Gaza, 'solventado', ¿a por el Sáhara Occidental? Marruecos espera que Trump impulse sus aspiraciones
El interés de EEUU por Marruecos pasa ahora por Gaza, por si puede contribuir de alguna manera a imponer la Pax Americana en ese territorio para el que el presidente estadounidense ya esbozó un plan
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Donald Trump ya está de vuelta en la Casa Blanca. Fue el primer presidente de una democracia que reconoció, en 2020, la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental. Ahora en Rabat estudian cómo sacar al magnate neoyorkino el máximo partido para lo que denominan su "causa nacional", es decir, la antigua colonia española.
Trump se comprometió, en diciembre de 2020, a inaugurar un consulado de EEUU en Dajla, la segunda ciudad del Sáhara, pero su sucesor, Joe Biden, paralizó su apertura. Ahora Rabat confía en que dé ese paso, pero esta es una iniciativa menor comparada con los sueños que alberga la diplomacia marroquí con relación a esa tierra de la que se apoderó hace medio siglo gracias a la Marcha Verde.
El proyecto que acaricia la diplomacia de Marruecos es lograr la celebración en Emiratos Árabes Unidos (EAU), su principal aliado árabe, de una conferencia internacional auspiciada por EEUU y por potencias europeas, empezando por Francia, que bendiga la "marroquinidad" del Sáhara Occidental, según una fuente diplomática conocedora de sus intenciones.
"Ahora espera obtener el visto bueno internacional definitivo" sobre el Sáhara "durante una conferencia que se celebrará en EAU en abril", precisa Hugh Lovatt, investigador principal del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, en un artículo publicado en el think-tank barcelonés CIDOB. Rabat intentaría así "obligar a los Estados europeos recalcitrantes [Reino Unido, Italia, etcétera] y a la propia ONU a subirse a bordo", vaticina Lovatt, en conversación con El Confidencial. "Ya se han producido algunos contactos diplomáticos al respecto", precisa, aunque ahora duda de que se respete la fecha inicial de abril.
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El Gobierno socialista español difícilmente podría sustraerse a participar en esa conferencia si aspira a seguir manteniendo una relación sin sobresaltos con el vecino marroquí. La conferencia estaría además en línea con la carta que el presidente Pedro Sánchez envió, el 14 de marzo de 2022, al rey Mohamed VI alineándose con la solución autonómica que propugna para resolver el conflicto del Sáhara.
Las autoridades marroquíes rehúsan dar más detalles sobre ese plan de autonomía de tres folios que presentaron en 2007, como subrayó en octubre, ante el Consejo de Seguridad, Staffan de Mistura, enviado especial para el Sáhara Occidental del secretario general de la ONU. Sí se esfuerzan, en cambio, en promover a asociaciones saharauis que a ojos de Occidente puedan hacer sombra al Frente Polisario, el movimiento que representa a la mayoría.
Primero fue el Movimiento Saharaui por la Paz, encabezado por Hach Ahmed Barical, que quedó desprestigiado después de que un informe del Centro Nacional de Inteligencia, desvelado por El País en 2022, le describiese como el jefe de una "organización pantalla" del servicio secreto exterior marroquí. Ahora han patrocinado en El Aaiún Iniciativa Saharaui, dirigida por una mujer, Gasmula Ebbi, que fue diputada en Rabat, descrita por la propaganda como 'La Pasionaria del Sáhara'.
A cambio del reconocimiento de su soberanía sobre el Sáhara en 2020, el rey Mohamed VI tuvo que ofrecer una contrapartida a Trump: establecer relaciones diplomáticas con Israel. Se sumó así a los llamados acuerdos de Abraham diseñados por el yerno del presidente, Jared Kushner, a los que otros países musulmanes (EAU, Baréin, Sudán) ya se habían apuntado.
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A ojos de la Administración Trump, el Magreb apenas reviste importancia. Para movilizarle a su favor, Marruecos necesita ofrecerle algo a cambio, como hizo en 2020 con Israel. ¿Qué puede hacer ahora? "Desempeñar algún tipo de papel en la Gaza de después del conflicto con el consentimiento de las partes", respondió Hugh Lovatt en su artículo. La Administración Biden ya sondeó, en mayo pasado, a Marruecos, Egipto y EAU sobre su disponibilidad a integrar una fuerza de mantenimiento de la paz en Gaza una vez acabada la guerra, según reveló el diario Financial Times.
El secretario de Estado, Marco Rubio, llamó el 27 de enero a su homólogo marroquí, Nasser Bourita. De la información facilitada por el Departamento de Estado sobre esa conversación queda claro que Rubio no habló tanto de la relación bilateral como de la "aplicación del alto el fuego en Gaza" y del papel de los acuerdos de Abraham que incluyen a Marruecos.
El plan de Trump para Gaza no pasa ahora por el despliegue de una fuerza de paz árabe, sino más bien por expulsar a los más de dos millones de palestinos que aún viven ahí a otras zonas del mundo para que EEUU pueda hacerse cargo de ese territorio y convertirlo quizás en una lujosa "riviera" en el Mediterráneo oriental. Es ahí donde vuelve a aparecer Marruecos, después de que Egipto y Jordania dejarán claro que no aceptarían a refugiados palestinos.
Reconocimiento a cambio de acoger palestinos
El canal N-12 de la televisión israelí reveló que Washington barajaba en un informe otros tres destinos para la población de Gaza: Marruecos, Puntlandia y Somalilandia. La idea ha sido incluso retomada por diplomáticos israelíes en intervenciones públicas. Los tres necesitan, por diversas razones, el apoyo de EEUU. El vecino marroquí para afianzar su autoridad sobre el Sáhara y los otros dos, situados en el Cuerno de África, para obtener algún tipo de reconocimiento internacional del que carecen.
A diferencia de otras capitales árabes, Rabat tardó cuatro días, hasta el sábado en rechazar el plan del Trump para Gaza. "Con razón dudábamos de que pudiera apartarse del consenso árabe y respaldar el vaciado de Gaza como podría exigirle Trump", afirma Hugh Lovatt. Marruecos ha sido el país árabe, junto con Irak, en el que se han celebrado más manifestaciones, algunas de ellas masivas, contra la invasión israelí de Gaza y, de rebote, contra las relaciones diplomáticas establecidas con el Estado hebreo hace algo más de cuatro años.
Otro riesgo para la estabilidad en la zona es que Marruecos, envalentonado por el respaldo de la Administración Trump, decida invadir esa quinta parte del territorio del Sáhara, la franja oriental, que no controla y en la que operan los guerrilleros del Polisario cuando los drones marroquíes no desbaratan sus movimientos. Es una invasión al alcance de su Ejército.
Nadie lo propone en Rabat, aunque en 2022 ya se amenazó desde Marruecos "con tomar el control de la zona planteando incluso la posibilidad de que tropas marroquíes se enfrentaran al Ejército argelino a lo largo de la frontera del Sáhara Occidental"con Argelia, recuerda el investigador Ricardo Fabiani en un artículo publicado en Diplomacy Now. Pese a esa antigua advertencia, en las cancillerías europeas y think-tanks se considera altamente improbable que los dos "pesos pesados" del Magreb lleguen directamente a las manos.
Donald Trump ya está de vuelta en la Casa Blanca. Fue el primer presidente de una democracia que reconoció, en 2020, la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara Occidental. Ahora en Rabat estudian cómo sacar al magnate neoyorkino el máximo partido para lo que denominan su "causa nacional", es decir, la antigua colonia española.