El número dos del espionaje marroquí huye de España tras pedir Rabat su extradición
Hijaouy se refugió en España hasta que el CNI lo animó a entregarse, indicándole que era preferible volver de manera voluntaria y cuanto antes a Marruecos. Está en paradero desconocido y en busca y captura por no presentarse en la AN
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Mehdi Hijaouy, que ostentó durante varios años el cargo de "número dos" del servicio secreto exterior de Marruecos y actuó incluso un tiempo como máximo jefe, se refugió en España huyendo de Francia, donde estaba siendo siendo vigilado de cerca por agentes no identificados. Apenas puso pie en Madrid, Rabat pidió su extradición a la Justicia española, y él optó por no presentarse en la Audiencia Nacional. Ahora está en busca y captura.
En París, hasta su mujer y su hija recién nacida habían sido objeto de seguimiento por las calles. En julio pasado, las autoridades marroquíes se habían reconciliado por fin con las de Francia, y Mehdi Hijaouy temió que esa amistad recuperada entre gobiernos acabase perjudicándolo. Ahí comenzó el periplo español de su huida.
Hijaouy, de 52 años, conocía de sobra los métodos de la Dirección General de Estudios y Documentación (DGED), la agencia de inteligencia exterior marroquí. Había trabajado para ella durante casi dos décadas, hasta convertirse en el adjunto de su director. Durante un tiempo, incluso llegó a actuar en la práctica como su máximo jefe, porque su director, Yassin Mansouri, pasó una larga temporada de baja por depresión.
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Hijo de un conocido general del Ejército marroquí, Hijaouy se incorporó a la DGED en 1994. El servicio le mandó, en diferentes ocasiones, a formarse en el extranjero. Hizo unas prácticas sobre actividades clandestinas en la CIA; pasó por el "servicio acción" de la Dirección General de la Seguridad Exterior de Francia y aprendió las técnicas del interrogatorio con el Shin Bet (seguridad interior) israelí y del contraespionaje con el Mossad, según fuentes conocedoras de su currículo. Éste es una auténtica inmersión en la historia reciente de la inteligencia marroquí.
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El "número dos" participó o dirigió numerosas operaciones, muchas de ellas en España, como reclutar a políticos y periodistas para que defendieran la pertenencia del Sáhara Occidental a Marruecos, y resaltasen los supuestos vínculos del Frente Polisario con grupos terroristas. También fomentó manifestaciones a las puertas de Ceuta y Melilla para reivindicar su "marroquinidad".
Luchó además a brazo partido, junto con el Ministerio de Asuntos Islámicos, por hacerse con el control de la Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas, a la que están afiliadas centenares de mezquitas en territorio español. El grueso de sus esfuerzos estuvo, sin embargo, dedicado a la vecina Argelia, para intentar que prendiera el separatismo en la región de Cabilia.
Pese a esta hiperactividad del espionaje marroquí en España, solo en una ocasión ha trascendido que las autoridades españolas parasen los pies a la DGED. Fue en abril de 2013, cuando el general Félix Sanz-Roldán, entonces director del CNI, puso una denuncia contra Noureddin Ziani, un marroquí que llegó a predicar en las mezquitas de Cataluña para convertir a los musulmanes al independentismo que entonces encarnaba el convergente Artur Mas. Además de "amenazar la seguridad nacional", Sanz-Roldán le describió como "un colaborador muy relevante de un servicio de inteligencia extranjero desde el año 2000". Aludía así a la DGED. Fue expulsado de España al mes siguiente.
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En Alemania, Países Bajos y Bélgica, y hasta en una ocasión en Francia, se detiene, se juzga y hasta se condena, a penas más bien leves, a algún que otro colaborador de los servicios secretos marroquíes. En España nunca, con la excepción de Youssef El A., que sí fue detenido porque la justicia alemana lo reclamó mediante una euroorden de un magistrado germano. Sospechaba que, por cuenta de la DGED, espió al exilio rifeño. Fue enviado a Fráncfort el 15 de enero pasado.
En España hay incluso ministros del Interior, como Jorge Fernández (PP), o de Asuntos Exteriores, como José Manuel Albares (PSOE), que dan entrevistas o participan y se fotografían en actos públicos con Ahmed Charai, empresario de prensa y, sobre todo, relaciones publicas de la DGED marroquí, según una sentencia judicial de 2015. Charai puso en circulación, en 2008, el bulo de que Rachida Dati, entonces ministra de Justicia francesa, estaba embarazada del expresidente José María Aznar. Fue condenado en 2011 a indemnizarle con 90.000 euros.
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A finales del pasado verano y ya en su exilio en París, Hijaouy no se lo pensó dos veces. Aún tenía un visado Schengen en vigor en su pasaporte, que aprovechó para huir de París a Madrid, donde tenía familia. La historia de los dos meses de estancia del exespía marroquí en España ha sido reconstruida por El Confidencial gracias a fuentes judiciales, de la abogacía y también de inteligencia de dos países.
Ningún personaje marroquí con tantos galones en el aparato de seguridad se había exiliado desde los tiempos de Driss Basri. Basri fue durante 20 años el ministro del Interior del rey Hassan II, pero huyó a París poco después de ser destituido en 1999 por su hijo, Mohamed VI, y allí falleció en 2007 de muerte natural.
Sí se han producido deserciones de funcionarios de la Dirección General de Supervisión del Territorio (DGST), la policía secreta marroquí, que también se ha desplegado en países de la UE. Decenas de agentes se han quedado en el extranjero aprovechando unas vacaciones o un viaje profesional. Fueron 160 los que no regresaron a Marruecos en 2022, según una filtración periodística. Un comunicado de Abdellatif Hammouchi, director de la DGST, rebajó esa cifra a 38.
Marruecos sabía donde estaba
Apenas instalado en Madrid, Hijaouy se llevó un primer disgusto. Las autoridades de Marruecos sabían donde estaba y, en septiembre, ya pidieron a la justicia española su localización y detención con vistas a tramitar su extradición por tres cargos, según consta en el expediente 61/2024: pertenencia a organización criminal, estafa y fomento de la "emigración ilegal". Rabat incluye con frecuencia la emigración cuando trata de obtener una extradición porque sospecha que los jueces españoles son especialmente sensibles a esta acusación.
La petición marroquí recayó sobre la mesa de Luis Francisco de Jorge Mesas, titular del Juzgado Central de Instrucción nº1 de la Audiencia Nacional, que fue durante largos años consejero de Justicia en la Embajada de España en Rabat. El magistrado no ordenó el ingreso en prisión de Hijaouy y le dejó en libertad provisional. En su auto, del 12 de septiembre, incluyó medidas cautelares como la retirada del pasaporte y la obligación de presentarse cada dos semanas en comisaría.
Le citó de nuevo el 7 de noviembre, pero Hijaouy ya no compareció en la Audiencia Nacional. Le dio una último oportunidad, el 21 de noviembre, y tampoco se presentó. Cinco días después el magistrado ordenó su búsqueda, detención e ingreso en prisión para poder llevar a cabo la comparecencia prevista en el artículo 12 de la Ley de extradición pasiva. La policía no le localizó. Sospecha que estaba ya lejos, gracias a la ayuda de una red de viejos amigos en distintos servicios secretos europeos que le debían favores.
Hijaouy podía haber acudido a esas convocatorias con su abogado, un conocido penalista, y, como tenía arraigo familiar en Madrid, era improbable que el juez hubiera ordenado entonces su detención con vistas a extraditarle. Pero una cita inesperada le incitó a poner pies en polvorosa.
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El CNI le convocó para una conversación informal el 28 de octubre. Ya le habían convocado antes, pero cuál fue su sorpresa cuando en esta segunda reunión aparecieron, junto a los españoles, dos agentes de su antigua "casa" marroquí. El mensaje que todos le trasladaron fue que, por las buenas o por las malas, acabaría en Marruecos. Era, por tanto, preferible volver voluntariamente y cuanto antes.
Quizás la directora del CNI, Esperanza Casteleiro, quiso congraciarse con las autoridades marroquíes empujándole a regresar. Por el mismo motivo se negó, en noviembre de 2022, a responder a las preguntas de la comisión del Parlamento Europeo que investigaba el espionaje con Pegasus y cuyas conclusiones apuntan a Marruecos. Preguntado por El Confidencial sobre esa cita de octubre, el servicio secreto español no contestó.
En un país como Marruecos, en el que la justicia no es independiente, una solicitud de extradición de alguien que ha desempeñado cargos importantes en el aparato de seguridad no se formula sin que las máximas autoridades, aquellas que gravitan alrededor del rey Mohamed VI, la hayan impulsado. ¿Por qué cayó Hijaouy en desgracia hasta el punto de que estén ahora empeñadas en verle detrás de los barrotes?
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En realidad, es la segunda vez que Hijaouy está en apuros, aunque esta última es la más grave. Hace ya una década fue despedido de la DGED. Quizás el motivo fue la carta que un puñado de agentes osaron escribir al rey Mohamed VI en la que se quejaban de que el servicio "está ahora en manos de un individuo incompetente, Mehdi Hijaoui (...) de dudosa reputación". La misiva fue desvelada por Hicham Jerando, un youtuber marroquí exiliado en Canadá.
Tras tres años de travesía del desierto, Fouad Ali el Himma, el auténtico virrey de Marruecos, le recuperó tras toparse con él en un entierro. Le convirtió en 2017 en su asesor para temas de seguridad. Desde ese puesto no dirigía operaciones, pero sí tenía acceso a la información generada por la DGED, su antiguo empleador, y a la de la policía secreta que encabeza Abdellatif Hammouchi y que también desempeña labores de contraespionaje.
"Aunque no trabajó con Pegasus, sus conocimientos sobre el servicio secreto rival hubiesen sido útiles al juez Calama"
Fue este servicio el que manejó el programa malicioso Pegasus, con el que fueron espiados tantos móviles dentro y fuera de Marruecos, según reveló en 2021 el consorcio periodístico Forbidden Stories. Al año siguiente se supo que los dispositivos del presidente Sánchez y de tres de sus ministros también habían sido pirateados. Los agentes del espionaje exterior marroquí se quedaron a dos velas mientras sus colegas de la DGST se formaban en Israel, a veces en Temara (Marruecos), con un programa financiado por una monarquía del Golfo.
Aunque no trabajó con Pegasus, sus conocimientos sobre cómo operaba el servicio secreto rival con este programa de espionaje hubiesen sido muy útiles al juez José Luis Calama, titular del juzgado nº4 de la Audiencia Nacional, que desde mayo de 2022 investiga el pirateo de los móviles de Sánchez y de tres de sus ministros. En el auto con el que archivó, en julio de 2023, la causa — la reabrió de nuevo hace 10 meses — Calama se quejó de la falta de apoyo del Gobierno español cuando intentó efectuar una comisión rogatoria en Israel, cuya empresa NSO fabricó Pegasus.
En su única comparecencia ante el juez, Hijaouy negó las acusaciones que figuran en el expediente remitido por la Justicia marroquí
El asesor de seguridad del virrey fue también un testigo privilegiado de la planificación de la entrada masiva en Ceuta, el 17 y 18 de mayo de 2021, de más de 10.000 inmigrantes irregulares a nado. "Esta situación responde a las instrucciones dadas desde Rabat (...)", señaló el CNI el 18 de mayo de 2021 en un análisis cuyo destinatario era al presidente Pedro Sánchez. Dos de esos informes secretos del espionaje español fueron parcialmente publicados por el diario El País en junio de 2022.
En su única comparecencia ante el juez de la Audiencia Nacional en septiembre, Hijaouy negó las acusaciones que figuran en el expediente remitido por la Justicia marroquí. No pidió asilo político en España porque su letrado le dejó caer que la relación de Madrid con Rabat era tan buena que nunca lo obtendría. Ante su abogado defensor y sus amistades en las fuerzas de seguridad sostuvo siempre que las autoridades de su país deseaban ajustar cuentas con él por dos motivos, uno político y otro personal.
El político es la elaboración por iniciativa propia de un libro blanco de unas 120 páginas en el que proponía reestructurar toda la seguridad del país, desde las fuerzas policiales hasta la defensa. Lo entregó directamente, en febrero de 2024, al rey Mohamed VI y también lo hizo llegar al príncipe heredero Moulay Hassan. Su obra habría suscitado el enfado de los más cercanos colaboradores del monarca que se consideraron puenteados cuando este les recomendó que se lo leyeran con atención.
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En un plano más personal, Hijaouy es un apasionado de las artes marciales, especialmente del jiu-jitsu. Esa afición le llevó a establecer una relación estrecha con los tres hermanos Azaitar, deportistas germano-marroquíes también dedicados a las artes marciales. Desde abril de 2018 se han convertido en una especie de nueva familia del monarca a la que se sumó también, en 2022, el melillense Yusef Kaddur, otro atleta con el mismo perfil. Hijaouy entró así en el círculo íntimo del monarca.
El auténtico jefe político de la corte real marroquí, el consejero Fouad Ali el Himma, intentó en varias ocasiones, inspirando artículos maledicientes en prensa y vídeos en una televisión online, convencer al soberano de que prescindiera de los hermanos Azaitar por el bien de la monarquía. No lo logró. Hijaouy osó, en cambio, tomar la defensa de los Azaitar en al menos un artículo publicado por la revista "Challenge". El vínculo entre Hijaouy y la fratria habría sido el segundo gran motivo de enojo contra el exespía.
Tras su segunda expulsión del reducido círculo del poder en Marruecos, Hijaouy estuvo un tiempo dedicado a los negocios que había puesto en pie en su propio país y en el Golfo. Viajó con su mujer a Canadá para que ella diese a luz en ese país y de ahí a Francia donde, según relató a sus amigos, el acoso de la DGED le resultó insoportable. Por eso se trasladó a España donde permaneció hasta que se empezó a tramitar la solicitud de extradición de Rabat. Entonces se esfumó.
Mehdi Hijaouy, que ostentó durante varios años el cargo de "número dos" del servicio secreto exterior de Marruecos y actuó incluso un tiempo como máximo jefe, se refugió en España huyendo de Francia, donde estaba siendo siendo vigilado de cerca por agentes no identificados. Apenas puso pie en Madrid, Rabat pidió su extradición a la Justicia española, y él optó por no presentarse en la Audiencia Nacional. Ahora está en busca y captura.