La vuelta del palo, sin zanahoria: temor en Europa del Este a que los oligarcas llenen el vacío que deja USAID
La maquinaria del soft power estadounidense planeaba invertir unos 241 millones de euros en 2025 en medios e información en el mundo, según RSF
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El periódico ucraniano ‘Bilopilshchyna’, la publicación en papel más antigua del óblast de Sumy, cerca de la frontera rusa, con 105 años de historia, solo ha dejado de publicarse en dos ocasiones: “entre 1941 y 1943, durante la Segunda Guerra Mundial, y entre febrero y abril de 2022, cuando nuestra zona estaba bajo asedio ruso”, explica Nataliia Kalinichenko, editora de este periódico, con sede en el municipio de Bilopillya. Kalinichenko, que también dirige la Asociación Regional de Medios de Comunicación de Sumy,cuenta que, con fondos de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), a través de Internews, pusieron en marcha una ambiciosa revista de análisis mensual, junto a otro medio, Peremoga. La llamaron ‘Spilno-pillya’, que es un juego de palabras entre ‘Spilno’ (‘compartido’ en ucraniano) y el nombre de la ciudad. El proyecto ahora está en peligro por falta de financiación. La situación es aún más delicada para los digitales, como Cukr.
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La decisión de la administración estadounidense de Donald Trump de suspender la financiación de los programas de ayuda internacional durante 90 días ha congelado el apoyo humanitario de EEUU a Ucrania. Muchas ONG se han visto obligadas a detener sus operaciones, lo que afecta a civiles, desplazados internos y a familias soldados. Las iniciativas de USAID, la principal fuente de ayuda humanitaria de Ucrania, han proporcionado más de 37.000 millones de dólares desde 2022. También ha desempeñado un papel crucial en el ámbito informativo.
Aunque para los periódicos locales y regionales ucranianos, la dependencia de subvenciones internacionales es menor –por todo el papeleo que conlleva, explica Kalinichenko–, para algunos medios nacionales, es primordial. Oksana Romaniuk, directora del Instituto de Información de Masas (IMI) estima que el 90% de la prensa de Ucrania depende de subvenciones y un 80% de los medios ucranianos reciben financiación de USAID. La lista de medios ucranianos en peligro debido a los recortes de USAID es extensa, entre los que se encuentran digitales como Ukrainska Pravda, Hromadske y Slidstvo.info, que han investigado casos de corrupción y abusos de poder, incluso en tiempos de guerra.
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Entre los proyectos más importantes afectados se encuentra el Programa de Medios en Ucrania, una iniciativa financiada por USAID, implementada por Internews Network desde 2018, que originalmente estaba prevista hasta 2025. El programa representa la mayor inversión en el sector de los medios de comunicación de Ucrania, con un presupuesto de 75 millones de dólares. La iniciativa se ha centrado en combatir la desinformación en las regiones oriental y meridional de Ucrania, ha promovido reformas en los medios y ha reforzado las instituciones clave que protegen la libertad de prensa.
La vuelta de los oligarcas a los medios
En 2022, Ucrania ocupaba el puesto 106 a nivel mundial (97 antes de la invasión), según Reporteros sin Fronteras. En 2024 había ascendido al puesto 61, superando a países de la UE como Grecia, Chipre y Hungría. Sin recursos, los medios independientes se enfrentan a una amenaza existencial. Romaniuk recuerda que, en el pasado, el panorama mediático de Ucrania dependía de solo cinco oligarcas. “Alguien puede intentar aprovechar la situación para hacerse con el control del espacio mediático; sinceramente espero que eso no suceda”, advierte Romaniuk.
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Durante décadas, los millonarios fondos de USAID han desempeñado un papel crucial en combatir enfermedades, catástrofes o llevar agua potable. Ofrecían más de 40 mil millones de dólares anuales para la lucha contra el VIH, la malaria y la tuberculosis o asistencia en casos de desastre en el mundo. La pausa y posible desmantelación pone fin a 60 años de una de las mayores herramientas del llamado soft power de Estados Unidos, que perseguía la seguridad nacional, a través de la atracción, no de la coerción. “Cuando logras que los demás admiren tus ideales y quieran lo que tú quieres, no tienes que gastar tanto en castigos y amenazas para que sigan tu ejemplo”, escribió Jospeh Nye en “El poder blando. Los medios para el éxito en la política mundial”, en 2004.
La vuelta del palo sin zanahoria
La Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) fue fundada por el presidente estadounidense John F. Kennedy, con una orden ejecutiva en 1961. “Lo hizo no por puro sentido de caridad, no por la sensación de que había hambruna en el mundo y Estados Unidos tenía la responsabilidad de abordarla”, afirma el corresponsal de la Casa Blanca del New York Times, Michael Crowley, en un reciente podcast. Sino que, según Crowley, “era una cuestión de seguridad nacional”. Crowley explica que Kennedy consideró que “Estados Unidos tenía que demostrar que no estamos explotando el mundo que nos rodea, sino que nos preocupamos por su bienestar”. Y en última instancia, “elegirnos a nosotros y no a la Unión Soviética”.
Como consecuencia, hasta ahora, Estados Unidos proporcionaba más ayuda exterior a nivel mundial que cualquier otro país. Para ello, proporcionó unos 60.000 millones de dólares en 2023, según la agencia AP, un 1% del presupuesto del país. Ahora, para miles de organizaciones en el mundo, entre ellas, cientos de medios independientes, peligra su mera existencia. Está previsto que USAID financiara con 268 millones de dólares (unos 241 millones de euros), en 2025, a medios e información en todo el mundo, según RSF.
La odisea de financiar un periódico en un país diminuto
Recaudar fondos para que opere un medio de comunicación en un país pequeño como Macedonia del Norte, por ejemplo, con menos de 2 millones de habitantes, es un desafío tanto para propietarios como para periodistas. Aleksandar Manasiev, que lleva más de dos décadas trabajando como periodista y publicista de medios, dice que es testigo de la transformación que organizaciones como USAID han aportado al panorama mediático macedonio. Entre ellas, “investigar la corrupción, el estado de derecho, los derechos humanos y otros temas socialmente importantes”, explica Manasiev.
“A estas pequeñas y valientes redacciones periodísticas les llevará tiempo recuperarse, pero no tengo ninguna duda de que sobrevivirán”, afirma, más optimista, la directora del Instituto de Estudios de Comunicación, Žaneta Trajkovska. La medida también afecta a otras ONG macedonias. Según un análisis de TV Telma, más de 72 millones de dólares para 22 proyectos en curso de USAID han sido detenidos en Macedonia por orden ejecutiva del presidente de EEUU.
Quién debe pagar al mensajero
La congelación de fondos de ayuda internacional estadounidense no solo ha desatado el pánico en las organizaciones, que temen graves consecuencias en proyectos para la infancia, la salud, luchas contra hambrunas o epidemias en 120 países. También han encendido un acalorado debate sobre quién debe financiar la labor informativa. Peter Erdelyi, director fundador del Centro de Medios Sostenibles de Hungría, no cree que el apoyo del sector público en sí mismo, sea un factor determinante: “Se puede tener apoyo [financiero] de un gobierno y ofrecer un periodismo de interés público o ser simplemente un arma en el arsenal de la propaganda”, afirma por teléfono a El Confidencial. “Miren a la BBC, que produce un periodismo bastante bueno y miren a Rusia, que tiene muchos medios financiados por el Estado que ni siquiera son periodismo”, añade. Lo que considera fundamental es que “si se cuenta con el apoyo del sector público, el público debe saberlo”.
“La cuestión no es si el apoyo del sector público es ideal, porque no lo es, pero la alternativa es no tener algunos tipos de periodismo en absoluto”.
Erdelyi cree que, lamentablemente, el modelo de negocio del periodismo se ha visto alterado en los últimos años, hasta tal punto, que se necesita el apoyo del sector público. “Muchas formas de periodismo son simplemente imposibles de hacer de otra manera”, agrega. “Y la cuestión no es si el apoyo del sector público es ideal, porque no lo es”, puntualiza. “Pero la alternativa es no tener algunos tipos de periodismo en absoluto”, añade.
Para entender el vacío que deja dicha congelación de fondos en Europa, se puede mirar a los Balcanes. En los últimos cuatro años, USAID ha destinado 1.700 millones de dólares a los países de los Balcanes Occidentales, de los cuales más de 400 millones de dólares se destinaron solo a Bosnia y Herzegovina. Entre 1995 y 2024, los Estados Unidos han invertido en total unos dos mil millones de dólares en Bosnia. Hablamos de 40 millones de dólares en un solo año (2024) para un país de unos tres millones de personas. La abrupta pausa ha provocado que algunos periódicos no puedan pagar los salarios de febrero o tengan que renunciar a sus servicios de contabilidad y soporte informático, según informaron a OBCT. Algunos están buscando fuentes alternativas de financiación recurriendo a la Unión Europea, las organizaciones internacionales e incluso a las embajadas.
Los medios son solo la punta de un iceberg que está sacudiendo a organizaciones en todo el mundo. En Rumanía, el programa nacional de prevención del tráfico infantil, valorado en 10 millones de dólares y financiado por el gobierno estadounidense, también fue bloqueado a finales de enero, según confirmó a HotNews, Mihaela Năbar, directora ejecutiva de World Vision Rumanía, una de las organizaciones participantes. En República Checa, el mayor beneficiario de la ayuda estadounidense es la gigantesca organización sin ánimo de lucro People in Need, que trabaja en programas humanitarios y de desarrollo, pero también en la promoción de la democracia. Su presupuesto anual asciende a 243 millones de euros, de los cuales 68 millones proceden de subvenciones estadounidenses. La última ficha del dominó en caer ha sido el Consejo Danés para Refugiados, que ha anunciado que tendrá que despedir a 2.000 miembros.
El periódico ucraniano ‘Bilopilshchyna’, la publicación en papel más antigua del óblast de Sumy, cerca de la frontera rusa, con 105 años de historia, solo ha dejado de publicarse en dos ocasiones: “entre 1941 y 1943, durante la Segunda Guerra Mundial, y entre febrero y abril de 2022, cuando nuestra zona estaba bajo asedio ruso”, explica Nataliia Kalinichenko, editora de este periódico, con sede en el municipio de Bilopillya. Kalinichenko, que también dirige la Asociación Regional de Medios de Comunicación de Sumy,cuenta que, con fondos de la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), a través de Internews, pusieron en marcha una ambiciosa revista de análisis mensual, junto a otro medio, Peremoga. La llamaron ‘Spilno-pillya’, que es un juego de palabras entre ‘Spilno’ (‘compartido’ en ucraniano) y el nombre de la ciudad. El proyecto ahora está en peligro por falta de financiación. La situación es aún más delicada para los digitales, como Cukr.