Sus razones no tienen sentido: ¿qué quería Trump castigando a Canadá?
El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, acordó desplegar 10.000 efectivos más en la frontera y formar un grupo conjunto con EEUU para "combatir el crimen organizado"
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F395%2F6fd%2F9a8%2F3956fd9a871a32de67d98c2274ae85cb.jpg)
Por un momento pareció que la amable Canadá sucumbiría a la pesadilla arancelaria decretada por su vecino sureño, pero Donald Trump hizo lo mismo que en tantas otras ocasiones: sacó un bate de béisbol y se puso a gritar, arrancó una concesión y se guardó el bate que poco antes había zarandeado. Igual que había hecho con la presidenta de México, Claudia Sheinbaum. Sólo que con Canadá la situación era un poco distinta: más extraña y más difícil de explicar.
En una llamada con Donald Trump, el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, acordó desplegar 10.000 efectivos más en la frontera y formar un grupo conjunto con EEUU para “combatir el crimen organizado, el fentanilo y el lavado de dinero”. Unos refuerzos que, en gran parte, ya habían sido anunciados el 17 de diciembre. La novedad más destacada es la creación de un “zar del fentanilo” que coordine las tareas. A cambio, EEUU congela durante 30 días la potencial imposición de aranceles con la esperanza de limar las asperezas comerciales entre ambos países.
Pero la amenaza original de Trump de imponer esa tasa del 25% a casi todos los productos de Canadá resultaba, de por sí, insondable. Trump justificó la medida como una forma de forzar a sus vecinos a limitar el tránsito fronterizo de fentanilo y de inmigrantes irregulares, y también de reequilibrar la balanza comercial. Con México, por cuya fronterza entran la gran mayoría de las drogas y de las personas indocumentadas, estas exigencias podrían tener sentido. Pero no con Canadá.
El tráfico de fentanilo desde el norte es anecdótico: las autoridades fronterizas incautaron en 2024 un total de 20 kilos de fentanilo. En la frontera con México, por otro lado, se incautaron casi 10 toneladas. El Gobierno de Canadá recuerda que, de todo el fentanilo que llega a EEUU, sólo un 1% lo hace desde su territorio. El fentanilo mexicano es más competitivo que el canadiense, que se consume en casa.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fea6%2F2fc%2F3a9%2Fea62fc3a929f5c21d6039e182f2df57f.jpg)
Lo mismo sucede con la inmigración irregular. En el año fiscal 2024, la policía arrestó en la frontera canadiense a 23.721 personas que trataban de cruzar ilegalmente. Un 1,5% de todas las personas apresadas en EEUU por este motivo. En el sur, la policía efectuó 1,5 millones de detenciones en ese periodo. Y hay otra diferencia: casi todos los que cruzan ilegalmente la frontera sur lo hacen para llegar a EEUU. En la frontera norte, por el contrario, hay cruces en ambas direcciones. Muchos inmigrantes irregulares salen de EEUU para quedarse en la próspera Canadá.Otra de las obsesiones de Trump es el déficit comercial, que, para él, es un indicador claro de que alguien se está aprovechando de EEUU. Es verdad que su país tiene un déficit comercial con Canadá, pero, si se quita el petróleo de la ecuación, resulta que EEUU tiene superávit con la nación vecina. Por este motivo, los aranceles al petróleo canadiense no son del 25%, sino del 10%: porque EEUU importa cuatro millones de barriles de petróleo canadiense al día. Un crudo de buena calidad que alimenta, sobre todo, la región del Medio Oeste. Así que tampoco es una cuestión comercial.
Las intenciones de Trump pueden explicarse desde varios ángulos. Uno, la necesidad de anotarse, como se dice en lenguaje corporativo, un quick win: una “victoria rápida” con la que impresionar, en este caso, a su coalición y al pueblo estadounidense. Donald Trump lleva dos semanas en la Casa Blanca y ya ha obtenido cosas.
La segunda hipótesis es la proyección de fuerza. El hecho de agarrar por el cuello a Canadá, probablemente el aliado más antiguo, fiable y cercano geográfica y sentimentalmente de EEUU, podría ser intepretado como un mensaje para el resto del mundo: si a mi vecino le hago esto, ¿qué no podría haceros a vosotros?
La tercera posible explicación es que la amenaza de aranceles, que, como se vio en la reacción de los parqués bursátiles de todo el mundo durante la jornada del lunes, tuvo a EEUU, a los gobiernos extranjeros y a las divisas presa del miedo, tenga mucho de maniobra distracción. El drama de los aranceles se dio en paralelo al asalto de las instituciones federales por parte de Elon Musk, una persona que no ha sido nombrada oficialmente, ni ratificada ni autorizada por el Congreso, pero que logró acceso, con presiones, al sistema de pagos de todo el Gobierno federal.
Los demócratas han protestado y alertado sobre esta especie de autogolpe de Estado, que ha dado a Musk acceso al sistema de pagos a unos 2.000 programas federales aprobados por el Congreso, no por el poder ejecutivo. Pero el impacto de estas protestas ha sido nulo. El inicio de una posible guerra comercial con Canadá y México se llevó buena parte del tiempo y del espacio mental: de la atención.
Y luego hay una cuarta, y a todas luces rocambolesca, posible explicación. Donald Trump lleva más de un mes verbalizando de la manera más clara y explícita posible sus intenciones de que transformar a Canadá en el estado número 51 de EEUU. Y ha llegado a decir que puede forzarles a aceptarlo mediante presiones económicas.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F153%2Fc68%2Fc8d%2F153c68c8dbe72737ed941b9a48c5c17a.jpg)
Esta posibilidad, la anexión, está siendo valorada por algunos expertos canadienses en seguridad nacional. Raquel Garbers, investigadora visitante del Centre for International Governance Innovation (CIGI) de la Universidad de Waterloo, está especializada en analizar las amenazas a la seguridad de Canadá, que suelen emanar de otras latitudes: sobre todo de China. En febrero de 2025, sin embargo, expertos como ella están siendo forzados a mirar más cerca.
“No hay duda de que estamos siendo intimidados” por Estados Unidos, dijo Garbers a Murray Brewster, corresponsal de defensa del mayor conglomerado canadiense de noticias, CBC News. “¿Se trata de una guerra económica? Mi respuesta es: todavía no. Pero eso no quiere decir que no llegaremos ahí”.
Raquel Garbers argumenta que Canadá es un premio estratégico de primer orden, un país repleto de recursos, y que los aranceles podían o bien quedarse ahí, o bien ser el primer paso de una agresión mucho mayor. Si EEUU realmente quiere debilitar a Canadá para anexionársela, las medidas que tendría por delante serían sanciones, embargos comerciales, robo de propiedad intelectual y otras acciones draconianas.
"No hay duda de que estamos siendo intimidados" por Estados Unidos, dijo Garbers a Murray Brewster, corresponsal de defensa
La imagen de EEUU absorbiendo Canadá por la fuerza en el siglo XXI es absolutamente delirante, fantasiosa, histérica. Propia de una novela mal escrita. Pero Donald Trump ha dicho varias veces que ese es su objetivo. “Pagamos cientos de miles de millones de dólares para [en mayúsculas] subsidiar a Canadá, ¿por qué? No hay razón. No necesitamos nada de lo que tienen”, escribió Trump en su red social, Truth Social. “Sin este subsidio masivo, Canadá deja de existir como país viable. ¡Duro, pero cierto! Entonces, Canadá debe convertirse en nuestro querido estado 51. Impuestos mucho mejores, y una protección mejor para la gente de Canadá. [Nuevamente en mayúsculas] ¡Y sin aranceles!”.
Quizás sea solo una manera de lanzar un globo sonda, de explorar reacciones y oportunidades. Como también apuntaba Raquel Garbers, Canadá tiene sus problemas internos, su descontento, su aumento de precios y sus problemas relacionados con la inmigración. “Trump, como todos los abusones, puede oler la debilidad. Y la triste historia es que somos débiles, ¿cierto?”, dijo Garbers.
Trump admite sus ambiciones, y, si dentro de un mes se decide por aplicar los aranceles, el daño será real. El 70% de las exportaciones canadienses van a Estados Unidos, especialmente maquinaria, vehículos, partes de vehículos, calderas, reactores nucleares, oro, plásticos, madera y grandes cantidades de hidrocarburos. La estimaciones del daño económico, en caso de que se mantengan estos aranceles, aún son provisionales. Según el Banco de Canadá, las tarifas podrían recortar entre un 3,4% y un 4,2% del PIB nacional. Otros modelos hablan del 6%. El impacto provocaría una recesión de tres años: los más duros serían el segundo y el tercero.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fc30%2F933%2Fc6b%2Fc30933c6b77542f96df565ac6c6531e6.jpg)
“Los próximos días y semanas serán duros”, dijo el premier de Ontario, Doug Ford, antes de que hablasen Trump y Trudeau la tarde del lunes. “Nuestra economía sentirá el impacto de los aranceles del presidente Trump casi inmediatamente, con cientos de miles de empleos en riesgo. Os lo prometo: haré lo que sea necesario para proteger Ontario, nuestros trabajadores, nuestros negocios y nuestras comunidades. Unidos, saldremos de esta”.
Todo el espectro político, de izquierda a derecha, se tomó el desafío como una crisis nacional y respondió igual que el premier Justin Trudeau, que pidió a sus compatriotas que mirasen las etiquetas y comprasen bienes canadienses. El candidato conservador a las elecciones, Pierre Poilievre, ha hecho suyo el lema “Canada First” (o “Canada D’Abord”, siendo el francés la otra lengua nacional). Poilievre ha prometido bajar los impuestos, desregular el sector energético y crear un fondo de ayuda a los trabajadores afectados por la guerra arancelaria. También quiere “reconstruir el Ejército y recuperar el control de nuestras fronteras”.
Ante la amenaza de Trump, el Gobierno de Trudeau aprobó aranceles del 25% que también habrían entrado hoy en vigor
Ante la amenaza de Trump, el Gobierno de Trudeau aprobó aranceles del 25% que también habrían entrado hoy en vigor: tasando a 1.256 productos estadounidenses, la mayoría originarios de los estados que votaron a Donald Trump. Las tarifas afectarían a las naranjas y a otras frutas de Florida, a los electrodomésticos que se fabrican en Ohio, a las aves de granja, a la cebada y los copos de avena, al queso y al yogur, a los alimentos procesados, al sector textil, etcétera.
También hubo medidas a nivel local. La Junta de Control de Alcohol de Ontario dijo que no compraría bebidas alcohólicas producidas en Estados Unidos: 300 marcas que sumaban, por volumen de comercio anual, cerca de 1.000 millones de dólares. Como guinda, el premier de la provincia, Doug Ford, suspendió un contrato de 100 millones de dólares con la empresa de internet satelital Starlink, subsidiaria de SpaceX, la corporación espacial de la que Elon Musk posee un 42% de las acciones.
Es posible que las reacciones de estos líderes se debieran, también, a que Canadá celebra elecciones este año y es popular, de cara a los votantes, plantarle cara al abusón de la Casa Blanca: defender la soberanía y la seguridad canadienses. También es posible, por fantasioso que parezca, que le vieran las orejas al lobo.
Por un momento pareció que la amable Canadá sucumbiría a la pesadilla arancelaria decretada por su vecino sureño, pero Donald Trump hizo lo mismo que en tantas otras ocasiones: sacó un bate de béisbol y se puso a gritar, arrancó una concesión y se guardó el bate que poco antes había zarandeado. Igual que había hecho con la presidenta de México, Claudia Sheinbaum. Sólo que con Canadá la situación era un poco distinta: más extraña y más difícil de explicar.