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De Marina d'Or a la isla de Krk: los cadáveres que dejó el declive del turismo de masas
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AFECTA A LOS VECINOS

De Marina d'Or a la isla de Krk: los cadáveres que dejó el declive del turismo de masas

Las zonas con atractivo turístico se enfrentan a numerosos retos, entre ellos, la pérdida del interés. La falta de inversión y las nuevas estrategias de promoción abocan algunos proyectos al olvido.

Foto: Hotel abandonado en la isla de Krk, Croacia. (Getty Images)
Hotel abandonado en la isla de Krk, Croacia. (Getty Images)

Érase una vez una apuesta por un resort turístico. Una inversión extranjera. Un proyecto de futuro. Pero un buen día, la inversión ya no era rentable. Los turistas dejaron de interesarse por la zona y el apoyo al complejo turístico quedó despojado de toda proyección. Esta historia suena especialmente terrorífica para un país como España, donde cerca del 13 % del PIB depende directamente del turismo, que da empleo directo a casi tres millones de personas: el 14 % de la fuerza laboral del país.

En los últimos años, la sostenibilidad del turismo ha sido uno de los temas del debate público, impulsado por los efectos derivados del alquiler turístico o la evolución de la turistización en ciudades como Madrid, Barcelona o Málaga.

España continúa con cifras récord tanto del turismo nacional como internacional, pero en los últimos años han surgido nuevos reclamos en la demanda turística. Al final, desde el ámbito privado y desde el público, se han potenciado distintas estrategias sobre el territorio que han redirigido al visitante hacia otras zonas de las ciudades o a un turismo diferente, como el rural.

“Son cambios geoestratégicos y en la mayoría de los casos influyen factores como la globalización o la demografía, que producen cambios increíbles”, explica la doctora en Turismo e investigadora de la Universitat Oberta de Catalunya, Anna Soliguer.

Así, las zonas que se “sobreexplotan” por una apuesta turística bajo la premisa de desarrollar la economía del lugar, generan lo que la experta denomina “un monocultivo turístico”. Para Soliguer, existe un patrón donde la globalización, la gestión público-privada, los cambios demográficos y la “permisividad del incivismo” generan un desgaste en ciertas zonas que hace que pierdan el atractivo para muchos turistas.

“Es muy importante el enfoque de la promoción turística porque esto es lo que hace que nos sintamos reflejados con el destino”, confirma la investigadora. Los nuevos enfoques están detrás de hechos como la reducción de los viajeros españoles a destinos com Benidorm o Marbella. Según el INE, en agosto de 2005 se registraron 190.752 pernoctaciones en la ciudad malagueña, mientras que en agosto de 2024 esa cifra no ha superado los 80.500.

Urbanismo y rentabilidad

El urbanismo es clave para complementar la oferta turística. Si desde la estrategia público-privada se deja de invertir, el abandono de las ciudades también produce una imagen negativa. “Si no hay una infraestructura cuidada y el tipo de turismo no es atractivo para las familias, se pierde interés”, sentencia Soliguer.

El poder público no tiene ninguna responsabilidad de entrada en este caso porque cuando una empresa asegura que va a llenar la propuesta turística —restaurante, hotel o resort— se trata simplemente de una tramitación de licencias”, matiza Fernando García Moreno, catedrático de la Universidad de Burgos especializado en investigación de la Ordenación territorial y urbanística, medio ambiente y desarrollo sostenible. Sin embargo, aclara que la promoción de unas u otras áreas urbanas sí que forma parte de la estrategia de los ayuntamientos.

Foto: Cada verano se sucede algún caso trágico en Magaluf. (EFE/Cati Cladera)

Así es como Málaga ha cambiado la imagen del turismo de lujo de una Marbella anclada en la estética noventera por la de los cruceros atracados en un moderno puerto abierto al casco antiguo; o como algunas zonas de costa levantina han pasado del turismo de ocio nocturno al de segunda residencia para turistas extranjeros.

“No creo que vengan menos, creo que el interés ha cambiado”, confirma Asunción Verdú, vecina de Santa Pola. La costa levantina ha visto una transformación en el tipo de oferta que tenían. Sin embargo, según su experiencia, "sigue habiendo bastante turismo para la zona que es y la infraestructura que tenemos”.

placeholder Aspecto que presentaba una calle de locales de ocio de Benidorm en plena temporada de verano. (EFE/Manuel Lorenzo)
Aspecto que presentaba una calle de locales de ocio de Benidorm en plena temporada de verano. (EFE/Manuel Lorenzo)

Así, en ocasiones, estos fenómenos no están relacionados necesariamente con la disminución del turismo, sino más bien con este cambio del interés o de enfoque. Según informa Il Sole 24 Hore, en Italia, algunas regiones han experimentado una “desturistificación”, en la que el abandono económico ha dejado las infraestructuras turísticas deterioradas e infrautilizadas. Se ha visto en la Riviera italiana o en ciudades costeras del Adriático, como Rímini, que prosperaron como destinos de playa en las décadas de 1980 y 1990, pero que han reducido su actividad turística.

El descenso se atribuye al cambio de preferencias de los visitantes, que optan por buscar experiencias más allá del turismo de playa tradicional. En algunos de los lugares que han visto reducida su demanda, los operadores hoteleros han llegado a solicitar proyectos de modernización para hacer la zona más atractiva a los turistas modernos.

Ha sucedido también en puntos turísticos tan emblemáticos como Venecia, que se enfrenta a problemas de infraestructuras descuidadas, sobre todo en zonas menos conocidas más allá de los principales distritos turísticos. Aunque el centro de la ciudad sigue siendo uno de los destinos más atractivos, con más de 32 millones de turistas al año, los barrios fuera de las zonas populares reciben muchos menos visitantes y las propiedades abandonadas son cada vez más comunes debido a la despoblación.

Desinterés al extremo: el abandono

En algunos casos, este desinterés por un destino se traduce en un abandono completo de proyectos que tenían una fuerte dependencia del turismo. Es el caso de ciudades de vacaciones como Marina d’Or, emblemático complejo turístico ubicado en Oropesa del Mar, Castellón, que ha pasado de ser un referente en el turismo familiar en España a convertirse en un símbolo del deterioro del sector.

La crisis económica de 2008 marcó un punto de inflexión para Marina d’Or, cuyos proyectos de expansión quedaron paralizados y su modelo de negocio, centrado en el turismo masivo, comenzó a mostrar grietas. Los problemas financieros, la falta de mantenimiento y los cambios en las preferencias turísticas provocaron un progresivo declive en su atractivo, dejando tras de sí una estampa de edificios deslucidos y calles semivacías. Aunque en años recientes se han realizado intentos de revitalizar el complejo con nuevas gestiones y promociones, los desafíos de la competencia turística, el envejecimiento de las infraestructuras y la pérdida de confianza de los visitantes han dificultado su recuperación.

placeholder El complejo turístico Marina d'Or, icono del turismo familiar nacido en los años 80. (EFE/Andreu Esteban)
El complejo turístico Marina d'Or, icono del turismo familiar nacido en los años 80. (EFE/Andreu Esteban)

Lo que en su momento se presentó como "el lugar donde los sueños se hacen realidad", ahora se ve como ejemplo de inversiones que los ayuntamientos deberían pensar dos veces antes de llevar a cabo. De hecho, el caso sentó un precedente para el proceso de edificación. El experto además explica que este tipo de casos han sentado precedente a la hora de plantear nuevos desarrollos turísticos a nivel de las concesiones urbanísticas por parte de los organismos públicos. Así, las nuevas apuestas deben asegurar tanto la ocupación como que se está en proceso de contratación del personal y que hay solvencia para ello, para evitar una apertura sin demanda o donde no se genere empleo.

Lo mismo sucedió con la isla de Krk en Croacia. Aunque en los años setenta su ciudad principal, Malinska, y toda la isla ya tenían una tradición turística que se remontaba a más de medio siglo, la llegada del empresario Guccione implicó una verdadera revolución. Las décadas de 1970 y principios de los 80 fueron testigos del auge del resort ‘Haludov’, un complejo turístico de lujo que contaba con instalaciones de primer nivel, incluyendo un casino, discotecas, y piscinas. Su diseño arquitectónico y la ubicación frente al mar Adriático lo convirtieron en un destino codiciado para turistas de todo el mundo.

placeholder Infraestructura abandonada en la isla de Krk, en Croacia.
Infraestructura abandonada en la isla de Krk, en Croacia.

Sin embargo, la inestabilidad política en la región, combinada con problemas de gestión y disputas legales, contribuyeron a su declive. Finalmente, en 1991, el estallido de la guerra en Yugoslavia sumió a la región en un período de conflicto, lo que terminó con el cierre forzado de Haludovo. El abandono del resort durante años lo llevó a un estado de deterioro progresivo. Las consecuencias también llegaron a la población local con la falta de un empleo prometido, una situación que se prolonga a día de hoy.

Rumanía, despoblación y ruina

Mientras algunos países se enfrentan al fenómeno del sobreturismo o a este cambio de interés, Rumanía tiene un problema distinto: la despoblación y la ruina de algunos lugares de ocio que durante mucho tiempo han rivalizado con los grandes centros turísticos europeos. Algunas causas que apunta el portal de noticias HotNews son privatizaciones “cuestionables”, seguidas de falta de inversión y la incapacidad de las autoridades locales para atraer inversores.

Es el caso del complejo Vidra, en el condado de Vâlcea, al sur del país, considerado la perla del turismo de montaña. Era, en sueños de Nicolae Ceaușescu, el lugar que albergaría los Juegos Olímpicos de Invierno, después de que los serbios lo lograran en 1984, en Sarajevo. El problema llegó después de la Revolución cuando los activos turísticos fueron transferidos a los cuatro sindicatos principales, que resultaron incapaces de gestionarlos. Ahora, los hoteles que alguna vez estuvieron llenos de turistas están abandonados y rodeados de esqueletos de edificios que no se llegaron a terminar.

Otro símbolo importante de declive turístico en el país son los balnearios. “Hay muchos antiguos balnearios abandonados de interés local, más de 25, pequeños balnearios, como Malnaș Bai y Șugaș Bai. Para recuperarlos se necesitan inversiones de más de 150 millones de euros”, confesaron los funcionarios de la Organización de Empresarios del Turismo Spa (OPTBR) a HotNews.

Érase una vez una apuesta por un resort turístico. Una inversión extranjera. Un proyecto de futuro. Pero un buen día, la inversión ya no era rentable. Los turistas dejaron de interesarse por la zona y el apoyo al complejo turístico quedó despojado de toda proyección. Esta historia suena especialmente terrorífica para un país como España, donde cerca del 13 % del PIB depende directamente del turismo, que da empleo directo a casi tres millones de personas: el 14 % de la fuerza laboral del país.

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