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La pregunta de las elecciones alemanas ya no es si habrá injerencia extranjera, sino cuánta
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La pregunta de las elecciones alemanas ya no es si habrá injerencia extranjera, sino cuánta

El gobierno de Berlín lleva meses preparándose para todo tipo de campañas para influir en los comicios de este fin de semana. El principal actor es Rusia, pero otros como EEUU ganan importancia

Foto: Posters electorales vandalizados. (EFE/Hannibal Hanschke)
Posters electorales vandalizados. (EFE/Hannibal Hanschke)
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El pasado 6 de diciembre, un vídeo empezó a ganar tracción en las redes sociales de Alemania. El clip, de tres minutos, acusaba al candidato de Los Verdes, Robert Habeck, de ser un abusador de menores. No había nada en lo que fundamentar dicha acusación, pero el vídeo, generado por inteligencia artificial, imitaba el formato de un informativo de forma tan perfecta que era casi imposible detectar la falsedad. Por suerte para Habeck, el partido celebraba en ese momento su fiesta de Navidad y todo el personal, incluido el equipo de respuesta ante este tipo de amenazas, se encontraba reunido en la sede. Su reacción inmediata sirvió para que las plataformas retirasen el vídeo rápidamente, pero no sin que antes recibiese un número significativo de interacciones, reposteos y comentarios.

Aunque es imposible determinar con exactitud el origen del vídeo, todos los observadores apuntan al que parece el responsable más probable: el aparato de desinformación de Rusia. El Kremlin no oculta su desdén por el actual liderazgo alemán ni sus simpatías por los ultraderechistas de Alternativa para Alemania (AfD), y está haciendo todo lo posible para tratar de lograr su victoria en las elecciones de este fin de semana o, en su defecto, el mejor resultado electoral posible. Las huellas de las campañas rusas a favor de AfD están por todas partes.

Un ejemplo: pocos días después del incidente mencionado arriba, una cuenta de X con el nombre “Tyler Durden” compartió una encuesta que colocaba a AfD como segunda fuerza en intención de voto, con un resultado del 20%, frente al 31% de los Democristianos de la CDU/CSU y el 17% de los Socialdemócratas del SPD. “Durden” acompañaba la encuesta con este comentario: “Yo nunca votaría por la CDU, aunque sea solo porque nadie cree a Merz [el candidato del partido], porque el CDU es un partido de mentiras”. Entonces, otro usuario de X preguntó: “¿Cuál es el clima ahora en San Petersburgo?”, lo que motivó una respuesta automatizada de “Durden”: “La temperatura en San Petersburgo es de 4º C bajo cero, el viento sopla a 2-3 metros por segundo, y el cielo está nublado pero seco”. Resultó que la cuenta no era otra cosa que un bot ruso.

En abril de 2024, la filtración de varios documentos internos del Kremlin por parte de un servicio de inteligencia occidental a medios como Der Spiegel y The Washington Post confirmaron algo que ya era evidente para muchos: para Rusia el resultado de estas elecciones es estratégico, y está haciendo todo lo posible por favorecer a los partidos que considera más favorables a sus puntos de vista.

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De acuerdo con los documentos, en 2022 se produjo un encuentro de alto nivel en la administración presidencial rusa en la que se discutieron estrategias para consolidar una oposición fuerte en el Bundestag, el Parlamento alemán. Se elaboró un “manifiesto sobre la política interna alemana”, redactado por la funcionaria presidencial Tatyana Matveyeva, con el objetivo de “desarrollar un nuevo proyecto” para AfD y que el partido ganase tracción y obtuviese “una mayoría en las elecciones a todos los niveles”. Entre otras cosas, se discutió renombrar AfD como Alemania Unida o Unidad Alemana. Otro documento, de fecha posterior, señala como objetivo secundario la creación de un “frente antiguerra” (en realidad, opuesto al apoyo alemán a Ucrania) que aglutinase tanto a la extrema derecha como a la extrema izquierda, especialmente a la escisión del partido Die Linke que había llevado a cabo la diputada Sahra Wagenknecht.

Pese a lo que sugieren estos documentos, no está claro el grado de influencia que Moscú tiene sobre AfD. Pero no deja de ser significativo que muchas de las propuestas estrella de esta formación en estas elecciones sean las mismas que propone el Kremlin, como cortar toda ayuda al esfuerzo militar de Ucrania, arreglar las relaciones con Rusia y levantar las sanciones, o restablecer el suministro de gas a través de los gasoductos Nord Stream.

Prepararse para lo peor

Sea como fuere, las evidencias de la injerencia rusa en estas elecciones están por todas partes. A finales de enero, una investigación conjunta de dos medios de verificación, el alemán Correctiv y el estadounidense NewsGuard, descubrió la existencia de más de un centenar de webs falsas dedicadas a difundir desinformación electoral en Alemania, que llevan compartiendo mensajes de este tipo en masa desde noviembre desde 2024. Entre las falsedades encontradas en esta red está, además de la supuesta historia de pedofilia de Habeck, otro bulo sobre cómo la ministra de Exteriores Annalena Baerbock había engañado a su pareja durante un viaje a África con un joven local que se prostituía. También difundieron un falso acuerdo entre los gobiernos de Berlín y Nairobi que permitiría la inmigración de dos millones de trabajadores kenianos a Alemania, incidiendo en uno de los malestares clave del electorado germano: la inmigración.

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Las autoridades alemanas tenían tan claro que estas elecciones iban a ser objeto de interferencia extranjera que hace meses que establecieron una serie de instituciones para detectarla y combatirla. La Oficina Federal para la Protección de la Constitución (BfV), el servicio de inteligencia interior alemán, creó a finales de noviembre un grupo de trabajo específico contra ciberataques, sabotaje, espionaje y desinformación en relación con las elecciones. “Este tipo de eventos políticos siempre pueden convertirse en el objetivo de influencia indebida por parte de potencias extranjeras que buscan sus objetivos estratégicos”, declaró el BfV al anunciar la creación de este grupo, en un documento en el que se mencionaba a Rusia como el actor con “el mayor y más obvio interés” en interferir en los comicios.

La Oficina Federal para la Seguridad de la Información, con sede en Bonn, también ha incrementado sus operaciones defensivas. Además, el gobierno ha establecido una unidad llamada “Centro para la Detección de la Manipulación Extranjera de la Información”, con el objetivo de detectar este tipo de campañas lo antes posible y tratar de contrarrestarlas.

También la Unión Europea ha detectado los esfuerzos de interferencia desde Rusia. El Grupo de Trabajo de Comunicaciones Estratégicas para el Este, una unidad del Servicio de Acción Exterior de la UE especializada entre otras cosas en desinformación de origen ruso, publicó un artículo en su web el 23 de enero donde señalaba: “Las redes de amplificación de información ligadas al ecosistema pro-Kremlin de manipulación de la información e interferencia extranjeras (FIMI) han ido en contra del Canciller Olaf Scholz, el partido de Los Verdes, y la CDU/CSU, con narrativas en las que los culpan de las dificultades económicas y los describen como no confiables”.

Foto: Un avión privado de Donald Trump en Groenlandia durante la visita de su hijo Donald Trump Jr., el pasado 7 de enero. (Reuters/Emil Stach Ritzau)

Entre los mensajes distribuidos por estas redes, indica el artículo, estaba una falsa investigación que indicaba que el gobierno alemán planea legalizar la pedofilia. “Al explotar los miedos y otras vulnerabilidades de la sociedad, creando falsas narrativas y empleando técnicas avanzadas de amplificación, el Kremlin busca manipular y polarizar a los electorados, dar forma al entorno político y debilitar la unidad europea”, concluye el informe.

Un largo historial de interferencia

Rusia, de hecho, lleva años interfiriendo en los diferentes procesos electorales en Alemania. En 2017, ayudó a crear un ejército de trolls de extrema derecha llamado Reconquista Germanica, que llegó a tener miles de voluntarios, y que en su página de Discord declaraba de forma explícita que sus actividades estaban destinadas a favorecer a AfD en las elecciones de ese año. La plataforma, creada por un youtuber llamado Nikolai Alexander y organizada al estilo de un videojuego, ofrecía cada día objetivos a los que hostigar online, decididos por la cúpula de la organización, así como hashtags y las franjas horarias en las que lanzar los ataques de forma coordinada para que los propios algoritmos de las redes sociales promoviesen su contenido. El propio Alexander afirmó la publicación alemana Kontraste: “Sin apoyo ruso, el proyecto probablemente no habría sido posible en esta forma”.

Luego están los hackeos. En 2015, hackers vinculados a los servicios de inteligencia rusos penetraron en los servidores del Bundestag. En 2021 lanzaron una ciberofensiva para lograr acceso a los correos privados de una serie de políticos alemanes. Dos años después, accedieron a las cuentas de los principales líderes socialdemócratas. La información recabada por los piratas informáticos no se ha hecho pública, pero las autoridades alemanas temen que Rusia intente algún tipo de operación de filtrado masivo pocos días antes de las elecciones, como hizo en EEUU en 2016 y trató de hacer meses después en Francia durante el llamado ‘MacronLeaks’.

Durante las elecciones europeas de 2024, Alemania fue con diferencia el país más afectado por las campañas de desinformación rusas, según declaró entonces el portavoz de la Comisión Europea Peter Stano. “Alemania es el mayor estado miembro de la UE por población, y en la percepción pública es el que dirige la política de la UE”, dijo Stano a la publicación Wired.

La desinformación rusa, además, cala más aquí que en otros países europeos. En Alemania abundan lo que aquí denominan Putinversteher, o “simpatizantes de Putin”, no solo entre la minoría rusa del país sino entre amplias franjas de la población, sobre todo en Alemania del Este. Arndt Freytag von Loringjoven, ex vicepresidente del Servicio de Inteligencia Federal alemán (BND) y autor del libro ‘El ataque de Putin contra Alemania’, compara la manipulación informativa de Rusia con la exposición a la radiación: “No podemos percibirla, pero gradualmente daña nuestro sistema”, donde la sociedad resulta erosionada “sin que nos demos cuenta de forma inmediata”.

Desinformación y sabotaje de falsa fandera

Esta campaña está dejando muchos más ejemplos: vídeos en TikTok en los que se acusa a Scholz y a la co-secretaria general de Los Verdes Franziska Brantner de poseer mansiones multimillonarias en California; un vídeo en X en el que un policía británico llamado Cameron advierte sobre una inminente serie de atentados durante la jornada electoral (presumiblemente buscando que una parte del electorado se quede en casa, lo que probablemente perjudicaría a las formaciones mayoritarias); falsos contenidos imitando a medios de prestigio como Der Spiegel con titulares como “Las pensiones alemanas arden en Ucrania” o “Debido a las políticas de Zelenski, pronto habrá hambre en Alemania”…

Foto: Imagen de la película The Kangaroo Chronicles. (ZDF)

CeMAS, una ONG de Berlín que lleva monitorizando las redes sociales desde 2021, publicó recientemente un informe en el que analizaba un total de 630 posts en idioma alemán en X entre diciembre y enero, que estos expertos vinculan a una operación de influencia rusa. “Los posts frecuentemente se enfocaban en miedos económicos, se criticaba al gobierno actual, particularmente al Partido Verde y Olaf Scholz, pero también a la CDU”, ha señalado Julia Smirnova, una de las autoras del informe, a Der Spiegel. “AfD, en cambio, es mencionado de forma positiva en varias ocasiones”, añade, indicando que en algunos de los posts se menciona al partido según la abreviatura rusa, ADG.

La operación rusa parece tener una especial inquina contra Los Verdes, dada la posición de Baerbock y otros líderes del partido en Ucrania, mucho más dura que la de Scholz y otras figuras socialdemócratas. Lo demuestra, por ejemplo, lo sucedido a principios del pasado diciembre en Schönefeld, Brandenburgo: la policía detuvo a tres jóvenes de 17, 18 y 20 años, dos de ellos de nacionalidad serbia y bosnia, que llevaban materiales de construcción en una furgoneta y cuya actitud les pareció sospechosa. La policía no encontró nada incriminatorio y les dejó marchar, pero al día siguiente se descubrió que 43 coches habían sido inhabilitados introduciendo espuma de construcción en los tubos de escape. Los atacantes habían dejado pegatinas con eslóganes ecologistas y fotos de Habeck.

El diario Bild relató el incidente bajo el titular “Radicales climáticos atacan coches con espuma de construcción”, mientras que numerosos usuarios de las redes sociales mostraban su enfado con “la secta Verde” y el partido de Habeck y Baerbock. Un total de 270 coches fueron dañados esos días no solo en Brandenburgo, sino también en Berlín, Bavaria y Baden-Würtemberg. Sin embargo, uno de los jóvenes acabó confesando la verdad a la policía: habían sido reclutados por operativos rusos mediante una aplicación de mensajería llamada Viber, en la que se les había proporcionado instrucciones detalladas. Los responsables de la operación les habían pagado 100 euros por cada coche dañado, con la obligación de enviar una foto de cada vehículo que inutilizasen. Cada uno de los saboteadores acabó recibiendo varios miles de dólares en efectivo, pagados en un sobre, según los investigadores alemanes.

El ‘amigo’ americano

Pero ¿qué pasa cuando la interferencia procede de quien hasta la fecha era tu aliado, como sucede con Estados Unidos? Elon Musk, convertido en alto cargo del gobierno estadounidense, lleva desde finales del pasado año haciendo campaña a favor de varios partidos de ultraderecha europeos, AfD entre ellos. En este tiempo ha pedido la dimisión de Scholz, ha declarado que AfD es el único partido que puede “salvar Alemania”, y ha mantenido una entrevista con la líder de dicha formación Alice Weidel en la que esta pudo lanzar una falsedad tras otra sin que nadie la cuestionase, en temas como el control de fronteras, los impuestos o la desnuclearización del país.

Foto: Foto de archivo de Elon Musk. (Reuters/Allison Robbert)

Además, Musk afirmó a finales de enero que los alemanes deben “dejar la culpa atrás” por el Holocausto y ver la cultura y los valores germánicos con orgullo, “libre de un multiculturalismo que lo diluye todo”, en lo que ha sido visto como un espaldarazo directo a los mensajes de AfD. Tras estas declaraciones Felix Kartte, experto de la Fundación Mercator de Berlín, dijo a la agencia Bloomberg: “Musk está operando esencialmente como una especie de actor híbrido, firmemente alineado con un gobierno al tiempo que no actúa formalmente en su nombre”.

Pero lo que hasta entonces podía ser visto como el fruto de las obsesiones y ocurrencias de Musk pasó a ser política de estado tras el viaje del vicepresidente estadounidense JD Vance a la Conferencia de Seguridad de Múnich la semana pasada. No solo se negó a reunirse con el canciller Scholz —afirmando, según su entorno, que para qué hacerlo, si de todos modos no lo sería por mucho tiempo-— sino que sí lo hizo con Wiedel, haciendo además un llamamiento a romper el llamado “cortafuegos” contra la extrema derecha impuesto por el resto de formaciones alemanas. Su discurso, del que ya hemos informado en El Confidencial, también trajo cola.

Foto: JD Vance en la Conferencia de Seguridad de Múnich. (Reuters/Leah Mills)

“Esta democracia ha sido cuestionada por un vicepresidente estadounidense. Compara la condición de Europa con lo que está sucediendo en las autocracias. Esto no es aceptable”, le respondió de forma casi inmediata el ministro de Defensa Boris Pistorius. Friedrich Merz, de la CDU/CSU, también reaccionó: “Respetamos las elecciones presidenciales y las elecciones al Congreso en EEUU. Y esperamos que EEUU haga lo mismo aquí”. Scholz tardó un poco más en pronunciarse, pero fue aún más contundente: “Alemania no aceptará que extraños interfieran en nuestra democracia, en nuestras elecciones y en la formación democrática de la opinión en favor” de AfD. “Decidiremos por nosotros mismos lo que sucede en nuestra democracia”, añadió.

Hay ya algunos indicios de que X, la red social de Musk, podría estar alterando los algoritmos para favorecer los contenidos pro-AfD. Un estudio del Instituto Alexander von Humboldt para Internet y la Sociedad, aunque no ofrece evidencias conclusivas, ha descubierto que el alcance de los posts de Weidel se ha disparado tras el apoyo explícito de Musk. Aún así, no está claro si esto se debe a algún tipo de manipulación interna de la plataforma o al mero impacto de las declaraciones del magnate entre sus seguidores.

En cualquier caso, la interferencia extranjera en los comicios alemanes es ya una realidad con la que, desde hace tiempo, deben contar tanto las autoridades como los partidos implicados. ¿Tendrá algún impacto evidente? Los resultados, si los hay, los veremos en las elecciones del domingo.

El pasado 6 de diciembre, un vídeo empezó a ganar tracción en las redes sociales de Alemania. El clip, de tres minutos, acusaba al candidato de Los Verdes, Robert Habeck, de ser un abusador de menores. No había nada en lo que fundamentar dicha acusación, pero el vídeo, generado por inteligencia artificial, imitaba el formato de un informativo de forma tan perfecta que era casi imposible detectar la falsedad. Por suerte para Habeck, el partido celebraba en ese momento su fiesta de Navidad y todo el personal, incluido el equipo de respuesta ante este tipo de amenazas, se encontraba reunido en la sede. Su reacción inmediata sirvió para que las plataformas retirasen el vídeo rápidamente, pero no sin que antes recibiese un número significativo de interacciones, reposteos y comentarios.

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