(Casi) Todo lo que sabes de la guerra de Ucrania es gracias a estos dos chavales
Ruslan Mykula y Román Pohorilyi han conseguido crear una herramienta que ha supuesto un antes y un después en el seguimiento de la guerra en Ucrania
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"Cómo Ucrania ha sufrido su peor mes en el campo de batalla en los últimos dos años" (The Guardian, diciembre 2024); "Las nuevas tácticas rusas para acelerar la conquista del Donbás" (Le Monde, febrero 2025); "Esta mina es el canario en la mina de la defensa ucraniana del Donbás" (El Confidencial, noviembre 2024)... Cuando un medio publica los avances rusos de este mes, cuando un analista señala que si cae este o aquel pueblo en medio del Donbás implicará el peligroso acceso a una carretera directa al corazón del país, cuando el último tuitero (o tu vecino), aprende la palabra 'caldera' para referirse a cómo las tropas del Kremlin rodean a las de Kiev en el punto más caliente de la línea del frente, todo viene de un mismo sitio.
El mapa grial para seguir la guerra de Ucrania: el Deepstate map.
A primera vista es sencillo. Un mapa de Ucrania en el que se dibujan de color rojo las zonas ocupadas y conquistadas por los rusos, en verde el territorio recuperado por Kiev, en azul, lo conquistado en Kursk. Al detalle, se recoge la dirección de las ofensivas rusas, las unidades militares que las protagonizan y casi diariamente se registran los avances calle a calle de uno u otro bando. Muchas veces, antes incluso que hayan sido oficialmente anunciados por el Estado Mayor de Ucrania. En un canal de Telegram asociado se publican además numerosas imágenes de OSINT (inteligencia de fuentes abiertas) de cualquier punto de la larguísima línea del frente que sostienen la información.
El mapa no lo es todo, por supuesto. Los kilómetros y las imágenes OSINT pueden decir esto pasó aquí (un tanque destruido, unos blindados avanzando campo a través), y el trabajo después es "limpiar" la información, "traducirla" para responder al eterno "y eso qué significa". Deepstate map podría ser como un viejo chiste de internet que reza "toda la infraestructura digital moderna que depende de un pequeño proyecto que una persona aleatoria en Nebraska lleva manteniendo motu proprio desde 2003".
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En este caso, las dos personas aleatorias detrás del proyecto son dos jóvenes ucranianos: Ruslan Mykula (30 años) y Román Pohorilyi (25) que, con la vertiginosa entrada de los primeros tanques rusos en el país, transformaron un canal de Telegram de noticias internacionales que llevaban por hobby en el mapa que consultarían todos los ucranianos para saber si los tanques rusos iban a aparecer si doblaban la esquina.
"Es mucha responsabilidad", admite Roman desde Kiev, donde cuentan con una oficina. A finales de 2022, el mapa recibía la visita de 3 millones de usuarios únicos diariamente; en los últimos doce meses ha acumulado más de 482 millones. Lo consultan periodistas, analistas y militares, pero también sirve de base para el trabajo de voluntarios cerca de la línea del frente, como ONGs de desminado o equipos de evacuación de civiles, e incluso los servicios estatales de emergencia ucranianos.
Cuando ambos amigos (uno, estudiante entonces de último curso de derecho, el otro, trabajando en marketing) empezaron el mapa el mismo día que comenzó la invasión rusa, basaban su información en imágenes de fuentes abiertas, tanto del lado ucraniano como del ruso, y necesitaron ayuda de un colega que sabía algo de código para montar la web.
"Para los militares también somos útiles"
Hoy día, el mapa es tan popular que mucha información la obtienen directamente de soldados en el terreno. "Para los militares también somos útiles, ellos pueden saber qué ocurre exactamente en su sector, pero no tienen la imagen general de cómo va la guerra", dice Ruslan. El trabajo es ingente, cuenta. El equipo, que incluye ahora hasta un centenar de personas, la mayoría voluntarios, recibe decenas y decenas de imágenes diariamente, que tienen que ser verificadas. "En una ocasión recibimos un vídeo que se suponía demostraba cómo los rusos disparaban con éxito contra un blindado ucraniano: estaba modificado y, en realidad, eran los ucranianos destruyendo un blindado ruso", recuerda.
La información en la guerra ha cambiado, y un proyecto como el de estos dos jóvenes, que refleja con retraso de apenas unos días los cambios en el frente, era inevitable que atrajera la atención del Ministerio de Defensa y el Gobierno de Ucrania. Tras llamarles a la puerta, Ruslan y Mykola desarrollaron una segunda versión de Deepstate, a la que solo tienen acceso los militares, con más información que no hacen pública. Cuando se dieron cuenta de que también soldados rusos consultaban el mapa, añadieron un mensaje, facilitando instrucciones para desertar si te conectabas desde una IP rusa. Ese habría sido el caso de al menos un prisionero de guerra ruso, según admitió en octubre de 2022 durante una entrevista con un bloguero ucraniano.
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Tampoco colocan información de las unidades y brigadas ucranianas implicadas en cada ofensiva (sí lo hacen de las rusas), y si una de sus fuentes militares les solicita retrasar una información para proteger alguna operación, lo aceptan. Pero incluso así, ambos jóvenes admiten intentos de "censura" por parte del Ejército ucraniano.
En el tercer año de la guerra, la necesidad de controlar la información se hace clave. Especialmente si las noticias son negativas y cuestiones tan vitales como el reclutamiento de nuevos soldados dependen de la narrativa, muchas veces medida en los kilómetros que cambian de mano en el Deepstate map.
Ya lo vimos en la contraofensiva ucraniana de otoño de 2022, cuando Kiev logró recuperar más de 10.000 km cuadrados y plantó un puño sobre la mesa de sus aliados occidentales. Demostrándoles que tenía sentido seguir apostando por Ucrania, la ayuda militar letal empezó a volcarse de manera más seria.
"Ahora pasa lo contrario", cuenta Evgen Borisov, soldado —voluntario él mismo— que ahora trabaja en la unidad de campañas de financiación de la brigada Azov. "Al inicio, la velocidad de la invasión rusa sí atrajo a muchos voluntarios, pero ahora para continuar reclutando son necesarias también victorias, y es importante destacarlas".
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Para dar 'la vuelta' a un territorio en el mapa, la pareja se apoya en información facilitada por fuentes en el terreno "que a veces es diferente de la que viene del Estado Mayor", dice Román.
Un ejemplo ha venido este mismo viernes: el Ejército ruso ha asegurado que ya han tomado Toretsk, una localidad en el área de Pokrovsk. Deepstate map, sin embargo, niega esa "propaganda rusa": "los soldados ucranianos están todavía luchando en varios barrios de la localidad".
"Desafortunadamente, la gente se ve obligada a consumir fuentes de propaganda [rusa] debido a la falta de confianza en sus propias fuentes oficiales. La sociedad todavía no ha sido informada de las pérdidas de Kurájovo y Velyka Novosilka [al sur de Pokrovsk, en lo que parece una maniobra para 'embolsar' la ciudad y avanzar hacia Dnipro], lo que genera muchas preguntas para aquellos responsables de las comunicaciones oficiales. Ambos pueblos están ya 'en rojo' en el Deepstate.
"Nosotros queremos ganar, y con propaganda no se gana", sentencia Román.
Pero el trabajo que han elegido en esta guerra también les está pasando factura. "Tenemos que lidiar con información sensible y a veces muy dura, como las últimas imágenes de ejecuciones de prisioneros de guerra ucranianos. Es muy duro, psicológicamente", admite Ruslan, con profundas ojeras. "Pero ahora no podemos dejar de hacerlo", concluye.
"Cómo Ucrania ha sufrido su peor mes en el campo de batalla en los últimos dos años" (The Guardian, diciembre 2024); "Las nuevas tácticas rusas para acelerar la conquista del Donbás" (Le Monde, febrero 2025); "Esta mina es el canario en la mina de la defensa ucraniana del Donbás" (El Confidencial, noviembre 2024)... Cuando un medio publica los avances rusos de este mes, cuando un analista señala que si cae este o aquel pueblo en medio del Donbás implicará el peligroso acceso a una carretera directa al corazón del país, cuando el último tuitero (o tu vecino), aprende la palabra 'caldera' para referirse a cómo las tropas del Kremlin rodean a las de Kiev en el punto más caliente de la línea del frente, todo viene de un mismo sitio.