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Musk vs. F-35/Trump: la ecuación que va a cambiar el destino del bloque occidental
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¿cómo afectará la 'tijera' al sector?

Musk vs. F-35/Trump: la ecuación que va a cambiar el destino del bloque occidental

Trump tiene que asegurarse de recortar y reestructurar el Gobierno federal, pero sin perjudicar a unas Fuerzas Armadas que necesitan algo más que una mano de pintura

Foto: Donald Trump el día de su toma de posesión, el 20 de enero de 2025. (EFE/B.Clark)
Donald Trump el día de su toma de posesión, el 20 de enero de 2025. (EFE/B.Clark)
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Ahora que la Edad de Oro ha comenzado por fin en Estados Unidos, el tándem formado por Elon Musk y Donald Trump tendrá que añadir a su lista de tareas la cuestión de la defensa. Con los polvorines de Ucrania y Oriente Medio, y China moviendo sus barcos y aviones en las inmediaciones de Taiwán, la Administración Trump tiene que resolver una sensible ecuación: asegurarse de recortar y reestructurar el Gobierno federal, tal y como ha prometido, pero sin perjudicar a unas Fuerzas Armadas que necesitan algo más que una mano de pintura.

La persona encargada de remodelar el Estado central es Elon Musk, que ya ocupa una oficina en el Ala Oeste de la Casa Blanca. La iniciativa que dirige, llamada DOGE, acrónimo en inglés de Departamento de Eficiencia Gubernamental, quiere tener equipos en todas las agencias federales. Una suerte de comisarios políticos que, bajo la supervisión de Musk, identificarán la celulitis burocrática y presupuestaria. Musk cree que puede eliminar hasta 2 billones de dólares de los 6,7 que se gastan al año.

¿Afectará la tijera al sector de la defensa? Elon Musk ha señalado que el Pentágono tiene un exceso de presupuesto, y la izquierda demócrata, que defiende los recortes en gasto militar, ha celebrado sus palabras. Al mismo tiempo, y pese a que el presupuesto de defensa de EEUU se ha duplicado en los últimos 20 años, Donald Trump ha prometido aumentarlo. "Otorgaré una financiación récord para nuestro Ejército, tal y como hice durante cuatro grandes años", dijo el republicano en 2023. "Pero también insistiré en que cada dólar que gastemos rinda más, porque estamos gastando demasiado tontamente y nuestros precios están demasiado altos".

El desafío de optimizar el sector de la defensa es enorme, ya que arrastra una serie de problemas acumulados desde hace por lo menos una generación. El presupuesto militar de EEUU del año fiscal 2024 fue de 840.000 millones de dólares, la mitad de los cuales fueron destinados a las llamadas Big 5: Lockheed Martin, Boeing, Raytheon, General Dynamics y Northrop Grumman. Un oligopolio de la defensa que, según una investigación del programa 60 Minutes, del canal CBS News, abusa del Pentágono inflando los precios desde hace más de 20 años.

Foto: El presidente de EEUU, Donald Trump, y el vicepresidente, JD Vance, durante la toma de posesión. (Reuters/Shawn Thew)

"Estas son empresas que tienen que sobrevivir, dar beneficios", dijo al programa el teniente general retirado Chris Bogdan. "El Departamento de Defensa, por otra parte, quiere los mejores sistemas armamentísticos disponibles lo más rápidamente y de la manera más barata posible. Son los lados opuestos del espectro".

Uno de los problemas es que, a principios de este siglo, el Pentágono decidió ahorrar costes prescindiendo de 130.000 empleados, muchos de los cuales se encargaban de negociar y supervisar los contratos con las empresas armamentísticas. El Gobierno pensaba que estas empresas actuarían de buena fe y seguirían ofreciendo precios razonables, de manera que se dejó de fiscalizarlas. Como consecuencia, el precio de un misil Stinger fabricado por Raytheon pasó de costar 25.000 dólares en 1991 a 400.000 en la actualidad. Descontando la inflación, el precio se multiplicó por siete.

Así que el intento de rebajar costes deshaciéndose de las personas que llevaban los contratos al dedillo tuvo el efecto contrario. Carentes de supervisión, las grandes armamentistas empezaron a engordar las facturas de diferentes maneras. Una investigación oficial ordenada en 2015 averiguó que Lockheed Martin y Boeing cobraban de más regularmente y facturaban unos beneficios del 40 %. Otra señal de que esos 840.000 millones de dólares pueden no estar rindiendo lo suficiente es que las bases industriales norteamericanas no están a la altura a la que deberían, tanto en calidad como en cantidad.

La paradoja militar en EEUU

El periodista Mark Bowden, autor del célebre superventas Black Hawk Derribado, visitó una fábrica estadounidense que producía posiblemente el activo más valioso de los ejércitos que se despedazan en Ucrania: munición de artillería de 155 milímetros. "Del proceso se ocupaba una joven sobre una plataforma de metal en la segunda planta de una vieja factoría de la Iowa rural", escribe Bowden en The Atlantic, "inclinada sobre un enorme hervidor donde copos oscuros de trinitrotolueno, más conocido como el explosivo TNT, son revueltos lentamente hasta formar un espeso líquido marrón". Bowden continúa describiendo las gafas protectoras de la obrera, su mono de trabajo, su redecilla en el pelo. Cuenta que la tarea de la joven es asegurarse de que la pasta explosiva tenga la viscosidad correcta, antes de ser vertida en los proyectiles vacíos una planta más abajo.

Por si el mensaje no quedara claro, Bowden remata. "Esta es, esencialmente, la manera en que los proyectiles de artillería se hacían hace un siglo". Y luego añade que la planta está situada en mitad de kilómetros cuadrados de praderas, bosque y maleza. "Construida en 1940, es una reliquia. También es el único lugar en Estados Unidos que produce un alto volumen de proyectiles de artillería de 155 milímetros".

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Esta paradoja, el hecho de que las Fuerzas Armadas más poderosas de la historia produzcan un bien militar básico de manera tan anticuada y tan lenta (insuficiente, todavía, para alimentar al Ejército ucraniano), se puede aplicar a otras ramas, como la de los drones, por ejemplo. Ucrania produce muchos más y, salvo los modelos más avanzados, mejores. "Este no solo es un bache en el camino, ni tampoco hablamos solo de municiones", continúa Bowden. "El Ejército de EEUU, el más rico del mundo, afronta una deficiencia profunda e institucional. Si esta es una verdad difícil de aceptar, es en parte porque no concuerda en absoluto con nuestra historia".

El tejido manufacturero de defensa de EEUU es una versión enclenque de lo que solía ser en la Guerra Fría, que a su vez fue una versión enclenque de lo que solía ser en la Segunda Guerra Mundial. En los tres años y medio que duró la contienda para Estados Unidos, solo General Motors fabricó 120 millones de proyectiles de artillería, más de 800.000 vehículos militares y casi 100.000 bombarderos. Ahora mismo, en un año entero, todo EEUU fabrica menos de 500.000 proyectiles de artillería. Y ha tardado dos años en llegar a esta cifra. En 2022 producía 168.000. Una cantidad que el Ejército ucraniano se puede fundir en menos de tres semanas. ¿Qué ha pasado?

Es una mezcla de factores. El primero, que, acabada la Guerra Fría, los planificadores militares de Bill Clinton pensaron que las guerras a gran escala eran agua pasada y que a partir de entonces solo habría que combatir a contrainsurgencias localizadas y mal armadas. Ya no hacía falta construir arsenales mastodónticos, sino tener un ejército más pequeño, flexible y dependiente de contratistas. El segundo, que el proceso para fabricar muchas de las armas es trabajoso y contaminante, de manera que se ha deslocalizado. Y, tercero, algunas de las materias primas estratégicas proceden de países enemigos como China y Rusia. Lo que dificulta el suministro.

Foto: Reunión entre Trump y Putin en Helsinki.

Un cuarto factor es que ha habido una hinchazón descontrolada de la burocracia y de las estructuras industriales y clientelares del Pentágono. Como apunta Bowden, el extraordinario presupuesto militar de casi un billón de dólares sufraga factorías, almacenes, minas, plantas químicas, barcos, trenes, laboratorios, etcétera. Un ecosistema "tan complejo y cambiante que es casi imposible de mapear".

Un informe de 2023 elaborado por el Departamento del Ejército dice que la base industrial de defensa de EEUU afronta "problemas sistémicos con la fragilidad de las cadenas de suministro y está actualmente teniendo dificultades para elevar la producción de municiones", dice el documento. "Esta situación ha sido ocultada durante años por suposiciones de planificación defectuosas, los requerimientos de los tiempos de paz y cadenas de autoridad complejas".

"Una escasez peligrosa"

Si la situación ya era preocupante hace cuatro o cinco años, ahora, con Ucrania, Oriente Medio y el potencial conflicto de Taiwán, es un tema de conversación continuo en los círculos militares. Un estudio del Center for Strategic and Internacional Studies argumenta que "la base [industrial] de defensa de EEUU no está preparada para un posible conflicto con China". Entre otros datos, el estudio asegura que "China ha estado comprando equipos y sistemas armamentísticos de alta gama a un ritmo entre cinco y seis veces más rápido que EEUU, de acuerdo a algunas estimaciones del Gobierno de EEUU".

"Si miras a los propios EEUU —y no hablemos de las municiones que les hemos dado a Ucrania recientemente— tenemos, más o menos, la mitad de escuadrones de combate que los que teníamos en la Operación Tormenta del Desierto", declaró en el verano de 2023 el general James Hecker, comandante de la Fuerza Aérea de EEUU en Europa, en referencia a la Guerra del Golfo de 1991. "No tenemos nada parecido a lo que teníamos en el corazón de la Guerra Fría. Ahora añade el hecho de que estamos dando muchas municiones a los ucranianos —lo cual creo que es exactamente lo que tenemos que hacer— y estamos teniendo una escasez peligrosa".

"La base [industrial] de defensa de EEUU no está preparada para un posible conflicto con China"

Los planes que tiene la nueva administración para, por un lado, reforzar esta base industrial de defensa, y, por otro, quemar las décadas de celulitis acumulada, si es que estos planes existen, aún no se conocen. Como tampoco se sabe hasta qué punto se aprovechará Elon Musk, cuyas empresas, Tesla y SpaceX, tienen contratos milmillonarios con el Gobierno federal, de su posición de privilegio. Mientras tanto, la oportunidad está en el aire y algunas empresas de defensa que quieren medrar están mandando amables mensajes a DOGE.

"El sistema actual de adquisición de defensa de EEUU es lento y burocrático y no provee a nuestros guerreros de las nuevas capacidades a una velocidad necesaria para las amenazas que afrontan", comunicó Christopher Kubasik, fundador y consejero delegado de L3Harris Technologies, al departamento DOGE, seguido por una serie de recomendaciones. Desde crear una rama del Gobierno que se encargue de los contratos y acelerar el proceso de los mismos, a simplificar los procesos de certificación y eliminar los gastos duplicados.

Ahora que la Edad de Oro ha comenzado por fin en Estados Unidos, el tándem formado por Elon Musk y Donald Trump tendrá que añadir a su lista de tareas la cuestión de la defensa. Con los polvorines de Ucrania y Oriente Medio, y China moviendo sus barcos y aviones en las inmediaciones de Taiwán, la Administración Trump tiene que resolver una sensible ecuación: asegurarse de recortar y reestructurar el Gobierno federal, tal y como ha prometido, pero sin perjudicar a unas Fuerzas Armadas que necesitan algo más que una mano de pintura.

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