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Muchas palabras, pocas balas: Europa trata de dar velocidad al lento debate sobre su defensa
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Trump exige gastar el 5% del PIB

Muchas palabras, pocas balas: Europa trata de dar velocidad al lento debate sobre su defensa

Los socios europeos tratan de dar forma al debate sobre el aumento de gasto militar en la UE que comenzó en marzo de 2022 y que se ha hecho más urgente tras el regreso de Trump al poder

Foto: El Secretario General de la OTAN, Mark Rutte, habla durante una rueda de prensa. (Omar Havana/PA Wire)
El Secretario General de la OTAN, Mark Rutte, habla durante una rueda de prensa. (Omar Havana/PA Wire)

Los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea se han reunido este lunes en Bruselas en un inusual formato para tener una discusión de fondo respecto a la situación de la seguridad y la defensa del bloque comunitario y, de manera más amplia, de todo el continente. En los debates han participado Mark Rutte, secretario general de la Alianza Atlántica (OTAN) y Keir Starmer, primer ministro del Reino Unido. Lo han hecho con dos ideas clave de fondo: la necesidad de asumir el hecho político de que la Unión Europea debe hacer más por garantizar su propia seguridad, y cómo puede hacer más en términos de capacidades. En otras palabras: cómo coordinar mejor su gasto militar y qué elementos pueden hacerse de manera conjunta.

Los debates en Europa tienen siete vidas. Y hay que matarlos seis veces para que al séptimo empiecen a dar resultado. No es la primera vez que la Unión Europea habla sobre seguridad y defensa. Ni siquiera la primera vez que invoca una urgente necesidad de toma de decisiones. En distintas ocasiones, en los últimos años han abordado el asunto, normalmente relacionado con cómo aportar armas a Ucrania en su guerra defensiva para frenar la invasión por parte de Rusia.

El año pasado, por ejemplo, la Comisión se propuso que Europa fuera capaz de producir dos millones de rondas de proyectiles a finales de 2025. La diferencia es que esta vez la discusión ha sido más concreta, más real. Han hablado de proyectos concretos, de capacidades militares en las que la Agencia Europea de Defensa ha encontrado brechas, han discutido de cómo financiar su desarrollo y de cómo mejorar el trabajo con la OTAN y con el principal socio de seguridad y defensa europeo externo a la UE, Reino Unido.

El cambio de mentalidad europeo sobre esta cuestión comenzó en marzo de 2022, a la sombra del shock de la Europa occidental ante la agresión rusa contra Ucrania. En una reunión de líderes europeos en Versalles, a las afueras de París, los Veintisiete acordaron el “Comunicado de Versalles” en el que señalaron que la Unión debía “estar a la altura de sus responsabilidades en esta nueva realidad, protegiendo a nuestros ciudadanos, nuestros valores, nuestras democracias y nuestro modelo europeo”.

Foto: La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. (EFE/Anthony Anex)

"Ante el aumento de la inestabilidad y la competencia estratégica, y las crecientes amenazas a la seguridad, hemos decidido asumir una mayor responsabilidad por nuestra seguridad y dar nuevos pasos decisivos para construir nuestra soberanía europea”, señalan los líderes, en un documento que ya hablaba de muchos asuntos que siguen sobre la mesa.

António Costa, presidente del Consejo Europeo, que ha sido la persona que ha organizado este formato novedoso para hacer que los líderes europeos pudieran discutir de manera más relajada y sin el corsé de tener que llegar a un acuerdo respecto a unas conclusiones, el documento que habitualmente se publica tras cada reunión formal, ha citado el Tratado de París de 1951, uno de los textos fundacionales de la Europa de hoy, para animar a los líderes europeos en la necesidad de tener ambición.

“Considerando que la paz mundial solo puede salvaguardarse mediante esfuerzos creadores proporcionales a los peligros que la amenazan”, ha apuntado el portugués, abrazando una de las ideas que recorren Bruselas estos días: es hora de ser pragmático y realista, lo que en la situación actual requiere ser radical.

Un asunto sensible es la idea francesa de “Comprar europeo”. París considera que de poco sirve aumentar el gasto en defensa si esa inversión se destina a comprar armamento de los Estados Unidos o de otros socios de la Unión, porque eso no ayudará a fortalecer la industria militar del Viejo Continente, que se encuentra totalmente oxidada por décadas de infrafinanciación desde el final de la Guerra Fría. Otros Estados miembros, más preocupados por rearmar Europa en el corto plazo, consideran que lo principal es volver a estar listos para una agresión, no con tener armas europeas que pueden tardar muchos años en estar disponibles.

Foto: El presidente de EEUU, Donald Trump, interviene en Davos de forma virtual. (EFE/Michael Buholzer)

Trump exige que los socios de la OTAN, de los que muchos de ellos forman parte también de la Unión Europea, aumenten sustancialmente su gasto en defensa vinculado con la alianza militar, llegando incluso a sugerir que deberán gastar al menos un 5% de su PIB, cuando todavía un buen grupo de Estados miembros, entre ellos especialmente España, están sufriendo para cumplir con el compromiso político de un gasto del 2% del PIB en defensa adquirido en la cumbre de la OTAN de Gales en 2014.

Pero este debate no da la espalda al hecho de que uno de los enormes elefantes en la habitación este lunes en Bruselas era el hecho de que Washington esté amenazando a Dinamarca para que Copenhague ceda Groenlandia, un territorio bajo soberanía danesa, a Estados Unidos, sin descartar incluso el uso de la fuerza militar.

Además, algunos en Europa consideran que el aumento en defensa debe producirse teniendo en cuenta que Estados Unidos no es un socio especialmente fiable, y que en caso de embarcarse en un programa conjunto a nivel europeo para financiar un aumento sustancial en gasto en defensa, esa inversión debería destinarse a la industria militar europea, para ayudar a fortalecerla y poder contar con ella en el futuro.

¿Aplicación de eurobonos?

El debate se hace especialmente espinoso en dos cuestiones. La primera es cómo pagar ese importante aumento del gasto militar, especialmente teniendo en cuenta que hay muchos Estados miembros que no tienen espacio fiscal para cumplir con las exigencias de la Casa Blanca, ni siquiera para estar al nivel que los propios socios europeos consideran que debe situarse el gasto en defensa. Por eso, algunos socios están impulsando la idea de una nueva emisión de deuda conjunta europea, como ocurrió durante el coronavirus, para financiar la compra y desarrollo de capacidades militares de forma conjunta. Países que siempre han sido reacios a esa idea, los conocidos como eurobonos, se abren ahora a la propuesta.

Por lo pronto, lo que hay es un compromiso por parte de Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, de que su institución explore la “flexibilidad” que ofrecen las nuevas reglas fiscales de la Unión Europea para permitir un “aumento significativo del gasto en defensa” y que el Banco Europeo de Inversiones (BEI) presidido por la española Nadia Calviño para actualizar las normas por las que la entidad, con sede en Luxemburgo, no financia directamente proyectos militares.

La otra cuestión es que no toda la Unión Europea se encuentra en la misma situación ni tiene los mismos intereses. Hungría y Eslovaquia, y probablemente República Checa cuando cambie el Gobierno a manos de los euroescépticos de ANO en octubre de 2025, claramente están más alineados con el Kremlin que con la Casa Blanca, y en el caso de Budapest el autoritario primer ministro húngaro Viktor Orbán juega de manera permanente al boicot con las sanciones europeas contra Moscú. Por eso se discuten posibles soluciones fuera del marco habitual, como una “cooperación reforzada” en la que algunos países europeos estrechen sus lazos en cuestión de seguridad y defensa, potencialmente incluyendo a Reino Unido en ese esfuerzo de coordinación.

Los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea se han reunido este lunes en Bruselas en un inusual formato para tener una discusión de fondo respecto a la situación de la seguridad y la defensa del bloque comunitario y, de manera más amplia, de todo el continente. En los debates han participado Mark Rutte, secretario general de la Alianza Atlántica (OTAN) y Keir Starmer, primer ministro del Reino Unido. Lo han hecho con dos ideas clave de fondo: la necesidad de asumir el hecho político de que la Unión Europea debe hacer más por garantizar su propia seguridad, y cómo puede hacer más en términos de capacidades. En otras palabras: cómo coordinar mejor su gasto militar y qué elementos pueden hacerse de manera conjunta.

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