Los hombres que están cambiando Alemania y quieren hacer más fácil 'tragar' la píldora de AfD
Desde un municipio de Brandenburgo, el candidato de la AfD del estado, René Springer, dio un discurso en un mitin en el que participaron otros políticos del partido de extrema derecha
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-¿Cantamos todos una canción?
-¡Siii!
-¿Qué canción cantamos?
-¡Alice für Deutschland!
El público se levanta y aplaude. Cuando llega el momento del estribillo, cantan casi al unísono. "Alicia para Alemania / Porque creemos en ti / Y sabemos que puedes hacerlo / Eres fenomenal / Tan fuerte y maravillosa / Eres la mejor opción".
El presentador del evento político de Alternativa para Alemania (AfD) acaba la canción coreando el nombre de Alice Weidel, la candidata del partido de extrema derecha en las elecciones del 23 de febrero. La carpa es el centro neurálgico del Winterfest, la fiesta de invierno en Königs Wusterhausen, un municipio del estado de Brandeburgo, organizada por el partido en la recta final de la campaña electoral. En los puestos de comida venden salchichas, Glühwein y cerveza. Lo necesario para compensar las temperaturas que marcan varios grados bajo cero y para recordar a los asistentes que están en una fiesta, "la fiesta de la democracia".
El primero en subir al pequeño escenario es Benjamin Filter, miembro del Parlamento estatal y representante de AfD. Empieza su discurso lanzando una pregunta a los asistentes: "¿Qué piensan de que haya hombres en campeonatos de mujeres?". "¡Buhhh!", responden todos. Filter critica en su discurso la inclusión de mujeres trans en los deportes femeninos y recuerda que Donald Trump ha firmado una orden ejecutiva para evitar esta situación.
Vuelve a hacer mención a Estados Unidos para referirse al vicepresidente JD Vance y a su discurso en la Conferencia de Seguridad de Múnich, donde sacudió la campaña electoral alemana con una cruzada ideológica e instó a los partidos a pactar con Alternativa para Alemania y a poner fin al cordón sanitario, la famosa Brandmauer, con la que las formaciones quieren evitar que la extrema derecha llegue al poder. "Vance lo ha hecho muy bien, un fuerte aplauso para él. La Brandmauer acabará y quizá pasa más temprano de lo que pensamos", dijo Benjamin Filter, después de que Olaf Scholz criticara duramente las declaraciones y las tildara de "interferencia electoral".
El político de AfD en Brandeburgo señala a una de las personas sentadas en primera fila. "Miren esa gorra de Donald Trump. Muy bien", alaba Filter. El hombre, vestido con un chaleco con parches y una gorra roja con el nombre del presidente estadounidense, se levanta de su asiento y saluda a los asistentes que le aplauden.
Frank Sterzinger está de pie y observa el evento con una sonrisa. Ha venido acompañado de sus amigos, todos convencidos de que votar a AfD es la única manera de salvar a su país que, opinan, está en una debacle de la que solo la formación de Alice Weidel puede sacarlo. "En Alemania tienen que cambiar muchas cosas y eso es algo que no todos los partidos quieren. AfD es el único que promueve ese cambio y que está dispuesto a hacer algo para conseguirlo", afirma a El Confidencial.
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El alemán, nacido en Brandeburgo, reconoce que no está de acuerdo con todo lo que dicen los políticos del partido de extrema derecha, pero está convencido de que la dirección que está tomando AfD es la correcta. Sobre todo en lo que respecta a la inmigración, uno de los temas candentes de la campaña electoral. "Tenemos a muchos inmigrantes en las calles que vienen solamente a armar lío. Mira lo que ha pasado en Aschaffenburg, mira Múnich", explica, en referencia a los últimos ataques vinculados por las autoridades con el terrorimso islamista.
Uno de los amigos de Sterzinger, que prefiere no dar su nombre pero que pide que se le llame Bernd, añade que Alemania tiene también un gran problema con la economía y que necesita mano de obra. "En eso pueden ayudar los migrantes, no tenemos ningún problema con eso, pero el problema es que necesitamos mano de obra cualificada y no los que llegan aquí, sin conocimiento ni estudios", sostiene.
Además, Bernd hace referencia a los altos costes de la energía como otro de los problemas que han provocado un frenazo económico en el país. "AfD son los únicos que pueden parar todo esto".
Precisamente, a pocos metros de este votante del partido, Steffan Kotré explica sus propuestas como portavoz de las políticas energéticas del partido de extrema derecha en el Parlamento. En entrevista con este periódico, Kotré argumenta que hacen falta medidas duras para frenar una subida de los precios que también afecta a las empresas alemanas. "Está muy claro. Tenemos que garantizar el suministro energético mediante la energía nuclear, el carbón y, por supuesto, garantizar el gas ruso. Así, en primer lugar, hemos asegurado nuestro suministro de energía y, en segundo lugar, lo hemos vuelto asequible", sostiene. "Lo que ya no haremos es subsidiar formas de energía que no son rentables ni competitivas, como la energía eólica y solar", añade.
Estas medidas han calado hondo en estados alemanes como Brandeburgo, donde Alternativa para Alemania (AfD) estuvo a punto de acabar con el liderazgo del Partido Socialdemócrata (SPD) en uno de sus bastiones más tradicionales. En las elecciones regionales del pasado septiembre, los socialistas se salvaron por la mínima y obtuvieron el 30,7% frente al 29.3% de la extrema derecha.
Por una Alemania 'más alemana'
Annika, que prefiere no dar su apellido, ha ido con su madre y su hija a la fiesta de invierno de AfD para beber algo y escuchar lo que los políticos quieran contar. No es la primera vez que va a un evento de la formación, sobre todo desde que pasó de votar a los socialistas a la extrema derecha. "Hace ya un tiempo que me di cuenta de que no tenía sentido porque yo busco un cambio para este país. Y AfD tiene objetivos específicos y sabe las cosas que tiene que hacer", afirma a El Confidencial.
Nunca fue una socialista convencida y Annika sostiene que gran parte votaba al partido del candidato Olaf Scholz. "Pero antes las cosas eran distintas. No teníamos todos los problemas que tenemos ahora", aclara. Las palabras de Annika se interrumpen cuando sube la música y un grupo de personas forma una conga. La canción que suena habla sobre la caída del socialismo en Alemania y sobre cómo ha acabado con el poderío alemán. Un hombre, al fondo de la carpa, sujeta un cartel con la cara de Alice Weidel.
La conga es el momento cumbre antes de que llegue el político más conocido del evento. Nada más llegar a la plaza donde se celebra el Winterfest, un grupo de personas se acerca para saludarle. René Springer, el principal candidato de AfD de Brandeburgo para las próximas elecciones federales, se sube al pequeño escenario entre aplausos. Habla sobre la necesidad de acabar con el cordón sanitario y de un futuro prometedor con AfD en el Gobierno.
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En entrevista con este periódico, recuerda una fecha: el 31 de diciembre de 2014. Ese fue el año en el que se unió a Alternativa para Alemania, como su "buen propósito" para el nuevo año. Más de 10 años después, está convencido de que su partido conseguirá llegar al Gobierno y de que la Brandmauer caerá más pronto que tarde. "Tanto en mi estado como a nivel federal, tenemos el tiempo y la capacidad para enseñar a la gente que podemos solucionar los problemas que tenemos", afirma.
La lista de retos es larga y Springer sostiene que van mucho más allá de la economía o la inmigración. "Estamos en una convergencia de problemas, da igual donde mires: la educación, las Fuerzas Armadas… es difícil ver un sector que haya ido a mejor en los últimos. Solo se pierde la confianza y empeora todo", apunta a El Confidencial.
René Springer promete que la formación de extrema derecha puede poner punto y final a muchos de estos problemas y, ante todo, 'devolver' el país a los ciudadanos. El político de Brandeburgo ha afirmado en varias ocasiones que quiere una "Alemania más alemana". Esta es su manera de explicar el concepto: “Eso significa que queremos preservar lo que nuestros antepasados dejaron atrás. Dejaron atrás un hogar que funcionaba, un hogar en el que te sentías cómodo, en el que crecías en un entorno seguro, te beneficiabas de una buena educación con oportunidades de vida y donde no te sentías como un extraño”.
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Ahora, continúa, tanto su ciudad como otras del oeste con grandes índices de inmigración, han cambiado por completo y asegura no reconocerse en ellas. Tiene la sensación, algunas veces, de estar en un "bazar oriental" en lugar de en un lugar que "debería llamar hogar". "No queremos que nuestra identidad se diluya entre un flujo de gente que llega, no queremos que nuestra seguridad se erosione, queremos sentirnos bien en nuestro país y tener la sensación de que controlamos lo que sucede en Alemania", sentencia.
A pocos metros de la conga contra el SPD, de los cánticos a favor de Alice Weidel y del alemán con una gorra de Donald Trump, se ha organizado una manifestación contra la AfD. Frente a la estación central de Königs Wusterhausen, decenas de personas se han reunido para protestar contra el extremismo en el país y para favorecer un diálogo que ponga freno a partidos de extrema derecha como Alternativa para Alemania.
Sophie Uwe, una de las organizadores, explica a El Confidencial que es consciente de que el "fascismo" y el "extremismo" de derecha han llegado a la sociedad alemana. "Por eso estamos aquí, para enseñar a todo el mundo que nosotros somos la Brandmauer, que no va a caer. No se puede cooperar con la extrema derecha, no debe suceder nunca".
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El objetivo de Uwe y de sus compañeros es intentar mostrar a la gente qué significa AfD y qué representa realmente. "Es un partido populista que miente a sus ciudadanos. Es muy importante crear conciencia y defender la democracia. En protestas como esta, aunque estemos en un lugar pequeño como este, queremos demostrar que no nos rendiremos y nos mantendremos firmes", afirma la organizadora.
En la protesta frente a la estación de tren no se escuchan las canciones que cantan los simpatizantes de AfD a pocos metros de distancia. Pero pareciera que esas entonaciones están en el ambiente y que todo el mundo pudiera escucharlas. "Tengo mucho miedo. Tengo 21 años, toda la vida por delante y muchos años luchando por la ley y los derechos. Y tengo miedo porque veo a gente de mi edad que se vuelve extremista, veo que hay una crisis climática que mucha gente no quiere ver y otros problemas que no se arreglan porque los políticos hacen la vista gorda. No sé cómo acabará esto", concluye Sophie Uwe.
-¿Cantamos todos una canción?