Europa recibe a Trump con una semana de terapia de grupo y palmadas en la espalda
La UE ha pasado la primera semana del nuevo mandato de Donald Trump como presidente de EEUU reafirmándose y buscando fortaleza para afrontar los próximos cuatro años
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Mientras Donald Trump reunía a buena parte de lo que el presidente francés Emmanuel Macron ha identificado como la "internacional reaccionaria" alrededor de "la rotonda" del Capitolio en Washington para su toma de posesión, rodeado de los directivos de los gigantes digitales, en la pequeña localidad suiza de Davos se reunía el viejo mundo. La élite del antiguo orden liberal que creyó que la globalización económica se traduciría en una creación de interdependencias y de estructuras de gobernanza globales que harían del mundo un lugar más pacífico y próspero. Hace años que la reunión del Foro Económico Mundial en Davos es la sombra de lo que fue, pero este enero ha sido un encuentro con un toque tétrico.
Durante toda la semana en Davos, también en Estrasburgo, donde se ha celebrado el Pleno del Parlamento Europeo, y desde distintas capitales europeas, la Unión ha vivido una particular "terapia de grupo". Unos días de reafirmación, de palmadas en la espalda y de búsqueda de sentido, sabiendo que los próximos cuatro años pueden llegar a ser muy difíciles en distintos frentes. Político, comercial y militarmente hablando. Desde Davos, Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, ha defendido que Europa es perfectamente capaz de hacer frente a los cambios que está viviendo el mundo, incluida una era de competencia feroz entre gigantes como Estados Unidos y China en terrenos donde la UE está quedándose atrás, como son las tecnologías críticas. Se trata del "optimismo estratégico" que está intentando desplegar la Comisión Europea estos días.
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También lo hizo el lunes, el mismo día de la inauguración de Trump, la ‘número 2’ del Ejecutivo comunitario, la vicepresidenta ejecutiva Teresa Ribera, a cargo de Transición y Competencia. La española se esforzó en subrayar las fortalezas de Europa, asegurando que las empresas necesitan "confianza y predictibilidad". "Es aquí donde Europa ofrece una ventaja sin rival: nuestras fuertes instituciones, estabilidad social, alta educación, fuerte cohesión, nuestra capacidad de resolver problemas, marcos legales robustos y nuestro compromiso con la cooperación multilateral ofrece la confianza y predictibilidad que otros pueden no tener", explicó Ribera. Von der Leyen insistió en el mismo punto: mientras Estados Unidos abraza un discurso proteccionista y aislacionista, Europa se mantiene abierta a los negocios, las empresas y las inversiones.
Desde ese mismo foro, Olaf Scholz, todavía canciller federal alemán, a pesar de que en esos mismos pasillos se mueve el "canciller a la espera", el candidato democristiano Friedrich Merz, ha intentado también lanzar un mensaje de optimismo cauteloso y de calma. "Ni cada rueda de prensa en Washington ni cada tuit — mensajes en la red social de Elon Musk — debe sumirnos inmediatamente en debates agitados y existenciales", explicó el líder de los socialdemócratas (SPD) alemanes desde Davos, asegurando que en "un mundo que está constantemente al borde de un ataque de nervios" es necesario mantener la "cabeza fría".
Levantad la cabeza
Donald Tusk, primer ministro de Polonia y presidente del Consejo Europeo entre 2014 y 2019, también ha participado en la terapia de grupo con un discurso desde el hemiciclo del Parlamento Europeo en Estrasburgo. "Europa ha sido, es y será grande", ha explicado, replicando así al lema de "hacer Europa grande otra vez" que utilizan los ‘trumpistas’ europeos, entre ellos el primer ministro húngaro Viktor Orbán. "Levantad la cabeza, europeos", arengó Tusk, que recibió los aplausos de unos eurodiputados que han dedicado muchas horas a discutir sobre los efectos que puede tener la presidencia de Trump en Estados Unidos y que ha incluido mensajes como "señor Trump, váyase a la mierda" por parte de un eurodiputado danés.
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"Discutimos y peleamos, pero en general, como europeos, seguimos siendo capaces de encontrar una y otra vez este terreno compartido, este sentimiento de lo común. Es cierto que lo que está sucediendo en Europa y más allá es un nuevo reto para nosotros, pero Europa fue creada precisamente para enfrentar esos retos", señaló el primer ministro polaco, que animó a los europeos a afrontar el futuro con tranquilidad. "Europa nunca ha tenido miedo de saltar al vacío", añadió Tusk, que lanzó un mensaje de ánimo: "El futuro está en nuestras manos, no en las del pueblo chino o estadounidense".
Pero hay que ponerse las pilas
Tusk también ha intentado hacer una llamada de atención. "Si Europa quiere sobrevivir, necesita armarse", ha explicado desde el mismo atril desde el que arengaba a los europeos a ser más orgullosos. Como tantos otros, ha intentado subrayar que Estados Unidos tiene interés en mantener lazos de seguridad con Europa a través de la Alianza Atlántica, y ha animado a aumentar el gasto en defensa. "Hay quien piensa que es una extravagancia o una maldad decir que deberíamos gastar hasta el 5% de nuestro PIB — como exige Trump — en cuestiones de seguridad, pero es que en los tiempos que corren Europa no puede permitirse ahorrar en seguridad", explicó Tusk.
El primer ministro polaco ha hecho la lectura más positiva que ha habido de la exigencia del nuevo presidente estadounidense de un aumento del gasto militar de los socios europeos de la OTAN. "Creo que deberíamos interpretar esas palabras como un reto positivo porque solo un aliado le puede desear a otro aliado que sea más fuerte. No tratéis estas afirmaciones como las declaraciones de un enemigo de Europa, somos aliados", explicó el líder conservador.
Esta petición de un aumento de gasto militar, la idea de que si Europa quiere sobrevivir debe saber defenderse y armarse, va en línea con otro discurso que se hizo en Davos y que tuvo muy poco de terapia colectiva, el de Volodímir Zelenski, que hizo una intervención brutal y descarnada. "Europa necesita aprender a cuidar plenamente de sí misma, para que el mundo no pueda permitirse ignorarla", aseguró el presidente ucraniano, que pidió a la UE ser líder en los campos críticos, más allá del militar, como son las tecnologías avanzadas. "Si perdemos tiempo, Europa perderá este siglo", advirtió.
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Kaja Kallas, Alta Representante de la Unión para Política Exterior y de Seguridad, también se ha unido a este coro de voces que al mismo tiempo han dado palmadas en la espalda de Europa y han pedido que se haga una apuesta decidida en el campo militar. En un discurso ante la Agencia Europea de Defensa (EDA), la estonia ha explicado que "durante décadas, Europa ha elaborado documentos estratégicos, hojas de ruta y declaraciones. Ya es hora de que pasemos a más misiles, tanques y barcos".
La Unión Europea sabe que quedan cuatro años difíciles por delante. La terapia de grupo tendrá lugar físicamente el 3 de febrero, cuando António Costa, presidente del Consejo Europeo, ha convocado a los jefes de Estado y de Gobierno de la UE a una reunión informal en el Palacio Egmont, en Bruselas pero no donde habitualmente se reúnen los líderes, y donde el nuevo inquilino de la Casa Blanca y sus implicaciones para Europa será uno de los puntos calientes de una agenda que tiene como punto central el aumento del gasto en defensa en el Viejo Continente.
Mientras Donald Trump reunía a buena parte de lo que el presidente francés Emmanuel Macron ha identificado como la "internacional reaccionaria" alrededor de "la rotonda" del Capitolio en Washington para su toma de posesión, rodeado de los directivos de los gigantes digitales, en la pequeña localidad suiza de Davos se reunía el viejo mundo. La élite del antiguo orden liberal que creyó que la globalización económica se traduciría en una creación de interdependencias y de estructuras de gobernanza globales que harían del mundo un lugar más pacífico y próspero. Hace años que la reunión del Foro Económico Mundial en Davos es la sombra de lo que fue, pero este enero ha sido un encuentro con un toque tétrico.