Es noticia
Ucrania se da de bruces con la realidad de la geopolítica Donald Trump
  1. Mundo
EN EL TERRENO

Ucrania se da de bruces con la realidad de la geopolítica Donald Trump

Esta semana, la maquinaria diplomática ucraniana se ha puesto a unas revoluciones no vistas desde el inicio de la invasión a gran escala rusa. El objetivo es uno: convencer al nuevo presidente de Estados Unidos

Foto: Soldado de las Fuerzas Armadas de Ucrania. (EFE)
Soldado de las Fuerzas Armadas de Ucrania. (EFE)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

El 'búlgaro' toma nota pacientemente en un cuaderno de rayas. Anoche nevó, pero lleva chanclas y calcetines. Mientras sus compañeros salen uno a uno de la madriguera en la que viven –una posición de artillería–, enfundados en chalecos y abrigos, gritando "¡trabajo, trabajo!", él se queda bajo tierra, apuntando coordenadas y números de serie.

¡Armata! – BUM

Sus compañeros meten una nueva ojiva en el gigantesco howitzer, camuflado bajo las ramas de uno de los pequeños parches de árboles resecos que todavía quedan en los llanos campos del Donbás.

¡Armata! – BUM

El equipo, de seis hombres, no sabrá hasta después si los disparos que lanzaban a ciegas han acabado con las vidas de los seis rusos que tenían como objetivo. Solo eran unas coordenadas que otros ojos habían detectado y otras voces habían ordenado. La confirmación les llegará por WhatsApp.

Foto: Deepstatemap

"Y así es nuestro trabajo. Escondernos, nos llega el objetivo, salir, y disparar. Escondernos".

Mientras tanto, el 'búlgaro' ha añadido tres líneas más a su cuaderno. Anoche tuvo que añadir muchas más: a apenas ocho kilómetros, la infantería rusa intentó un asalto a las filas ucranianas, que tuvieron que repeler durante toda la noche. En esta posición de artillería de la Brigada 26 del Ejército ucraniano, la munición no falta, como la primavera pasada, cuando los rusos conquistaron un buen puñado de pueblos del Donbás, pero tampoco sobra. Y, siendo munición occidental, hay que llevar la cuenta de qué y a qué se dispara.

"Como si la fuéramos a revender en un mercado negro de munición en Kramatorsk", se ríe.

Es una broma, pero el fantasma del miedo inicial a un parón absoluto de la ayuda militar estadounidense con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca no lo era.

placeholder Soldados de la brigada 26 de artillería, en el refugio subterráneo donde viven, junto a su 'howitzer', en dirección a Chasiv Yar. (A. Alamillos)
Soldados de la brigada 26 de artillería, en el refugio subterráneo donde viven, junto a su 'howitzer', en dirección a Chasiv Yar. (A. Alamillos)

Esta semana, la maquinaria diplomática ucraniana se ha puesto a unas revoluciones no vistas desde el inicio de la invasión a gran escala rusa. Este miércoles 12, se celebrará en Londres el primer encuentro del grupo Ramstein (Grupo de Contacto para la Defensa Ucraniana, UDCG) desde la toma de posesión.

Dos días después, el propio presidente ucraniano, Volodímir Zelenski, liderará la delegación del país a la Conferencia de Seguridad de Múnich, y allí probablemente se reunirá con el vicepresidente de EEUU JD Vance y el enviado especial para Ucrania y Rusia, Keith Kellogg, quien justo después, el 20 de febrero, visitará Kiev. Trump no asistirá al evento, pero ha asegurado que "probablemente" se reúna con Zelenski a lo largo de la semana.

Pero, mientras en 2022 Zelenski visitaba (telemáticamente) cada Parlamento y Gobierno para convencerles de apoyar con armamento la causa ucraniana contra el invasor ruso, en este caso el objetivo es único, y ni siquiera es obtener una paz justa de Vladímir Putin: es convencer a Trump.

Foto: Una persona pasa junto a un puesto de souvenirs con una bandera que representa a Ucrania y a Estados Unidos, en el centro de Kiev, Ucrania. (EFE/SERGEY DOLZHENKO)

"Es crucial encontrarme con Trump antes que [se produzca] ninguna conversación con Putin. Es muy importante. Si no, parece un diálogo sobre Ucrania sin Ucrania", afirmó Zelenski en una entrevista con la agencia Reuters, publicada este viernes. "Es todavía importante para los aliados discutir sus asuntos antes de tener una conversación con el enemigo", continuó. Esa es quizá la clave de la inquietud en Ucrania. Antes, podías discutir más o menos con tus aliados, pedir más armamento, aceptar reformas. Pero sabías que eran tus aliados. Con Trump, hay un paso previo.

Puede que lleguen tarde. Aunque medios rusos han reportado en las últimas semanas cierta 'impaciencia' en el Kremlin, este mismo domingo Donald Trump admitió en una entrevista con el New York Post que había mantenido al menos una conversación telefónica con Vladímir Putin, aunque no entró en detalles sobre cuándo se produjo la llamada o si había sido en más de una ocasión.

Trump añadió que tiene "un plan concreto" para acabar con la guerra. "Espero que sea rápido. Cada día la gente muere. Esta guerra es terrible en Ucrania. Quiero acabar con la maldita cosa", afirmó.

El problema, como siempre, es el cómo.

placeholder Vasil, en la posición de artillería, en el frente del Donbás. Cuando no está disparando, sonríe (A.A.)
Vasil, en la posición de artillería, en el frente del Donbás. Cuando no está disparando, sonríe (A.A.)

Con el plato ya servido, poco queda que lamentar, y los ucranianos se han dividido en dos bandas, que encarnan Katya y Pavlo en su cocina de Kiev. "Yo tengo mucho miedo, de que sea demasiado amigo de Rusia, que Estados Unidos deje de apoyarnos", dice la joven mujer. Su marido intenta ser más pragmático. "Con [Joe] Biden tampoco estábamos consiguiendo acabar la guerra. Y Trump es impredecible, soy optimista. Quizá se ha exagerado todo".

Cierta parte de la sociedad ucraniana lamenta que el "lo que sea necesario" que enarboló el expresidente de EEUU, Joe Biden, no llegara realmente a producirse. Siempre con el miedo a una escalada, tanto EEUU como Europa arrastraron en muchas ocasiones los pies en su ayuda militar a Ucrania (los tanques, los jets, la defensa antiaérea…), lo que, aunque ayudó sin duda a sostener la defensa del país, no les permitió dar el golpe definitivo cuando Ucrania tenía de la mano el 'momentum'. Dos años después, Rusia ha movilizado su producción militar y presiona con miles de hombres en los más de 1.300 kilómetros de frente. Ucrania, en cambio, se ha visto forzada a la defensiva —con excepción de en Kursk— y sufre escasez de hombres.

Aunque desde su llegada a la Casa Blanca ni Donald Trump ni el Congreso estadounidense han aprobado nuevos envíos de armas a Ucrania, y los prometidos en los últimos estertores de Biden pronto se acabarán, el enviado especial Kellogg sí que se ha mostrado abierto a, al menos, más sanciones contra Rusia. Las actuales sanciones de EEUU contra Putin "son solo un tres" en una escala en el que 10 es el máximo de presión económica posible, y que "hay mucho margen para aumentarlas. "La presión no puede ser solo militar. Hay que poner presión económica, presión diplomática", afirmó al New York Post.

Foto: Imagen de archivo de varias líneas de tensión. (Reuters/Amit Dave)

"Y si hay alguien que entienda de presión a la hora de negociar, es Donald J. Trump".

"Él quiere hacer las cosas. Si Biden no pudo parar la guerra, él la va a parar", bromea Igor, soldado que se alistó voluntario hace ya casi tres años. "Lo que tenemos que hacer primero es parar la guerra, que deje de morir gente. Para mí eso es lo más importante, y luego recuperaremos los territorios por la vía diplomática", continúa.

El Gobierno ucraniano, que durante mucho tiempo se ha negado en redondo a una posible negociación con Rusia, está en esta ocasión modulando su postura, queriendo demostrar que si las negociaciones fracasan (muchos citan el ejemplo del encuentro Trump-Kim Jong-un, que quedó en nada) no será por culpa de la falta de disposición de Kiev. También Zelenski, en el último mes, ha abierto la opción de recuperar territorios ucranianos ocupados por Rusia, no necesariamente por la vía militar, sino diplomática.

Es por eso que es especialmente necesaria la operación en Kursk, ese pequeño fragmento de tierra que Ucrania le ha invadido a Rusia. Este lunes, el Jefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania, Oleksandr Syrskyi, desarrolló los "campos de batalla" prioritarios para Ucrania. "Entre nuestras prioridades, tenemos la operación en la región de Kursk y los ataques contra objetivos militares dentro de la propia Rusia con misiles de largo alcance". En el pico de su ofensiva, Ucrania logró hacerse con cerca de 1.300 kilómetros cuadrados de territorio ruso, y mantienen todavía su control sobre cerca de la mitad, pese a la contraofensiva iniciada por Moscú.

Foto: Un soldado comprueba los últimos datos de la pantalla con información de los drones en el Donbás (Fermín Torrano)
TE PUEDE INTERESAR
Drones en la tercera fase: el secreto de la invasión en Kursk tiene mucho de 'capa invisible'
A. Alamillos Fermín Torrano. Donbás (Ucrania)

"Nosotros nos acabaremos quedando con lo que tenemos ahora, y Rusia con lo que tiene", dice 'Nemo', un comandante de un pequeño grupo que, con una docena de drones, encuentra y selecciona los objetivos para que otros soldados disparen. En la brigada 60 de artillería, él es el que manda las coordenadas. "Incluso si quisiera, Rusia tiene infantería quizá para conquistar el Donbás, pero no para Jersón y Zaporiyia".

'Nemo' hace referencia a uno de los puntos que Rusia presentó en su último 'plan de paz', una lista de máximos que incluían territorio que las tropas rusas ni siquiera habían conquistado, como la totalidad de la provincia de Jersón (en 2023, los rusos tuvieron que retirarse) y Zaporiyia (que nunca llegó a alcanzar). También incluye el desarme total de Ucrania, fin a sus aspiraciones a la OTAN y mano en un futuro gobierno títere asimilado a los intereses de Moscú.

"Lo que Trump no entiende", dice Vlad, soldado que acaba de alistarse como voluntario hace apenas seis meses, y que en cualquier otro escenario sería fan del magnate, "es que si se le da a Putin la mano, ¿cuántos años crees que tardará en volver a invadirnos? ¿Qué crees, que no habrá una guerra en Europa? ¿En 10 años? Yo digo en cinco".

"¿Cuántos años crees que Rusia tardará en volver a invadirnos? ¿Qué crees, que no habrá una guerra en Europa?"

Pero Nemo, Igor o Pavlo son de Kiev. Román y Eduard no. El primero es de Severodonetsk, el segundo de Bajmut. Ambas, dos ciudades arrasadas. La primera encarnó la guerra en la provincia de Lugansk, la segunda en Donetsk, esas dos provincias que tanto ansió Putin y que para Román y Eduard eran su casa, Ucrania. Y ahora, quizá moneda de cambio.

"Me encanta cuando la misión es rápida. Pim, pam", dice Eduard, con una sonrisa nerviosa y apagando el pequeño aparato que les sirve para detectar si algún dron ruso les está observado desde el cielo. Un día más, está evacuando a los civiles que esperan al último momento antes de que las tropas rusas entren en su pueblo para huir.

Con una furgoneta identificada con la ONG 'East SOS', conducen a buena velocidad hasta casi los aledaños de Pokrovsk, el punto más caliente del frente y donde Rusia confía en romper la defensa ucraniana. Si cae Pokrovsk, solo queda una fina carretera en línea recta hasta Dnipro y el río que divide el país. El camino está lleno de trincheras, alambres de espino y 'dientes de dragón'.

"Quizá es la última vez que los vea, quizá es la última vez que alguien los vea con vida"

Se juegan la vida: la mujer que están evacuando, Irina, les dice que ha visto 10 drones hoy. Que está asustada. Que así no se puede vivir.

Hace un mes, unos compañeros de otra ONG fueron atacados durante una evacuación. Uno de los voluntarios perdió una pierna y un brazo en la explosión.

"Empecé con esto de las evacuaciones porque mis padres se quedaron en Severodonetsk hasta casi el final. Cuando veo a esta gente que se queda, pienso: quizá es la última vez que los vea, quizá es la última vez que alguien los vea con vida", dice Román, con la vista puesta en la carretera. "Y ahora no puedo parar. Quizá soy estúpido", suelta Eduard con una carcajada, antes de volver a oscurecer el rostro. "Pero alguien tiene que hacerlo".

– ¿Crees que volverás a casa?

Irina dice que sí, segura. Su marido, en cambio, es rotundo. "No. Nunca".

El 'búlgaro' toma nota pacientemente en un cuaderno de rayas. Anoche nevó, pero lleva chanclas y calcetines. Mientras sus compañeros salen uno a uno de la madriguera en la que viven –una posición de artillería–, enfundados en chalecos y abrigos, gritando "¡trabajo, trabajo!", él se queda bajo tierra, apuntando coordenadas y números de serie.

Ucrania Conflicto de Ucrania
El redactor recomienda