Alemania ante unas elecciones clave: colapso económico, la sombra de Trump y una UE en jaque
A pesar de la caída económica de Alemania por tercer año consecutivo, el canciller Olaf Scholz (SPD) y el ministro de Economía Robert Habeck (Los Verdes) se oponen a priorizar las medidas necesarias para acabar con la crisis
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En las próximas elecciones, los ciudadanos de Alemania decidirán si convierten al país en una carga para la UE o en un lugar propicio para los negocios. En un escenario que prevé un Bundestag fragmentado, se adivinará la alargada sombra de Donald Trump.
El 6 de noviembre de 2024 será recordado como un día decisivo en la historia de la República Federal de Alemania: El mundo conoció que el Publio Clodio de Estados Unidos, Donald Trump, volvería a ser presidente. Esa misma noche, el gobierno de la coalición semáforo alemana se derrumbó. Los resultados definitivos publicados ese miércoles marcaron un punto de inflexión para EEUU, para Europa y para sus relaciones mutuas: MAGA — Make America Great Again — frente a MESS, —Make Europe Still Smaller —.
En opinión de muchos, las próximas elecciones al parlamento federal alemán del 23 de febrero podrían ampliar aún más esta brecha. Las políticas reformistas necesarias para salvar la economía alemana y, al tiempo, hacer frente a los retos de seguridad y defensa de Europa, no cuentan con una mayoría política en Alemania, algo que también tendría consecuencias para la Unión Europea.
A pesar de que la economía alemana cae ya por tercer año consecutivo, el canciller Olaf Scholz (SPD) y el ministro de Economía Robert Habeck (Alianza 90/Los Verdes) — y los programas electores de sus respectivos partidos — se mantienen contrarios a priorizar las medidas necesarias en el presupuesto federal, y a emprender cambios efectivos en la política económica y energética.
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El exministro federal de Finanzas, Christian Lindner, del partido liberal FDP, cometió el error de presentar en otoño de 2024 un plan para dar un giro a la economía, lo que provocó el fin del gobierno de la coalición semáforo. Aun así, Alemania necesita urgentemente ese cambio de rumbo. Sin una transformación económica efectiva, el país no solo no podrá contribuir a la estabilidad de la Unión Europea, sino que se convertirá en una carga. Visto con perspectiva, el problema de Lindner fue no presentar su documento de propuestas ya en verano de 2023.
Además, la actual falta de credibilidad del FDP — que se desprende de sus índices en las encuestas — se debe a que votó a favor de la impopular ley de calefacción. Esta ley es solo la punta del iceberg de la fallida política energética de los últimos 15 años. Y a pesar de ello, la coalición semáforo ha cometido aún más fallos en esta materia que el gobierno de Angela Merkel.
A una estrategia energética errónea se añaden otros importantes problemas como el bajo crecimiento de la productividad, el escaso volumen de mano de obra, la falta de inversión y la excesiva burocracia. Los programas electorales de la CDU/CSU y el FDP son, sin duda, adecuados para abordar estos problemas.
Sin embargo, según las encuestas, la CDU/CSU no obtendría la mayoría necesaria para llevar a cabo los cambios legislativos necesarios. Además, el FDP lleva semanas y meses por debajo del umbral del 5% en las encuestas.
Es más, si el FDP superara la barrera del 5%, no se espera que pueda formar una mayoría absoluta junto a la CDU/CSU. Si hay que añadir al SPD o a los Verdes como tercer socio, el programa de reformas se diluirá en la dirección de la actual política de la coalición semáforo.
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En cuanto al partido de los Electores Libres, está por ver si entrarán en el parlamento federal. Aun así, no parece que una coalición de la CDU/CSU, el FDP y los Electores Libres pudiera a alcanzar la mayoría absoluta. Los sondeos apuntan a que un nuevo gobierno estaría formado por la CDU/CSU y el SPD, o por la CDU/CSU y los Verdes, lo que llevaría a una política gubernamental de centro-izquierda. Si los partidos de izquierdas BSW y Die Linke, y el liberal FDP entran en el Bundestag, podría incluso darse una situación en la que ni siquiera una coalición de la CDU/CSU y el SPD o de la CDU/CSU y los Verdes alcanzaría mayoría absoluta.
Ante esta situación, se plantea si los votos necesarios para un giro económico podrían provenir de la ultraderechista AfD, en caso de que la CDU/CSU lidere un gobierno en minoría. Sin embargo, la CDU/CSU ha descartado categóricamente tanto una coalición con la AfD, como un gobierno en minoría con su apoyo tácito. Está por ver si esto también significa que la CDU/CSU descarta un gobierno en minoría junto con el FDP y, eventualmente, con los Electores Libres, si no necesita los votos de la AfD para constituirlo; esto dependerá de si el FDP y los Electores Libres logran entrar en el parlamento.
No obstante, en el fragmentado panorama parlamentario actual, bastan unos pocos puntos porcentuales para lograr una mayoría completamente distinta.
Es lógico que un gobierno en minoría tenga que buscar nuevos acuerdos en el parlamento para cada una de sus propuestas legislativas. Un ejecutivo dirigido por la CDU/CSU podría presumiblemente aumentar el presupuesto de defensa junto a los Verdes. Esto no sería posible con la AfD, que se ha posicionado junto al presidente ruso, Vladímir Putin. Y no está nada claro si la AfD está realmente de acuerdo con una transformación económica consecuente.
¿Un gobierno en minoría tendría la capacidad suficiente?
Alice Weidel, líder de AfD, podría consentir con algunos puntos, especialmente con una política energética diferente. Sin embargo, el anticapitalista y también miembro de AfD, Björn Höcke, tendría grandes problemas con una firme política de economía de mercado. Por otra parte, dada su cercanía con Putin, tanto Weidel como Höcke se opondrían a un aumento del gasto en defensa y a una política paneuropea de seguridad y defensa de la UE.
En general, cabe preguntarse si un gobierno en minoría podrá realmente conseguir algo sustancial. ¿Cómo puede aprobarse un presupuesto federal si no hay mayoría a favor del presupuesto global? No bastará con compromisos puntuales para partidas presupuestarias concretas. En caso de formar un gobierno en minoría y de acuerdos cambiantes, ¿podrán priorizarse las medidas necesarias en el presupuesto federal que Christian Lindner reclamó, con razón, en otoño de 2024?
Además, existe un problema constitucional a la hora de nombrar un gobierno minoritario, en cumplimiento del artículo 63 de la Ley Fundamental de la República Federal de Alemania. Según el apartado 4 de dicho artículo, haría falta una tercera votación para elegir al canciller federal por mayoría simple. Sin embargo, el presidente federal no está obligado a nombrar canciller a la persona elegida por mayoría simple, sino que tiene la facultad de disolver el parlamento y convocar nuevas elecciones.
En estas próximas elecciones, los ciudadanos de Alemania decidirán si quieren mantener al país como lugar propicio para los negocios. Si las encuestas están en lo cierto, las políticas y los programas de reforma, que harían falta para salvar la economía alemana y, al mismo tiempo, hacer frente a los retos de seguridad y defensa de Europa, no cuentan con una mayoría política. Quizá los indecisos recapaciten y se decanten por un cambio económico. Un nuevo gobierno federal formado por la CDU/CSU y el SPD o por la CDU/CSU y los Verdes debería arremangarse en materia económica, pero no podemos esperar demasiado.
En las próximas elecciones, los ciudadanos de Alemania decidirán si convierten al país en una carga para la UE o en un lugar propicio para los negocios. En un escenario que prevé un Bundestag fragmentado, se adivinará la alargada sombra de Donald Trump.