Europa pasa a la acción ante el desplante de Trump y avanza en el envío de tropas a Ucrania
Reino Unido y Francia quieren mandar una fuerza de paz a Ucrania y, tras la cumbre clave de este domingo, más países europeos han prometido sumarse al plan
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El cambio de tono no ha sido radical, pero sí lo suficientemente obvio para mostrar que Europa ha asumido que, a partir de ahora, tendrá que valerse por sí misma. Ha llegado el momento de pasar de las palabras a la acción y comenzar a trabajar en un plan de paz para Ucrania sin esperar a que Washington tome la iniciativa. De otra manera, el apretón de manos al que puedan llegar Donald Trump y Vladimir Putin no solo amenaza el futuro de Kiev, sino el de todo el Viejo Continente, donde se vive el periodo más convulso desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.
“Estamos en una encrucijada de la historia. Es hora de dar un paso adelante, liderar y unirnos en torno a una nueva misión”, ha recalcado este domingo el premier Keir Starmer, convertido en anfitrión de una reunión de líderes europeos para dar su respaldo a Ucrania.
La línea del frente en el campo de batalla prácticamente no se ha movido desde que la invasión del Kremlin comenzara hace ya tres años. Pero las defensas de Ucrania se desmoronaron en apenas unos minutos el pasado viernes tras la tensa reunión mantenida entre Volodímir Zelenski y Donald Trump en la Casa Blanca, donde el presidente estadounidense llegó a acusar al líder ucraniano de estar “jugando con la Tercera Guerra Mundial”.
Los líderes del Viejo Continente consideran que las posibilidades de que Putin cumpla con cualquier compromiso de alto el fuego son escasas o nulas. De ahí que Starmer, que se postula ahora como puente entre Europa y Washington, esté dispuesto a poner "botas británicas sobre el terreno y aviones en el aire" para ayudar a proporcionar una disuasión eficaz ante Rusia.
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Reino Unido y Francia quieren mandar una fuerza de paz a Ucrania para evitar que Putin vuelva a actuar. Y tras la cumbre clave de este domingo más países europeos han prometido sumarse al plan. “No todos se sentirán capaces de contribuir, pero eso no quiere decir que esperemos sentados. En vez de eso, aquellos dispuestos intensificarán la planificación ahora con urgencia real. Europa debe asumir la parte más pesada", recalcó Starmer.
El premier rechazó dar detalles, argumentando que corresponde a cada gobierno anunciarlos. Aunque todo apunta a que habrá más claridad en la nueva cumbre europea prevista para este jueves en Bruselas. Polonia podría sumarse a la coalición después de que su primer ministro Donald Tusk señalara la necesidad de valerse por sí mismos, “dado que 500 millones de europeos estaban pidiendo a 300 millones de estadounidenses que los defendieran de 150 millones de rusos”.
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Por su parte, la primera ministra italiana y aliada de Trump, Giorgia Meloni, que almorzó antes de la cumbre con Starmer, no desveló sus cartas, pero dejó entrever que podría ser una posibilidad, al decir que “Reino Unido e Italia pueden desempeñar un papel importante en la construcción de puentes” entre Estados Unidos y Europa.
Sin embargo, también habrá que lidiar con voces disonantes como las del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, quien ha amenazado con bloquear la renovación de las sanciones de la UE a individuos y entidades rusas y agradeció a Trump por defender "valientemente la paz" tras su bochornosa reunión con Zelenski.
La cautela juega a favor de UK
El objetivo es poder cerrar un consenso entre los socios europeos que luego se discutiría, según argumenta Starmer, con Estados Unidos para "llevarlo adelante juntos". Ante las preguntas de la prensa, el premier se negó a considerar al inquilino de la Casa Blanca como un aliado poco fiable. “Hablé con él el viernes por la noche. No voy a entrar en detalles sobre esa conversación, pero no daría este paso por este camino si no pensara que es algo que produciría un resultado positivo en términos de asegurar que avancemos juntos, Ucrania, Europa, el Reino Unido y los Estados Unidos, hacia una paz duradera”, manifestó.
El primer ministro también dejó en claro que, si bien Rusia eventualmente tendría que firmar un acuerdo, “no podemos abordar esto sobre la base de que Moscú dicte los términos de cualquier pacto de seguridad”.
A fin de que Ucrania llegue a las negociaciones de alto el fuego en una posición fuerte, Starmer reveló que destinarán 1.600 millones de libras (más de 1.900 millones de euros) para la adquisición de 5.000 misiles de defensa antiaérea para Kiev que se fabricarán en Belfast “creando puestos de trabajo en nuestro brillante sector de defensa", subrayó el premier. De esta manera, contradecía la sugerencia de Washington de que Ucrania simplemente estaba exigiendo más y más apoyo sin ningún beneficio para los países que ayudan. Esta cifra se suma a los 2.200 millones de libras (más de 1.900 millones de euros), anunciados el sábado y respaldados por un préstamo sobre fondos embargados a Rusia.
Desde que Trump regresó a la Casa Blanca, Starmer ha evitado a toda costa llevarle en público la contraria. Su tremenda cautela ha llegado a ser criticada, pero ahora está jugando a su favor, ya que puede actuar como actor clave a la hora de establecer puentes. Además, el hecho de que su discurso, como antiguo fiscal del Estado, sea siempre pausado y escrupulosamente medido, no quita para que sus gestos cumplan con la misión diplomática de apoyo inquebrantable a Kiev.
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De ahí el caluroso abrazo que dio a Zelenski al recibirlo el domingo en Downing Street. Es más, como gesto más que significativo por parte de Reino Unido, el presidente ucraniano mantuvo luego una reunión con Carlos III en Sandringham, la residencia familiar del monarca, lugar donde no todo el mundo accede.
El ambiente que se respira en Downing Street es de preocupación, ya que cualquier tipo de acuerdo se antoja aún muy lejos y ante la imprevisibilidad de Trump no se puede descartar nunca que todo termine en un fracaso. Para Trump, la relación trasatlántica se mueve ahora por parámetros mercantilistas, no de seguridad.
El presidente estadounidense ha llegado a decir ante su gabinete que “la Unión Europea se creó para fastidiar a Estados Unidos”. “Ese es su propósito”, apostilló, cuando en realidad, documentos desclasificados muestran que Washington impulsó la integración europea desde finales de los años 40 en adelante, financiándola de forma encubierta desde Truman hasta Nixon hasta que fue lo suficientemente fuerte como para sostenerse por sí misma para defenderse ante la expansión chino-soviética.
Joseph Stalin, líder de la URSS, había violado Yalta al devorar Checoslovaquia en 1948. Dos años después, Corea del Norte cruzó el paralelo 38 e invadió el Sur, desencadenando una guerra que llevó el gasto militar estadounidense al 11% del PIB, órdenes de magnitud mayores que las modestas sumas gastadas en defensa avanzada de Estados Unidos en Ucrania.
El 'puercoespín de acero'
Ante la situación actual, los aliados están planeando aumentar sus propios presupuestos de defensa, después de que Reino Unido anunciara la semana pasada que aumentaría el gasto militar al 2,5% del PIB para 2027, con la ambición de llegar al 3% poco después.
La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, anunció que presentará este jueves un "plan integral" para "rearmarse urgentemente en Europa". Considera que los estados miembros de la UE necesitan "más espacio fiscal para aumentar el gasto en defensa" y agregó: "Básicamente, se trata de convertir a Ucrania en un puercoespín de acero que sea indigesto para los invasores potenciales".
La cuestión es que para desplegar una “fuerza de paz” en Ucrania liderada por Europa, primero debe haber un alto el fuego. Rusia ya ha dicho que se opone a que los países miembros de la OTAN proporcionen fuerzas de paz, pero si bien no puede ejercer un veto sobre territorio que no controla, su oposición dejaría a las tropas europeas en el país en una posición de riesgo, si no tiene el respaldo de Washington.
La realidad evidente es que, mientras Trump sea presidente, el pacto que subrayó la seguridad europea durante décadas ha desaparecido. Europa había podido priorizar el desarrollo económico, mientras que Estados Unidos extendió un paraguas de seguridad cada vez mayor que se extendía a casi todo el continente. Ahora, el compromiso de Trump con la OTAN es incierto y, de momento, la Casa Blanca solo sigue interesada en mantener conversaciones directas sobre seguridad con el Kremlin, sin entender que, largo plazo, el servilismo a Putin puede tener consecuencias nefastas también para Estados Unidos.
El cambio de tono no ha sido radical, pero sí lo suficientemente obvio para mostrar que Europa ha asumido que, a partir de ahora, tendrá que valerse por sí misma. Ha llegado el momento de pasar de las palabras a la acción y comenzar a trabajar en un plan de paz para Ucrania sin esperar a que Washington tome la iniciativa. De otra manera, el apretón de manos al que puedan llegar Donald Trump y Vladimir Putin no solo amenaza el futuro de Kiev, sino el de todo el Viejo Continente, donde se vive el periodo más convulso desde el fin de la Segunda Guerra Mundial.