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Ucrania batalla para digerir el mazazo de Trump: "Parece que nos ha tirado a los pies de los caballos"
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Pero Trump se dará de bruces con Rusia

Ucrania batalla para digerir el mazazo de Trump: "Parece que nos ha tirado a los pies de los caballos"

Con el afán de Trump por vestir las medallas de haber arreglado "en menos de 100 días" la guerra en Ucrania, el inicio de un proceso de negociaciones parecía inevitable. Pero no así

Foto: El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, habla con Donald Trump este 12 de febrero (Oficina Presidencial de Ucrania)
El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, habla con Donald Trump este 12 de febrero (Oficina Presidencial de Ucrania)
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El 8 de julio de 2024, la hematóloga Anisiia Luchkiv fue a trabajar como siempre. A las 10 de la mañana, un misil ruso impactaba contra el hospital infantil Okhmatdyt de Kiev. A Anisiia algo se le rompió dentro. Hasta entonces, y pese a que la guerra total de Rusia contra Ucrania ya avanzaba hacia su tercer año, todavía pensaba que un hospital, infantil, a más de 400 kilómetros del frente y lejos de cualquier infraestructura militar, estaría a salvo. Los gritos de los niños le demostraron lo contrario; a Vladímir Putin le daba igual todo. Pero hoy sigue yendo a trabajar. "Todos seguimos viniendo a trabajar porque no tenemos otra. ¿Qué podemos hacer? Confiamos en la victoria de Ucrania y todos hacemos nuestra parte".

Y sin embargo, esa confianza se tambaleó cuando la tarde del miércoles el presidente estadounidense, Donald Trump, anunció que, tras una "larga y productiva" llamada con su homólogo ruso, ambos países habían acordado iniciar las "negociaciones de inmediato" para poner fin a la guerra de Ucrania. Según anunció más tarde el propio Trump, el primer encuentro EEUU-Rusia tendrá lugar en Arabia Saudí, que ya medió en varias ocasiones al inicio de la invasión. Solo después de anunciar el resultado de esa llamada con Putin en un post de la red Truth Social, Trump levantó el teléfono para hablar con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, para "informarle sobre la conversación".

Con el afán de Trump por vestir las medallas de haber arreglado "en menos de 100 días" la guerra en Ucrania, el inicio de un proceso de negociaciones parecía inevitable. Pero no así. No con el gobierno de Kiev casi como un actor invitado a unas negociaciones "sobre Ucrania, sin Ucrania", como repiten una y otra vez los ucranianos de a pie estos días. "En pocas palabras, hemos cavado nuestra propia tumba", sentencia tras oír la noticia, deprimido, Pavlo, desde Kiev. Hasta ayer, mantenía la esperanza de que la imprevisibilidad de Trump podría jugar a favor de Ucrania.

Zelenski, que tiene que bailar en delicado equilibrio entre no alienar a un voluble Trump y seguir dejando claras sus posturas para la mesa de negociación, respondió el miércoles públicamente con un "como dijo el presidente Trump, hagámoslo". "Ucrania quiere la paz más que nadie en el mundo. Estamos definiendo nuestros pasos conjuntos con Estados Unidos para detener la agresión rusa y garantizar una paz justa y duradera", declaró.

Foto: Foto de archivo del presidente ruso, Vladimir Putin y el presidente de EEUU, Donald Trump, en la cumbre del G20. (Reuters/Kevin Lamarque)
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Lejos quedan esos días en los que Ucrania se negaba siquiera a colocar a Rusia, el estado agresor, en una mesa de paz a su mismo nivel. Pero desde la última conferencia de paz en Suiza, el pasado julio, Zelenski cambió su estrategia, y se ha abierto públicamente a retomar la negociación, aunque no en el formato que parece proponer Trump, en el que Ucrania casi pareciera un invitado. Pero tampoco ha roto la baraja. Quizá en un ejercicio de paciencia estratégica, apuntan algunos analistas de Ucrania.

"En algún momento, Trump se dará de bruces con una pared con los rusos", opina Yevhen Hlibovytsky, académico del Frontier Institute, a El Confidencial. "Soy escéptica sobre las perspectivas de estas negociaciones. Trump quiere un alto el fuego y algún tipo de acuerdo que aparte la cuestión de Ucrania por un tiempo. Pero su visión todavía difiere radicalmente de la de Putin. Y no nos equivoquemos, Putin está totalmente preparado para que estas negociaciones fracasen", afirma por su parte Tatiana Stanovaya, investigadora del think tank Carnegie Russia Eurasia Center, en un mensaje en la red social X.

En esta lógica, cuando eventualmente fallen las negociaciones, no será porque Zelenski y Ucrania se hayan negado.

"Por un lado, las cosas que Trump dice públicamente son absolutamente preocupantes y, si se las toma al pie de la letra, parece como si estuviera echando a Ucrania a los pies de los caballos", dice Evgen Vorobiov, recluta de Azov One, unidad específica dentro de la celebérrima brigada que se encarga exclusivamente de la recaudación de fondos para material militar destinado al frente. "Por otro lado, me intento recordar a mí mismo que es Trump, y que lo que dice públicamente muchas veces tiene poco que ver con la realidad o con la política real. Mira los choques sobre aranceles con México y Canadá. Así que tampoco podría decir hacia dónde va todo esto".

"Sigo luchando porque la maldad más absoluta sigue frente a nosotros. He liberado ciudades y pueblos. He oído y visto sus actos con mis propios ojos"

Porque Rusia no ha cambiado un ápice sus objetivos maximalistas: para Putin, una solución real implicaría una Ucrania subordinada absolutamente a Rusia (con la soberanía solo en el nombre), eliminada su capacidad militar, reescrita su constitución y con garantías de una no admisión a la OTAN. Es por eso que, aunque las últimas encuestas recojan que el 52% de los ucranianos estarían dispuestos a encontrar "una paz cuanto antes", incluso con cesión de territorios, "cuando se les presenta delante las opciones que da Putin, dicen que no", sostiene el sociólogo Hlibovytsky. Porque para Kiev, la lucha contra la invasión rusa es existencial, y una cuestión de supervivencia como nación.

La prueba ya la tuvieron el día 2 de abril de 2022, cuando las tropas rusas se retiraron de la región de Kiev tras una breve ocupación, dejando a su paso un reguero de muertos, torturados y maltratados a su paso. Las imágenes de las masacres en Bucha fueron, en su momento, parte de lo que echaron por tierra las negociaciones de paz de principios de 2022. "Lo que no entienden en Washington y nosotros sí sabemos que cuando empiece el alto el fuego, el infierno continuará en los territorios ocupados", añade Hlibovytsky.

"Yo sigo luchando porque la maldad más absoluta sigue frente a nosotros. He liberado ciudades y pueblos. He oído y visto sus actos con mis propios ojos", dice Nemo, mando de una pequeña unidad dentro de la 60 Brigada de artillería que participó en la liberación de Jersón, la batalla de Bajmut y ahora continúa luchando para sostener la línea del frente en el Donbás.

"Una oportunidad para Rusia"

La misma encuesta que cifraba en 52% el apoyo de los ucranianos a un acuerdo de paz rápido rebajaba esa cifra hasta apenas un 18% entre los soldados. Incluso en un momento en el que la línea aguanta con dolor y cansancio, falta de personal y de esperanza.

En la 'madriguera' bajo tierra de un pequeño equipo artillero de la brigada 26, desplegada cerca de Chasiv Yar, Vasil apuntó una fecha: 25 de julio. El tiempo que lleva sin volver a casa, sin poder abandonar la posición, a seis kilómetros de la línea cero del frente. "Es más seguro esto que la trinchera [de la infantería], pero ningún lugar como casa, sin la amenaza de Rusia", dice, con una sonrisa cansada.

Los soldados de diferentes brigadas, frentes y puestos con los que El Confidencial ha tenido la oportunidad de conversar (aunque algunos de ellos sostienen ya la idea de que hay que llegar a un alto el fuego para detener la guerra y recuperar los territorios "por la vía diplomática"), apuntan también a que, aunque la situación en el frente es dura, y acumula pérdidas de algunos kilómetros, no se ha llegado a romper. Rusia, por su parte, también tiene sus propios problemas, con una fuerza de combate mal entrenada y sufriendo pérdidas masivas para cada conquista de un pueblo o ciudad. Por lo que la mano tendida de Trump hacia Putin, y de esta manera, ha sido vista solo como una oportunidad para Rusia. Jugar, exactamente, las cartas que quiere Putin.

Foto: Deepstatemap

"Desde la perspectiva del Kremlin, no hay nada que Occidente pueda hacer para revertir las ganancias territoriales de Rusia y evitar el colapso de Ucrania a largo plazo. Con la ayuda de Trump, este proceso podría acelerarse; sin su ayuda, ocurrirá tarde o temprano. Mientras tanto, Putin seguirá halagando y apaciguando a Trump, ofreciendo concesiones que él presentará como un GRAN ÉXITO y un ACUERDO MARAVILLOSO. Pero estas concesiones (como un alto el fuego) no disuadirán a Rusia de su objetivo final", añade Stanovaya.

"Lo que Trump no entiende", dice Vlad, soldado que acaba de alistarse como voluntario hace apenas seis meses, y que en cualquier otro escenario sería fan del magnate, "es que si se le da a Putin la mano, ¿cuántos años crees que tardará en volver a invadirnos? ¿Qué crees, que no habrá una guerra en Europa? ¿En 10 años? Yo digo en cinco". Parar ahora la guerra, con un acuerdo que diera la ventaja a Putin, significaría también que todos los compañeros, hombres, mujeres, civiles o soldados, habrían muerto en vano, dice el joven.

Foto: Soldado de las Fuerzas Armadas de Ucrania. (EFE)
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Volvamos a la encuesta. Un 15% de los soldados y veteranos afirmaron que se unirían a una protesta armada si Kiev firmara un acuerdo de paz malo para Ucrania. Por mucho que Estados Unidos plantee un acuerdo y que fuerce el brazo de Zelenski retirándole la ayuda militar y económica, no hay que olvidar que Ucrania cuenta ahora mismo con el ejército más grande de Europa, 980.000 soldados (el segundo sería Francia, con aproximadamente 200.000) y que, quizá más importante, se han visto forzados a practicar la guerra sin medios. "No habrá paz si Ucrania no quiere, y Ucrania no es Chechenia. Nadie se va a arriesgar a enfrentarse a grupos terroristas super eficaces, armados hasta los dientes con la tecnología que han desarrollado en tres años", dice en este sentido una fuente diplomática europea en Kiev.

Ruslan guiña un poco los ojos, cansado. Lleva varias horas escudriñando la pantalla de radiofrecuencias de su unidad, intentando detectar los drones rusos que peinan desde el cielo los campos del Donbás. Como muchos otros, como casi toda Ucrania, lleva tres años sin hacer planes de vida más allá de mañana. Mañana seguirá siendo un soldado.

— ¿Qué vas a hacer cuando acabe la guerra?

— Lo más importante es acabarla bien. Luego habrá siempre planes.

El 8 de julio de 2024, la hematóloga Anisiia Luchkiv fue a trabajar como siempre. A las 10 de la mañana, un misil ruso impactaba contra el hospital infantil Okhmatdyt de Kiev. A Anisiia algo se le rompió dentro. Hasta entonces, y pese a que la guerra total de Rusia contra Ucrania ya avanzaba hacia su tercer año, todavía pensaba que un hospital, infantil, a más de 400 kilómetros del frente y lejos de cualquier infraestructura militar, estaría a salvo. Los gritos de los niños le demostraron lo contrario; a Vladímir Putin le daba igual todo. Pero hoy sigue yendo a trabajar. "Todos seguimos viniendo a trabajar porque no tenemos otra. ¿Qué podemos hacer? Confiamos en la victoria de Ucrania y todos hacemos nuestra parte".

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