Cuando Europa despertó, EEUU ya no estaba: el día que Trump dejó solos a los europeos
En el mismo momento en el que EEUU inicia conversaciones con Rusia sin contar con Europa, Trump deja claro que el espacio euroatlántico ya no es su prioridad
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Durante las semanas posteriores a la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales americanas y en los días previos a su regreso a la Casa Blanca, se habló mucho sobre la soledad europea en el nuevo mundo, con unos Estados Unidos más aislacionistas y, en algunas ocasiones, hostiles. Este miércoles Pete Hegseth, secretario de Defensa de EEUU, materializó ante sus aliados de la OTAN esa soledad con una intervención dura y directa en la que dejó claro que el vínculo transatlántico ya no es crucial para Washington, poco antes de que Trump anunciara que había hablado por teléfono con Vladímir Putin, presidente ruso, y habían decidido iniciar negociaciones “inmediatamente”.
“Estamos aquí hoy para directamente y sin ambigüedades expresar que las realidades estratégicas impiden a los EEUU estar principalmente enfocados en la seguridad europea. Estados Unidos se enfrenta a graves amenazas para su territorio. Debemos centrarnos, y es lo estamos haciendo, en asegurar nuestras propias fronteras”, aseguró Hegseth ante sus socios del Grupo de Contacto para la Defensa de Ucrania en la sede de la Alianza Atlántica. “EEUU está dando prioridad a la disuasión de la guerra con China en el Pacífico, reconociendo la realidad de la escasez y haciendo concesiones en materia de recursos para garantizar que la disuasión no fracase”, señaló ante sus aliados de la OTAN.
El tono del mensaje del secretario de Defensa no fue totalmente negativo. Aplaudió los esfuerzos en materia militar por parte de Suecia o Polonia, y presentó la pérdida de implicación americana en el teatro de operaciones europeo como una posibilidad de “dividir” el trabajo entre Washington y los aliados europeos de la OTAN. “Ya que EEUU centra su atención en estos peligros, los aliados europeos debe ocupar la primera línea. Juntos, podemos establecer una división del trabajo que maximice nuestras ventajas competitivas en Europa y en el Pacífico, respectivamente”, añadió Hegseth. Pero el fondo del mensaje es claro y grave para la seguridad europea: el vínculo transatlántico, al menos a ojos de Estados Unidos, ya no está ahí.
Que Estados Unidos tiene su interés puesto fundamentalmente en el espacio Indo-Pacífico, donde compite con China, es algo que se conoce desde hace tiempo. Es un giro que ya protagonizó la administración de Barack Obama. En el Viejo Continente ya se sabía que Joe Biden sería el último presidente atlantista. Al menos por el momento. Pero la situación preocupa enormemente, especialmente dado que el discurso vino acompañado de un mensaje previo en el que el secretario de Defensa dibujaba unas líneas maestras del “plan de paz” de Trump para Ucrania que se aleja de las prioridades que habían puesto sobre la mesa los europeos, que insisten hasta hoy en que Kiev debe decidir cuándo sentarse a negociar con Moscú y que mientras tanto los aliados de Ucrania apoyarán al país “mientras sea necesario”.
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En su discurso ante los aliados de la OTAN, Hegseth aseguró que Estados Unidos no formará parte de ninguna fuerza de paz que ofrezca garantías de paz a Ucrania con militares sobre el terreno, sino que deberán ser efectivos europeos que, además, no estarán cubiertos por el artículo 5 de la OTAN, la cláusula de defensa colectiva de la Alianza Atlántica. Cuando unas horas después Trump anunció que había telefoneado al Kremlin, EEUU ya había cedido a Rusia varias reclamaciones clave de las posibles negociaciones: que Kiev no formará parte de la Alianza Atlántica, que Washington no se implicará directamente en sus garantías de seguridad y que Rusia podrá quedarse con parte del territorio ocupado. Y todo esto antes de empezar a negociar.
Las alarmas han sonado en todas las capitales, aunque en las instituciones europeas y en la OTAN tratan de mantener la cabeza fría, a pesar de que las sensaciones son muy negativas y muestran un descalabro del apoyo americano más rápido del que se esperaba tras los primeros días de Trump en la Casa Blanca. Todavía existe una importante escala de grises en cuál será la implicación americana a la hora de garantizar la seguridad de Ucrania tras una supuesta paz, y eso podría marcar la diferencia y el tono de la cooperación en los próximos años. El consuelo es un bien abundante en Europa. Y hay muchos que se consuelan con distintas ideas: que la presidencia Trump solamente durará cuatro años más o que la retirada americana de Europa no puede ser total.
Por lo pronto los ministros de Asuntos Exteriores de Alemania, Polonia, Francia, España, Reino Unido, Italia, junto a Kaja Kallas, Alta Representante de la Unión para Política Exterior y de Seguridad, han emitido un comunicado conjunto tras reunirse en París en el que muestran su compromiso por "reforzar el apoyo a Ucrania". "Estamos comprometidos con su independencia, soberanía e integridad territorial frente a la agresión rusa", añaden en un texto en el que exigen que "Ucrania y Europa deben formar parte de cualquier negociación". "En cualquier negociación, Europa debe tener un papel central", ha añadido Kallas.
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En Bruselas están convencidos de que una mala paz para Ucrania es una amenaza para Europa, porque consolidará a Rusia como una amenaza para todo el flanco este. Por eso, incluso tras la victoria de Trump, han mantenido la tesis de que la paz para Kiev solamente debía llegar cuando quisieran los ucranianos. Pero en la capital comunitaria se asumía, incluso desde las primeras fases del conflicto, que cuando EEUU decidiera que la guerra se había acabado, el conflicto terminaría, le pareciera bien o mal a los europeos o a los ucranianos.
Ahora, llegado el momento clave, en la capital comunitaria muchos se resignan a aceptar que los países europeos están a punto de ser desplazados de cualquier mesa de negociación. Aunque hay resistencia, como muestran los ministros de Exteriores de los principales socios, y también algunos jefes de Gobierno. "Lo único que necesitamos es paz. Una paz justa. Ucrania, Europa y Estados Unidos deberían trabajar juntos para lograrlo. Juntos", escribió Donald Tusk, primer ministro polaco, uno de los líderes morales de Europa en el apoyo a Ucrania.
En todo momento, la Unión Europea y sus Estados miembros han asumido el rol de pasajeros de un vehículo totalmente en control de Washington. Razones hay muchas. La primera y de mayor peso es que la asistencia militar americana ha sido enorme y sin ella Kiev no podría mantener su esfuerzo bélico. Estados Unidos, hasta octubre de 2024, destinó a Ucrania unos 60.000 millones de euros de apoyo militar, mientras los Estados miembros de la Unión Europea, en su conjunto, destinaron algo más de 47.000 millones de euros, según datos del Kiel Institute. Sumando las aportaciones del Reino Unido y Noruega, países que no forman parte del club, el apoyo financiero militar europeo a Kiev asciende hasta los 59.000 millones, aunque la realidad es que los países europeos han llevado la voz cantante en el apoyo financiero no militar.
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La Unión Europea mantiene un debate de fondo sobre cómo mejorar su seguridad y defensa. Los jefes de Estado y de Gobierno discutieron sobre ello durante una reunión informal a principios de febrero, y el objetivo es desarrollar una estrategia que permita a los Estados miembros aumentar sustancialmente su inversión en defensa y cubrir la brecha de inversión que hay en capacidades militares. Lo hacen, eso sí, dentro del marco de la Alianza Atlántica. El consenso en Bruselas es que en las próximas semanas y meses se inflamará la narrativa, pero que los socios europeos están demasiado divididos para tomar medidas decididas en este ámbito.
Ya durante la primera presidencia de Trump, los europeos empezaron a ver a Estados Unidos primero con sospecha y después con cierta hostilidad. “Los tiempos en que podíamos confiar en los demás han pasado”, aseguró Angela Merkel, canciller alemana, en 2018, solamente un poco después de que Trump hubiera llegado por primera vez a la Casa Blanca. Sin embargo, han pasado los años y los Veintisiete no han avanzado en una agenda estratégica para tener mayor autonomía respecto a Estados Unidos, hasta el punto de que en estos momentos la Unión Europea no puede ofrecer a Kiev una alternativa para mantener su apoyo al ejército ucraniano en caso de que Washington les abandone.
Durante las semanas posteriores a la victoria de Donald Trump en las elecciones presidenciales americanas y en los días previos a su regreso a la Casa Blanca, se habló mucho sobre la soledad europea en el nuevo mundo, con unos Estados Unidos más aislacionistas y, en algunas ocasiones, hostiles. Este miércoles Pete Hegseth, secretario de Defensa de EEUU, materializó ante sus aliados de la OTAN esa soledad con una intervención dura y directa en la que dejó claro que el vínculo transatlántico ya no es crucial para Washington, poco antes de que Trump anunciara que había hablado por teléfono con Vladímir Putin, presidente ruso, y habían decidido iniciar negociaciones “inmediatamente”.