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Pistolas a 465 euros, AK-47s a 1.200: para reducir la violencia en México, el Gobierno te compra tus armas
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La entrega de armas es anónima

Pistolas a 465 euros, AK-47s a 1.200: para reducir la violencia en México, el Gobierno te compra tus armas

Antes de su campaña presidencial, Sheinbaum presumía que en su gestión de la capital se habían reducido un 46.5% los delitos de alto impacto; pero la realidad de la Ciudad de México es muy distinta de la del resto del país

Foto: Armas expuestas sobre una mesa durante una ceremonia de destrucción de armas. (Reuters/Jorge Duenes)
Armas expuestas sobre una mesa durante una ceremonia de destrucción de armas. (Reuters/Jorge Duenes)

Entre la casi centena de monumentos que adornan el Paseo de la Reforma en Ciudad de México, aparece otro más: un molino gigante que destruye armas y, al frente, un par de niños celebra. Una escultura con un mensaje pacifista en uno de los países más violentos del mundo. Sin embargo, a diferencia del resto de las esculturas, esta se hizo con 4.700 armas entregadas voluntariamente al Ejército para ser destruidas.

La estatua develada en 2021 fue ganadora de un concurso para promocionar la estrategia "Sí al desarme, sí a la paz", con la que el Gobierno de la Ciudad de México, entonces encabezado por Claudia Sheinbaum, buscó reducir la cantidad de armamento en manos de civiles, como se ha hecho en otros programas similares a nivel local desde hace más de una década en México.

Ahora presidenta del país y con la inseguridad como uno de sus pendientes clave, Sheinbaum arrancó el pasado 10 de enero la expansión nacional del programa. Bajo este, las autoridades pedirán voluntariamente a la población que entregue armas de fuego, explosivos y municiones a cambio de una compensación económica que puede llegar a los 26.450 pesos (1.240 euros).

"Va a hacer historia en el país y va a hacer historia también para enseñarlo al mundo entero, que en México estamos construyendo justicia y estamos construyendo paz", aseguró la presidenta sobre la iniciativa durante un evento de inauguración.

Foto: Jorge Volpi (EFE Isaac Esquivel)

Sin embargo, la estrategia logró recolectar solamente 6.500 armas durante cinco años en la capital. Un pellizco a los cerca de 16 millones de piezas de armamento que, según la encuesta Small Arms Survey de Ginebra, había en manos de civiles en 2017 en México, y las cerca de 200 mil que se estima entran cada año al país.

"Sin investigar a nadie"

Entre el escepticismo de especialistas y la intención del Gobierno de no mostrarse inmóvil, el Plan Nacional de Desarme arrancó en la explanada de la Basílica de Guadalupe, la iglesia más grande del país. Durante seis días, funcionarios del Ejército recibieron a centenas de personas que dejaron pistolas y cartuchos, mientras, en una carpa contigua, niños intercambiaban armas de plástico por juguetes educativos.

Además de lanzar un plan de desarme por primera vez a nivel nacional, el programa de Sheinbaum también innova al incluir a la Iglesia Católica como un aliado clave, pues en las próximas semanas los templos se podrán convertir en sedes para realizar los canjes. Ofrendas para acompañar un ritual más simbólico que efectivo.

Los vídeos tomados en el día de la presentación, muestran filas de personas que acudieron a la Basílica para entregar todo tipo de armas. Fusiles pasados por generaciones, viejas pistolas refundidas en un armario y de las que la gente no se ha podido deshacer. No son necesarias las explicaciones: uno de los incentivos del programa es que la entrega es anónima.

Foto: Operativo policial para frenar extorsiones de grupos delictivos a productores de limón en Apatzingán (México). (Reuters/Iván Arias)

"Sin investigar a nadie", explicó la presidenta. "Si hay un arma en el hogar, el arma se entrega y se destruye". Y se paga. Entre los artículos de mayor valor en el tabulador del programa están las ametralladoras de cualquier calibre por 26 mil pesos (1.200 euros), fusiles como las AK-47 y R-15 por 25 mil (1.160 euros), 10 mil pesos (465 euros) por un arma calibre 9 mm, una de las más comunes para cometer crímenes en México.

En los eventos, el personal de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) custodiará y destruirá el armamento entregado. Cuando se han hecho estos ejercicios, los soldados abonan al espectáculo con las chispas que desprenden sus sierras al cortar las armas en pedazos. En casos excepcionales, si las armas tienen algún valor histórico, el personal también podrá destinarlo al acervo museístico de la Secretaría.

No es la única forma en que las armas pueden terminar como una pieza de arte. Además del "Molino para la Paz" en Reforma, otra escultura "El Peso de la Paz", representa una balanza inclinada a favor de una paloma frente a un montón de armas destruidas, se encuentra en la Alcaldía Iztapalapa, una zona popular al oriente de la Ciudad.

La deuda de AMLO

Este nuevo programa de desarme se inauguró poco antes de que la presidenta cumpliera 100 días en el poder. Durante esta etapa, la mandataria ha mantenido altos niveles de aprobación, aun en la ola de su avasalladora victoria a mediados del año pasado. Sin embargo, también ha enfrentado críticas dentro y fuera del país por reformas constitucionales polémicas, la sombra del segundo mandato de Donald Trump, y la persistencia de la inseguridad. Tan solo en el día en que asumió el poder, hubo 80 homicidios en México.

Antes de su campaña presidencial, Sheinbaum presumía que en su gestión de la capital se habían reducido un 46.5% los delitos de alto impacto. Sin embargo, la realidad de la Ciudad de México es muy distinta de la del resto del país. En el noroeste, la ciudad de Culiacán vive desde septiembre en un estado prácticamente de guerra por la disputa entre facciones del Cártel de Sinaloa tras la detención de su líder Ismael 'El Mayo' Zambada, mientras otras regiones que habían logrado escapar relativamente de la violencia del crimen organizado, como Chiapas, en el sur del país, atraviesan una ola de violencia inusitada.

Aunque aún es pronto para evaluar la estrategia de seguridad de Sheinbaum, es evidente que ha dado un giro con respecto a la de su antecesor, Andrés Manuel López Obrador (AMLO). Pese a que ha mencionado al expresidente en cada oportunidad posible y se ha apropiado de algunos de sus eslóganes más famosos, hay uno crucial con el que ha marcado distancia: "abrazos, no balazos".

Foto: Claudia Sheinbaum y Andrés Manuel López Obrador, en septiembre de 2024. (Reuters/Raquel Cunha)

Esta política de AMLO priorizaba, al menos en el discurso, la atención a las causas estructurales de la delincuencia sobre la lucha directa contra el crimen organizado. En su sexenio, López Obrador comenzó programas sociales y becas para evitar que los jóvenes recurrieran al crimen organizado. La estrategia fracasó, al menos en el corto plazo: su sexenio cerró con poco más de 200 mil homicidios dolosos, la mayor cifra en los últimos años.

En cambio, Sheinbaum ha dado algunas señales de ir en una dirección distinta. Analistas han señalado un papel más confrontativo de la militarizada Guardia Nacional, al tiempo que la Secretaría de Seguridad Ciudadana, de mando civil, adquiere más relevancia que en el sexenio anterior. Pese a ello, la presidenta no ha abandonado el énfasis en relacionar la violencia con una pérdida de valores.

Foto: Karla Sofía Gascón como el narco Manitas antes de transicionar a Emilia Pérez. (Netflix)

Además del intercambio de armas reales, dentro de la misma explanada de la Basílica estaba otra carpa donde se recibían pistolas y metralletas de juguete, y eran cambiados por rompecabezas, juegos de mesa o muñecas.

"El objetivo es que ningún niño o niña tenga un juguete que tenga que ver con la violencia, con un arma. ¿Para qué enseñar a nuestros hijos o a nuestras hijas algo que tenga que ver con la violencia?", mencionaba Sheinbaum en la inauguración.

Dentro de esta vocación moralista, la estrategia de Sheinbaum tiene a otro influyente aliado: la iglesia católica. En los siguientes meses, las congregaciones que así lo soliciten podrán participar en el programa para que las personas se acerquen a canjear armas por efectivo.

"No nos podemos engañar"

Es evidente que la estrategia palidece ante la magnitud del problema, sobre todo cuando México tiene como vecino al único país con más armas que personas. "El enfoque debería estar en frenar el tráfico ilícito que viene del norte de la frontera, mejor regulación, mejores registros, mejor investigación, mejor rastreo", asegura Gerardo Álvarez, investigador de la asociación México Unido Contra la Delincuencia. "No nos podemos engañar y pensar que un programa de este tipo va a ser la panacea".

Un acierto es que mantener en la conversación pública la proliferación de armas en México, mantiene el dedo en el renglón ante la demanda que presentó el gobierno de AMLO contra las empresas fabricantes de armas estadounidenses y está en revisión de la Suprema Corte de ese país.

Aunque las iniciativas de desarme son necesarias, afirma Álvarez, en México no se han hecho los estudios necesarios que evidencien el impacto de las políticas de desarme en la seguridad, lo que impide una estrategia mejor diseñada y que priorice, por ejemplo, la entrega del tipo de armas que podrían utilizarse para delinquir.

"Este tipo de programas lo que suelen obtener es justo, armas viejas, inutilizables, muy poco probables que se fueran a dar para la comisión de un delito", comenta. Armas viejas que pueden pasar de un closet a una plaza pública, mientras las armas causantes de la violencia en el país siguen por ahí sueltas.

Entre la casi centena de monumentos que adornan el Paseo de la Reforma en Ciudad de México, aparece otro más: un molino gigante que destruye armas y, al frente, un par de niños celebra. Una escultura con un mensaje pacifista en uno de los países más violentos del mundo. Sin embargo, a diferencia del resto de las esculturas, esta se hizo con 4.700 armas entregadas voluntariamente al Ejército para ser destruidas.

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