El vídeo de 120 segundos que explica la dramática debilidad del régimen Milei
La entrevista para defenderse del escándalo de la criptomoneda, interrumpida por un asesor, refleja navajazos internos, batalla con la prensa y un sistema al borde de zozobrar. Análisis plano a plano
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En el arranque de El Padrino, un honorable enterrador italiano llamado Bonasera visita el despacho de Vito Corleone (Marlon Brando) para pedirle algo. Entre claroscuros, intuimos la presencia de varios consejeros de Don Vito en la habitación. Introducida la problemática de Bonasera —su hija ha sido agredida por unos macarras— Brando le pregunta: "¿Qué quieres?". Bonasera se acerca, le susurra algo al oído y vuelve sobre sus pasos. Silencio sepulcral en el despacho. Brando se lo piensa, y finalmente responde: "Eso no puedo hacerlo". Luego le mete un rapapolvo a Bonasera por venir solo a verle cuando quiere algo. ¿Qué le había pedido exactamente Bonasera? No lo sabemos, quizá solo entradas para la ópera, pero imaginamos algo mucho más terrible.
El poeta William Blake pedía ver el mundo a través de un grano de arena. El grano de arena del caso Libra —criptomoneda apadrinada por Javier Milei que ha desencadenado una enorme estafa financiera, seguida de una aguda crisis política— es una escena televisiva que ha generado estupor dentro y fuera de Argentina. Durante su primera entrevista sobre el escándalo, a Jonatan Viale del canal TN, grabada en el despacho presidencial, un asesor del presidente argentino se coló en plano para susurrarle lo que debía o no debía decirle al periodista.
Subió a redes @todonoticias la entrevista de @JonatanViale a @JMilei . Pero incluyeron el vergonzoso momento en que un asesor de #Milei interrumpe la entrevista para hacer observaciones en un punto polémico, con la complacencia del entrevistador. Luego retiraron esa parte, pero… pic.twitter.com/8tPKc7Qnn0
— Julio Astillero (@julioastillero) February 18, 2025
¿Qué refleja este grano de arena? Contradicciones, nervios, navajazos internos, reparto de culpas, batalla con la prensa y un régimen que, acechado por un criptotimo que ha dañado su sistema de flotación, corre el riesgo de zozobrar. Análisis cinematográfico y político de una secuencia.
Lo que se vio en pantalla
El periodista Jonatan Viale pregunta al presidente argentino sobre las consecuencias judiciales de Libra. Milei dice que no escribió el tuit fundacional de la cripto como presidente del Gobierno, sino como ciudadano cualquiera, algo que no acaba de convencer a Viale, que le insiste amablemente en que él es presidente quiera o no.
Milei: "Esa cuenta es personal, mirá mi perfil".
Viale: “Sí, dice ‘economista’, ya sé. Pero sos el presidente”.
Milei acaba cayendo en contradicción: dice que el ministro de Justicia le va a asesorar (¿no quedamos en que Libra no tenía que ver con el Milei presidente, sino con el Milei ciudadano?).
El presidente empieza a revolverse en su asiento...
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Entra en plano Santiago Caputo, el Iván Redondo de Javier Milei, que desliza algo ininteligible al oído presidencial. El periodista muestra signos de incomodidad al ver la intervención del comisariado político, pero tampoco hace nada por evitarlo (tras la repercusión mundial del caputozazo, Viale se mostrará arrepentido por su inacción).
Caputo vuelve a salir de plano tras una intervención que Milei califica de “innecesaria”. Viale y Milei, visiblemente nerviosos, tratan de retomar el hilo de la entrevista entre chascarrillos y carraspeos.
¿Qué le susurró Caputo a Miei? “No sé qué fue, pero yo entendí que era por el quilombo judicial”, interpretó Viale después. Significado de “quilombo judicial”: Milei debe parecer más ciudadano random que hace locas recomendaciones bursátiles, que presidente del Gobierno conchabado con especuladores descerebrados, por tanto, no debía seguir mentando al ministro de Justicia. El susurro de Caputo, por tanto, fue mucho menos salvaje que el de Bonasera a Corleone, aunque ajustado a los estrechos límites en los que se mueve Milei en este caso: el colapso de Libra ha sido tan transparente, ha quedado tan a la vista de todos como Milei impulsó una cripto que resultó ser una estafa, que negar la mayor no es una opción, toca limitarse al yo pasaba por allí, yo solo soy un humilde deshollinador, etc.
Contexto de la escena
En el momento previo a que Caputo interrumpiera la entrevista, Viale y Milei bromeaban sobre las críticas recurrentes al presidente por rodearse de periodistas de cámara.
Milei: ¿No es que se pactaban las preguntas?
Viale: Sí, sí, acá: estas me las anotó Adorni; estas Karina Milei, Caputo.
Minutos antes, en un trozo de la entrevista que sí se emitió originalmente, Viale calificó de “tarados” a los periodistas que le criticaban por ser demasiado amable con el poder.Es decir, en una estrepitosa profecía autocumplida, Viale ironizó sobre su condición de periodista cortesano, para, acto seguido, protagonizar una de las performances periodísticas más humillantes de la era Milei: el oficialismo entrando y saliendo con las tijeras de una entrevista como Pedro por su casa, con Viale convertido en mero títere del poder.
Durante unas plañideras explicaciones posteriores a su entrevista a Milei, Jonatan Viale admitió que aceptó recortar una parte de la entrevista. También reconoció que le “faltó firmeza” para parar los pies a Caputo, pero tiró de melodramatismo: ”Tengo la tranquilidad de saber que jamás en la vida toqué un peso de este gobierno ni de ningún otro. Uno puede equivocarse, pero jamás voy a estar del lado de los chorros, delincuentes, de los que liberan delincuentes y cobran 35 palos de jubilación”.
Pero el numerito no solo ha puesto a Viale en evidencia, también al Gobierno, dado que su guerra contra la prensa, calcada a las del trumpismo, y uno de sus relatos cohesionadores fundamentales, ha entrado en crisis en el peor momento, cuando parte de la suerte del régimen se está jugando en los medios de comunicación.
"Milei sabe que si se encuentra a un periodista de verdad no va a resistir la más mínima pregunta en serio"
Contexto. Milei se pasó media campaña llamando “ensobrados” a los periodistas (por recibir, según él, paguita del Estado y otros), mientras sus bases respondían enardecidos con gritos de “periodistas. ¡hijos de puta!”. El enfrentamiento se ha recrudecido durante su mandato, con Milei insultando a algunos de los periodistas de referencia del país, lanzando a un ejército de troles digitales contra ellos, disciplinando con el chorro de publicidad institucional y amenazando con los tribunales. Pero, al tiempo que ponía a toda la profesión en la picota, mimaba la creación de un grupo de periodistas afines, entre los que está Viale, a los que invita a cuchipandas en la sede del Gobierno y da todas sus entrevistas televisivas y radiofónicas.
Para entendernos: periodista “ensobrado” para Milei es todo aquel que publica información crítica con Milei. Hace unos meses, hablando con un periodista argentino sobre este asunto, explicó así el conflicto: “Es muy claro quienes han obrado como periodistas de verdad y quienes no respecto al fenómeno Milei. Los periodistas se dividen entre los que hacen preguntas incisivas y los que le hacen entrevistas a medida: Milei solo da entrevistas a quien no va a preguntar incisivamente y hasta edita la entrevista antes de entregársela a los periodistas que la van a emitir [algo que ocurrió también en la de Viale sobre Libra]. Básicamente porque Milei sabe que si se encuentra a un periodista de verdad no va a resistir la más mínima pregunta en serio. Pero el crecimiento de Milei se explica, en buena medida, por una prensa adicta”.
Llegada la primera gran crisis gubernamental, la de Libra, las cartas se han puesto sobre la mesa, con periodistas como Viale poniendo una alfombra mullida al presidente en su hora más oscura, y periódicos como La Nación —de tinte conservador/liberal, cercano al establishment y poco sospechoso de peronista— sacando varias primicias sobre los comisionistas de Libra que han puesto al gobierno contra las cuerdas (algunos periodistas de La Nación están siendo atacados por ello por el ejército digital oficialista). El futuro del mileismo está en juego y el papel de la prensa será clave en todos los sentidos.
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El fuera de campo
La intervención de Caputo se recortó en la sala de montaje, no se vio en la emisión original de la entrevista, pero apareció misteriosamente en la versión que el canal colgó en sus redes sociales. ¿Negligencia? ¿Malicia de una periodista juguetón de la casa?
Esto es lo que averiguó la periodista Victoria de Masi sobre los dos montajes: “La nota en crudo fue enviada al canal con validación presidencial. TN cuenta con cuatro áreas de edición: noticiero, redes sociales, sitio web y YouTube. En el noticiero editaron la entrevista tal cual se vio en “¿La ves?”, el programa conducido por Viale. En el área de YouTube dieron por hecho que el archivo que estaban por subir era el que ya habían editado para el vivo. Se equivocaron. Alguien vio la entrevista on demand, posteó el recorte en redes y se viralizó. ¿Operación? ¿Impericia? ¿Escasez de recurso humano? En los pasillos de la señal se habla más de “precarización laboral” y “no tener tiempo para chequear” que de una estrategia para desestabilizar al Gobierno”.
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A posteriori, Viale contó también que, mientras entrevistaba a Milei, fuera de campo les observaban el ministro de Economía, Luis Caputo (tío lejano del Caputo asesor), la secretaria general de la Presidencia, hermanísima y número dos del régimen, Karina Milei, y el portavoz del Gobierno, Manuel Adorni. O sea, el sector del Ejecutivo más afectado por el libragate, pues Adorni y (sobre todo) Karina estuvieron en la mayoría de las reuniones con los fontaneros de la cripto moneda. No por casualidad, tras estallar el quilombo de la entrevista guionizada a Milei, esta parte del Gobierno se ha mostrado especialmente crítica con la irrupción del asesor Caputo.
En pleno reparto de culpas por el fiasco Libra, el sector karinista del Gobierno ha aprovechado el desliz de Caputo para desviar al foco sobre él. O Caputo, con el que los karinistas mantienen una relación compleja por su influencia hacia el presidente (Milei atribuyó a Caputo la estrategia que le llevó a la presidencia), ejerciendo de muñeco que taparía la implicación directa de Karina Milei en el libragate (y quien dice implicación de Karina Milei, dice implicación de Javier Milei). Hasta ahora, el régimen se había sostenido sobre el denominado “triángulo de hierro”, formado por Milei, Karina y Caputo, pero Libra estaría abriendo gritas internas difíciles de cerrar.
El detalle oculto del plano
Aunque el plano de la irrupción de Caputo en la entrevista no es bueno, y apenas se ve la fugaz aparición de un hombre de camisa blanca arremangada, pero sin rostro, el diablo está en los detalles: al asesor se le ve un tatuaje en el brazo derecho.
Como contó la revista Noticias hace unos meses, Caputo tiene varios tatuajes. En la espalda, la obra El hombre gris, del dibujante argentino Benjamín Solari Parravicini, que, según los libertarios, “predijo la llegada de Javier Milei a la Presidencia de la Nación”.
¿Y el del brazo? Sale de un libro llamado Russian Criminal Tattoo Encyclopedia, con los mejores tatuajes de presos de la mafia rusa, entre ellos el que el fontanero plenipotenciario de Milei lleva el brazo, una consigna anticomunista que dice así: “Una cabaña, una casa de campo y una caja de ahorros, un barco, un coche y un garaje calmarán mis deseos”. No es poca cosa.
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Epílogo
Mientras Bonasera le decía cosas sucias al oído a Corleone en un despacho sombrío, había un murmullo festivo de fondo, porque la escena transcurría dentro de otra más grande, la boda de la hija del padrino en los jardines de la casa, marco entrañable en el que los Corleone engrasaban sus negocios. Una muñeca rusa de lo micro (los problemas de un enterrador italiano cualquiera) a lo macro (las relaciones entre la mafia y el Estado), igual que la dramática entrevista de Viale a Milei se movió de lo pequeño (un ciudadano random llamado Javier Milei que había respaldado ingenuamente a unos jóvenes emprendedores cripto por el bien de todos), a lo mediano (las decisivas relaciones de amor/odio entre Milei y la prensa), acabando en lo grande. el incierto rumbo de uno de los gobiernos más desahogados de la era Trump.
En una escena de El Padrino, Vito le decía a su hijo Sonny: "Nunca digas lo que piensas a alguien fuera de la familia”. Parece que Milei ha hablado/tratado más de la cuenta con personas de fuera de la familia —criptobros desahogados que andan a su bola por el mundo, es decir, no fácilmente controlables más allá del precario pacto de no agresión que hay aún entre las partes—, los negocios del clan familiar se han alborotado y no hay periodista genuflexo que puede arreglar eso.
En el arranque de El Padrino, un honorable enterrador italiano llamado Bonasera visita el despacho de Vito Corleone (Marlon Brando) para pedirle algo. Entre claroscuros, intuimos la presencia de varios consejeros de Don Vito en la habitación. Introducida la problemática de Bonasera —su hija ha sido agredida por unos macarras— Brando le pregunta: "¿Qué quieres?". Bonasera se acerca, le susurra algo al oído y vuelve sobre sus pasos. Silencio sepulcral en el despacho. Brando se lo piensa, y finalmente responde: "Eso no puedo hacerlo". Luego le mete un rapapolvo a Bonasera por venir solo a verle cuando quiere algo. ¿Qué le había pedido exactamente Bonasera? No lo sabemos, quizá solo entradas para la ópera, pero imaginamos algo mucho más terrible.