Reino Unido intenta liderar una respuesta conjunta de Europa al vacío dejado por EEUU en Ucrania
Los líderes europeos se dan cita en Londres tras el polémico encuentro de Trump con Zelenski. El objetivo es coordinar sus posiciones sobre un posible despliegue de "fuerza de paz" en Ucrania y financiar un mayor gasto en defensa
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Los líderes de Europa se reúnen este domingo en Londres en medio del huracán político y estratégico más intenso que Europa ha vivido desde la caída del Muro de Berlín. El objetivo es coordinar sus posiciones sobre un posible despliegue de "fuerza de paz" en Ucrania, si finalmente hay un cese del fuego —atendiendo a la historia es ingenuo pensar que Vladimir Putin vaya a respetar cualquier tratado— y financiar un mayor gasto en defensa.
Misión difícil. Sobre todo, teniendo en cuenta que no existe una postura común. Aunque la gran mayoría han mostrado su respaldo a Kiev, el primer ministro húngaro, Viktor Orbán —quien ha amenazado con bloquear la renovación de las sanciones de la UE a individuos y entidades rusas— agradeció a Donald Trump por defender "valientemente la paz" tras su reunión con Volodymyr Zelenski. Y para completar el rediseño del mapa político, la italiana Giorgia Meloni, otra aliada cercana al estadounidense, pidió a los europeos que no permitieran "que se abrieran profundas divisiones con Washington".
Downing Street describe las próximas 48 horas como una "carrera diplomática". El premier Keir Starmer, quien actuará este domingo como anfitrión, recibió el sábado a Zelenski con una cálida bienvenida en la puerta número 10, postulándose como puente para sanar la grieta trasatlántica. "Es muy consciente de lo difícil que es todo esto. Es un gran momento tanto para el país como para el mundo", aseguraba un portavoz del gobierno británico a The Times.
Starmer recibirá este domingo en la residencia oficial primero a Giorgia Meloni, antes de que se unan en la cumbre los líderes de Ucrania, Francia, Alemania, Dinamarca, Italia, Países Bajos, Noruega, Polonia, España, Turquía, Canadá, Finlandia, Suecia, Chequia y Rumania. El ministro de Asuntos Exteriores turco, el secretario general de la OTAN y los presidentes de la Comisión Europea y del Consejo Europeo también asistirán.
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El camino que le espera a Ucrania ahora no está claro, pero está plagado de peligros. Los actores internos y externos podrían aumentar la presión sobre Zelenski para que renuncie, celebre elecciones o ambas cosas, aunque no está claro cómo puede suceder eso en tiempos de guerra sin cancelar la ley marcial y, por lo tanto, hundir al país en el caos. Incluso los diputados del círculo íntimo de Zelenski coincidieron en que la reunión en la Casa Blanca había sido un desastre.
El tiempo corre en contra del Viejo Continente ya que, tras su encontronazo con Zelenski y la cancelación del acuerdo de minerales, Trump amenaza ahora incluso con retirar por completo el apoyo a Ucrania en una guerra que se alarga ya por tres años.
Los actores internos y externos podrían aumentar la presión sobre Zelenski para que renuncie, celebre elecciones o ambas cosas
Estados Unidos sigue siendo clave para el esfuerzo bélico de Ucrania. Aunque Europa proporciona la mayor parte de la ayuda (el 60% frente al 40% de Estados Unidos), Kiev depende de los interceptores de defensa aérea estadounidenses, así como de un flujo de inteligencia y piezas de repuesto para el armamento.
Cuando Trump y Putin mantuvieron su primera reunión oficial en la conferencia de Helsinki de 2018, el estadounidense insistió en que no hubiera nadie más en la sala. Ante la sorpresa de sus asesores, tan solo se quedó el intérprete. El encuentro duró dos horas y al salir, según relató luego Steve Bannon, entonces mano derecha de Trump, éste salió como un "perro apaleado". El biógrafo Michael Wolff estuvo de acuerdo describiendo su actitud en la posterior rueda de prensa conjunta con el ruso como "servil".
No hace falta buscar teorías de la conspiración (existan o no) para entender la fascinación del inquilino de la Casa Blanca con el responsable del Kremlin. Ve a Putin -más rico, más exitoso, más hábil en el juego político de la amoralidad y la supervivencia- como una de las pocas personas de las que puede recibir lecciones. Mientras los líderes de Occidente se rigen por leyes y tratados internacionales, Putin simplemente hace lo que quiere. Para el ruso no hay prensa hostil con la que lidiar y manda a prisión -o acaba directamente- con la oposición. Y Trump ve todo esto con fascinación. "El verdadero poder -llegó a comentar una vez- es …no quiero siquiera usar la palabra… el miedo".
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En definitiva, el presidente estadounidense considera a Putin como el único interlocutor a su nivel. Jamás le habría tratado con la irreverencia y despotismo con el que despachó este viernes a Zelensky, del que solo quiere sacar provecho para acceder a los minerales raros que hay en Ucrania, claves para producir armas, chips y otros productos vitales en el mundo moderno.
Por lo tanto, los que se quedaron con la boca abierta cuando Estados Unidos y Rusia se dieron cita en Arabia Saudita el pasado 18 de febrero excluyendo a Kiev y los líderes europeos para hablar de una guerra en la que está en juego el futuro del Viejo Continente parece que no han estado atentos a lo que Trump ha venido diciendo en la última década. Aquí solo un ejemplo: "Está tomando el control de un país por dos dólares en sanciones. Yo diría que es bastante inteligente”, señaló en 2022 en referencia a Putin y su invasión, donde describió a Ucrania como "un gran pedazo de tierra con mucha gente".
Hablemos claro. La relación trasatlántica está muerta. Y los líderes europeos deben asumirlo. Hasta ahora, parecen estar actuando bajo la teoría del caballo muerto. Es inútil perder energías cambiando espuelas, silla de montar o veterinario. En otras palabras, es inútil pensar que solo por mera repetición, Trump va a asumir que el futuro de Estados Unidos está ligado al de Europa y que las consecuencias del servilismo a Moscú pueden ser nefasta. El caballo está muerto. La relación trasatlántica se mueve ahora por otros parámetros mercantilistas, no de seguridad.
Mientras Trump culpa a Zelenski de "estar jugando con la Tercera Guerra Mundial", en Moscú reina el júbilo. "El cerdo insolente finalmente recibió una buena bofetada en la Oficina Oval", señaló Dmitry Medvedev, vicepresidente del Consejo de Seguridad de Rusia.
El estado de ánimo en Downing Street es ciertamente muy diferente al del avión de regreso de Washington el jueves por la noche, cuando los asesores de Starmer estaban encantados con lo bien que habían ido sus reuniones con Trump.
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El premier británico se reunió en la Casa Blanca con el presidente estadounidense el 27 de febrero, tan solo tres días después de que lo hiciera el presidente francés, Emmanuel Macron. Pese a que ambos viajes fueron considerados como un éxito, ninguno cumplió su propósito: que Trump diera garantías de apoyo a cualquier despliegue de tropas europeas en Ucrania para prevenir nuevas invasiones de Putin. Es más, según analistas, mandar diferentes líderes europeos a Washington solo confunde a Trump sobre quién es realmente su interlocutor al otro lado del Atlántico.
La nueva administración de la Casa Blanca considera que, bajo el marco de reglas y alianzas posterior a 1945, los estadounidenses han sido engañados para que comercien de manera injusta y paguen por guerras extranjeras. Trump cree ahora que puede perseguir el interés nacional de manera más efectiva a través de transacciones hiperactivas. Todo está en juego: territorio, tecnología, minerales. "Toda mi vida ha sido cerrar negocios", explicó tras reunirse con Macron.
Trump cree que Estados Unidos puede abandonar parcial o totalmente a Europa y tal vez también a sus aliados asiáticos. Dice que tiene un "hermoso océano como separación", sin ser consciente de que las guerras ahora involucran el espacio y el ciberespacio, por lo que la distancia física ofrece incluso menos protección que en 1941, cuando el ataque de Japón a Pearl Harbor puso fin al aislacionismo de Estados Unidos.
Más aún, cuando Estados Unidos quiere proyectar poder duro o defender su territorio, depende de la ayuda de los aliados, desde la base aérea de Ramstein en Alemania y la estación de señales de Pine Gap en Australia hasta el sistema de rastreo de misiles en el Ártico canadiense.
Trump cree ahora que puede perseguir el interés nacional de manera más efectiva a través de transacciones hiperactivas
Pero Trump no lo ve. El lunes, Estados Unidos se puso del lado de Rusia y Corea del Norte al votar en contra de una resolución de la ONU propuesta por sus aliados europeos que culpaba a Rusia de invadir Ucrania. Luego impulsó su propia resolución en el Consejo de Seguridad con el apoyo de Rusia y China que pedía un "final rápido" de la guerra, pero sin repetir los llamados anteriores de apoyo a la integridad territorial de Ucrania.
¿Puede Europa enfrentarse sola a la guerra de Putin? Para cumplir con los planes existentes de la OTAN (con la presencia de Estados Unidos), Europa tendría que gastar el 3% de su PIB en defensa. Reino Unido ha dado un paso en esta dirección anunciando un incremento de la partida al 2,5% de su PIB en 2027, pero incluso eso puede no ser suficiente. Se dice que Mark Rutte, el secretario general de la OTAN, está proponiendo un objetivo del 3,7%. Aunque para compensar los déficit estadounidenses se necesitaría una cifra muy superior al 4%.
Pero no es solo cuestión de dinero. Hay otros problemas añadidos, como la poca experiencia europea en la dirección de grandes misiones. Washington es quien ha coordinado siempre las operaciones de la alianza. En definitiva, el mundo ha cambiado. El caballo está muerto. Y cuanto antes se asuma, mejor.
Los líderes de Europa se reúnen este domingo en Londres en medio del huracán político y estratégico más intenso que Europa ha vivido desde la caída del Muro de Berlín. El objetivo es coordinar sus posiciones sobre un posible despliegue de "fuerza de paz" en Ucrania, si finalmente hay un cese del fuego —atendiendo a la historia es ingenuo pensar que Vladimir Putin vaya a respetar cualquier tratado— y financiar un mayor gasto en defensa.