"Nadie lo esperaba": cómo una marquesina rota puede acabar con el 'hombre fuerte' de Serbia
Las manifestaciones iniciadas por estudiantes el año pasado por un accidente en la estación de tren de Novi Sad ha tambaleado la estabilidad política del Gobierno de Aleksandar Vučić
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En las calles de Belgrado, la Nochevieja de 2024 fue diferente a las anteriores. Durante los primeros minutos del nuevo año, en el centro de la capital, no hubo fuegos artificiales, ni abrazos, ni fiesta. Un grupo de manifestantes se concentró para protestar contra el Gobierno del 'hombre fuerte' serbio, Aleksandar Vučić, después del colapso, el pasado noviembre, de una marquesina en la estación central de Novi Sad. Durante 15 minutos estuvieron en silencio, una manera de recordar a las 15 personas que murieron en el incidente.
Fue un acto simbólico después de semanas de protestas, iniciadas por estudiantes universitarios, en las que denuncian la corrupción del Gobierno y la vinculan directamente con la tragedia. En una época en la que los líderes políticos, de Nicolás Maduro en Venezuela al Irán de los ayatolás, responden a las manifestaciones en su contra tapándose la nariz y aguantando el chaparrón, muy pocos esperaban que semanas después las protestas de estos jóvenes serbios estén provocando un terremoto político en el país balcánico. "No hay Año Nuevo, todavía nos debéis el anterior", coreaba la multitud con la entrada de 2025.
En las primeras semanas de enero, los manifestantes aumentaron la presión y convocaron una huelga general. El pasado lunes, bloquearon la Autokomanda, donde convergen dos carreteras principales que llevan al centro de la capital serbia. Después de la dimisión de dos ministros del Transporte y de la imputación de 13 personas por estar vinculadas en el accidente de Novi Sad, este martes ha sido el turno del primer alto cargo: el primer ministro, Milos Vucecic.
El premier, que llevaba en el cargo desde el año pasado, explicó que dejaba su cargo para que no aumentara más la tensión en las calles. "Hago un llamamiento a todos para que calmen las pasiones y vuelvan al diálogo", dijo, y añadió que el alcalde de Novi Sad, Milan Djuric, también planeaba dimitir.
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Sin embargo, los manifestantes han dado pocos indicios de que este sea el final de sus reclamos políticos. Lo que empezó como un movimiento universitario se ha contagiado en todos los sectores de la población contra la corrupción que, denuncian, azota al país. No se trata solamente de reclamar justicia por la tragedia de Novi Sad, sino de una serie de episodios políticos que han llevado a la población al punto más alto de su descontento.
Precisamente, pocas semanas después del accidente en la estación de tren de la ciudad serbia, un informe de Amnistía Internacional revelaba que la Agencia de Inteligencia de Seguridad de Serbia (BIA) había estado espiando a activistas civiles. Esta crisis llega, además, en un momento especialmente delicado en el país, que se encuentra en una encrucijada entre la presión por implementar reformas que allanen el camino hacia la Unión Europea y las alianzas con países como Rusia y China.
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Las protestas de los últimos meses ya están consideradas como las más grandes de la historia reciente del país balcánico y se interpretan como el mayor reto político del Aleksandar Vučić, quien ha anunciado que reestructurará al menos a la mitad de los ministros de su Gobierno. "Será urgente y masiva", anunció. Se han comparado incluso con las que tuvieron lugar en el año 2000 y que provocaron la caída de Slobodan Milosevic.
Los jóvenes lideran el cambio
"El trágico colapso de la marquesina de la estación ferroviaria de Novi Sad y las protestas subsiguientes sin duda han asestado el golpe más significativo al Partido Progresista Serbio (SNS) desde que asumió el poder en 2012. No se esperaba", afirma Miloš Pavković, investigador del European Policy Centre en Belgrado, a El Confidencial.
Para Pavković, las protestas han sido un punto de inflexión en la política serbia porque es la primera vez que los jóvenes salen a protestar en masa, con tal fuerza que han conseguido que se unan otros sectores de la población para conseguir un cambio sistémico. "Esto demuestra que la generación joven tiene una táctica diferente para la que la coalición gobernante no tiene respuesta", sostiene el investigador.
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En las primeras manifestaciones que convocaron los universitarios, acamparon en la mayoría de las facultades y universidades de todo el país. Fue el inicio de una serie de convocatorias que no han cesado desde el pasado noviembre. A pesar de la dimisión del primer ministro, Pavković coincide en que se mantendrán firmes hasta que la rendición total de cuentas por los implicados en el accidente de Novi Sad. La estación de tren había estado en obras y la tragedia tuvo lugar solo unos meses después del derrumbe en el que murieron 15 personas.
La situación actual en Serbia puede definirse como un "terremoto político", pero es muy pronto para vaticinar la caída del Gobierno de Vučić. La dimisión del premier este pasado martes debe ser primero ratificada por el Parlamento, que tiene un plazo de 30 días para designar un nuevo Gobierno o convocar elecciones. Por otro lado, el mandatario domina una gran parte del espectro político y la oposición carece de una figura con la suficiente fuerza como parea hacerle sombra.
A la espera de los próximos pasos políticos, los analistas recuerdan que al presidente todavía le quedan dos años en el cargo, y que el proceso de destitución es complejo. "Requiere una mayoría de dos tercios del Parlamento y una sentencia del Tribunal Constitucional que confirme la violación de la Constitución por parte del presidente", recuerda el investigador del European Policy Centre en Belgrado.
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El otro escenario es que Aleksandar Vučić dimita, una opción que por ahora parece poco probable. Todos los ojos están puestos en cómo se reestructurará el Gobierno, la medida que promete determinar el futuro político del mandatario.
La mano 'extranjera'
La remodelación de una parte de su gabinete ha sido su mayor declaración de intenciones desde que empezaron las protestas. Anteriormente, había afirmado que los líderes de las manifestaciones habían recibido financiación de agentes extranjeros para tratar de desestabilizar Serbia.
A diferencia de otras acusaciones parecidas que han tenido lugar en países europeos, que han denunciado intentos por parte de Rusia para influir en la política nacional, el caso del país balcánico es totalmente contrario. El presidente serbio intenta equilibrar la intención de entrar en la Unión Europea con los intereses que mantiene con China y Rusia, y ha sido señalado por líderes europeos por no querer imponer sanciones al Kremlin tras el inicio de la invasión a gran escala.
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Esta decisión es, según Vučić, el punto central de la presunta campaña extranjera. "Mientras yo sea presidente, no introduciremos sanciones a Rusia. Mantendremos relaciones de hermandad y amistad con Rusia y China. Es por eso que quieren derribarnos", aseguró ante miles de sus seguidores que acudieron a una concentración de "patriotas" la semana pasada. "Mi Serbia bien sabe que hoy en día está siendo atacada desde el exterior y desde dentro", añadió.
Además de rechazar las sanciones a Rusia, el Gobierno de Serbia también ha dado la bienvenida a miles de rusos que se mudaron a Belgrado después de la invasión. En el ámbito económico, el país balcánico ha fortalecido los lazos económicos con China y la reconstrucción de la estación de tren de Novi Sad estuvo a cargo, precisamente, de una empresa china.
Mientras tanto, la adhesión de Serbia a la UE sigue estancada y, a pesar de que el país ha cumplido con varios de los requisitos, la entrada al bloque todavía parece lejana. En diciembre pasado, durante la cumbre de líderes europeos con los países balcánicos que aspiran a la adhesión, un periodista le preguntó a Vučić qué esperaba del encuentro. "¡Nada!", respondió.
El punto de inflexión político en Serbia puede provocar un cambio endémico, pero una parte de los ciudadanos del país no creen que el poder político lo vaya a poner fácil. "No se rendirán fácilmente porque gozan de inmensos privilegios. Pero creo que este Gobierno se derrumbará de repente, como la marquesina de la estación de Novi Sad. Han llegado al límite de sus fuerzas", afirma Ljubica Oparnica, profesora de la Facultad de Educación de la universidad de la ciudad serbia.
En las calles de Belgrado, la Nochevieja de 2024 fue diferente a las anteriores. Durante los primeros minutos del nuevo año, en el centro de la capital, no hubo fuegos artificiales, ni abrazos, ni fiesta. Un grupo de manifestantes se concentró para protestar contra el Gobierno del 'hombre fuerte' serbio, Aleksandar Vučić, después del colapso, el pasado noviembre, de una marquesina en la estación central de Novi Sad. Durante 15 minutos estuvieron en silencio, una manera de recordar a las 15 personas que murieron en el incidente.