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El hombre que gobernará Alemania: Merz, un candidato 'anti-Merkel' para reinventar el país
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Gobernará, pero ¿con quién?

El hombre que gobernará Alemania: Merz, un candidato 'anti-Merkel' para reinventar el país

Friedrich Merz se posiciona como el nombre del próximo canciller alemán en momento de grandes incertidumbres y de múltiples crisis

Foto: Un cartel de campaña de Friedrich Merz, líder de la CDU. (Reuters/Christian Mang)
Un cartel de campaña de Friedrich Merz, líder de la CDU. (Reuters/Christian Mang)

Salvo debacle inédita de las encuestadoras, el nombre del próximo canciller alemán ya se puede dar prácticamente por sentado. Son tiempos de incertidumbres y múltiples crisis en Alemania, pero una de las pocas certezas parece ser que el conservador Friedrich Merz ganará las elecciones parlamentarias adelantadas del 23 de febrero y que asumirá la enorme tarea de liderar nada menos que la reinvención política y económica de Alemania.

Además de lidiar con la amenaza de la Rusia de Vladímir Putin y con Donald Trump en Estados Unidos, en tiempos en que Europa pierde peso geopolítico y la ultraderecha acecha a la vuelta de la esquina. En Francia, por ejemplo, pero paso a paso también en la alguna vez estable Alemania. "Tenemos que demostrar, desde el espectro democrático, que se puede, que podemos de verdad sacar adelante este país. Porque si no, los populistas se volverán cada vez más fuertes y quizá obtengan la mayoría algún día", ha insistido Merz durante la campaña.

Los últimos sondeos recogen que la alianza conservadora formada por la Unión Demócrata Cristiana (CDU) y su rama bávara, la Unión Social Cristiana (CSU) duplica con alrededor de un 30% la intención de voto de los socialdemócratas, y mucho tendría que pasar para que Merz no cruce el domingo la línea de meta con una amplia ventaja sobre el actual jefe de Gobierno, el malogrado Olaf Scholz. Si ocurre lo previsible, el líder democristiano habrá cumplido su sueño de ser canciller con la improbable biografía de haber pasado un ínterin de casi una década apartado de la política y tras haber necesitado tres intentos, desde 2018, por hacerse con el liderazgo y acabar definitivamente con el legado de Angela Merkel.

Millonario e impulsivo

Alto y delgado, abogado de formación y hoy millonario con avión propio tras ser durante un tiempo ejecutivo de la gestora de fondos americana Blackrock, Friedrich Merz tiene entre los conservadores la fama de ser algo así como un "anti-Merkel" por su enemistad personal con la excanciller y, entre otras cosas, por sus posiciones duras contra la inmigración irregular.

Él se presenta a sí mismo como el azote de la ultraderecha, pese a que una reciente votación en el Parlamento disparó los temores a que el firme 'cordón sanitario' alemán para mantener alejada del poder a la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) empiece lentamente a aflojarse. Merz encarna para los votantes el anhelo de cambio tras el caos de la 'coalición semáforo' liderada por Scholz. Y las diferencias entre ambos no se limitan justamente al físico y la estatura, por la cabeza de ventaja que le saca Merz a su rival político.

Los planes del democristiano, por ejemplo, proponen rebajar impuestos a gran escala para reactivar la economía, mientras que el socialdemócrata Scholz quiere reformar el famoso 'freno a la deuda' germano para aumentar el gasto público y financiar así la necesaria reestructuración económica del país. Merz, además, es famoso por su temperamento.

Provocador, combativo e incluso colérico, alguna vez llamó "pachás" maleducados a los niños de los inmigrantes musulmanes. Y también llegó a sostener que muchos refugiados llegaban solo a hacerse los dientes gratis a Alemania para aprovecharse del generoso estado de bienestar. A algunos comentarios torpes sobre las mujeres en el pasado le debe que el voto femenino le sea hasta hoy un poco reacio.

Foto: Olaf Scholz y Friedrich Merz, en el debate del domingo 9 de febrero. (EFE/Michael Kappeler)

El equipo de campaña del frío Scholz apostó en vano en que la proverbial mecha corta de Merz, es decir, su facilidad para explotar en algún exabrupto, según esa expresión germana, le jugase una mala pasada en la campaña. Merz, sin embargo, parece haber encontrado su mejor forma y la madurez política a sus 69 años.

"Creo que Friedrich Merz pasa por el mejor momento de su vida política", dice en charla con El Confidencial Stephan Lamby, uno de los más conocidos directores de documentales políticos en Alemania. Lamby ha acompañado con su cámara durante semanas al candidato conservador en la actual campaña electoral. "Le entrevisté por primera vez en 2018, durante su primer intento para ser elegido líder de la CDU. Lo vi poco seguro de sí mismo, incluso tenso y crispado. Ahora lo veo totalmente distinto. Asume que en pocas semanas se convertirá en el próximo canciller", analiza Lamby. Un Merz tan confiado, que ni siquiera un ataque de su compañera de partido y exrival interna Angela Merkel le ha hecho perder el temple.

Enemigos íntimos

La excanciller decidió a finales de enero salir de su ostracismo político para criticar a su sucesor, después del escándalo que desató la reacción de Merz a un ataque en el que un solicitante de asilo afgano apuñaló y mató a dos personas, entre ellas un niño, en la ciudad bávara de Aschaffenburg. El líder de la CDU decidió impulsar dos votaciones contra la inmigración en el Parlamento que contaron con el apoyo no solicitado de la ultraderecha. Esto, pese a que el propio Merz había propuesto en noviembre que ningún partido democrático permita que se formen mayorías casuales con los votos de la AfD.

Merkel lo consideró una traición: "Me parece un error no sentirse ya obligado a cumplir con esa propuesta", escribió la excanciller en un comunicado que era, pese al habitual tono impersonal de Merkel, una bofetada inusual y bastante directa contra el candidato de su partido.

Foto: Pósters de las elecciones en Berlín, el 16 de febrero de 2024. (EFE / Hannibal Hanschke)

Merz, sin embargo, reaccionó con benevolencia en momentos en que le llovían las críticas. "Angela Merkel manifiesta un malestar que muchos comparten, yo incluido", dijo el candidato en una entrevista con el grupo mediático RND, aludiendo a su propio rechazo a cooperar con la AfD y culpando del fiasco a socialdemócratas y verdes, por no apoyar en el Legislativo sus propuestas para reducir la inmigración.

Pero notable, en todo caso, era su generosidad con Merkel. Y es que en Berlín su aversión mutua fue durante años la comidilla en los corrillos del poder. Merz fue una de las numerosas víctimas de Merkel en el imparable ascenso de una política aparentemente tan gris que nadie veía venir, y que se fue quitando uno a uno del camino a los pesos pesados de la CDU. O a aquellos destinados a serlo.

Adiós al legado de Merkel

A Merz le llegó el turno en 2002, después de que la CDU/CSU perdiera las elecciones de ese año. Merkel, vista hasta esos días como una líder de partido débil y accidental, le arrebató el cargo de jefe de bancada a un joven Merz, entonces una de las promesas del partido por su retórica y por su autoridad en asuntos económicos. Merkel se convirtió en canciller tres años después y Merz, condenado a la segunda fila, pasó al sector privado en 2009. Ahí amasó una considerable fortuna, como ha contado él mismo, ejerciendo sobre todo como ejecutivo de Blackrock en Alemania.

Pero la carrera política de Merz no había terminado. Nueve años más tarde, cuando se empezaba a avistar el ocaso de la larga era Merkel, Merz decidió volver de forma inesperada. Necesitó, eso sí, tres intentos para auparse al liderazgo de la CDU. Tras sus derrotas en 2018 frente a la designada sucesora de Merkel, Annegret Kramp-Karrenbauer, y tres años después ante Armin Laschet, Merz consiguió en 2022 por fin imponerse al ala merkeliana del partido.

Foto: Manifestación contra la decisión de Friedrich Merz de aceptar los votos de AfD en el Bundestag. (Reuters/Christian Mang)

Ahora las tornas han cambiado, y la perseverancia de Friedrich Merz parece estar a punto de darle la victoria final frente a Merkel. El legado de la excanciller se desintegra en tiempo récord, por haber permitido la dependencia energética de Rusia y por los problemas que se atribuyen a su generosa política migratoria. La CDU liberal y centrista de Merkel ya es historia, y la democracia cristiana más conservadora y derechista de Merz se prepara para encarar el futuro. En un país que ha cambiado mucho.

¿Aguantará el 'cortafuegos'?

Un síntoma visible de esos cambios es el avance de la ultraderecha, que ha duplicado su intención de voto del 10 al 20% a nivel nacional en los últimos tres años. Su alta popularidad ha convertido a los 'ultras' en la primera fuerza en algunas regiones del este, en la antigua Alemania socialista, y lo único que los mantiene apartados del poder por ahora es el cordón sanitario o 'muro cortafuegos' del resto de partidos, mucho más sólido que en España por los traumas alemanes con el nazismo. En el país, sin embargo, aumenta el temor a que ese muro empiece a resquebrajarse. Por algunas pequeñas cooperaciones a nivel comunal, en regiones donde los concejales de la AfD trabajan hombro con hombro con representantes conservadores (o socialdemócratas) en asuntos administrativos ajenos a la gran política.

Y, desde enero, por los votos que Merz aceptó indirectamente de la ultraderecha para dos mociones que, en realidad, no han cambiado de momento nada en la política migratoria. Algunos creen que se trataba solo de un cálculo electoral, para sumar votos entre los votantes enfadados por los problemas de criminalidad asociados con la inmigración, y otros lo atribuyen a uno de los famosos exabruptos del líder democristiano.

Así lo sugiere el actual canciller, Scholz, que ve en ello una muestra de que el temperamento irreflexivo de Merz ha creado un precedente peligroso en la historia contemporánea alemana. "Le ha salido mal la apuesta", decía el canciller en la cadena pública ZDF. "Ya no se puede confiar en que alguien así no se haga elegir canciller algún día con los votos de la AfD", agregó.

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Todo apunta a que Merz buscará tras las elecciones formar una coalición ya sea con los socialdemócratas como socio menor, o con Los Verdes. Y el líder democristiano ha descartado en múltiples ocasiones una coalición con la ultraderecha. "Solo tenemos tomada una decisión: que con ustedes no", le lanzó el democristiano a la líder de la AfD, Alice Weidel, pocos días antes de las elecciones en un plató de televisión.

Pero algunos temen que, una vez roto el tabú, el ‘cortafuegos’ se tambalee a mediano plazo. "El problema no es Friedrich Merz. El problema son los políticos conservadores en los estados federados, que podrán decir que el jefe de partido ya lo hizo, como excepción. Y de muchas excepciones surge la regla", considera Lamby.

"Yo le creo que no tiene ningún tipo de cercanía con la AfD", aseguraba sobre Merz Michel Friedman, un expresentador de tertulias políticas de origen judío y miembro histórico de la CDU, que abandonó el partido tras las votaciones conjuntas de conservadores y ultraderechistas en el Legislativo. "Pero ahora va a tener que demostrarlo una y otra vez", auguraba Friedman en una entrevista con el semanario Die Zeit sobre los desafíos que afrontará el que será probablemente el próximo canciller.

Cara a cara con Trump

Algo que Merz también tendrá que demostrar es que está a la altura de los retos internacionales, en particular, de lidiar con el impredecible Trump en la Casa Blanca. El presidente estadounidense ya mostró en su primer mandato una inquina peculiar hacia Alemania, la tierra de sus ancestros paternos, y un país que parece particularmente capaz de sacarlo de sus cabales, ya sea por sus fuertes exportaciones a Estados Unidos o por la fama que tenía hasta hace poco de ser una democracia tranquila, racional y calmada.

El magnate Elon Musk se ha inmiscuido directamente en las elecciones, charlando con la ultraderechista Weidel en X y participando por videoconferencia en el congreso partidario de la AfD. Y el vice de Trump, JD Vance, dejó claro con un rapapolvo a los europeos, durante la reciente Conferencia de Seguridad de Múnich, que Alemania no la tendrá fácil.

Foto: JD Vance en la Conferencia de Seguridad de Múnich. (Reuters/Leah Mills)

"Creo que sé cómo piensan los estadounidenses, y cómo se hace política en Estados Unidos", decía Merz a semanas de las elecciones en una tertulia televisiva, apuntando a sus experiencias como ejecutivo de Blackrock. "Y sé una cosa: que los estadounidenses no respetan a gente que se hace más pequeña de lo que es. Si uno se planta frente a los estadounidenses con autoestima y con las ideas claras, le muestran respeto; si uno va como un enano, es tratado como un enano".

Merz no es pequeño de estatura y, figuras retóricas aparte, también ha demostrado con creces su temperamento en el pasado, capaz de las altas temperaturas e incluso la ebullición. Dentro de algunas semanas podrá probablemente demostrar si de verdad tiene la receta para domar a Trump.

Salvo debacle inédita de las encuestadoras, el nombre del próximo canciller alemán ya se puede dar prácticamente por sentado. Son tiempos de incertidumbres y múltiples crisis en Alemania, pero una de las pocas certezas parece ser que el conservador Friedrich Merz ganará las elecciones parlamentarias adelantadas del 23 de febrero y que asumirá la enorme tarea de liderar nada menos que la reinvención política y económica de Alemania.

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