Las otras veces que EEUU 'traicionó' a Ucrania
Este lunes, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ordenó la suspensión de toda la ayuda militar a Ucrania, escalando la presión sobre el líder ucraniano Volodímir Zelenski
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Este lunes, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ordenó la suspensión de toda la ayuda militar a Ucrania, escalando la presión sobre el líder ucraniano Volodímir Zelenski. La suspensión incluiría la ayuda ya aprobada, comprometida e incluso en tránsito desde Polonia —algo más de 1.000 millones en armas y munición— durante los últimos meses del expresidente Joe Biden, según reporta la agencia de noticias Bloomberg, citando a un funcionario del Departamento de Defensa.
Trump, que de momento no ha confirmado públicamente la medida, lleva días dejándola caer como una manera de presionar a un líder que “no está haciendo suficiente para la paz”. La radical decisión, que en última instancia solo da una ventana de oportunidad a una Rusia que no ha cesado sus operaciones ofensivas en el frente, privará a los soldados ucranianos de elementos clave en la defensa del territorio, como los sistemas de protección antiaérea. No queda claro si la suspensión está ya en activo o es una nueva forma de presionar a Zelenski de cara a una nueva ronda de negociaciones con Rusia: en cualquier caso, la amenaza parece haber surtido efecto. La tarde del martes, menos de 24 horas después de que la prensa filtrara la noticia, Zelenski publicó un comunicado en el que aseguraba estar "preparado para trabajar bajo el fuerte liderazgo de Trump" y conseguir una "paz duradera".
En su mensaje, publicado en la red social X, también lamentaba cómo se desarrolló el encuentro entre ambos líderes en la Casa Blanca, que acabó con una fuerte bronca en directo y el acuerdo de extracción de minerales sin firmar. "Nuestro encuentro en Washington, en la Casa Blanca el viernes, no se desarrolló como se suponía que tenía que hacerlo. Es de lamentar que fuera así. Es el momento de enmendar las cosas. Queremos que la próxima cooperación y comunicación sea constructiva. Sobre el acuerdo de minerales y seguridad, Ucrania está preparada para firmarlo en cualquier momento y formato que sea conveniente".
I would like to reiterate Ukraine’s commitment to peace.
— Volodymyr Zelenskyy / Володимир Зеленський (@ZelenskyyUa) March 4, 2025
None of us wants an endless war. Ukraine is ready to come to the negotiating table as soon as possible to bring lasting peace closer. Nobody wants peace more than Ukrainians. My team and I stand ready to work under…
Y aunque Zelenski ha tendido de nuevo la mano a Trump, la medida del estadounidense ha sido recibida como un shock en una Ucrania cada vez más dolida por el giro de timón del país que había sido uno de sus principales aliados, que ahora bajo el mandato de Trump no sólo se aparta de esa senda, sino que actúa, una y otra vez, casi como el gran adalid de Rusia. No hay dudas de que hay mucho que agradecer a Estados Unidos —y sobre eso incide el propio Zelenski en su mensaje, recordando que "las cosas cambiaron cuando el presidente Trump proveyó Ucrania con Javelins [armamento antitanque portátil]". "Realmente valoramos cuánto ha hecho Estados Unidos para ayudar a Ucrania a mantener su soberanía e independencia". Pero, ante las palabras y acciones de Trump, son muchos los que empiezan a recordar que no es la primera vez que Estados Unidos los dejó en el alambre.
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1 de agosto, 1991. Veintiún días antes de que Ucrania obtuviera su independencia. George Bush sénior, presidente de EEUU, da un discurso ante el Parlamento ucraniano (en aquel entonces, el Soviet Supremo de la República Socialista Soviética de Ucrania). En ese preciso escenario, Bush llama a la idea de la independencia ucraniana “nacionalismo suicida”, en un intento de disuadir al país. Cuatro meses después, en diciembre, el 92,26% de los ucranianos votaron a favor de emanciparse de la Unión Soviética (con victoria del “sí” también en las regiones del Donbás).
5 de diciembre, 1994. Con Bill Clinton, su sucesor, se firmó el Memorándum de Budapest, eternamente mentado desde la invasión a gran escala rusa de Ucrania. En él, a Ucrania se le prometía respeto a su integridad territorial a cambio de que el joven país renunciara a su armamento nuclear presente (heredado de la Unión Soviética) o futuro. Sin embargo, la historia lo ha hecho evidente ya desde la primavera de 2014 en Crimea, el Memorándum se selló de tal manera que fuera poco más que papel mojado “y sin ninguna garantía de seguridad real”, lamenta Yevhen Hlibovytsky, analista del Frontier Institute, en un reciente encuentro con El Confidencial en Kiev.
“Todas las administraciones presidenciales de EEUU establecen como objetivo importante de política exterior, desde el comienzo, la mejora de las relaciones con Moscú”, recuerda Mijailo Podoliak, asesor de la oficina presidencial ucraniana. “Algo completamente lógico, dada la amenaza que puede suponer para el mundo un país con un arsenal nuclear masivo. En cierto sentido, podría considerarse una estrategia de contención eficaz… Si no fuera por Rusia y su permanente irracionalidad como actor internacional”.
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Y en este intento constante de aplacar a Rusia, Ucrania es la víctima fácil. “La óptica colonialista a través de la que se mira a Ucrania es que Ucrania es temporal, pero Rusia es eterna y no se le puede derrotar”, apunta al respecto Hlibovytsky. “Por eso Ucrania es la que tiene que aceptar y aguantar. Bajo esta asunción, los vietnamitas nunca habrían echado a los estadounidenses”. Según el académico, y hay cada vez más gente en Ucrania que lo ve así, habría sido este el caso de la posición de EEUU bajo George Bush júnior, que “se enamoró de Putin” y, como consecuencia, Ucrania nunca obtuvo un Plan de Acción de Membresía para el acceso a la OTAN.
Durante la presidencia de Barack Obama, la secretaria de Estado Hillary Clinton apretó en directo junto con el ministro de Exteriores ruso, Sergéi Lavrov un botón con la palabra “Perezagruzka”, “reinicio” en ruso. Bajo este bienintencionado paraguas se produjeron interesantes avances en la relación entre ambas potencias, como el nuevo tratado START para la reducción de arsenal nuclear o presión conjunta sobre Irán. Entonces llegó marzo de 2014, y Ucrania se vio otra vez como la víctima. “Pequeños hombres verdes” —soldados rusos— empezaron a llenar Crimea. Ante la anexión rusa de la península, “Barack Obama aconsejó a las democracias occidentales que reaccionaran con cautela, lo que sólo reforzó la sensación de impunidad de Rusia”, continúa Podoliak en un post de la red social X. Y efectivamente, las sanciones que se colocaron sobre Rusia no sirvieron en ningún caso de disuasión.
“La lista de intentos estadounidenses de acercarse al Kremlin podría continuar indefinidamente. ¿Por qué hubo tantos? Porque cada intento anterior, desafortunadamente para el mundo pero de manera totalmente previsible, terminó en fracaso” añade. “Cada breve período de ‘atemperar las relaciones’ es inevitablemente seguido por una nueva guerra, asesinatos políticos, interferencias electorales e intentos de desmantelar el orden internacional”, concluye el asesor ucraniano.
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En su puesto político, Podoliak no lo va a decir, pero Hlibovytsky apunta a un último agravio que cada vez más ucranianos sienten. Con Joe Biden, pese a los más de 119.800 millones de asistencia (tanto militar como financiera o humanitaria), la ayuda fue llegando siempre en un cuidadoso baile para no “escalar” la guerra a Rusia. Tanques, aviones militares, misiles de largo alcance... Lo que, en la práctica, convirtió al conflicto en Ucrania en una guerra de desgaste, prolongándola en el tiempo. "Decidieron convertir esto en una guerra de desgaste sin decirnos que era eso precisamente lo que estaban haciendo".
“Se nos ha pedido [a Ucrania] que hagamos las cosas bien, que avancemos en el proceso democrático correcto, en los derechos humanos. Y [ahora] vemos que todo es transaccional, que los valores no importan cuando llega la hora de la verdad”, apostilla el académico, quien advierte de la posibilidad que esa sensación de traición acabe cristalizando en un fuerte sentimiento antioccidental en Ucrania.
Y Trump parece haberlo dejado claro: volveremos a abrir la puerta a Rusia, haya hecho lo que haya hecho.
Este lunes, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ordenó la suspensión de toda la ayuda militar a Ucrania, escalando la presión sobre el líder ucraniano Volodímir Zelenski. La suspensión incluiría la ayuda ya aprobada, comprometida e incluso en tránsito desde Polonia —algo más de 1.000 millones en armas y munición— durante los últimos meses del expresidente Joe Biden, según reporta la agencia de noticias Bloomberg, citando a un funcionario del Departamento de Defensa.