Las elecciones de Alemania, vistas por una renegada de AfD: "Necesitamos menos Scholz y más Milei"
La politóloga Joana Cotar (Rumania, 1973) puede ser una de las voces más interesantes para enfocar lo que está por venir en la política alemana
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La politóloga Joana Cotar (Rumanía, 1973) puede ser una de las voces más interesantes para enfocar lo que está por venir en la política alemana. Y no por sus estudios de Ciencias Políticas en Mannheim, sino porque vio nacer al partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) y lo ayudó a crecer durante una década, hasta formar parte de la ejecutiva federal. Pero en otoño de 2022, abruptamente, dijo adiós.
Desde entonces es diputada independiente en el Bundestag, un puesto que no revalidará este domingo, tras las elecciones que marcarán la nueva senda del motor europeo. Cotar deja la primera línea después de siete años, menos tiempo del que trabajó en banca de inversión. Una rara avis. "Una política no profesional que nunca pensó entrar en política", dice de sí misma. Una extranjera libertaria que aupó a un partido proteccionista y antiinmigración.
Cotar fue, en el fondo, el aviso temprano del mundo nuevo que ha llegado. Tras décadas de estado social, Europa abierta y comercio global, el péndulo ideológico oscila a gran velocidad. El final de lo woke, la Argentina de Milei o la sumisión de los magnates tecnológicos estadounidenses con Donald Trump son caras diferentes del mismo patrón. "Hay un nuevo sheriff en la ciudad", que dijo JD Vance, vicepresidente de Estados Unidos, en Múnich, refiriéndose a su jefe. Tanto él como Musk apoyan sin ambages a AfD, rompiendo tabúes y cordones sanitarios impuestos a la extrema derecha. Los resultados electorales de este domingo definirán el rumbo del continente en el corto plazo. Y esta rumana lo supo ver mucho antes. Liberada de corsés políticos, Joana Cotar atiende a El Confidencial. Su carrera e ideología son claro reflejo de la nueva tendencia política mundial.
PREGUNTA. ¿Con qué Alemania nos encontraremos el lunes que viene?
RESPUESTA. La CDU tendrá al próximo canciller, seguro. Pero no le será fácil formar un gobierno, porque el apoyo a AfD ha crecido mucho. Si los votos son suficientes, se formará una gran coalición o los verdes llegarán al gobierno. Ambas opciones serán devastadoras para nuestra economía. Pero nadie, absolutamente nadie, llegará a un acuerdo con AfD. La pregunta no es cuál será el próximo gobierno, sino cómo sobrevivirá.
"Durante muchos años, hemos sido los únicos en pedir cerrar las fronteras, proteger a nuestra gente y revisar la política energética"
P. Según las encuestas, AfD duplica los resultados de las pasadas elecciones. ¿Qué lo hace atractivo a los votantes?
R. AfD nació en 2013, en un momento difícil durante la crisis del euro y la Unión. Teníamos de canciller a Ángela Merkel que decía que no había alternativa. Y yo siempre he pensado que existen alternativas a los problemas. Dos años antes de la formación del partido, recuerdo que participé en una manifestación en Frankfurt y repartí mis propios flyers contra los políticos que no escuchan a su pueblo. Una de las frases era "siempre hay alternativa". Claro, cuando apareció Alternativa para Alemania no lo dudé. Leí el programa y me uní ese mismo día. “Este es mi partido”, pensé. Durante muchos años, hemos sido los únicos en pedir cerrar las fronteras, proteger a nuestra gente y revisar la política energética. AfD es la respuesta para mucha gente que busca soluciones a sus problemas. Por eso les votan.
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P. Pero usted dejó AfD…
R. El tiempo ha cambiado al partido. Ya no es liberal-conservador, como antes, sino el más conservador de Alemania. Aunque hay que reconocer que ha conseguido que el centro-derecha vote leyes importantes para cambiar el rumbo de la política alemana en migración.
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Las similitudes con Vox en España resuenan durante la conversación. La salida de Espinosa de los Monteros o Macarena Olona ha debilitado en los últimos tiempos a un partido controlado por el ala dura. Cotar, poca interesada en la política española, reconoce que tuvieron "las mismas peleas internas entre liberales y conservadores".
Motivo que llevó al antiguo líder de AfD, Jörg Meuthen, a dimitir en 2022, tras nueve años de militancia. "El corazón del partido late hoy muy a la derecha", declaró. "No se basan en el orden democrático. Veo claramente connotaciones totalitarias". Unos meses más tarde, Joana siguió sus pasos. La invasión rusa fue la gota que colmó su vaso.
P. Europa y el mundo se tambalean con la guerra de Ucrania. Usted alertó de que AfD estaba demasiado cerca de Putin y lo señaló como motivo principal de su marcha.
R. Siempre he batallado por la libertad y, tras diez años en el partido, de repente, me encontré en el mismo barco que Rusia, China o Irán. Cuando veo al pueblo ucraniano dar la vida para proteger a su país, me resulta difícil defender la necesidad de hablar con Putin. Luché conmigo misma durante casi un año, decidiendo si me iba o no, pero al final la situación empeoró tanto que no tuve alternativa. Ahora es habitual ver a los miembros del partido en la embajada rusa. Se sacan fotos y apoyan al Kremlin diciendo: "¡Miren, en realidad no son tan malos! Deberíamos trabajar estrechamente con ellos en vez de con Estados Unidos, Europa se extiende de Rusia a Portugal". O sea, ¿nos amenazan constantemente con bombas nucleares y (en AfD) piden que seamos aliados? ¿En qué piensan?
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P. Las coaliciones más probables serían para usted "la ruina económica de Alemania". Pero las posturas sobre Ucrania son un obstáculo para la gobernabilidad. ¿Qué sugiere entonces?
R. Yo no quiero a AfD en el gobierno. Conozco muy bien a su gente y no les voy a votar. Pero siendo totalmente honesta, no veo negativo contar con ellos para aprobar ciertas leyes, como sucedió en enero [los demo-cristianos ganaron una votación para restringir drásticamente la inmigración, gracias a los votos de la ultraderecha]. En mi opinión, lo mejor sería un gobierno en minoría de la CDU obligado a negociar. Hasta ahora, los verdes, socialistas y la prensa presionaban al centroderecha para impedir acuerdos. Le acusaban de colaborar con nazis. Pero hay un 21% de alemanes que, según las encuestas, votarán a AfD. No puedes ignorar al 21% de tu pueblo.
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Cotar, hija de un perseguido del régimen comunista de Nicolás Ceaușescu, convivió desde pequeña con la censura y la represión. Su padre cumplió seis años de prisión, antes de exiliarse en Alemania, el país de su esposa. Esta experiencia marcó profundamente a la familia Cotar y convirtió a Joana en una defensora implacable de la libertad de expresión. Una lucha renovada durante su tiempo en AfD. En Alemania, como en España, los señalamientos públicos y etiquetas se utilizan como arma política para evitar debates incómodos.
Sin embargo, el hartazgo social, la falta de respuestas de los partidos tradicionales y el desgaste de palabras como nazi o fascista han convertido en un símbolo de resistencia lo que antes era una losa.
"Si hacer lo correcto y luchar por la libertad te convierte en nazi, entonces yo soy nazi. Eso es lo gracioso, llaman nazis a los que estaban en contra de las medidas del COVID, a la gente que quiere pagar menos impuestos o los que están en contra de deshacerse de la energía nuclear. ¡Todo el mundo es nazi ahora en Alemania!”, exclama Cotar. "Por eso creo que a nadie le importa ya que le llamen nazi. Lo triste es que los jóvenes no tienen ni idea de quiénes lo fueron de verdad ni de lo que hicieron en la Segunda Guerra Mundial. Ahora piensan que los nazis son gente como yo".
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P. Usted se autodefine libertaria, pero se posiciona contra el libre movimiento de personas y la inmigración. ¿No es contradictorio?
R. En Alemania tenemos un problema: somos un estado social. Eso significa que apoyamos a todas las personas que no tienen trabajo. Si tú vives en África o en algún lugar de Afganistán, y ves que aquí puedes conseguir miles de euros al mes, es decir, más que tu salario anual, vas a venir a Alemania. Yo también lo haría. Y tú también. El coste de esta política para los contribuyentes es altísimo. La inmigración nos cuesta alrededor de 48.000 millones de euros al año. Y hablo solo del Estado alemán. A la cifra hay que sumar el gasto de cada estado. ¡Es una locura! Y provoca que los trabajadores paguen más impuestos para sostener el sistema. Si no fuera así, podríamos abrir las fronteras. Nadie vendría, porque ya no recibirían apoyo. Lo siento, no suena bonito, pero si eres incapaz de mantenerte en Alemania, tienes que irte.
P. ¿Y qué plantea para los que ya llegaron?
R. Depende de qué tipo de inmigrantes hablemos. Mi padre es rumano, yo no odio a los extranjeros en Alemania. Si vienes a un país como lo hicimos nosotros, trabajas, construyes tu propia vida y eres un miembro valioso de la sociedad, eres más que bienvenido. En Alemania nos falta mano de obra, necesitamos inmigración. Pero lo que no necesitamos es inmigración en nuestros servicios sociales, porque daña a nuestro país. Así que primero hay que hacer que todas las personas que no tienen permiso de residencia se marchen. Ponerlos en aviones y enviarlos de vuelta a casa. Después, recortar los servicios sociales. En cuanto no reciban más dinero se irán, porque ya no podrán mantenerse por sí mismos.
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La visión de Cotar choca con la tradición demócratacristiana que conforma Alemania desde la posguerra, pero refleja el sentimiento mayoritario actual en el país. Antes de las pasadas elecciones europeas, una encuesta de la TV pública mostró que la mitad de los alemanes considera necesario reducir los subsidios. Y este pasado enero, dos tercios consideraban necesario frenar la llegada de inmigrantes. El número crece año a año, igual que un hastío que va mucho más allá de la ultraderecha.
Joana Cotar prioriza el control migratorio, junto a las batallas por la libertad de expresión, la reducción del Estado y la creación de una reserva de Bitcoin (Cotar fue la única diputada que alzó la voz el verano pasado para que el estado alemán de Sajonia no vendiera más 2.600 millones de euros en bitcoin cuyo valor ya se ha duplicado). Y aunque el domingo abandonará el Bundestag, continúa regalando eslóganes a diario. “Me encantaría volver al Parlamento y decir: ¿sabéis qué? Me voy a deshacer de la mitad de vosotros”, suelta con una sonrisa. Otro de sus hits, hasta la estafa con la criptomoneda $Libra, era: “Alemania necesita menos Scholz y más Milei”.
Sin embargo, una frase que lanzó el diciembre pasado define el momento actual mejor que ninguna otra: "No confíes en los políticos. De verdad, no confíes en ellos". El péndulo sigue moviéndose. La anti política de derechas ha llegado.
La politóloga Joana Cotar (Rumanía, 1973) puede ser una de las voces más interesantes para enfocar lo que está por venir en la política alemana. Y no por sus estudios de Ciencias Políticas en Mannheim, sino porque vio nacer al partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) y lo ayudó a crecer durante una década, hasta formar parte de la ejecutiva federal. Pero en otoño de 2022, abruptamente, dijo adiós.