El fin de Occidente: Trump abre las compuertas de Europa para Pekín
"A río revuelto, ganancia de pescadores". Y China, en medio de este huracán Trump, en el que parece que prioriza el eje Moscú-Washington, extiende sus redes de arrastre
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La "lección" de política trumpista que el vicepresidente estadounidense JD Vance dio el pasado 14 de febrero en la Conferencia de Seguridad de Múnich a sus ¿socios? europeos se ha escuchado con mucho interés en Pekín. Estados Unidos parece dispuesto a hacer volar por los aires los puentes de la alianza trasatlántica y eso abre un incierto escenario internacional en el que poner en práctica el refrán "a río revuelto, ganancia de pescadores". Y China, en medio de este huracán Trump, en el que parece que prioriza el eje Moscú-Washington, mantiene extendidas sus redes de arrastre en la aldea global. Mientras la superpotencia occidental habla de proteccionismo y tasas, Pekín habla de garantizar el libre comercio y respeto por la soberanía de otros países.
Para entender a China hace falta escuchar a China, así que nada mejor que sus medios oficiales y oficialistas para analizar qué piensa Pekín del terremoto de Múnich. El discurso que el ministro de Exteriores, Wang Yi, dio en la cita alemana ya contrastó mucho con el de Vance. Tanto, que hace pocos años alguien hubiera podido pensar que ambos mandatarios se confundieron y leyeron el discurso del otro. "China siempre ha visto en Europa un polo importante en el mundo multipolar. Las dos partes son socios, no rivales. Este año se celebra el 50 aniversario de las relaciones diplomáticas China-UE. Aprovechando esta oportunidad, China está dispuesta a trabajar con la parte europea para profundizar la comunicación estratégica y la cooperación mutuamente beneficiosa, y dirigir el mundo hacia un futuro brillante de paz, seguridad, prosperidad y progreso", dijo el jefe de la diplomacia china.
Yi comprendió que el concepto de Occidente, durante casi un siglo símbolo de un bloque cohesionado, se desmorona ante los ojos del mundo. La UE y EEUU parecen encaminados a un conflicto que va más allá de una simple disputa comercial, especialmente ahora que Washington, en plena guerra con implicaciones existenciales para la seguridad europea, contempla retirar sus tropas del viejo continente para redirigirlas al Indo-Pacífico, donde Trump ve el nuevo epicentro geopolítico.
Pero mientras Estados Unidos está rompiendo una de sus señas de identidad en el último siglo, que era mantener la línea de política exterior independientemente de si gobernaban republicanos o demócratas, China sigue aplicando su hoja de ruta con planes que tienen horizontes de acción de hasta 25 años. "¿Traerá la multipolaridad caos, conflicto y confrontación? ¿Significa la dominación de los grandes países y el acoso de los fuertes a los débiles? La respuesta de China es que debemos trabajar por un mundo multipolar igualitario y ordenado. Esta es otra de las grandes propuestas del presidente Xi Jinping, y representa nuestra sincera expectativa de un mundo multipolar", soltó Yi en Múnich.
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La diferencia entre Vance y Yi fue notable y trajo otra peculiaridad: el chino hizo diplomacia exterior, el estadounidense hizo diplomacia interna. ¿Qué sentido tiene lanzar un furibundo ataque público a tus socios? ¿Por qué no hacerlo a puerta cerrada? El trumpismo necesita de ese altavoz, mientras Xi prefiere lavar los trapos sucios en casa, de noche y con la luz apagada. "El discurso puede sonar ridículo a muchos oídos, pero puso de relieve la brecha en las visiones del mundo entre la administración Trump y Europa, así como la forma en que Vance priorizó una audiencia doméstica sobre los aliados tradicionales de Estados Unidos", señala la analista china Josephine Ma en un artículo del periódico chino South China Morning Post (SCMP).
Ese mismo medio, el más prestigioso en el panorama mediático chino por no ser un simple portavoz del Partido Comunista de China, definía como "caótico" lo ocurrido en Múnich entre los altos funcionarios europeos y estadounidenses. "En un bombardeo diplomático, el ministro de Asuntos Exteriores, Wang Yi, se reunió con el canciller alemán, Olaf Scholz, y su oponente conservador, Friedrich Merz, con el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, y con sus homólogos de la Unión Europea, Alemania, España y Francia. En cada ocasión, según declaraciones del Ministerio de Asuntos Exteriores, presentó a China como socio de Europa y amigo del orden existente", señala el rotativo de Hong Kong.
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Es decir, mientras Vance se dedicaba a casi ridiculizar a toda la cúpula de Bruselas hablando de Greta Thunberg y de la inmigración ilegal, China se dedicaba a cortejar a la UE que, se diga lo que se diga en Washington, sigue siendo una superpotencia global. Mientras Keith Kellogg, el enviado especial del presidente Trump en el conflicto entre Rusia y Ucrania, le decía a Europa que no debe entrometerse en las negociaciones entre Moscú y Washington, Yi remarcaba a Kaja Kallas, la jefa de la diplomacia europea, que "China apoya todos los esfuerzos conducentes a la paz y apoya el importante papel de Europa en el proceso de conversaciones de paz". Luego, para hurgar un poco en la herida, el veterano diplomático chino recordó que "hay un país que se retira de tratados y organizaciones internacionales y creo que en Europa se sienten escalofríos casi todos los días ante eso".
¿Belt & Road y Global Gateway?
China ha visto que se le abre algo la compuerta, hasta hace nada cerrada, de introducir su gran proyecto comercial de la Ruta de la Seda en Europa. Mientras Trump aparece con sus recetas de aranceles a granel, la diplomacia de Xi, explica el Diario del Pueblo chino en un artículo que se titula "China reafirma su compromiso con la multipolaridad", mantiene que "China está dispuesta a promover la sinergia entre la iniciativa Belt and Road y la iniciativa Global Gateway de la Unión Europea, potenciándose mutuamente y potenciando al mundo".
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"El acercamiento de Pekín a los líderes en la conferencia demostró que quería aprovechar la oportunidad de mejorar los lazos con Europa", explica la analista china Josephine Ma que, sin embargo, alerta, sobre echar las campanas al vuelo. "Si bien el cambio de rumbo quita presión a Pekín, no es momento para la complacencia. China debe manejar las delicadas y complejas relaciones con la UE con prudencia y habilidad diplomática. Las suposiciones de algunos analistas y medios de comunicación extranjeros de que Pekín podría llenar cualquier vacío dejado por EEUU son demasiado optimistas". Y efectivamente lo son, pero es que hasta hace nada parecían imposibles.
China parece haber entendido muy bien el papel que va a interpretar este Trump 2.0. El pasado 8 de enero, cuando el magnate no era formalmente presidente, el oficialista medio chino Global Times publicaba un artículo de opinión que ahora parece una profecía. El texto se titulaba "La actitud de la UE hacia China necesita un cambio de paradigma" y en su primer párrafo vaticinaba esto: "La administración entrante de Donald Trump no será una repetición de su primera presidencia. La administración entrante en EEUU posiblemente significará el fin del multilateralismo estadounidense posterior a 1945; un creciente abismo entre Europa y EEUU; el fin de la guerra de Ucrania; una guerra comercial con China (pero no una guerra encarnizada) que fracasará en sus objetivos y una mayor presión sobre todos los aliados de EEUU (europeos y de Asia Oriental) para que paguen parte de su defensa. Marcará un cambio de paradigma a una escala mucho mayor y de consecuencias mucho mayores que los cambios anteriores, como la revolución neoliberal de Thatcher en la década de 1980. Marcará un importante giro a la derecha en la política estadounidense, una retirada a gran escala del papel global de Estados Unidos".
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China tenía claro lo que venía con Trump. A tenor de las reacciones tras el sopapo de Múnich, parece que a Bruselas la verborrea y animosidad de la administración Trump le ha pillado con el pie cambiado. Quizá se esperaban desencuentros, pero no un ataque tan directo a una estrecha relación diplomática que comenzó hace más de un siglo. Los mandatarios de Pekín, mientras, ponen el televisor y se sientan con sus palomitas a ver qué ocurre en el próximo capítulo.
La "lección" de política trumpista que el vicepresidente estadounidense JD Vance dio el pasado 14 de febrero en la Conferencia de Seguridad de Múnich a sus ¿socios? europeos se ha escuchado con mucho interés en Pekín. Estados Unidos parece dispuesto a hacer volar por los aires los puentes de la alianza trasatlántica y eso abre un incierto escenario internacional en el que poner en práctica el refrán "a río revuelto, ganancia de pescadores". Y China, en medio de este huracán Trump, en el que parece que prioriza el eje Moscú-Washington, mantiene extendidas sus redes de arrastre en la aldea global. Mientras la superpotencia occidental habla de proteccionismo y tasas, Pekín habla de garantizar el libre comercio y respeto por la soberanía de otros países.