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Sabemos exactamente lo que va a hacer Rusia en la mesa negociadora, y no le va a gustar a nadie
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Dos días depués de la llamada Trump-Putin

Sabemos exactamente lo que va a hacer Rusia en la mesa negociadora, y no le va a gustar a nadie

El resultado final de las negociaciones está todavía por ver si es tan fructífero para Rusia, pero es interesante intentar entender cómo el Kremlin está enfrentándose a la propia negociación, lo que ayudará a entender las próximas semanas

Foto: El presidente de Rusia, Vladimir Putin. (Reuters/Gavriil Grigorov)
El presidente de Rusia, Vladimir Putin. (Reuters/Gavriil Grigorov)
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En la calle Arbat, en el centro o de Moscú, los puestos del mercadillo han actualizado ya sus retratos de cartón a tamaño natural que tanto habían atraído a turistas para tomarse selfis. Apenas dos días después de la llamada del presidente estadounidense Donald Trump a Vladímir Putin, que descorchó el inicio del proceso de negociaciones de paz sobre Ucrania, un comerciante avispado colocó al menos uno de Trump abrazando al presidente ruso.

A nadie se le escapa y se ha escrito mucho que la llamada de Trump ha sido vista como un éxito por el propio Putin. Es lo que siempre quiso: hablar con Trump por encima de los europeos y ucranianos. Los dos líderes hablando de tú a tú en un tipo de reconocimiento a Rusia como el que disfrutaba en 1945, cuando Stalin conversó con el estadounidense Franklin D. Roosevelt in Yalta para decidir el futuro de Europa.

Así lo recoge la prensa rusa, dependiente del Kremlin, con titulares como “Zelenski entra en pánico: Trump se prepara para destripar Ucrania como si fuera un arenque” (Moskovsky Komsomolets); “Este diálogo nos permitirá alcanzar los objetivos que nos propusimos al inicio de la Operación Militar Especial” (Rbk); “Putin ha conseguido derribar la cortina de hierro que Occidente había tendido sobre Rusia” (Ura); “Réquiem del nada sobre Ucrania sin Ucrania” (Komsomolskaya Pravda).

El resultado final de las negociaciones está todavía por ver si es tan fructífero para Rusia (desde Ucrania todavía se confía en que la mentalidad negociadora de Trump versus una Rusia inamovible pueda deparar alguna sorpresa), pero es interesante intentar entender cómo el Kremlin está enfrentándose a la propia negociación, lo que ayudará a entender las próximas semanas.

Foto: Espectadores suizos observan un discurso de Donald Trump en una pantalla en Davos con la bandera de Ucrania al fondo. (EFE/Laurent Gillieron)

En el mismo mensaje en el que Trump informaba sobre la llamada con Putin, anunciaba también la composición del equipo de negociación estadounidense: el secretario de Estado, Marco Rubio, el director de la CIA, John Ratcliffe; el asesor de seguridad nacional, Michael Waltz; y el enviado especial para Oriente Medio, Steve Witkoff, quien estuvo la semana pasada en Moscú y logró la liberación de Marc Fogel, un profesor estadounidense que llevaba más de tres años encarcelado en Rusia, a cambio de la puesta libertad del cibercriminal ruso Alexander Vinnik. Es revelador que no se incluyó a Keith Kellogg, el enviado de EEUU para Rusia y Ucrania, y que ha mostrado una posición más dura con Moscú, hablando de doblar las sanciones contra su economía. Una pequeña cesión ya a Moscú.

Es probable que en los próximos días veamos pequeñas señales desde Moscú que, desde el mínimo esfuerzo, mantengan a los estadounidenses en una posición constructiva hacia Rusia, lo que ya contribuye a lograr los objetivos de Putin en Ucrania. Por ejemplo, con más intercambios de prisioneros (aunque, en atención al último, el nivel está absolutamente desequilibrado: un profesor detenido por cargos menores vs. un cibercriminal), liberar prisioneros de guerra ucranianos y, quizá en el futuro, enviar a alguien de bajo nivel a unas negociaciones con Zelenski.

Foto: El secretario geneal de la Otan, Mark Rutte, junto al Secretario de Estado de Defensa de EEUU, Pete Hegseth. (Reuters)

Mientras, hará tiempo en dos niveles: por uno, apuntan algunos expertos, con la intención de anunciar acuerdo en las festividades del 80 aniversario del Día de la Victoria, el 9 de mayo. Con todo el simbolismo que conllevaría en un Putin al que le obsesiona la carga histórica. Por otro, para continuar con las hostilidades.

El jueves por la noche, Rusia anunció que está confeccionando su equipo que participará en las negociaciones. A la mañana del viernes cuando se publica esta pieza, todavía no han salido los nombres, pero analistas barajan personajes como Yuri Ushakov, un veterano diplomático que sirvió de embajador en Estados Unidos desde 1998 a 2008, y que hoy día es asesor de la presidencia rusa en temas de política exterior. Algunos analistas apuntan que la selección de Ushakov, con ese conocimiento de EEUU, podría haberse producido a cambio de retirar a Kellogg del equipo estadounidense.

Pero también da otra señal si finalmente Ushakov sustituye a Vladímir Medinsky, escritor fantasma de los discursos de Putin y cercano asesor, que lideró las negociaciones de 2022. Su posición fue absolutamente ideológica, en consonancia con la visión de Putin de la historia, Rusia y Ucrania. Otros analistas lo consideraron un propagandista sin autoridad ni influencia, una señal de que Putin realmente no pretendía unas negociaciones de paz con Ucrania.

Foto: El crucero Almirante Najimov, perteneciente a la clase Kirov y fuera de servicio desde 1999. (VKontakte)

Otro nombre que se baraja es Sergey Naryshkin, director del Servicio de Inteligencia Exterior de Rusia (y también, por no alejarnos demasiado de la narrativa, director de la Sociedad Histórica Rusa), que este jueves declaró que “Ucrania se enfrenta al colapso inevitable del estado”, y sostuvo que “hay que hacer un profundo análisis de la posibilidad de una división territorial de Ucrania entre los estados vecinos”

Pero Putin no está apostando todo a las negociaciones: después de todo, no ha movido ni un ápice sus objetivos maximalistas: una Ucrania subordinada absolutamente a Rusia (con la soberanía solo en el nombre), eliminada su capacidad militar, reescrita su constitución y con garantías de una no admisión a la OTAN. Una posición que Trump, por mucho que agite la zanahoria, puede acabar no aceptando.

"Trump quiere algún tipo de acuerdo que aparte la cuestión de Ucrania por un tiempo. Pero su visión todavía difiere radicalmente de la de Putin"

"Soy escéptica sobre las perspectivas de estas negociaciones. Trump quiere un alto el fuego y algún tipo de acuerdo que aparte la cuestión de Ucrania por un tiempo. Pero su visión todavía difiere radicalmente de la de Putin. Y no nos equivoquemos, Putin está totalmente preparado para que estas negociaciones fracasen", afirma Tatiana Stanovaya, investigadora del think tank Carnegie Russia Eurasia Center.

"Desde la perspectiva del Kremlin, no hay nada que Occidente pueda hacer para revertir las ganancias territoriales de Rusia y evitar el colapso de Ucrania a largo plazo. Con la ayuda de Trump, este proceso podría acelerarse; sin su ayuda, ocurrirá tarde o temprano. Mientras tanto, Putin seguirá halagando y apaciguando a Trump, ofreciendo concesiones que él presentará como un GRAN ÉXITO y un ACUERDO MARAVILLOSO. Pero estas concesiones (como un alto el fuego) no disuadirán a Rusia de su objetivo final", concluye Stanovaya.

En la calle Arbat, en el centro o de Moscú, los puestos del mercadillo han actualizado ya sus retratos de cartón a tamaño natural que tanto habían atraído a turistas para tomarse selfis. Apenas dos días después de la llamada del presidente estadounidense Donald Trump a Vladímir Putin, que descorchó el inicio del proceso de negociaciones de paz sobre Ucrania, un comerciante avispado colocó al menos uno de Trump abrazando al presidente ruso.

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