras un largo letargo de más de dos décadas, la conciencia de defensa de los estados miembro y los defensores de la Unión pensábamos que, aún enzarzada en sus propios demonios pacifistas, había una genuina intención de sacar la cabeza en el concierto internacional de defensa y seguridad.

Pero hemos despertado de este sueño cuando, en un plazo de tiempo tan breve como un mes, el nuevo inquilino de la Casa Blanca nos ha demostrado lo que ya sabíamos: que la Unión Europea ha sido inoperante durante estos tres años para acabar con esta guerra en Europa. Es así.

Foto: Zapadores del Grupo XVI realizan una apertura de brecha. (Juanjo Fernández)

Porque la Unión Europea tiene los documentos y los planes aprobados para poner en marcha una auténtica fuerza militar conjunta, combinada e interoperable, procedente de los 27 estados miembro. No es necesario crear un ejército europeo, sino una serie de fuerzas aportadas por cada una de las naciones europeas.

Pero no es solo Bruselas la que tiene que ponerse en marcha, sino también las capitales. Empezando por España, que se ha comprometido a alcanzar el 2% del PIB para 2029, pero debería hacerlo lo antes posible. Mejor que hablar de tantos por ciento, hablemos de números. Sería algo así como que España pasara de gastar menos de 20.000 millones de euros en defensa a gastar más de 30.000 millones de euros en cinco años.

Mucho me temo, por mi experiencia en Bruselas, en los comités militares de la Unión Europea, en las interminables reuniones para alcanzar ningún resultado, y por supuesto mi poca fe en el incremento del presupuesto de defensa, que no vamos a hacer nada. Que es lo mismo que dar implícitamente la razón a Trump en todos y cada uno de sus planteamientos.

Foto: El buque anfibio Galicia llega al Puerto de Valencia por la DANA. (EFE/Carlos Luján)

Por otra parte, la OTAN sale reforzada de la guerra de Ucrania, reforzada como defensa colectiva y foro multilateral de cooperación. Hemos pasado de tratar de colaborar con Rusia, como hacíamos antes de 2014 y de 2022, a un enfrentamiento para intentar ayudar a Ucrania.

Para la OTAN, sería pensar en retomar la idea de una OTAN GLOBAL para no crear espacios vacíos entre Aliados y darle a Estados Unidos razones de peso para encontrarse a gusto en la OTAN y sentirse acompañado por la Alianza en la defensa de sus intereses frente al adversario y competidor global que es China.

Como conclusión, la llegada del presidente Trump a la Casa Blanca ha supuesto un borrón y cuenta nueva estratégica de una magnitud difícil todavía de vislumbrar.

Para ilustrar la aproximación de Donald Trump a la defensa aliada, podemos recurrir a una anécdota de 2018, cuando se inauguró la nueva y enorme sede del cuartel general de la OTAN en Bruselas. El diseño original del edificio eran dos manos con los dedos entrecruzados, simbolizando el vínculo de defensa entre los aliados trasatlántico. Cuando el presidente, todavía en su primer mandato, visitó la sede, como empresario preguntó cuánto había costado. Cuando se le contestó que más de 1.000 millones de dólares, volvió a preguntar: ¿y cuánto he pagado yo? Tras unos momentos de titubeo se le contestó: un 40%.

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