La UE confía en que Merz saque a Alemania del 'modo sonámbulo'
Los socios europeos esperan más claridad y decisión por parte del nuevo liderazgo en Alemania para poder avanzar en los debates clave en el ámbito de la seguridad y la defensa
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Justo en el momento en el que se empezaban a esbozar los resultados de las elecciones federales en Alemania, António Costa, presidente del Consejo Europeo, convocó una cumbre para el 6 de marzo con el objetivo de que los líderes europeos discutan sobre el futuro de Ucrania y la seguridad del continente. No hay tiempo que perder: Europa debe moverse. El portugués señalaba en su declaración que los Veintisiete deben estar “preparados para tomar decisiones”. Y sin Alemania, no hay decisión posible.
La Unión Europea necesita que tras los comicios haya un acuerdo rápido para formar Gobierno, de manera que se pueda avanzar en los debates clave para el club comunitario, especialmente en un entorno muy convulso por la entrada de la nueva administración americana dirigida por Donald Trump.
Los resultados llevan a los conservadores de la CDU/CSU a formar un Ejecutivo con los socialdemócratas (SPD). Los ecologistas de Die Grünen podrían prestar apoyo externo puntual. La gran reforzada de la noche del domingo fue Alice Weidel y su partido extremista Alternativa para Alemania (AfD), que liderará la oposición. El candidato conservador Friedrich Merz se ha comprometido a formar un Gobierno rápido. Y eso es lo que todo el mundo espera en Bruselas.
El hasta ahora canciller socialdemócrata Olaf Scholz se ha mostrado dubitativo, ha arrastrado los pies y ha entorpecido algunos debates importantes en los últimos años: ha dividido la posición europea respecto a China, se ha opuesto a la consolidación bancaria transfronteriza y ha truncado los intentos de miembros de su Gobierno, incluido el ministro de Defensa socialdemócrata, de enviar más ayuda a Ucrania.
En la capital comunitaria se ha visto al último Gobierno alemán, del SPD, Grünen y los liberales del FDP, como una enorme oportunidad perdida. Cuatro años de sonambulismo, en los que se ha hablado mucho pero actuado poco. Además de la falta de ambición, la división en la coalición ha hecho que en muchas ocasiones que el Gobierno, que tiene una estructura de la cancillería en asuntos europeos muy descentralizada, no tuviera una voz clara en Bruselas.
A la espera de Merz
Merz no es un perfil ilusionante desde la perspectiva bruselense, aunque las circunstancias hacen que todo el mundo le espere con los brazos abiertos. Es un hombre muy conservador, mordaz y ácido, que ha roto la tradición de los democristianos en los últimos años en búsqueda de candidatos amables y centrados, como fue Angela Merkel. Su elección llevará a un endurecimiento de las posiciones en inmigración, pero eso ya se daba por descontado desde hacía tiempo. El líder de la CDU fue pupilo del difunto exministro de Finanzas Wolfgang Schäuble y rival histórico de Merkel, un enfrentamiento que se endureció a raíz de la gestión que la canciller democristiana hizo de la crisis migratoria de 2015.
Desde fuera de Alemania en ocasiones se les han visto ideas poco consistentes,como por ejemplo la propuesta de una oferta de un acuerdo de libre comercio a EEUU, una idea que generó cierta confusión en otras capitales europeas y una cierta preocupación por una aparente muestra de falta de interés por leer el momento.
Aunque no será como canciller la primera vez que Merz tenga que ver con Bruselas: entre 1989 y 1994 fue eurodiputado, antes de conseguir un escaño en el Bundestag. Sin embargo, y a pesar de algunos traspiés, el “canciller a la espera”, como se le ha conocido durante estos meses, parece saber que esta vez se espera de Alemania mucho más que un Gobierno para los alemanes. Y está moviéndose en consecuencia.
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Tras la victoria electoral, lo primero que hizo el líder de la CDU fue hablar de la necesidad de mover a Europa “paso a paso” hacia la “independencia” de Estados Unidos en materia de seguridad y defensa, y ha reforzado su discurso respecto a Ucrania y a la seguridad general del continente europeo. Merz sabe que a Scholz se le ha afeado el ser poco decidido, el dudar demasiado, el arrastrar los pies. Y si algo quiere ser el ganador de las elecciones, es ser diferente del actual canciller, el Scholzomat (unión de ‘autómata’ y Scholz).
Esas declaraciones, la idea de “independencia” respecto a EEUU, tienen un peso especial viniendo de Merz. El líder de la CDU forma parte de la tradición del Westbindung democristiano alemán, el vínculo con el oeste, la idea de que Alemania debe estar totalmente anclada en occidente. Merz fue presidente de la asociación Atlantik-Brücke para los lazos transatlánticos entre EEUU y Alemania, tiene muchos lazos con Norteamérica y algunos líderes estadounidenses han sido un modelo para él. Por eso, su discurso, que muestra una enorme desconfianza hacia la Casa Blanca, asegurando que lograr esa autonomía será su “prioridad”, tienen una mayor importancia.
Respecto a Ucrania, el resto de líderes y las instituciones europeas pueden esperar por fin un tono más decidido. Merz siempre ha sido duro con Rusia, mucho antes de la invasión de Ucrania, precisamente por formar parte de esta corriente de pensamiento que hunde sus raíces en la Guerra Fría, y ha sido duro contra Scholz al considerar que no ha apoyado lo suficiente a Kiev en la defensa ante la agresión rusa.
Merz es un hombre arrogante, pero los que conocen su perfil aseguran que esa arrogancia, que surge de la idea de que está destinado a la historia, viene acompañada de una disposición a asumir riesgos, a jugar sus cartas. Y eso es precisamente lo que necesitan el resto de líderes europeos. Alguien que logre salir del regate corto y de la gestión de daños y sea capaz de proyectar hacia el futuro, especialmente ante el fin de ciclo de Emmanuel Macron como presidente francés. “El mundo ahí fuera no nos espera, y tampoco espera largas negociaciones de coalición”, ha señalado Merz, que espera poder formar Gobierno en las próximas semanas con el SPD, el único socio posible. Y eso es lo que desean en Bruselas: un Gobierno rápido y manos a la obra.
Justo en el momento en el que se empezaban a esbozar los resultados de las elecciones federales en Alemania, António Costa, presidente del Consejo Europeo, convocó una cumbre para el 6 de marzo con el objetivo de que los líderes europeos discutan sobre el futuro de Ucrania y la seguridad del continente. No hay tiempo que perder: Europa debe moverse. El portugués señalaba en su declaración que los Veintisiete deben estar “preparados para tomar decisiones”. Y sin Alemania, no hay decisión posible.