Los nuevos conservadores: cómo ser de derechas y presumir de tu dinero vuelve a ser guay
El gran cambio cultural que se ha producido durante la última década, desde EEUU hasta España, ha sido la aparición de una contracultura de derechas. Parecen 'yuppies', no lo son
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En American Psycho, la novela en la que Bret Easton Ellis realizó la autopsia a la era yuppie, el asesino en serie Patrick Bateman recibía la visita de un detective preocupado por la sospechosa desaparición de un banquero. Bateman, para desviar la atención, le recomienda un libro:
El periodista Rajeev Balasubramanyam realizaba una interesante lectura de la escena en un artículo para Salon. Al mostrarle el libro al detective, lo que está intentando es "sustituir simbólicamente" una figura de autoridad por otra. El código moral y legal de las fuerzas de la ley convencionales por los "no-valores sociópatas de Trump". El presidente aparece en American Psycho como una figura paterna que proporciona seguridad a Bateman cuando su nihilismo lo supera.
Aunque Trump sea un producto, causa y consecuencia, de la época yuppie, durante su campaña de 2016 raramente se le relacionó con ella. Su base cultural eran Steve Bannon y la alt-right, una derecha alternativa con tendencias ultras y supremacistas, desposeída y germinada en foros de internet como 4chan. Un movimiento antisistema y antiélites que, finalmente, terminó asaltando el sistema.
Un prototipo muy distinto a ese establishment que a principios de los años 80 conformaba el yuppismo. Como los describía Paul Dekker de la Universidad de Tillburg, los yuppies eran jóvenes profesionales llenos de ambición que vivían en grandes ciudades, que combinaban el trabajo duro con un estilo de vida hedonista, que estaban preocupados por la riqueza y la salud, que gastaban su dinero en productos exclusivos y, como el protagonista de Wall Street, vivían preocupados por el estatus, el prestigio y el reconocimiento. Económicamente conservadores y políticamente liberales.
Una de sus expresiones son estos "jóvenes, bien conectados, urbanos y muy online"
Dos mundos que parecen estar realineándose por primera vez, como mostraba un reciente reportaje de portada de la revista New York, en el que retrataba a esa juventud trumpista joven, confiada y "casualmente cruel" durante la noche de la fiesta de la inauguración de su mandato. Una nueva élite. "El conservadurismo (como una fuerza cultural, no como una condición política) ha vuelto por primera vez desde los años 80", escribe Brock Colyar, la autora del artículo. Pero es un nuevo tipo de conservadurismo. "No son desposeídos, clase trabajadora o antiélite, los adjetivos utilizados para describir a Trump desde 2016".
Más bien, se trata de un nuevo trumpismo guay que empieza a ser visto con buenos ojos por el sistema. Una de sus expresiones son estos "jóvenes, bien conectados, urbanos y muy online" que recoge el reportaje. Pero al mismo tiempo pueden verse, desde una perspectiva cultural, como el equivalente respecto al movimiento woke de la tensión entre los yuppies originales frente a la contracultura de los sesenta.
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El yuppismo tuvo una vida muy corta, denostado poco después de su aparición. Obras como las ya citadas Wall Street o American Psycho ofrecieron un retrato despiadado del yuppie. La respuesta, durante finales de los noventa y los dosmiles, fueron modelos de riqueza menos exhibicionistas: desde el bobo (burgués bohemio) de David Brooks, que mezclaba el idealismo de la contracultura sesentera con el egoísmo individualista de los ochenta, hasta el lujo silencioso, que bajo su defensa de la no ostentación muestra una nostalgia fetichista hacia las fortunas dinásticas. Al menos, hasta ahora.
Los 'yuppies' nunca se fueron
El periodista y escritor Tom McGrath es el autor de
Irónicamente, señala McGrath, fue Trump el que explotó el resentimiento de clase trabajadora hacia esas élites durante las elecciones de 2016. Ha sido más tarde cuando poco a poco lo yuppie ha empezado a asomar la cabeza. "Al menos en EEUU, lo que caracterizaba el auge del conservadurismo durante los ochenta era una coalición de la clase trabajadora agraviada (los llamados "demócratas de Reagan") y titanes de los negocios que querían menos regulaciones e impuestos", explica McGrath a El Confidencial. "Reagan fue brillante al apelar a ambos".
"Los 'yuppies' de hoy quieren ganar dinero con criptomonedas y decir lo que quieran"
Trump ha conseguido reunir más o menos la misma coalición, añade el escritor. La gran diferencia, en esta ocasión, es que "en los años ochenta, el conservadurismo estaba dirigido sobre todo por la economía: vamos a quitarnos los grilletes económicos y todo el mundo podrá hacer mucho dinero". En esta ocasión, sospecha McGrath, "que la fuerza es más cultural, una reacción a lo woke, la inmigración, etc."
"Los yuppies en los ochenta querían ganar dinero en Wall Street y comprar todo lo que quisieran", sintetiza. "Los yuppies en los dos mil veintes quieren ganar dinero invirtiendo en criptomonedas y decir lo que quieran". Eso se refleja en el perfil demográfico de los votantes de Trump durante las últimas elecciones. Muchos más jóvenes votaron por él en 2024 que en 2020 o 2016, un porcentaje que ha ascendido desde el 35% hasta el 46%. "Y Trump lo hizo particularmente bien entre los hombres jóvenes", explica.
"Mi pálpito sobre por qué ha ocurrido esto es porque los jóvenes siempre encuentran cosas por las que sentirse agraviados". Por una parte, las cuestiones económicas, sobre todo la dificultad para comprar una vivienda. Por otra, las culturales: "Creo que hay una gran fatiga con las políticas de identidad y lo woke en general, especialmente entre los hombres jóvenes y blancos". Son esos hombres jóvenes y blancos, también ricos, los que protagonizan el reportaje de New York. Por primera vez se están dejando ver, presumiendo de su riqueza y de su posicionamiento político, porque "la elección de Trump esta vez no parece un accidente".
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La tecnoligarquía, la alianza de conveniencia entre el presidente y la élite tecnológica formada por Elon Musk, Jeff Bezos o Mark Zuckerberg, sin embargo, solo tiene cierta relación con el espíritu yuppie. Para McGrath, los líderes de Amazon y Facebook sí son "yuppies centrados en el capitalismo" porque quieren "que sus compañías sean tan grandes y ricas como sea posible, y están dispuestos a adaptar su visión política para conseguirlo". Musk es distinto: "Por supuesto que le preocupa el dinero, pero se ve a sí mismo como un salvador de la civilización".
McGrath realiza un último matiz histórico. Los yuppies aparecieron, en parte, como un resultado de la crisis económica de los setenta. "Se abrazó el capitalismo a tope y hacer dinero se convirtió no solo en algo deseable, sino molón", explica. Si hubo un posterior rechazo a la figura del yuppie es porque toda esa riqueza no llegó a la mayoría de la gente, "y la mayoría se cansó de los que presumían de haberlo conseguido".
La contracultura de derechas
En 2004, los sociólogos canadienses Joseph Heath y Andrew Potter publicaron
"Hoy, ser racista es la mejor forma de rebelarse contra tus profesores"
"La escena que se describe en el artículo parece ser una ilustración indirecta de lo que contamos en Rebelarse vende, que es que la rebelión contracultural no es intrínsecamente de izquierdas, sino que puede ser de izquierdas o de derechas", explica Heath a El Confidencial. "Especialmente cuando adopta la forma de rebelión juvenil, lo que hace es enfrentarse contra los valores mayoritarios entre las generaciones de mayor edad, o los valores que sienten que se les han impuesto".
No se trata de un retorno a los valores de los ochenta, sino la aparición de una contracultura de derechas, como han defendido otros autores como Angela Nagle. El mayor cambio político que se ha producido durante la última década. Para Heath, es un proceso similar al que llevaba a iconos de la generación punk como Sid Vicious o Siouxsie Sioux a dibujar esvásticas en su ropa. "Su intención era provocar a los demás", recuerda. "Está ocurriendo ahora exactamente lo mismo con la derecha alternativa".
El filósofo de la Universidad de Toronto considera que la crueldad con que se presentan los protagonistas del artículo de New York, bromeando con el tono "hitleriano" de la intervención de Trump o mostrando ilusión ante las futuras deportaciones, es otra manifestación de la juventud intentando epatar a sus mayores. "Hoy, si eres un joven de Nueva York matriculado en una universidad cara, ser racista es la mejor forma de molestar a un montón de gente (y de rebelarse contra tus profesores)", añade Heath.
"Si ser rico es cool y los ricos son de derechas, ser de derechas es cool"
El filósofo considera que hay diferencias fundamentales con la cultura yuppie. "Los yuppies originales insistían en adaptarse a un conjunto estrecho de normas (por ejemplo, tenías que llevar un tipo determinado de polo, un estampado concreto de calcetines, etc.)", añade. "Como el artículo enfatiza, los jóvenes MAGA no se parecen en nada eso, hay mucho de querer portarse mal, y una considerable tolerancia de la diversidad". Trump ha conseguido que se difuminen los límites de lo que consideramos tradicionalmente como conservadores.
El retorno del pijo español
¿Y en España? Para Raquel Peláez, autora de Quiero y no puedo. Una historia de los pijos en España (Blackie Books), este retorno del pijo orgulloso de serlo es más noventero que ochentero. Entre otras razones, porque siempre hemos llegado tarde a todo. El fenómeno yuppie, muy neoyorquino y anticontracultural, no caló en una España donde la hemeroteca suele arrojar como nombres de yuppies a banqueros como Mario Conde, Javier de la Rosa, Emilio Botín o el director del Banco de España Luis Ángel Rojo.
Como recuerda la periodista, cuando EEUU vivían en la era yuppie, en el reaganismo y las dinastías old money de Falcon Crest, nosotros acabábamos de llegar al keynesianismo y la socialdemocracia. El advenimiento de los Cayetanos remite más bien a los pijos de los 90, al aznarismo, las Nuevas Generaciones del PP y la riqueza aspiracional tras la ruptura del pacto de no-ostentación por el cual "los miembros adinerados de las élites predemocráticas tenían cierto respecto al nuevo orden, por no decir miedo, y no presumían públicamente de ideas en un país seducido por el nuevo socialismo". El perfil que recogía Karine Tinat en Los pijos de Madrid.
El cayetanismo es muy distinto, aunque coincida en alguno de los rasgos de la joven derecha MAGA, como esa exhibición de su privilegio que tan bien recoge el anuncio de Spagnolo de los Cayetanos. Con ellos comparten su reacción a los postulados de la nueva izquierda, la provocación de la que habla Heath o el final del pacto de no-ostentación. "Ya en 2010, en España, los hijos de todos los pijos que a finales de los años noventa tenían miedo a decirle a Karine Tinat lo diferentes y especiales que se sentían por gozar de sus privilegios habían dejado de tenerlo", escribe Peláez. "El neoliberalismo les había legitimado para estar enormemente orgullosos de su posición, el capitalismo patrimonial para querer perpetuarla y las industrias que sustentan las redes sociales para exhibirla".
Se estaba imponiendo el silogismo de "si ser rico es cool y los ricos son de derechas, ser de derechas es cool", como escribe Peláez en su libro. Para ella, los paralelismos con el yuppie son superficiales. Más allá de caricaturas como American Psycho, el broker estaba integrado en el sistema burgués, creía en el libre mercado y no hacía ostentación de su machismo o racismo. Nada que ver con el supremacismo de corte fascista trumpista. "Es, en todo caso, un cosplay, porque todo lo yuppie estaba asociado al primer movimiento globalización transnacional, que buscaba que los capitales fluyesen y que el mercado global se desregulase", concluye Peláez. "Esto es todo lo contrario: culto al dinero pero ultranacionalismo americano".
En American Psycho, la novela en la que Bret Easton Ellis realizó la autopsia a la era yuppie, el asesino en serie Patrick Bateman recibía la visita de un detective preocupado por la sospechosa desaparición de un banquero. Bateman, para desviar la atención, le recomienda un libro: