Es noticia
"No tengo tiempo para las elecciones": en Bielorrusia, hasta Lukashenko tiene otras cosas que hacer
  1. Mundo
El apretado abrazo de Putin

"No tengo tiempo para las elecciones": en Bielorrusia, hasta Lukashenko tiene otras cosas que hacer

Lukashenko ha indultado a más de 200 prisioneros políticos, un gesto que los analistas interpretan como un intento de mejorar las relaciones con Occidente una vez termine la guerra en Ucrania

Foto: Lukashenko, probando una nueva hacha, durante la campaña electoral. (Belta, agencia de noticias gubernamental bielorrusa)
Lukashenko, probando una nueva hacha, durante la campaña electoral. (Belta, agencia de noticias gubernamental bielorrusa)

En 2020, la oposición bielorrusa estuvo a punto de rozar el cielo con los dedos, y Alexander Lukashenko, el eterno líder del país, vio temblar el suelo bajo sus pies. El precio fue duro en lo personal, con miles de encarcelados, algún centenar de torturados y un puñado de muertos, y en lo geopolítico: Lukashenko, que había equilibrado históricamente su diplomacia entre Occidente y Moscú, debió entregarse a los brazos de Putin para preservar su régimen, convirtiéndose así en base del primer asalto de la invasión a gran escala rusa de Ucrania.

Recientemente, Lukashenko aprobó el emplazamiento de misiles hipersónicos balísticos y armas nucleares rusas en Bielorrusia. Con Ucrania sumida en la guerra, Lukashenko se presenta como un garante de la estabilidad.

"Él asegura la estabilidad y la paz. La paz es lo más importante", dice Olga, de mediana edad y que acaba de votar por Lukashenko. "Confío en él. Él garantiza la seguridad de nuestro país", apunta otra mujer, fiel seguidora del presidente durante años. La mañana es fría y gris, y aunque las elecciones son oficialmente este domingo 26 de enero, los votantes llevan acercándose a las escuelas preparadas para ello desde hace días en el voto anticipado.

Lukashenko, que ha gobernado Bielorrusia con mano de hierro desde 1994, se postula para su séptimo mandato consecutivo, y todo indica que será reelecto sin mayores obstáculos. La única vez que su control sobre el poder fue verdaderamente desafiado fue hace cinco años, cuando Lukashenko dejó un agujero por cubrir en su tupida red de control sobre el sistema electoral: tras detener y encarcelar a la mayoría de los opositores con alguna posibilidad o reconocimiento, despreció la fuerza que iban a tener sus mujeres y compañeras. El trío liderado por Svetlana Tijanóvskaya (las otras dos fueron Veronika Tsepkalo, la esposa de Valery Tsepkalo, candidato frustrado, y Maria Kolesnikova, que dirigía la campaña presidencial de otro candidato detenido) quedó muy lejos de la victoria que arrojaron las controladas urnas, pero la calle se incendió en protestas masivas. Las autoridades respondieron con una represión brutal que continúa a día de hoy.

Foto: Emblema de la bandera de Bielorrusia en la manga de un voluntario. (A.A.)

"Pero al menos hay estabilidad. No es el momento para cambiar al presidente", dice Alexander.

En 2020, este ingeniero de 23 años apoyó el movimiento de protesta contra Lukashenko. "En aquel entonces, también queríamos cambiar algo. Pero ahora es un periodo turbulento, y queremos estabilidad", dice. El sentir de que el tren del cambio ya pasó y que el Gobierno de Lukashenko en Bielorrusia ahora está atado y bien atado es compartido.

Foto: Alexander Lukashenko en una imagen de archivo. (Reuters/Amr Alfiky)

Un amigo de Timofey, de 25 años, participó en las protestas de 2020. Sigue en prisión. Timofey baja la voz cuando cuenta que, hace cinco años, los que dura cada mandato del presidente, votó por la candidata opositora Tijanóvskaya. "En estos tiempos, es arriesgado decir este tipo de cosas", dice, con vacilación. En esta ocasión, ha votado en contra de todos los candidatos, ya que no ve ninguna opción digna.

"Estas elecciones tienen lugar como un ritual administrativo, no como un evento competitivo" sostiene Artyem Shraibman, analista político bielorruso del Carnegie Russia Eurasia Center, en entrevista con El Confidencial. La Unión Europea y Estados Unidos han anunciado que no reconocerán los resultados de las elecciones, "una farsa total". Con los principales líderes de la oposición encarcelados o exiliados, los observadores electorales creen que los otros cuatro candidatos funcionan más como "saboteadores" que como verdaderos contendientes.

Los bielorrusos que protestaron contra Lukashenko vuelven a sus brazos: "Hubo represión cuando votamos contra él"

Daría la sensación de que se ha vuelto a la "hipernormalización" del sistema que estuvo a punto de romperse en 2020. El término fue acuñado por Alexei Yurchak en 'Todo era para siempre, hasta que ya no lo fue: la última generación soviética', y recogía la paradoja de los ciudadanos de la Unión Soviética, que sabían que el sistema estaba cayendo, pero nadie podía imaginarse una alternativa al statu quo.

Tanto, que Lukashenko ha incluso ignorado por completo la campaña electoral, sin participar en cualquier tipo de debate con sus oponentes. Cuando le preguntaron sobre la carrera electoral en curso, dijo: "Para ser honesto, no sigo eso. No tengo tiempo". Los medios locales lo mostraron el jueves pasado, ocupado probando un nuevo hacha para cortar que le habían regalado.

"No habrá un cambio fundamental en el rumbo que ha seguido Lukashenko", dice Oleg Gaidukevich, líder del Partido Liberal Democrático de Bielorrusia y uno de los oponentes nominales en la carrera. "En muchos aspectos, lo apoyamos y creemos que todo lo logrado en estos años debe ser preservado", sostiene, mientras fuma un cigarro en su oficina a las afueras de Minsk.

Gaidukevich se postuló en las elecciones de 2020, pero finalmente se retiró para respaldar a Lukashenko y se alineó con el régimen durante la represión de las protestas. "Desde 2020, muchas cosas han cambiado. Hemos fortalecido el estado", explica. "Me postulo ahora porque las elecciones son como deben ser: tranquilas. Solo discusión en los debates. Ninguna protesta callejera. Lukashenko ganará porque tiene mucha popularidad".

Popularidad asegurada dentro de Bielorrusia. La represión de 2020 desencadenó una emigración masiva, y este año, las autoridades bielorrusas han endurecido el control sobre el proceso de votación. No se permite la participación de los ciudadanos en el extranjero. Según Eurostat, los bielorrusos fueron la segunda nacionalidad, después de los ucranianos, en recibir permisos de residencia en países de la UE en 2023.

Foto: Belarus opposition leader svetlana tichanovskaja visits sweden

"Tengo amigos en todo el mundo, y todos tienen miedo de regresar", dice Viktoria, ama de casa que huyó a Polonia con su familia. Recuerda haberse escondido en un restaurante en 2020 mientras la policía antidisturbios golpeaba y detenía a manifestantes pacíficos en su ciudad natal de Gomel. Teme ser detenida si regresa. Pero incluso si pudiera volver, o votar desde el extranjero, Viktoria no lo haría. "No llevaría a nada. Es triste, pero así es como es", dice.

La oposición en el exilio ha alentado a los bielorrusos a ignorar las elecciones o votar "ninguno de los anteriores", llamando a un rechazo total del régimen de Lukashenko y las elecciones fraudulentas.

Según el grupo de derechos humanos Vyasna—etiquetado como una organización extremista por las autoridades—, las cárceles bielorrusas acumulan a día de hoy 1.246 prisioneros políticos. Muchos no tienen contacto con el mundo exterior.

¿Mejorar relaciones con Occidente?

En los meses previos a las elecciones, Lukashenko ha indultado a más de 200 prisioneros políticos, un gesto que los analistas interpretan como un intento de mejorar las relaciones con Occidente. Se cree que está buscando posicionarse para un posible levantamiento de sanciones una vez termine la guerra en Ucrania. "Se da cuenta de que mantener a estos prisioneros no tiene sentido, ya que no representan una amenaza significativa. Entonces, ¿por qué no ganar puntos geopolíticos liberándolos?", señala Shraibman.

Pero los principales líderes de la oposición siguen en prisión. Simultáneamente, la represión se ha intensificado en el período previo a las elecciones. "Desde septiembre, el número de personas que enfrentan represión ha aumentado", dice Natallia Satsunkevich, activista de derechos humanos con Vyasna, ahora viviendo en el exilio. "Las autoridades siguen buscando y arrestando a aquellos que participaron en las protestas de 2020. Están despidiendo a personas de sus trabajos y citándolas para interrogatorios", explica.

"Tengo amigos en todo el mundo, y todos tienen miedo de regresar"

"La policía va a sus casas y realiza lo que llaman 'conversaciones preventivas', diciéndoles que ni se les ocurra hacer algo durante las elecciones, o habrá consecuencias".

"Me siento mal por estas personas", dice Aleksey, un maestro de 40 años que ha votado por Lukashenko. Siempre había votado por él, excepto en 2020, cuando algunos conocidos lo convencieron de apoyar a la líder opositora Svetlana Tijanóvskaya.

Ahora, lamenta esa decisión. "Fue una elección espontánea, irracional. Me dejé llevar por la multitud. Ya no hago eso", dice. Su primo Roman, que participó en las protestas de 2020, fue golpeado por la policía y pasó diez días en prisión. Esto convenció a Aleksey de que oponerse a Lukashenko no vale la pena. "Cuando voté por él, no había tales represiones; comenzaron cuando voté en su contra".

En 2020, la oposición bielorrusa estuvo a punto de rozar el cielo con los dedos, y Alexander Lukashenko, el eterno líder del país, vio temblar el suelo bajo sus pies. El precio fue duro en lo personal, con miles de encarcelados, algún centenar de torturados y un puñado de muertos, y en lo geopolítico: Lukashenko, que había equilibrado históricamente su diplomacia entre Occidente y Moscú, debió entregarse a los brazos de Putin para preservar su régimen, convirtiéndose así en base del primer asalto de la invasión a gran escala rusa de Ucrania.

Bielorrusia
El redactor recomienda